Atenágoras de Atenas

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Atenágoras de Atenas
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Nacimientosiglo II
Atenas, Bandera de Grecia Grecia
OcupaciónTeólogo cristiano

Atenágoras (Atenas, siglo II) fue un filósofo cristiano

Síntesis biográfica

Poco se sabe de la vida de Atenágoras. Eusebio de Cesarea y Jerónimo de Estridón no lo nombran siquiera en sus reseñas sobre personajes ilustres. La única alusión a él en la antigüedad cristiana aparece en un texto de san Metodio de Olimpia (sacerdote cristiano griego, f. 311)[1]

Existen detalles biográficos de Atenágoras en un fragmento atribuido a la Historia cristiana de Felipe de Side (nacido en Side, hacia 430), pero son poco confiables porque el fragmento está plagado de errores. En él se afirma que Atenágoras había dirigido su Apología a los emperadores Adriano y Antonino; añadiéndose que «su discípulo fue Clemente (autor de los Stromata) y Panteno (discípulo de Clemente)» (PG, VI, 182).

Th. Zahn lo identifica con el Atenágoras al que, según Focio (v. Bibl. Cod: 155), el alejandrino Boetos dedicó su obra Sobre las expresiones difíciles de Platón.[2]

Nada seguro se puede concluir de estas afirmaciones. Tampoco en lo que respecta a saber cómo llegó a abrazar el cristianismo. De su estilo puede deducirse que debió frecuentar la escuela catequética de Alejandría (Egipto), donde más tarde fueron maestros Panteno y Clemente de Alejandría. Se ignora, asimismo, el lugar y la fecha de su muerte.

Escritos

Hacia 177-178 compuso Atenágoras una Súplica en favor de los cristianos, escrito que envió a los emperadores Marco Aurelio Antonino y su hijo Lucio Aurelio Cómodo, «arménicos, sarméticos y, lo que es máximo título, filósofos». En dicha Súplica defiende a los cristianos de las tres principales acusaciones que contra ellos se lanzaban desde la parte pagana: ateísmo, antropofagia e incesto.

Desde las primeras frases, la Apología se hace notar por la moderación y por la cortesía de sus expresiones. Es una pieza maestra por su alto vuelo literario, por la lealtad de su argumentación y por la vasta erudición que en ella revela el autor.

La composición es clara y metódica, la fraseología redonda y rica en ideas, el razonamiento firme y vigoroso, el estilo sobrio, hasta rozar a veces la sequedad, pero siempre preciso.

El conjunto de todo este escrito revela al verdadero filósofo y al maestro que discute según las reglas. En ella, a una habilidad dialéctica, mayor que la demostrada por san Justino en sus escritos, se añade una actitud más benévola y comprensiva, con respecto a la filosofía, que la demostrada por Taciano, contemporáneo suyo.

Monoteísmo de Atenágoras

Pretende, ante todo, demostrar la unicidad de Dios, frente al pluralismo politeísta de los paganos. Con este fin se empeña en demostrar, por vía especulativa, la unidad de Dios, atestiguada por los profetas. Sus argumentos tal vez no alcancen la precisión de una filosofía técnica, pero indudablemente ofrecen una sólida base de reflexión.

En Atenágoras aparecen ya algo desarrolladas las primeras pruebas racionales de la existencia de Dios. La prueba favorita para él la constituye el orden del mundo. En el cap. 16 de su Súplica expone sus puntos de vista sobre el orden cósmico, atribuyendo la hermosura del mundo al Creador al considerar la naturaleza corruptible de lo creado; argumento reforzado en el cap. 22 al rechazar las mitologías paganas y por la comparación que establece entre el mundo y un navío, que, por muy perfecto que sea, necesita de un piloto que lo conduzca. A partir de Atenágoras esta prueba de la existencia de Dios por la vía del orden y del fin, aparece reproducida en todos los apologistas cristianos, aunque con diversos matices.

Sobre el matrimonio

Interesante es también la doctrina de Atenágoras sobre el matrimonio y sus fines. Para él la procreación es el primero y el último fin del matrimonio. «Al modo que el labrador echada la semilla en la tierra, espera a la siega y no sigue sembrando, así, para nosotros, la medida del deseo es la procreación de los hijos» (Súplica, XXXIII). En otros textos muestra la lucha que el cristianismo primitivo hubo de sostener para defender el derecho a la vida de las criaturas antes de nacer.

Contra los paganos, que acusaban a los cristianos de cometer crímenes en sus funciones de culto, escribe:

Nosotros afirmamos que los que intentan el aborto cometen homicidio y tendrán que dar cuenta de él a Dios; entonces, ¿por qué razón habríamos de matar a nadie? No, nosotros somos en todo y siempre iguales y acordes con nosotros mismos, pues servimos a la razón y no la violentamos.
Súplica, XXXV

Acérrimo defensor de la indisolubilidad del matrimonio, lleva su doctrina hasta el extremo de creer que ni siquiera la muerte puede disolver el vínculo matrimonial. En consecuencia, para él las segundas nupcias son «un adulterio decente».

Bibliografía

  • Bareille, G.: «Athénagore», en DTC I, págs. 2210-2214, París (Francia), sin año.
  • Bauer, K. F.: Die Lehre des Athenagoras von Gottes Einheit und Dreienigkeit. Bamberg (Alemania), 1902
  • Chaudouard, L.: La philosophie du dogme de la résurrection de la chair au II, siecle. Étude sur le Peri Anastáseos d. Athénagore. Lyon (Francia), 1905.
  • Puech, A.: Les apologistes chrétiens du II' siecle (págs. 192-206). París (Francia), 1912.
  • Puech, A.: Histoire de la littérature grecque chrétienne (págs. 196-203). París (Francia), 1928.
  • Ruiz Bueno, D.: Padres apologistas griegos. Madrid (España), 1954
  • Schubring, F.: Die philosophie des Athenagoras. Berlín (Alemania), 1928
  • Ubaldi-Pellegrino, P.: Atenagora. Turín (Italia), 1947

Fuentes