Cementerio (Niquero)

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Cementerio de Niquero
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Ubicación Geográfica:Niquero Cuba

Cementerio de Niquero. Lugar donde fueron enterrados 16 expedicionarios del Granma y donde actualmente se erige un monumento a los caidos.

Ubicación geográfica

El Cementerio de Niquero se encuentra a la entrada de la cabecera municipal, en la carretera central Km. 1. En este lugar fueron enterrados 16 expedicionarios del Granma vilmente asesinados por la tiranía Batistiana.

Reseña de los hechos

Cuentan que Rafael Alcalá, un veterano de la guerra del 95, furioso ante la escena monstruosa, expresó con los ojos como brasas: «¡Todavía se derrama sangre inocente en Cuba! ¿Hasta cuándo vamos a permitir que esto suceda? ¡Carajo!». El luchador independentista reaccionó así, cuando el 9 de diciembre de 1956 en las inmediaciones del cementerio de Niquero, vio que varios cuerpos de muchachos iban a ser tirados juntos en una zanja e incinerados sin misericordia, como si se tratase de animales salvajes.

Eran jóvenes masacrados, miembros de la expedición del yate Granma. Habían llegado a Cuba siete días antes, con un entusiasmo admirable, a zafarle los grilletes a su país dolido. Y encontraron no lejos del lugar del desembarco la muerte física, precedida de martirios. Pero la enfrentaron con estoicismo para empezar a habitar así otra dimensión de la existencia. Al amanecer, los habitantes de la localidad vieron con escalofrío el panorama: los cadáveres yacían destrozados y colocados «al montón».

Pronto la noticia se diseminó entre los niquereños, incluidos varios miembros del Movimiento 26 de Julio, quienes acudieron al camposanto. Las fuerzas del régimen instalaron entonces postas en la puerta principal para impedir que los pobladores se aproximaran. La soldadesca comenzó a cavar una zanja para lanzar los cadáveres dentro, obedeciendo órdenes del coronel Cruz Vidal. Para colmo, los uniformados habían llevado en un carretón traviesas de madera y un recipiente con combustible. Pretendían incinerar a las víctimas públicamente. Solo la protesta airada y continua de los vecinos del poblado impidió la barbaridad. En medio de la tensión, algunos miembros del Movimiento 26 de Julio hablaron con Mario Espinosa, secretario del Ayuntamiento, quien se comprometió a ayudarlos para que el enterramiento fuera individual.

Este hombre se entrevistó con Salvador Hernández Betancourt, alcalde de Niquero, y juntos acudieron al cementerio para impedir que se consumara la atrocidad. Se autorizó así a construir ocho cajas. Fue en esos instantes de acalorada discusión entre ciudadanos niquereños e integrantes del ejército batistiano cuando el veterano independentista Rafael Alcalá estalló de indignación.

Expedicionarios sepultados

Finalmente fueron sepultados los cuerpos masacrados de los expedicionarios: José Ramón Martínez, Armando Mestre, Luis Arcos Bergnes, Andrés Luján Vázquez, Jimmy Hirzel, Félix Elmuza, René Bedia Morales y Eduardo Reyes Canto.

Otros caídos

Los sucesos de aquel día salvaje no concluyeron con lo aquí narrado. El mismo 9 de diciembre fueron llevados al cementerio otros ocho expedicionarios ultimados durante la jornada anterior en Boca de Toro, por la delación del campesino conocido como Manolo Capitán.

Los asesinados fueron: Miguel Cabañas, José Smith Comas, Tomás David Royo, Antonio (Ñico) López, Cándido González, Noelio Capote, René Reiné y Raúl Suárez. Sus cuerpos, deslizados a una playa, habían sido dejados a la intemperie desde el 8 de diciembre.

Muertos, fueron subidos a parihuelas y arrastrados por caballos hasta Las Guásimas. En ese lugar volvió a aparecer la nefasta camioneta, que los transportó a la necrópolis niquereña. Por consiguiente, la tarde del 9 se ordenaron más ataúdes. El enterramiento, realizado en la parte exterior del cementerio, junto a una cerca lateral, se extendió hasta entrada la noche.

La inhumación la presenciaron los doctores Juan Cardellá, Amada Rosales y Ángel Fonteboa, quien había acompañado al doctor León Hirzel; este identificó a su hijo (Jimmy) por una operación de apendicitis que él mismo le había practicado. Los guardias le preguntaron si se lo iba a llevar, a lo que el galeno replicó que no, que si su hijo había batallado por una causa debía de estar junto con sus compañeros muertos.

De los 16, únicamente fue transportado el cadáver de Andrés Luján, recogido por amigos y familiares y llevado a su natal Manzanillo.

Las tumbas de los expedicionarios, oriundos mayoritariamente del centro y occidente del país, no quedaron abandonadas. El Movimiento 26 de Julio en Niquero se encargó de poner en cada sepulcro una cruz; pero ninguna tenía identificación.

Julio Costa, padre del expedicionario Jaime Costa, se encargó de construir unas pequeñas placas de cobre con el nombre de cada héroe caído. En febrero de 1959 los restos de los revolucionarios fueron exhumados y transportados, con los honores correspondientes, hasta el Cementerio de Colón, en la capital cubana.

En diciembre de 1996, en el sitio donde habían sido enterrados originalmente los expedicionarios en Niquero, se levantó un modesto monumento. Nunca faltó la ofrenda. Desde aquel diciembre gélido siempre aparecieron húmedas y abiertas sobre sus sepulturas las flores de la Patria.

Fuentes