Combate de Arenillas (1868)

(Redirigido desde «Combate de Arenillas»)
Combate de Arenillas
Información sobre la plantilla
Fecha:24 de diciembre de 1868
País(es) involucrado(s)
Capitanía de Cuba (en poder de España) contra el ejército del Reino de España
Líderes:
Augusto Arango (1830-1869)
Organizaciones involucradas:
Ejército Libertador


El combate de Arenillas fue un hecho histórico militar sucedido el 24 de diciembre de 1868 en el marco de la Guerra de los Diez Años (1868-1878).

Acción cerca del río Arenillas

Posiblemente el 24 de diciembre de 1868,[1] el general Augusto Arango (1830-1869), patriota esclarecido y uno de los héroes sobrevivientes de la hecatombe de 1851, colocó todas las fuerzas en sus respectivos puestos, al escuchar el anuncio de acercarse la columna por las descargas que venía haciendo (ignoraba el Conde de Valmaseda que allí se le esperaba). Arengó antes a los patriotas, diciéndoles que Valmaseda se dirigía a marcha forzada para San Miguel de Nuevitas, que hasta que él no disparara su revólver no se rompiera el fuego, pues quería que la columna avanzara lo suficiente para hacer una buena cacería; que prohibía se pusiera la mano en el gatillo del arma para evitar aconteciera lo que en Bonilla, que por habérsele escapado a uno un tiro, no avanzó lo suficiente Valmaseda a las trincheras.

A las tres de la tarde, las descargas cerradas de fusilería, a derecha e izquierda anunciaron la presencia de la fuerte columna enemiga; a la que contestaron los patriotas con sus trabucos, escopetas y pistolas, con tanto éxito por su parte, por la proximidad de 10 o 12 metros que los separaba de aquella, que desfilaba a paso apresurado por el frente de las fuerzas que comandaba el jefe Pedro Recio, al que enseguida ordenó romper un fuego tan fuerte, tan vivo y certero, que hizo al enemigo suspender la marcha y adelantar una batería con que ametralló furiosamente al bosque descuajando los árboles y conteniendo al mismo tiempo las descargas cerradas de fusilería.



Para lograr contener el gigantesco puntal de refuerzos comandando por Valmaseda, los insurrectos principeños, dirigidos por Augusto Arango Agüero, colocaron junto al camino, desde El Desmayo hasta Consuegra, en el barrio de Cascorro, nada menos que cerca de 30 colmenas de abejas, y en el paso del río Arenillas prepararon un «patitas pa’ qué te quiero» con toros salvajes. Se trataba de una inventiva muy propia del lugar. Cuando al ganado bravío le vino encima aquel montón de abejas, «pica que te pican», los desaforados animales no dejaron nada a su paso.[2] Además, a las colas de los cuadrúpedos salvajes se les enlazó cuero seco, que al originar estridente ruido espantaron aún más al conde de Valmaseda y a sus hombres.[2]

La auténtica arma de guerrilla ideada por los lugareños no solo paralizó la misión de la potente tropa enemiga, sino que estos en su «sálvese quien pueda», dejaron carretas con avituallamientos y otros aseguramientos en medio del camino, como reconoció posteriormente el propio general español Valmaseda.[2]

El aguacero de balas, metralla y gajos de árboles tronchados que sobre los improvisados bisoños soldados del jefe Recio Agramante, le hicieron desbandarse más de una vez, obligándolos a volver enseguida a la línea de batalla; pero en el fragor del combate, en que los alentaba como jefe y batiéndose como soldado, no advirtió que lo habían dejado casi solo, que se hallaba envuelto por una ola enemiga que le intimaba se rindiera, y al hacer aquella una descarga le destrozó el brazo izquierdo; pero antes que rendirse prefiriendo morir a ser hecho prisionero, esconde su arma de fuego entre unas hojarascas, por no poderla manejar y desenvainando el machete y dando tajos a derecha e izquierda, se abrió paso internándose monte adentro; en el que se encuentra también disperso el ciudadano Salvador Cisneros Betancourt, que le ofrece su brazo para que se apoye, por empezar a faltarle las fuerzas por la mucha sangre que perdía.

Las demás columnas emboscadas en sus respectivos puestos cumplieron todas con su deber, haciendo fuego al enemigo hasta que agotan el último cartucho. Las bajas que tuvo la columna de Valmaseda fueron numerosas; siendo la de los patriotas la de un muerto y siete heridos, incluyendo entre estos al jefe Recio, al que exigía amputarle el brazo. La operación fue hecha por el Dr. Eduardo Agramante y Piña. El jefe Recio, con una constitución de acero, soportó con heroísmo tan atroz operación, pues careciendo de cloroformo, instrumentos de cirugía y recursos necesarios en esos casos, se improvisaron los medios para poderla realizar. Recio se salvó de morir gracias a la ciencia. Esta acción fue la segunda dada por las fuerzas revolucionarias de Camagüey a las españolas comandadas por Valmaseda; se conoce con el distintivo del «Combate de Arenillas» por haber tenido lugar cerca del río del mismo nombre; así como el jefe Recio se le conoció como «el Manco de Arenillas».

Los españoles dejaron tres muertos, según consigna un testigo, y llevaron cinco heridos. Los patriotas penetraron en el potrero Consuegra, en el que celebraron alegremente la Nochebuena.

Fuentes

  • Agramante Piña, Eduardo: «Relación del combate de Arenillas», en Emilio Godines Sosa: Eduardo Agramante, Premio de Biografía. Concurso 26 de Julio, Dirección Política de las FAR, Editorial Arte y Literatura, ICL. La Habana, 1975, pp. 138-140.