Escultura ambiental y monumentaria en Moa

Escultura ambiental y monumentaria en Moa.
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Concepto:Obra artística con tres dimensiones donde el volumen desempeña un papel fundamental.

La escultura ambiental y monumentaria en Moa. Es una de las manifestaciones plásticas que al triunfo de la Revolución Cubana fue favorecida en su creación y difusión. Se definió como una obra artística con tres dimensiones donde el volumen desempeña un papel fundamental.

Origen

La escultura monumentaria se destina a conmemorar y perpetuar los hechos y la memoria de figuras de trascendencia y significación histórica, política, cultural o social, mediante obras o conjuntos realizados con carácter permanente, transformables o no, y comprenden desde elementos de gran tamaño, hasta tarjas conmemorativas.

El origen de la escultura monumentaria en Moa data del año 1959. Se trata del busto a Pedro Sotto Alba, creado por Bermúdez Fuentes Sanamé y que por varios años estuvo en la Logia Oasis, de esta localidad, se encuentra ubicado hoy en el parque de igual nombre.

Otro de los primeros monumentos en esta ciudad, ubicado en el reparto La Playa, es el dedicado al mismo mártir, y fue erigido en 1978 con la autoría del holguinero Fausto Cristo.

Monumento a Pedro Sotto Alba, creado por Fausto Cristo

Héroes y personalidades históricas se mantuvieron dentro del repertorio escultórico y en el año 1984, en este caso con un nuevo material: el bronce y de la mano del artista holguinero Argelio Cobiellas Rodríguez, nace esplendorosa, vital y enérgica la figura de Ernesto Guevara en la plaza Guerrillero de América. Un colosal monumento en bronce de 5,60 m de alto.

Esculturas monumentarias

En 1987 el arquitecto Fausto Ferrer y el escultor Luis Silva dejan concluido en la Empresa Mecánica del Níquel el complejo escultórico Comandante Gustavo Machín, en homenaje al héroe, y en 1998 se inaugura el busto al Comandante Ernesto Guevara frente al local donde radica el Comité del Partido Comunista de Cuba, PCC, de la fábrica Comandante Pedro Sotto Alba.

Frente a la Empresa Constructora y Reparadora de la Industria del Níquel ECRIN, emerge orgulloso el busto del Comandante Pinares, de Elena Vaquero y Rogelio Gómez, en el año 2002. Es notoria la evolución de la escultura monumentaria en Moa si se cuenta, además, el monumento del escultor José Delarra a Rolo Monterrey, en el reparto del mismo nombre, y el Monumento a Pedro Sotto Alba, del escultor Lauro Echevarría, obras en su mayoría trabajadas en piedra de fácil y obligada conservación.

La escultura monumentaria en la ciudad de Moa ha mantenido un crecimiento estable desde sus orígenes en 1959, al conmemorar hechos y personalidades que se destacaron en gestas revolucionarias y luchas relacionadas con el territorio, directamente vinculadas en su mayoría a empresas niquelíferas, en cuyas entradas encontramos bustos de personalidades que le dan nombre a la industria. Su tendencia se mantienen entre el naturalismo-realismo.

Escultura ambiental

La escultura ambiental se destina a enriquecer culturalmente un entorno determinado, mediante obras o conjuntos no conmemorativos integrados en su contexto arquitectónico urbanístico y paisajístico. La primera obra de esta índole data del año 1960 en el parque Pedro Soto Alba. Se trata de La Madre, del artista plástico Ezequinio Barnie, pieza de pequeño formato que va a marcar la génesis del desarrollo ambiental escultórico en Moa.

No se vuelve a tener noticia de escultura ambiental hasta el año 1990, exceptuando la escultura ambiental ubicada frente al Hotel Miraflores, de la Caridad Ramos donde se clausura el Simposio de Escultura Ambiental de ese año.

Gracias a este evento son colocadas en la ciudad la obra del artista matancero Ulises Niebla frente al Hospital Guillermo Luis; Pórtico, en la entrada a Moa, a cargo del holguinero Manuel Pérez, y otras dos obras casi olvidadas: la escultura en el reparto Rolo Monterrey de César Sánchez y la del matancero Flandes Fernández: Espejismo de una verde mañana, frente al aeropuerto Orestes Acosta.

Del mismo evento quedaron en Moa las obras de la santiaguera Noemí Perera, en la escuela Dominador Fuentes, y del holguinero Vicente Castro en el barrio Haití Chiquito. La escultura ambiental resultado del Simposio de 1989 es un reflejo del escenario donde ha sido expuesta, se integra al entorno y armoniza con la función social para la cual fue concebida: embellecimiento de una ciudad industrial, complementación de una arquitectura que responde a las exigencias inmediatas del desarrollo.

La concepción de las obras de este Simposio de Escultura Ambiental recrea el entorno urbano de una ciudad industrial y organiza una articulación plástica a través de la identificación de la obra en si y de la obra con el conjunto de piezas restantes. En el movimiento radica la mayor fuerza expresiva de estas esculturas en metal.

En el material y el color de estas obras reside la potencialidad expresiva que va a transmitir estados de ánimos y sensaciones psicológicas en el espectador, una inquietud pujante en unas y una serena calma en otras, pero, en fin, formas que emergen de la creación y rigen orientaciones estéticas formadas por estructuras simples, que derivan en complejas interpretaciones. Las obras cambian el contexto urbanístico, se identifican con su medio y complementan la localidad con imágenes que no pasan inadvertidas.

Otras esculturas

Otra obra ambiental es la de Liudmila García en el patio del complejo cultural del municipio. Los materiales utilizados en estas piezas eran aluminio, hierro y otros. Es imprescindible valorar sus aportes artísticos y culturales y promover su cuidado y conservación como legado patrimonial del territorio. Retomando la técnica de la pailería, Fidel Zarzabal realizó La Rotonda, escultura cinética ubicada en el centro de la ciudad, y La Familia, del 2001, frente al parque infantil Para un Príncipe Enano.

La Rotonda es una obra de simples signos, de sencilla concepción y fácil interpretación, pero que logra integrarse perfectamente al lugar preconcebido donde se encuentra situada.

Indica la ruta a seguir, guía el movimiento, juega con la vista del espectador denotando una corriente interior que conduce, obliga al movimiento exterior, a recorrer la pieza, a seguirla porque la obra busca la mirada del transeúnte y juega con ella a libre decisión. Esta pieza, referente dentro de la ciudad, es un legado de un escultor local que se mantiene activo dentro de la plástica del territorio.

Proceso creativo

El proceso creativo de estas formas estuvo determinado por las ansias de espiritualidad cultural de una región minera ávida de un arte propio que aceptó la desintegración de imágenes reconocidas para crear, tras una disolución formal otra imagen determinante y absoluta que a la vez lleva valores universales que la convierten en una obra factible para diversidad de gustos y expectativas.

La escultura ambiental en la ciudad minera de Moa presenta una tendencia a la abstracción. Combinaciones de líneas, por lo general curvas, secuencias de áreas y un dinamismo intrínseco que trasmiten soltura y ritmo, armonía y equilibrio a la vez que estabilidad y movimiento, enclavadas en una ciudad en constante cambio. Un equilibrio entre la luz y la sombra que logran una interrelación armónica con su paisaje.

Enriquecimiento del patrimonio escultórico

El desarrollo de la escultura ambiental en Moa vuelve a renacer con la llegada en 1996 de los escultores Elena Vaquero y Rogelio Gómez, quienes han aportado al patrimonio escultórico de la ciudad minera de Moa las obras Las Auroras, Damisela y Obdulia, del año 1999, e Interpretación, del 2002, que embellecen el entorno e intentan ajustarse a las necesidades espirituales de la comunidad que cada año aumenta en nivel cultural y sentido crítico y es mas conocedora del mundo circundante gracias a los nuevos proyectos de la Revolución y a los eventos culturales que cada año aumentan consecuentemente con la política cultural del país.

Las producciones plásticas de Elena Vaquero y Rogelio Gómez tienden a formas figurativas con leve tendencia a la abstracción y un punto de vista ambivalente entre lo figurativo y lo abstracto, en busca de la poesía en la materia moldeada y para revitalizar, en una escultura ambiental, la lírica de la creación en imágenes plásticas que van a transmitir sensaciones inequívocas de paz y belleza femenina en formas que en su espíritu serán un desafío a la creatividad.

La escultura monumental y ambiental en la ciudad minera de Moa intenta crecer en un terreno fértil y logra imponer su presencia en el espacio social que le ha sido determinado, tomando la ruta mas acertada, el disfrute estético. Se muestra como exponente plástico en continuo crecimiento dentro del movimiento cultural del territorio.

Cuando un arte se propone imponerse bajo conceptos esencialmente artísticos, que permiten la revalorización de la identidad cultural, el camino cobra sentido y cada obra queda insertada en un espacio desde entonces suyo con una doble concepción el arte por el arte y el arte para el pueblo, entonces la inserción social es de veras valiosa.

Fuentes