La historia me absolverá (Güira de Melena)

Conocimiento de la Historia me Absolverá en Güira de Melena
Información sobre la plantilla
Fecha:primeros meses de 1955
Lugar:Güira de Melena
País(es) involucrado(s)
Cuba


La Historia me Absolverá se conoció en Güira de Melena en los primeros meses de 1955, estando los monadistas presos en la antigua Isla de Pinos. La llegada se produce mediante la coordinación de los combatientes del municipio con la dirección provincial del movimiento, lo que permitió que la obra, que fue saliendo fragmentada de la isla, fuera del conocimiento de la mayoría de los miembros de la organización. Los escasos ejemplares que llegaron fueron inmediatamente distribuidos, encargándose de esta tarea Pedro Maristany, Manolo Rodríguez Col y otros compañeros, los cuales los hicieron llegar también a la barriada del Gabriel, donde había otro grupo de combatientes que habían desarrollado una actividad destacada.

Hacer circular el documento implicaba un riesgo de gran magnitud, puesto que la tiranía estaba a la casa del más mínimo detalle para cortar el funcionamiento de la organización clandestina y afianzar su poder a costa de las armas y la muerte. Pero esta no seria la única oportunidad en que los revolucionarios se jugarían la vida distribuyendo o teniendo un documento tan comprometedor en su poder.

Un hecho sin precedentes, se puede calificar la actitud que asumió la mayoría de los obreros de la tabaquería “Lenchito”, cuando en Mayo de 1958 los militantes revolucionarios plantearon que “La Historia me Absolverá” se leyera públicamente, cuestión esta que constituía un gran peligro, tanto como para los obreros simples, como para los que estaban comprometidos en el M-26-7.

En esta época, en la tabaquería estaba programado leer un libro llamado “Un sargento llamado Batista”: como estaban las proposiciones y los criterios divididos, se hizo como siempre: se sometió a votación y triunfó por amplio margen “La Historia me Absolverá”.

El compañero José Martínez, lector de la tabaquería en esa época, le dio lectura sin que se omitiera ni una sola palabra. Destacando que el dueño Aurelio Aromí el cual autorizo su lectura arriesgándose también a ser detenido.

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