La Danza de los Alacranes (Libro)

La Danza de los Alacranes
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La danza de los alacranes.jpg
Autor(a)(es)(as)Luis Manuel Muñoz Bernardo
Editorial:Ediciones Santiago, 2000
GéneroPoesía
ImprentaTalleres computarizados, Ediciones Santiago, Noviembre 2000.
EdiciónOscar Montoto Mayor
Diseño de cubiertaOscar Montoto Mayor
IlustracionesEliecer Lora Martínez
Ejemplares450 ejemplares
ISBN959-7036-33-9
PaísBandera de Cuba Cuba

La Danza de los Alacranes. Es un libro con una evidencia ironizante del acecho en la perspectiva de lo que puede partir de un hecho cotidiano, que permite al poeta mostrar la realidad vibrante en el submundo del que procede.

Síntesis

La Danza de los Alacranes es una evidencia ironizante del acecho en la perspectiva de lo que puede partir de un hecho cotidiano. Canto sublime que permite al poeta mostrar la realidad vibrante en el submundo de su terruño: “Vuela en la risa, perdura y asume. / Otra vez el refrigerio/ que el negro Songo/ ofrece en la punta de la loma”.

Temática

La temática que aborda en el libro es de Texto Literario, ya que es un libro de poesía que mostra la realidad vibrante del submundo del que procede el poeta, el mismo consta de 450 ejemplares de 56 páginas

Datos del autor

Luis Manuel Muñoz Bernardo (La Maya, Santiago de Cuba, 1955). Director de programas de la emisora municipal Songo - La Maya. Cultiva la poesía y el teatro reflejando el criollismo y el humor propio del cubano. Es miembro del Taller Literario Municipal Miguel Domínguez; ha recibido premios en concursos nacionales en los encuentros-debates de Talleres Literarios y de la ANCI.

Contenido

  • Presentación
  • Siete lunas
  • Tu suerte y mi astucia
  • Esa niña
  • La huella
  • Analen
  • El otro zapato blanco
  • Enigma
  • La cruzada de las sanguijuelas
  • Se hace espacio
  • Monstruo de miel
  • La oración de Dios
  • A la décima
  • La danza de la pupila
  • Ahora, el cuadro de las delicias
  • Alpinar las curvas hasta el ocaso
  • La danza de los alacranes
  • San José canta en la cima del gigante blanco
  • Hembra

Presentación

Desde las huellas mismas de una hostilidad artificiosa, la obra de Luis Manuel Muñoz, caracterizada por un desbordamiento personal, serpentea por los caminos de la verdad con una buena cuota de biografía que se le antoja un mundo pal­pable, sugerente, que ensancha en lo encrespado y sentencioso, y emplaza:
“El mundo no es un pañuelo/ redondo para las lágrimas” /El rever so es la misma cara/ que fustiga las líneas azules/ (...)
Una evidencia ironizarte del acecho en la perspectiva de lo asumible que puede partir de un hecho cotidiano, de un riesgo que se entorna desde cualquier arista humana, que pasma y emotivamente desviste y abraza el alma de cuanto se lea en estos versos: canto sublime que permite la poesía, la realidad vibrante en el submundo de su terruño que apela a lo que no se escapa porque es como el dulce que atrapa en el rechazo a los insectos: Vuela en la risa, perdura y asume./ Otra vez el refrigerio/ que el negro Songo/ ofrece en la punta de la loma. Un sentido desbastador que alguna vez entronó un cántico cuajado de melancolía y grito evocado en “El otro Zapato Blan­co”: La ovación reprime el verbo/ las nubes asisten/ y la mirada, serpentea en el tri­bute. Que es la confianza en esta estrofa. Eloy Díaz

Poema

Imagen representativa del poema que identifica al libro

La Danza de los Alacranes

“El mundo no es un pañuelo
redondo para las lagrimas”.
El reverso es la misma cara
que fustiga las líneas azules
a pesar del vigor de las células.

Así y todo una marca en el gesto
convoca al ritual
aunque el Ekué
resplandece cuero
y madera carcomida
y en sus hombros la ciudad
siente el peso de los faroles.

Ekué se poseyó y
poseyó la ovación de los miedos,
el silencio de los corajes.

Doliéndole desde el martes el infinito
ensayó amores a la guadaña.
Los elíxires descodificados
ríen la sombra de Palamedes.

La hembra, amando la furia del flagelo
aún con el conocimiento que no será
la victima.

Ekué,
enredado en el descanso de la suerte
la erección y los segundos y la embestida
y los ojos
junto a la aureola del último astro.

Ekué,
Ekué y la huella.
La acrobacia del sexo burlando la poesía.
Ekué arguyendo, que al macho le cantaron
la danza de los alacranes.

Y las aberraciones del nombre que no
se desentiende de la pericia
y confunde las editoriales con el sol
como el que enajena la lira
e intuye que el vino
eleva un padre nuestro a la promesa.

Ekue en el pase de lista no menciona
a la gallina negra, ni la madrugada
ni los siete centavos.

Ekue sacude la sobredosis
premoniza
que la danza de los alacranes
es irreversible.

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Fuentes