La Villa de la Habana Vieja desde su asentamiento definitivo hasta 1607

La Villa de la Habana Vieja desde su asentamiento definitivo hasta 1607
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La Villa de la Habana Vieja desde su asentamiento.

La población española de la villa fue muy inestable en los primeros tiempos, debido a que muchos pobladores se emplearon en las expediciones de conquista que salían por el puerto de La Habana hacia el continente donde se habían descubierto riquezas no halladas en Cuba o por lo menos en mayor abundancia. Era frecuente que se llevaran aborígenes de esta isla como cargadores y para otros trabajos. A pesar de esa existencia aborigen pronto escasearon en el territorio, sometidos a fuerte explotación, pero no podemos hablar de extinción en términos absolutos. En principio la solución fue traer indios del continente. Muchos de los que llegaron a estas tierras procedían de una región de Yucatán que los españoles llamaron Campeche y aquí dieron lugar a un barrio de ese nombre. Se ha considerado que dicho barrio se extendió aproximadamente “desde el lugar que ocupó después la iglesia de San Francisco, hacia el sur, hasta donde se construyó después la Alameda de Paula”.

La Habana primitiva se fue desarrollando inicialmente hacia el sur y éste, pues al oeste la limitaba, por una parte, un terreno cenagoso que se llamaría plazuela de la Ciénaga que llegaría a ser la Plaza de la Catedral, por otra parte, existió una elevación que tuvo varios nombres: de Cayaguayo, Peña Pobre, Loma del Ángel. Mucho más al sureste presentó otra zona cenagosa conocida por Damajagual.

Los indígenas procedentes del continente fueron insuficientes para realizar todo el trabajo que se necesitaba en la agricultura, pesca, construcción, fabricación de barcos y otros. Ante la escasez de mano de obra se trajeron esclavos africanos, aunque ya había algunos desde el inicio de la conquista.

A medida que el puerto de La Habana se convertía en lugar de escala de las naves que cruzaban el Atlántico la villa se fue dedicando a preparar condiciones para facilitar la estancia temporal de navegantes y aventureros atraídos por las tierras descubiertas. El abastecimiento y atención de las naves y a la población flotante que arribaba con ellas fueron conformando la actividad del territorio entre la que primaba el comercio basado en el incipiente desarrollo agrícola y ganadero. Según expresa el historiador Julio Le Riverend: Poco se sabe de cómo fue repartida la tierra a los hombres que llegaron con Velásquez o a los (...) que vinieron de la Española, en cuanto se supo que la conquista era un hecho consumado. Hubo desde luego, repartimiento de solares urbanos para que cada vecino tuviera, dentro de los límites señalados a la Villa un lugar donde asentar su casa. Al mismo tiempo se concederían pequeñas parcelas de tierra fuera del casco de la urbe junto a los ejidos (2) para que sirvieran de Huerta a los vecinos y le suministran productos agrícolas en pequeña escala y dieran sustento a algún ganado.

Cuando se conquistan nuevas tierras en el continente aumenta la necesidad de abastecimiento en esa región y se trata de cubrir esa necesidad desde La Habana con el desarrollo de hatos y corrales ganaderos que no requieren mucha fuerza de trabajo, aunque se sabe que el ganado traído de España por los conquistadores se volvió cimarrón y se extendió por montes y sabanas.

En 1544, con motivo de la visita pastoral del obispo Diego Sarmiento se obtuvo el primer padrón de la población en algunas de las primeras villas fundadas por los españoles. En relación con La Habana se señala lo siguiente: Vecinos Naborías (obreros) Esclavos (negros) 40 120 200 De acuerdo con estos datos La Habana posee una población blanca de 200 habitantes aproximadamente (cálculo de 5 personas por vecino) y el número de esclavos se iguala al de peninsulares, lo que se considera insuficiente.

El florecimiento de la villa y las riquezas que se transportaban en las naves atrajeron a piratas y corsarios que atacaron a la población y a los barcos que se adentraban por estos mares. A partir de 1537 la región fue asolada por corsarios autorizados por países que estaban en guerra con España y por piratas que actuaban por su cuenta. En 1538, un corsario francés atacó la villa, la saqueó e incendió. (5). En respuesta la Corona dispuso la construcción de una fortaleza y en 1541 se ordenó que las naves que regresaban a España cargadas con las riquezas extraídas de América se concentraran en el puerto de La Habana, y no viajaban aisladas, así se fue organizando la flota que iba convoyada hasta España.

A consecuencia de estos peligros y por la importancia que iba adquiriendo La Habana para los intereses de la Metrópoli, el gobernador de la Isla, en 1553, pasó su residencia de Santiago de Cuba a La Habana, traslado que posteriormente se hizo oficial. En 1555, San Cristóbal de La Habana sufrió el ataque del corsario francés Jacques de Sores quien la incendió y saqueó de nuevo y destruyó la primera fortaleza que se había construido, también la iglesia, destruida en el ataque anterior, que por esa época estaba en reconstrucción fue saqueada y muy dañada.

Los pobladores volvieron a reconstruir la villa y algunos años después se inició la construcción de otra fortaleza con mejores condiciones, la Real Fuerza, la más antigua que se conserva. Se terminó en la década del 70. Su guarnición contó en principio con unos 50 hombres, cifra que se fue elevando a medida que aumentaba el peligro de ataque. La seguridad de la población se completaba organizando grupos de vecinos entre los que se incluían negros libres y esclavos.

Los astilleros de La Habana cooperaron a esa defensa por cuanto entregaron a España importantes barcos de guerra y también mercantes. La construcción naval fue una de las industrias de más desarrollo en la villa. Los astilleros estuvieron en principio en la zona norte, entre el castillo de la real Fuerza y la Aduana. Esto dio trabajo a muchos artesanos de distintos oficios, aprendices y también esclavos. Además, cuando hacía falta contrataban personal especializado del que venía en los barcos que hacían escala en La Habana.

La Metrópoli controlaba la economía colonial y solo permitía comerciar con España por un solo puerto, lo que traía demoras al comercio de la colonia por la vía oficial. Esto hizo que se buscara salida a los productos del país por otras vías a fin de obtener las mercancías que se necesitaban y que llegaban en las embarcaciones que hacían escala en el puerto.

Para reforzar las defensas a fines del siglo XVI se empezó a construir el Castillo de San Salvador de la Punta, al oeste del puerto que custodiaría conjuntamente con el Morro situado en la ribera opuesta del canal de entrada.

En 1592 se concedió a la villa de San Cristóbal de La Habana el título de Ciudad. En ese año se terminaron las obras del primer acueducto que abasteció la villa, la Zanja Real, al llegar sus aguas a la plazuela de la Catedral, donde también se cargaba el agua que necesitaban las embarcaciones que entraban en el puerto.

La Habana vieja desde 1607 hasta la invasión inglesa en 1762

En 1607 se terminó la construcción del Castillo de San Salvador de La Punta y ese año la isla se divide en dos gobiernos: uno con sede en La Habana, que ejercería el arbitrio sobre todo el territorio occidental y central hasta la jurisdicción de Santa María del Puerto del Príncipe y el otro con sede en Santiago de Cuba, que gobernaría la región oriental, pero en la Real Cédula que establecía esa división, se especificaba que entre los dos gobernadores, el de La Habana y el reconocimiento oficial de La Habana como capital de la isla que, de hecho, lo era desde hacía más de cincuenta años.

La ciudad se había ido extendiendo alrededor de sus plazas, la primera fue la Plaza de la Iglesia junto a la Parroquial Mayor que luego se llamaría Plaza de Armas cuando se dedicó a ejercicios militares, la segunda fue la Plaza de San Francisco, junto al convento de su nombre, le siguió la Plaza Nueva, que se llamó Plaza Vieja cuando surgió la del Cristo en marzo de 1640 y se fue conformando la Plaza de la Ciénaga junto a la cual se erigió la ermita de San Ignacio de Loyola que después fue oratorio.

Dichas plazas se construyeron junto a edificios religiosos, no así la Plaza Nueva que funcionó como mercado. Las rodearon edificios civiles en unos casos del gobierno, en otros particulares. Hubo vendedores e intercambios comerciales en horas tempranas. La Plaza de Armas llegó a tener una especial importancia “... “...Para tomar una decisión trascendental, los vecinos se reunían en ella en Cabildo abierto.

En su ámbito se pregonaban las leyes y noticias a toque de tambor”. En las otras plazas también se escuchaba a esos pregoneros, lo que hoy denominamos “Primer sistema defensivo colonial”, iniciado en el siglo XVI con los Castillos de la Real Fuerza, San Salvador de La Punta y Los Tres Reyes del Morro se completaría a partir de 1674 con la construcción de la Muralla que iba a rodear la ciudad para su defensa, aunque no se “terminó” hasta el siglo siguiente. Con la muralla surgieron dos zonas, intramuros y extramuros junto a la Muralla debía dejarse libre de obstáculos la llamada zona del glacis para facilitar la actividad militar. Pero es más de una ocasión hubo que demoler construcciones en esa zona ante el peligro de un ataque a La Habana.

Las puertas de la ciudad fueron forzadas en 1717 durante una manifestación de protesta de vegueros, artesanos y comerciantes cuando la Metrópoli decidió establecer un impuesto al cultivo del tabaco y el estanco ese producto. En ese enfrentamiento se sumó el pueblo y el gobernador Vicente Roja no pudo controlarlos y embarcó para España. Pero la Metrópoli se impuso. Ya en 1727 se había creado la Real Factoría de Tabacos y se exportaba a España y América. No obstante, esta insurrección se ha calificado como “el más lejano antecedente y la simiente primera de la identidad de un pueblo que estaba naciendo”.

Es importante conocer que la primera factoría de tabaco se ubicó en lo que sería a partir del 6 de noviembre de 1756 el barrio de Jesús María y José, justamente en el área donde en la actualidad se encuentra la residencia de técnicos y enfermeras(os) que desde otras provincias llegan a este municipio para suplir el déficit de en estas especialidades. Por esa razón es que la calle que da a la izquierda de la instalación lleva el nombre de Factoría.

Para satisfacer el gusto de los consumidores de esa época funcionaban más de cien molinos de tabaco movidos por fuerza animal en la zona de intramuros que elaboraban el polvillo y el rapé (de grano más grueso), formas de gran demanda en Europa, aunque en Cuba se prefería el tabaco torcido.

Como plantea el historiador Sergio Aguirre, en el siglo XVIII el tabaco llegó a superar al ganado y al azúcar como producto básico de la economía del país y la Metrópoli lo controló a través del monopolio que representó el Estanco del Tabaco y después la Real Compañía de Comercio de La Habana cuyos accionistas se enriquecieron.

Otra de las fuentes económicas desde fines del siglo XVII fue la fundición de cobre. El cobre se extraía en el oriente de la Isla y había que trasladarlo a la Fundición de La Habana con el consiguiente gasto que ocasionaba, no obstante, tuvo auge la actividad hasta las primeras décadas del siglo XVIII y se construyeron cañones, anclas y otros elementos necesarios a las fortalezas, los barcos, pailas y otros instrumentos de la industria azucarera, los edificios con sus rejas forjadas y obras de arte como la Giraldilla colocada en lo alto de la Real Fuerza. Se dice que el trabajo decayó en la fundición por desvíos del mineral hacia zonas más rentables y por el interés de la Metrópoli de pasar esa actividad a otras regiones de sus dominios. Según el Licenciado Leandro Romero, la casa de la fundición aparece en el plano de Cristóbal de Roda, de 1603, ubicada en la calle Cuba –antigua de la Fundición– entre Chacón y Cuarteles. Hasta la invasión de La Habana por los ingleses existió el monopolio que afectó a toda la población de Cuba, la Real Compañía de Comercio de La Habana, que llegó a tener la autorización exclusiva para vender a España casi todas las mercancías que se exportaban de Cuba y vender en Cuba casi todas las que venían de España.

La Invasión de La Habana por los Ingleses

A mediados del siglo XVIII La Habana parecía una plaza invulnerable. Pero Gran Bretaña, enemistada con España hizo un trabajo profundo para recoger información sobre los puntos débiles de la ciudad de La Habana a través de viajeros y otros medios y el 6 de junio de 1762 presentó frente a las costas de La Habana gran cantidad de navíos, hombres y armas. Así comenzó el sitio y ataque a la Plaza, los habaneros lucharon bravamente defendiendo su tierra. El Teatro de operaciones militares fue fundamentalmente en los territorios que hoy corresponden a otros municipios como La Habana del Este y Guanabacoa. En el caso de La Habana Vieja resaltamos que tanto los defensores de La Punta como los de otras fortalezas militares lucharon con heroísmo. Se destacaron los batallones de pardos y morenos integrados por hombres libres y también participaron esclavos en algunos trabajos y campesinos con sus productos.

El comportamiento de los criollos contrastó con el del gobernador y sus oficiales que se mostraron pasivos.

La valoración hasta hoy día utilizada en la definición de un término blando, débil e insustentable para definir el acto primario de una invasión, responde a un intento de sublimar la esencia que desgraciadamente ha quedado en nuestra historia colonial como “toma”, en vez de definirla como invasión. Usted, no puede tomar una ciudad, un fuerte o una locación, si antes no la invade.

Después de la capitulación de los españoles, el 12 de agosto, La Habana estuvo once meses bajo la dominación británica, hasta el 6 de julio de 1763. En esta etapa se favoreció la economía habanera al establecerse el comercio con otras colonias británicas como las de las Antillas Menores y las de la Costa Atlántica de América del Norte. La trata negrera se incrementó y se introdujo en Cuba las creencias protestantes y la fraternidad masónica. La dominación inglesa fue militar y no supuso el establecimiento de colonos de esa nacionalidad. Alrededor de 900 barcos fondearon en la bahía durante los 11 meses que duró la ocupación inglesa.

Un elemento importante que no puede soslayarse, es la enorme importancia que España tenía en La Habana por varias razones. La primera, su posición geográfica y, en especial su bahía, ideal para concentrar las flotas tanto hacia las colonias en centro y sur América, como a su regreso a la Metrópoli. La segunda, en su extensión como región española en ultramar y avanzada de sus intereses en esta región del mundo. Tanto es así, que prefiere entregar la enorme extensión de la península de la Florida, la cual siempre tuvo su Capitanía General en La Habana, y poder retomar la que ellos llamaron la Joya de la Corona allende los mares.

La Habana Vieja a finales del siglo XVIII. El Despotismo Ilustrado

Al tomar de nuevo España el poder, se reforzó la defensa, en ese sentido se restauraran las fortalezas que habían sufrido estragos durante la guerra y se inició la construcción de lo que hoy denominamos “segundo sistema defensivo”, el cual amplió las posibilidades del primero, de modo que surgieron los Castillos de San Carlos de La Cabaña en la loma aledaña al Morro, el del Príncipe en la loma de Aróstegui y el de Santo Domingo de Atarés, este último es el único que se encuentra dentro del espacio territorial actual de La Habana Vieja.

Las Murallas abarcan un espacio de más de un siglo desde sus inicios en 1674 hasta su “terminación” en 1797.

Es importante destacar las puertas de esta Muralla para que el lector tenga una referencia exacta de la realidad habanera.

La puerta de la Muralla ubicada en las actuales calles de Egido y Muralla. La puerta de Tierra, se construyó en 1688 y la Puerta Nueva en 1760.

Las Puertas de Monserrate eran dos: la de la calle O´Reilly que era exclusivamente para la salida de los carruajes solo permitía y la de Obispo que solo servía para la entrada de los carruajes.

Otra importante construcción militar, fue El Cuartel de Milicias, el cual se ubicaba en la intersección de las calles Monserrate y Empedrado. Las obras constructivas culminan en 1790. Allí albergaban los tres cuerpos de milicianos que eran los siguientes: blancos y morenos, los cuales no se mezclaban entre sí. Posteriormente, asume el nombre de Cuartel de Morenos, al ser trasladados los voluntarios blancos y pardos para la villa de Guanabacoa.

Posteriormente, fue albergue de diferentes dependencias como la Comisión Militar, la Sanidad y la Policía.

La cárcel de La Habana. Se ubicaba en todo el espacio comprendido en lo que hoy ocupa el parque Máximo Gómez, el parque que guarda los restos del lugar donde estuvo confinado Martí y el área en que se encuentra el obelisco a los 8 estudiantes de medicina, fusilados en 1871. Era perfectamente visible desde la entrada de la bahía y, además, dentro de ella se encontraba el vivac, lugar donde eran llevados los detenidos en primera instancia. Esta cárcel sustituye a la primera que se encontraba dentro del Palacio de los Capitanes Generales.

También se restauró el Arsenal, que ya había sido trasladado para la zona que ocupa hoy la Terminal de Ferrocarriles, y que fue destruido por los ingleses antes de retirarse, los que también se apoderaron de varios navíos de guerra y otros mercantes que se encontraban en el lugar. La Metrópoli en esa etapa tuvo que dar más facilidades al comercio de la colonia dado que así podía obtener más ganancias.

Como expresa Sergio Aguirre:

Cuba pudo comerciar con varios puertos de España y continuar comerciando con las Trece Colonias inglesas de Norteamérica, especialmente para adquirir alimentos y materiales de construcción para los trabajadores que construían fortalezas en La Habana. La Real Compañía de Comercio de La Habana dejó de ser un monopolio y funcionó como simple empresa comercial. Aunque la metrópoli continuó controlando el monopolio del tabaco. Se creó la Intendencia de Hacienda para organizar las recaudaciones y los gastos.

Dos meses después de la retirada de los ingleses, el capitán general conde de Ricla, para tener un mayor control de la ciudad en caso de un ataque, estableció la primera división legal de La Habana. Según refiere el historiador Emilio Roig en su obra “Habana Apuntes Históricos” (13) la ciudad se dividió en cuatro cuarteles siendo esa la primera división político-administrativa interna de la ciudad. El primer cuartel comprendía toda la parte sur hasta la calle de Acosta; el segundo desde la calle de Acosta a la de Amargura; el tercero de Amargura a la calle O´Reilly y el cuarto comprendía el resto de la población. Entre otras medidas hizo listas de vecinos para organizar milicias y los ayuntamientos eligieron comisarios de barrio entre los vecinos distinguidos para que actuaran como policías en las demarcaciones.

El General Bucarely, sucesor de Ricla, distribuyó la zona de intramuros en dos cuarteles: Cuartel de la Punta subdividido en los siguientes barrios, Dragones, del Santo Ángel, la Estrella y Monserrate; el otro fue el Cuartel de Campeche subdividido en los barrios de San Francisco, Santa Teresa, Paula (San Francisco de Paula) y San Isidro (1770).

Fuera de la Muralla, hacia el sur, se fue poblando el que sería después el barrio de Jesús María. Esas zonas más apartadas constituyeron demarcaciones que se llamaron partidos, así como capitanes a guerra los que ejercían las funciones de justicia en los mismos. A estos le sucedieron los capitanes pedáneos. No es ocioso agregar que, en el hoy barrio de Jesús María, se produjo el primer incendio de amplias proporciones ya que como es deducible las casas eran de madera y guano, por lo general.

Durante el gobierno del capitán general marques de la Torre (1771-1776), se realizaron importantes obras civiles en el territorio, tales como la Alameda de Paula, llamada el primer paseo y concluida en 1776, aledaña a la Iglesia que se inaugura el 8 de enero de 1731. Inicialmente el hospital tuvo una capacidad para doce enfermas ya que era solo para mujeres. Posteriormente se va incrementando hasta 32, en un primer momento; luego, en 1797 se eleva a 68 y más tarde, en 1799, ya alcanza las 150 camas.

Esta alameda “Fue el lugar de mayor vida en La Habana a finales del siglo XVIII, sobre todo los días de baile y retreta; sin embargo, otros días –y en esto contribuía mucho el paseo de a pie– era poco concurrido, sobre todo por las mujeres, que no acostumbraban a bajar de los carruajes”.

Construyó el teatro Coliseo en un extremo de la alameda y cuando hubo que reedificarlo después de recibir los embates de un ciclón, recibió el nombre de Principal.

Entre otras obras que comenzó este gobernante está el haber abierto el Paseo Extramural que sería después el Prado. Se completó el Prado cuando se hizo un terraplén en el glacis y se formó el Campo de Marte. Carlos Venegas, en su obra sobre la Urbanización de las Murallas trata de la inauguración de este terraplén con maniobras que ya no podían hacerse en la antigua Plaza de Armas. Todos esos ejercicios militares, los barracones para las tropas, los desfiles aumentaron la concurrencia de la población hacia esa zona. Contribuyeron también las ascensiones en globos aerostáticos que se efectuaron en ese lugar (15) ya en el siglo XIX.

En esta etapa se crea la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana el 5 de enero de 1728 en la Iglesia de este convento de Santo Domingo, bajo la dirección de la Orden de los Dominicos.

Se inició en 1771 junto al Castillo de la Real Fuerza, la Casa de Correos o Palacio del Segundo Cabo o Palacio de la Intendencia, donde estuvo hasta hace pocos años la sede del Instituto Cubano del Libro. En 1773 se construyó un amplio edificio para la segunda Factoría de Tabacos entre las calles Factoría, Revillagigedo, Diaria y el muelle de Tallapiedra (cuando se suprimió el estanco tuvo otros usos).

En 1776 la Parroquial Mayor ofrecía peligro de derrumbe y hubo que demolerla (16), se trasladó provisionalmente para el oratorio de San Felipe de Neri, en Aguiar y Obrapía y en el terreno dejado por la iglesia y la Plaza de Armas, que se reubicó, se inició la construcción del edificio del Palacio de los Capitanes Generales o Palacio de Gobierno, la Casa del Cabildo y la Cárcel, hoy museo de la Ciudad de La Habana.

En 1777 se trasladó definitivamente la Parroquial Mayor para la Iglesia de San Ignacio, frente a la Plaza de la Ciénaga, que había sido abandonada sin terminar por los jesuitas cuando fueron expulsados de los dominios de España en 1767. Se convertiría en la Catedral de La Habana y le daría nombre a la Plaza.

En 1777 el puerto de La Habana comenzó a desarrollar más actividad al ser La Habana el centro abastecedor de los norteamericanos que luchaban por independizarse de Inglaterra.

Tráfico en el Puerto de La Habana (1796-1801)

  • De ellos real o falsamente americanos
AÑOS CANTIDAD DE BARCOS COMERCIO DE RESCATE
1796 - 150
1797 781 383
1798 800 416
1799 803 558
1800 771 606
1801 993 824


La Habana vuelve a ser un centro de reexportación de mercancías para las demás colonias de América por haber quedado destruidas en las contiendas que sostuvo la flota de guerra y mercante de España y por depender La Habana de la marina norteamericana para sus exportaciones al haber heredado los mercados que ya no podía cubrir Haití al quedar destruidos sus ingenios y cafetales en la guerra.

La zona más antigua de la Ciudad, llamada La Habana Vieja, además de ser el centro político y económico del país se fue convirtiendo en centro de desarrollo cultural y científico. En dicha zona se fundó en1773 el Seminario de San Carlos y San Ambrosio.

Figuras que se formaron en esos centros se consideran precursores de la nacionalidad cubana, tales como Francisco de Arango y Parreño, Tomás Romay –nativos de La Habana Vieja– y el padre José Agustín Caballero.

Como se ha señalado, Arango y Parreño representó a la oligarquía criolla esclavista, fue economista y abogado e influyó en decisiones de la Metrópoli sobre la isla. Fue una de las más importantes figuras del reformismo en Cuba.

Tomás Romay, destacado médico e investigador, representó el movimiento científico y trabajó por la salud de la población en especial contra el llamado vómito negro típico de la fiebre amarilla. El padre José Agustín Caballero impuso la revisión filosófica al pensamiento academicista que se mantenía en las escuelas como método de enseñanza.

En 1790 se envió a Cuba como gobernante a don Luis de las Casas, se dice que ocupó, aún sin terminar, el Palacio de los Capitanes Generales y tomó como colaboradores a criollos de talento que conocían las necesidades del país y sabían cómo afrontarlas. Es conocida la anécdota del primer encuentro de las Casas con Tomás Romay una tarde en que se retiraba al palacio de gobierno con otra persona que conocía a Romay los presentó cuando se lo encontraron en el camino. Lo invitaron a seguir con ellos y comenzaron a hablar de los problemas de salud de la población y terminaron de madrugada siendo ya Romay uno de los consejeros del gobernador en esas tareas.

Una disertación de Romay recogida en un folleto sobre el vómito negro o fiebre amarilla se considera el primer ejemplar de la bibliografía médica cubana.

Cuando el país fue azotado por la viruela, conocedor de la existencia de la vacuna capaz de inmunizar a la población, dedicó todo su esfuerzo a encontrar el virus, pero no lo halló en Cuba, hasta que conoció a una familia que llegó a Cuba procedente de Puerto Rico donde se había vacunado. Extrajo el virus de la pústula de una de las niñas vacunadas y lo inoculó a varios niños, entre ellos sus hijos que no contrajeron la enfermedad. Aunque anunció por el Papel Periódico su disposición de vacunar a la población para inmunizarla hubo temor a la vacuna, entonces se decidió inocular con las viruelas naturales a sus hijos en presencia del gobernador y otros facultativos y convenció a los que dudaban.

Francisco de Arango y Parreño luchó por la divulgación de los conocimientos técnicos que aumentaran la producción y la calidad de los principales productos que se comercializaban en el país. Dio exitosas batallas por la libertad de comercio y por la supresión de medidas económicas que se cargaban a la propiedad de la tierra, contra el monopolio del tabaco y otros. A la vez promovió el aumento de la trata de esclavos que era la base de la producción azucarera y de otros renglones de la economía. Aunque al final de su vida fue partidario de la supresión de la trata y de la abolición gradual de la esclavitud convencido de que el desarrollo de la técnica aplicado a la producción con el uso de las nuevas maquinarias que ya se empleaban en otros países resultaba más rentable.

Por esa época se fundó el Papel Periódico de La Habana y la Sociedad Patriótica –que después se llamaría Sociedad Económica de Amigos del País. En esta Sociedad funcionó la primera biblioteca pública y se ocupó de la enseñanza pública. Tanto en el periódico como en la Sociedad Económica se divulgó lo más avanzado del pensamiento de la época. En ambos colaboraron Arango, Romay y José Agustín Caballero.


En esta sociedad la vida del esclavo fue muy dura por la forma en que se le explotaba, especialmente en las fincas con largas jornadas de labor y fuertes castigos. Algunos lograban escapar y se les llamaba cimarrones. Pero había un día en que los esclavos podían sentirse libres, usaban los trajes de la nación de donde provenían y cantaban y bailaban con sus característicos instrumentos musicales era:

“el 6 de enero, el famoso día de los Reyes, de inenarrable Alborozo y libertad para todos los negros esclavos y horros Africanos y criollos... constituía una verdadera fiesta Africana durante la cual... la gente de los Cabildos. (Cabildo africano) (20) hacían lo mismo que hacían lo Mismo que hacían en su tierra... el Palacio del Gobernador Abría las puertas a la negrada y el mismo gobernador con Sus manos les tiraba el aguinaldo”.

Como se aprecia, tras el fin de la dominación inglesa que, aunque odiada por criollos y peninsulares, trajo progresos socioeconómicos a la capital de la colonia, la metrópoli española se vio obligada a desarrollar una política de beneficios sociales en el orden del comercio, la cultura y el urbanismo que benefició a la ciudad y dejó sus huellas en su parte más antigua que hoy conocemos como La Habana Vieja.

Bibliografías:

  • Nota 4: Cabildo africano.// Asociaciones de una misma tribu o nación que se reunían en casas destinadas al efecto para cantar y bailar al son del tambor los domingos y demás días festivos, a usanza de la tierra de origen./ Eran sociedades de recreo y beneficencia, al mismo tiempo lugares de reunión y esparcimiento de camaradas africanos, perfectamente organizados en las principales poblaciones de la Isla, debidamente amparados por la autoridad pública en cada lugar. /Cada organización o Cabildo tenía su directiva y su bandera, principal insignia de la institución./ Al principio se reunían solamente esclavos bozales, más tarde esclavos y africanos libres, y últimamente solían integrarlos algunos negros criollos, descendientes de los fundadores africanos/. Desparecieron pocos años después de haber cesado la esclavitud africana en Cuba. En: Esteban Rodríguez Herrera, Léxico Mayor de Cuba, vol. I, Editorial Lex, La Habana, 1958, p. 237.

Fuentes

  • Eddie Elias Quiñones Diaz de Villegas/ Presidente de la seccion de bases del Municipio La Habana Vieja/Historiador la Habana Vieja.
  • Eddie Elias Quiñones Diaz de Villegas /Historiador de la habana Vieja
  • Historiadores de la localidad