La serpiente roja (película de 1937)

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La serpiente roja
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Policíaaco | Cuba Bandera de Cuba
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El actor cubano Aníbal del Mar representando al detective chino Chan Li Po.
Estreno19 de julio de 1937
GuiónErnesto Caparrós
DirectorErnesto Caparrós
Producción GeneralFelix O'Shea y la Royal News
Dirección de FotografíaRodríguez Gavalda y Ricardo Delgado
RepartoAníbal del Mar como Chan Li Po
Pituka de Foronda
Carlos Badía
Pedro Segarra
Aurelio Cavía
Antonio Trigo
Ramón Valenzuela
Dolores Zabala
Roberto Insua
Juan de Aragón
J. Ayala
Paco Alfonso
PaisCuba Bandera de Cuba

La serpiente roja es el primer largometraje de ficción cubano con sonido.

Está basado en una aventura del popular detective radial Chan Li Po, creado por Félix B. Caignet (1892-1976).

Fue realizado por el director cubano Ernesto Caparrós.

Sinopsis

El filme cuenta una historia policíaca, que se desarrolla en una mansión inglesa; basada en una aventura del popular detective radial Chan Li Po, creado por Félix B. Caignet

Puede catalogar como una novela detectivesca en que el detective chino, mandado a buscar por la heredera de la mansión, trata de averiguar la misteriosa muerte de su padre. Luego la trama se va complicando cuando otros sospechosos son también atacados por el presunto asesino y no faltan escenas de misterio, suspenso y el elemento de terror en el filme, lo que la cataloga como el primer thriller realizado en Cuba.

Elenco

Ficha técnica

Año 1937
Duración 80 minutos
Formato 35 mm
Tipo Blanco y negro
Categoría Ficción
Dirección Ernesto Caparrós
Guión Ernesto Caparrós
Productora Felix O'Shea y la Royal News
Fotografía Rodríguez Gavalda y Ricardo Delgado
Escenografía Ernesto Caparrós
Sonido Alejandro Caparrós

Estreno

El 19 de julio de 1937, las salas habaneras Radiocine y Payret, estrenaron La serpiente roja, todo fue debut, vino y rosas.

Un artista de teatro en carpas, Aníbal de Mar, ocupó la pantalla en un rol protagónico, junto a una estrella en ciernes, Pituka de Foronda y un galán del sistema estrella radiofónico criollo, Carlos Badías.

La película era producida por el Noticiario Royal News y Félix O’Shea con la dirección Ernesto Caparrós, a quien también pertenecieron el guión y el diseño escenográfico.

La fotografía correspondió a Laureano Rodríguez Gavaldá y Ricardo Delgado, actuaron además Roberto Insua, Aurelio Cavía, Antonio Trigo, Pedro Segarra, Félix O’Shea, Ramón Valenzuela, Juan Aragón, J. Ayala y Paco Alfonso.

Esa vez, Caignet no manejaba los hilos y debió aceptar algunas imposiciones, entre ellas, la de Aníbal de Mar, con quien estaba en bronca no desentrañada.

De los ochenta minutos originales de La serpiente roja, en la Cinemateca de Cuba solo se conservan fragmentos inconexos, siendo lamentable, porque como primer largometraje sonoro de la filmografía cubana mereceía mejor destino.

El recorte se debió a un incendio el 13 de mayo de 1938 en los almacenes que guardaban la película, pero en el período de buena salud, Caignet desplegó una campaña inmedible.

A los países cercanos llegaría primero en radionovela, postalitas de colección, envoltorio de chucherías y de jabones, y luego en filme. Fue una verdadera escalada.

Sinopsis

En una mansión inglesa ocurren varios crímenes para hilvanar una historia de equívocos, avances y retrocesos. El jefe de una familia muere en circunstancias extrañas.

La hija solicita los servicios del detective Chan Li Po, quien reconstruye los hechos en una mansión de oscuros pasadizos y escondrijos, en la periferia de Londres.

La indagación se accidenta porque el mayordomo, a quien se indica como presunto culpable, sufre una inesperada agresión. El ama de llaves aparece ahogada en el estanque y roban el cadáver.

Las amenazas cercan al investigador, en notas que aparecen sobre los muebles. Cuando ha seguido algunas pistas falsas, sabemos que el criminal es un loco refugiado en una caverna, a la que se accede por un pasadizo.

Es un sujeto monstruoso, Talúa, hijo bastardo del criado y de la asistenta. Será un personaje largamente amado por Caignet, lo dibuja en piedras del camino y se caracteriza como él, en reuniones con sus amigos.

Éxito de taquilla

En ese momento, la película fue un taquillazo; no hubo diferencias de clases sociales en las colas para acceder a las lunetas: unos, por seguir los pasos del querido Chan Li Po; otros, por la curiosidad de saber cómo sonaba el cine cubano.

Más de cincuenta mil pesos, recaudados en los tres primeros meses, superaron las expectativas sobre una película que solo había costado nueve mil.

Ingratitud y elogios

El filme conocería una memoria ingrata, entonces por la prensa inmediata, después por historiadores poco historicistas que lo llevaron por la calle de la amargura, junto a otras producciones de la época, soslayando las circunstancias que rodearon la producción y que con él Cuba pagaba la entrada en los argumentos parlantes de ficción.

Algunos se sorprendieron por la originalidad del autor cubano, pero olvidaron la influencia de los cortos de Charlie Chan y otros sabuesos programados por él, durante la administración de cines en Santiago de Cuba.

Tanto a Caparrós, como a Caignet, los comentarios publicados les dejaron un regusto amargo: ninguno elogió la labor del primero, ni la paternidad del segundo.

Vieron la oportunidad desperdiciada en términos artísticos y la película como una vulgar operación económica. Contra la manía o complejo de inferioridad insular, que compulsa a la exaltación de todo «lo cubano», los comentaristas agradecieron la circunstancia de primer filme sonoro, con la esperanza de que nuevos intentos fueran mejores.

Sorpresivamente, el más calificado realizador cubano de la época, Ramón Peón, lo vio como

"el esfuerzo mayor y humano que se haya podido hacer en los anales de la cinematografía mundial, si se tiene en cuenta que se carecía de todos los factores indispensables para producir una película, no del calibre de la realizada, sino cualquiera de las clasificadas de corrientes".

Un comentario firmado por Ramón Becali, en el periódico habanero El País, intentó una disección del filme, reconoció

"las luchas y los inconvenientes que los productores han tenido que sortear [para que la película] inicie una nueva era en la cinematografía nacional [cuanto merece] gran benevolencia".

Eran rodeos para no concederle valores artísticos, ni restar importancia a una empresa que se anotó

"un triunfo material indudable gracias a la curiosidad despertada entre el público por el detective chino», pero «en la parte netamente artística del asunto ningún episodio de Chan Li Po tiene valor artístico» porque atendieron, «antes que todo, al posible resultado del reembolso del dinero gastado […] sus embrollos más o menos absurdos eran, pudiéramos decir, un cheque al portador".

Al aceptar que La serpiente roja

"entretiene, pese a que es irrazonable y con algún desliz en lo francamente inadmisible», le censuró «el propósito de infiltrar en la obra una sensación morbosa […] basada en desatinos".

Tuvo palabras de encomio para Pituka de Foronda y observó que

"Aníbal de Mar «no defrauda - pero sin entusiasmar - la curiosidad despertada durante la actuación en radio», porque la «idiosincrasia del personaje le impide alardes de expresión [lo deja] en una sola cadencia, casi hierático», con «las mismas frases ambiguas y su misma pronunciación, tan conocida".

Y se refirió a la

"enorme concurrencia, sin precedentes», promesa de que similar expectación apoyaría el desarrollo del futuro cine nacional".

El diario Información incluyó un texto de François Baguer sobre ese personaje

"descifrador de todos los misterios, que ha debido descender del éter para mostrar en la pantalla su severa elegancia de lord y su figura larga, enjuta, cobriza, de ademanes reposados y los ojos oblicuos, de mirar penetrante, que bucean - oprimentes como un íncubo - en los más ocultos meandros del alma de aquellos a quienes interroga con su calma oriental".

Lo comparó con Sherlock Colmes y Hércules Poirot, antes de lamentar que si:

"la versión a la pantalla de una historieta detectivesca ofrece insuperables dificultades, por cuanto debe presidirla lo psicológico [La serpiente roja quedaba en] un ingenuo episodio policíaco [que] ha seguido los caminos más trillados del género. [Deseó que] próximas películas puedan esquivar ciertos errores de técnica, coma ya los van salvando nuestros predecesores en el cine hablado en español".

El cronista de El Avance consideró la película

"más meritoria por lo que promete que por lo que ofrece», como anuncio de «grandes posibilidades para hacer otras con fines menos comerciales y de mayor calidad temática".

La serpiente roja se le presentó como

"un tejido de arbitrariedades y truculencias con un solo propósito: interesar, hasta el miedo, al público que desde Drácula ha cobrado cierto gusto por el frisson de angustia en la sala a obscuras".

Reservó el encomio para el intérprete del detective,

"desde hace tiempo huésped de las imaginaciones criollas. El señor Aníbal de Mar, que le hacía hablar, le ha prestado su humanidad. El tipo le ayuda. Es alto, huesudo, de rostro inmutable. Hirió primero, con su voz, las imaginaciones. Ahora las impresiona con su figura. Muestra cierta reserva asiática no sólo en sus palabras, sino también en sus ademanes. Ha sabido revestirse del clásico misterio amarillo que encaja bien dentro del cuadro en que forzosamente se mueve. A este respecto, diremos que la apariencia, la encarnadura de Chan Li Po, no defraudan la expectación del público. Sí, es el detective que jamás yerra y ahonda en todos los arcanos con una sagacidad china, de acuerdo con la tradición de la raza".
"En La serpiente roja, lo mejor logrado es el sonido. En cuanto a la fotografía, acierta en los interiores y yerra en casi todos los exteriores por defectos de luz y lugar, fácilmente subsanables en el futuro. Se ha incurrido en algunos desaciertos, por ejemplo, la excesiva escenografía del escondite subterráneo del monstruo. Al más optimista y crédulo choca esa cueva, trasunto de la mismísima caverna de Plutón. Algo así vimos en un cabaret que se llamaba El Infierno y donde, si no el diablo, las gentes solían hacer diabluras por efectos del ron ardiente y del son caliente".

Una crónica sin firma en el Diario de la Marina, reflejó

"la decepción ante la ocasión perdida para probar las posibilidades fílmicas del paisaje, de la música, de las costumbres, de todo eso que los cubanos aman por nuestro y que al extranjero le interesa por exótico, [pues] si algo puede interesar en la producción cinematográfica de aquellos países que no marchan a la vanguardia en el séptimo arte, es la tipicidad de su mensaje".

Le perdonó

"una fotografía modesta, una iluminación defectuosa, un maquillaje inexperto, todo eso que atañe al metier y que en todo cine incipiente se halla todavía en plano de vacilación y de tanteo, pero echó de menos la hondura y reciedumbre de un mensaje propio. Saludó la audacia y brío de Caparrós, quien «ha colocado la primera piedra del cine sonoro cubano".

Comparó la interpretación de Chan Li Po con

"el trazo magistral de Charlie Chang, el detective chino impersonado por Werner Oland», sin obviar las diferencias: Mientras Charlie es redondo, abacial, urbano y sonriente, nuestro Chan es enteco, grave, monótono y meditabundo. Lo que hay de común en ambos es la flema, solo que en aquél está matizada de humorismo, en tanto que en este se nos presenta con toda su sequedad".

Apuntó a un desvío genérico porque

"más que una película policíaca, La serpiente roja es una película de miedo, es la primera etapa de un viaje largo, aventurado y difícil, la expectación despertada y el gran éxito de público alcanzado sirvan a los productores y al director de estímulo para emprender una nueva obra de asunto y ambiente propios y dentro de una orientación ya decididamente artística".

Aquí están en apretados párrafos, la recensión que la prensa habanera le dio a La serpiente roja en la fecha de estreno, aunque descontentos con los resultados fílmicos, ningún cronista desconoció la significación como película pionera.

Referencias

Fuentes

  • Agramonte, Arturo (1966): Cronología del Cine Cubano. La Habana: Ediciones ICAIC, 1966.
  • Douglas, María Eulalia (2008): Catálogo de cine cubano 1897-1960. Cinemateca de Cuba, La Habana 2008.
  • Granados Ignacio Omar (2007): «70 años de “La serpiente roja”», artículo publicado en el sitio web Cine Latinoamericano (La Habana). Consultado en 2008.
  • Datos. Consultado el 4 de octubre de 2023.