Los milagros de la vida

Los milagros de la vida
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Título originalLos milagros de la vida
Autor(a)(es)(as)Stefan Zweig
Editorial:Editorial El Acantilado, Barcelona, España
ColecciónCuadernos del Acantilado, 46
GéneroNovela
ISBN978-84-15277-01-9
PaísBandera de España España

Los milagros de la vida. Novela neorromántica psicológica escrita por el poeta, novelista, ensayista y dramaturgo austriaco Stefan Zweig

Sinopsis

Los milagros de la vida es un relato corto, apenas 128 páginas, pero en las que se condensan todas las emociones interpretadas por la buena literatura. Un pintor recibe el encargo de realizar un cuadro de la Virgen con el Niño. El cuadro acompañará en un retablo a otro de increíble belleza, lo cual enorgullece pero asusta al artista.

Tras buscar y buscar sin éxito una modelo, un día, por casualidad, se encuentra con una joven judía que representa toda la belleza, ternura e inocencia que él necesita. Tras convencerla para que pose, y una vez que ella vence sus miedos y recelos, se establece entre ellos una relación especial. Sin embargo, ambos malinterpretan los sentimientos del otro: él, maduro ya, ve en ella una misión que cumplir, mostrarle el camino hacia la conversión. Ella, joven e inexperta, quiere ver, en el hombre que se fija en ella, unas intenciones que expliquen los anhelos y cambios que está experimentando su cuerpo. Hasta que interviene el destino.

Ambientación

La historia que Zweig cuenta transcurre en Flandes, gobernado por Carlos I de España y Emperador de Alemania, la religión que impera la cristiana. Gracias a eso no son pocas las referencias que hace al país, contextualizadas dentro de la época en la que se desarrolla la historia. A la par que la historia de los dos personajes principales, se desgrana también la de esta ciudad que un buen día despertó, y salió a la calle, la revuelta se llevó por delante iglesias, imágenes, y objetos sagrados, los protestantes ganaron fuerza. La vida en la ciudad terminó de ser tranquila y los ciudadanos de bien temerosos de lo que pudiera pasarles se parapetaron en sus casas.

Nada que objetar a esta parte de la novela que aborda con unas descripciones magnificas de las iglesias de Flandes, de sus tabernas, de sus calles y puerto, no es difícil imaginarte por sus calles, corriendo por ellas, yendo a sus mercados.

Protagonistas

Principalmente dos, el pintor y la niña judía, esta arrastra una triste historia que la ha llenado de resentimiento, de dolor, de tristeza y desconfianza, y cree encontrar en el pintor un aliado, alguien con quien poder hablar y superar sus temores. Se describe con guante blanco tanto su belleza, como su sicología, no es difícil penetrar en esa alma torturada por lo vivido siendo una niña. Y sin embargo disipar las nubes no era tan difícil, no era imposible.

El pintor se describe físicamente de una forma menos minuciosa, se centra más en su sicología, en sus sentimientos, en sus dudas, limitaciones… Es un personaje acuciado por la fe, o en ocasiones por la ausencia de ella, o la duda hacia ciertas cosas. Es incapaz de explicar las cosas sin recurrir a los milagros, una explicación un tanto pillada por los pelos de muchas cosas, sin embargo cuando sigues su razonamiento te llegas a convencer de que lo que dice por fuerza tiene que ser así.

Ambos personajes se ven evolucionar a lo largo de la historia, crecer, respirar, en pocas palabras vivir… y esa sensación que no todos los autores saben ofrecerla.

Junto con estos dos personajes principales hay una serie de personajes secundarios a los que describe igual de bien, como puede ser el señor rico que le encarga la pintura y que tiene su momento de gloria al principio del libro, y el tabernero, padre adoptivo de Esther, (la niña judía), que también toma las riendas en un determinado momento de la narración.

Estilo

La novela está narrada en tercera persona del pasado, como si el narrador hubiera actuado de testigo. A pesar del uso de las figuras literarias, y de palabras cultas, la lectura no se hace densa y avanza a buen ritmo, sin embargo esa fe de la que hace gala el pintor parece excesiva, esos pasajes de la Biblia que cuando el pintor cree que puede convertirla parecieron un poco fuera de lugar.

Las descripciones son bellísimas y además muy visuales, es imposible no tener la sensación de agobio, de humedad, o de calor, dependiendo del pasaje en el que te encuentres.

Fuente