Miguel León Garrido

Miguel León Garrido
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Religioso ecuatoriano.
Nacimiento28 de abril de 1824
Cuenca, Bandera de Ecuador Ecuador
Fallecimiento31 de marzo de 1900
Cuenca, Bandera de Ecuador Ecuador
PadresDon Francisco León Avendaño y de la Sra. María del Carmen Garrido

Miguel León Garrido. Fue un religioso cuencano que en muy poco tiempo su nombre alcanzó fama y notoriedad en todo el país.

Síntesis biográfica

Nacido el 28 de abril de 1824 en Cuenca, hijo de don Francisco León Avendaño y de la Sra. María del Carmen Garrido.

Estudios

Realizó sus primeros estudios los en su ciudad natal, hasta que en 1838, obedeciendo al llamado de su vocación religiosa se trasladó a Quito para ingresar al Colegio Seminario; finalmente pasó a Guayaquil, donde el 8 de diciembre de 1847 fue ordenado sacerdote por el ilustrísimo obispo Francisco Javier Garaycoa.

Trayectoria

Gracias a su talento y virtudes religiosas, en muy poco tiempo su nombre alcanzó fama y notoriedad en todo el país, por lo que en 1873, su amigo de la infancia, el presidente García Moreno, propuso al Obispo de Cuenca, Mons. Remigio Estévez de Toral, su exaltación para Arcediano de la misma ciudad, funciones que empezó a desempeñar desde 1880. Tres años más tarde, al morir el obispo Estévez su figura había logrado mayor fama y brillo, por lo que en 1884 el Presidente de la República, Dr. José María Plácido Caamaño Cornejo, solicitó a Roma su designación como Obispo. Las bulas correspondientes llegaron a finales de ese mismo año.

El 18 de marzo de 1887 trató de convencer al Coronel Luis Vargas Torres para que aceptara los últimos sacramentos cuando estaba en capilla, pero fracasó y optó por retirarse, comprendiendo las razones del sentenciado. En Junio facultó al Padre Joaquín Martínez para fundar la Congregación de la Dolorosa en la Catedral y desmembró la parroquia Sibambe cediendo terreno a la Diócesis de Guayaquil. En 1888 inauguró el convento de las Madres terciarias Dominicanas llamado de Santa Catalina de Siena, así como la Capilla de San Miguel contigua a la Curia y condenó la publicación y lectura del periódico “La Libertad” del joven José Peralta en diciembre.

Empeñado en la construcción de una gran catedral para la ciudad de Cuenca y luego de seleccionar el diseño más apropiado para la misma, en 1886 organizó la primera “minga” con el propósito de recoger las piedras para iniciar los trabajos del grandioso templo. En 1888, un grupillo de resentidos encabezados por el párroco de Baños, Miguel Coronel, solicitó al arzobispo Ignacio Ordóñez Lazo la suspensión del obispo León, basándose en catorce acusaciones dolosas y burdas que el sacerdote Manuel Cuesta se comprometió en llevar personalmente a Roma. En dicha comunicación se pedía también que sea reemplazado por el padre Benigno Palacios Correa, uno de los resentidos conspiradores.

Sin saber lo que se tramaba en su contra, continuó su labor pastoral hasta septiembre de 1890 en que llegaron a Quito las Bulas de suspensión. Fue entonces cuando el Nuncio, para evitarle la vergüenza, le conminó en secreto a que renunciara, pero él se negó considerando que una renuncia sin voluntad no es renuncia, y prefirió ser suspendido de sus funciones. Por esos extraños caprichos del destino, fue justamente el jefe de los sacerdotes complotados, Benigno Palacios Correa que ejercía las funciones de administrador de la Diócesis, quien tuvo que notificarle la suspensión. Cuenca y el país entero se llenaron de estupor ante tal injusticia, y a pesar de las acciones de sus detractores, no fue enteramente desplazado y pudo seguir visitando a sus feligreses.

Sin descuidar su labor pastoral desempeñó las cátedras de Filosofía, Teología y Matemáticas en el Seminario y en el Colegio Nacional. A finales de 1891 fue elegido Rector de la Universidad de Cuenca, y en 1894 asistió al Congreso como Senador por la Provincia de Azuay. Luego del triunfo de la Revolución Liberal, en octubre de 1895 fue reemplazado en el rectorado de la universidad por el Sr. Luis Malo Valdivieso; y posteriormente, durante la reacción conservadora actuó como mediador ante el Gral. Alfaro para solicitar el perdón de los insurgentes, que le fue concedido.

Muerte

En 1899 el gobierno del Gral. Alfaro solicitó a Roma su rehabilitación que posiblemente se habría conseguido, pero su salud ya se había deteriorado gravemente, y el 31 de marzo de 1900, en Cuenca, Ecuador, escuchó el llamado del Señor y partió a su lado.

Fuente