Movimiento Revolucionario en Regla

 

Movimiento Revolucionario en Regla
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Primeros pasos del movimiento revolucionario en Regla 1952-1956. Cada pueblo ha ido escribiendo sus páginas en la historia revolucionaria del país; han sido los momentos de lucha los que han apresurado esa tarea, enriqueciendo con cada época o acontecer el caudal de experiencias que como un manantial inagotable bebe la juventud sedienta de cada generación para proyectarse sobre ese legado patriótico cada vez más lejos.

Ubicación Geografíca

El ultramarino pueblo de Regla, de una extensión de 3 KM2, con una población de más de 35 000 habitantes, y considerado el más densamente poblado del país, fue en el pasado una de las zonas que más ventajas económicas ofrecía a los explotadores nativos y extranjeros, debido a su posición geográfica.

Acontecimientos

Así, como un acontecimiento más en el pueblo de Regla, un día 27 de enero de 1924 a dos cimas geográficas se les dio el nombre de dos grandes pensadores de la humanidad: José martí y Vladimir Ilich Lenin

Aquel hecho fundía toda una tradición de lucha revolucionaria en dos símbolos de la batalla: Martí, el deportado al que no olvidaban los abuelos cuando visitó, allá por el año 187, esta pequeña comunidad de pescadores y estibadores, luego de su regreso a nuestra patria desde Guatemala, que por sus quehaceres conspirativos en el Liceo que fundó, este lo hizo su miembro de honor, por su pluma acusadora como antes había sido la de Eduardo Facciolo condenado a garrote vil por la colonia y ejecutado en 1852.

Martí, en el pensamiento y en la acción, en cada momento de la lucha, se hizo cotidiano. Después, aquellas noticias que llegaron a nuestra tierras 38 años más tardes sobre un hombre que había dirigido la “TOMA DEL CIELO POR ASALTO” en la lejana y ensombrecida Rusia, Lenin, el que hablaba el lenguaje de los obreros, el que les insito a la toma del poder político; Lenin, el jefe de la Revolución de Octubre de 1917.

Así surgieron la colina José Martí, por la que desfilábamos cada 28 de enero a depositar una ofrenda floral con los compañeros escolares y por donde anteriormente desfilaron los padres siendo niños y la Colina Lenin, adonde concurrían cada 1ro. de Mayo las columnas de obreros, con sus pancartas y sus himnos de combate y sus arengas contra los explotadores.

Allí, junto al olivo que sembraron un día las manos creadoras del compañero Antonio Bosch Martínez sin percatarse, quizás que desde ese mismo instante tambien los sembraba en la historia, y que fue abonado con sangre proletaria en cada conmemoración, lugar donde vibraron los verbos elocuentes y justicieros de muchos líderes, entre ellos, el de Julio Antonio Mella.

Desde estas dos elevaciones que fueron, una, símbolo de amor al Héroe Nacional, donde siempre estuvieron presentes los niños que él señalara como la esperanza del mundo; y la otra, símbolos de las luchas proletarias, nos hemos propuesto bosquejar en síntesis, partiendo de sus raíces históricas, la situación geopolítica y económica de este pueblo que fue reflejo palpable significativo de las condiciones de explotación a que estaba sometida toda la patria al producirse el funesto cuartelazo el 10 de marzo de 1952.

De todos es conocido sus límites con la bahía de La Habana. La existencia de esta franja costera se convirtió con el decurso de los años, en centro de disputa y litigios entre los poderosos. Cada metro de tierra frente al litoral era regateado por los representantes de firmas que utilizaban todos los ardides imaginables para apoderarse de las condiciones de explotación que aquella situación natural les dispensaba.

Fue así como surgieron, en un apretado cinturón que amenazaba con estrangular la vieja bahía de La Habana, edificaciones, muelles, calles, etc, y nombres tan estridentes como Burrus Flour and Fill Mills, S.A.; Cía de Petróleo CUMEX, Productora de Superfosfatos, S.A., de Mr. Mac Donald y Cía., Muelles Fesser, Beguriestain, Hershey, The American Agricultural and Chemical Company, Oldtime Molasse, Aspuru y Cía; S.A., Fábrica de Abonos Pérez Galán, Compañía Cubana de Electricidad, Esso Standard Oil Co., Co. Shell-Mex Oil, etc.

Esta concentración industrial trajo aparejado el establecimiento de grandes núcleos proletarios que se fueron ubicando en las áreas despobladas próximas a los centro fabriles e instalaciones, con carácter paulatino pero ininterrumpido, y con el resultado de que en las últimas décadas de dominación imperialista existieran distintos barrios con nombres como La Verdolaga, La Colonia, Valle Oculto, Llega y Pon, etc, sin contar la infinidad de viviendas miserables que, como grotesca exposición, se extendieron por las distintas elevaciones del término y en las cuales subvivían, rodeados de indigencia e insalubridad, considerables núcleos de trabajadores con sus familiares.

Las características de esta subvivencia humana tiene su más firme reproducción en las famosas favelas de Sao Paulo y Río de Janeiro y las villas miserias de América Latina.

Otra fuente de explotación la constituyó siempre el puerto de La Habana, donde cientos de braceros y estibadores residentes en la localidad lograban esporádicamente un turno de trabajo, cuando más un “destajo”, en la carga de azúcar o en la carga de abono; para luego dejar en la casa de empeños buena parte de lo ganado en la extracción de algunas prendas ya sobrecargadas por la implacable “gabela”.

En este medio se había desarrollado, además, una variante del conocido precarista agrícola: era el llamado “caballo”, obrero que tenía que trabajar con el boleto que le correspondía al estibador “fijo”, a quien debía abonar por lo menos la mitad de lo que representaba el turno.

También estaban los calafates de los varaderos, y los viveristas y pescadores, estos últimos siempre en el corazón del golfo, arrancándoles a las profundidades marinas el tonelaje necesario para cubrir los gastos de la embarcación y luego “tocar” unos míseros pesos, cuando se distribuyera el sobrante entre todos los que componían el barco. Los chalaneros estaban atados al ciclo de trabajo de un obrero azurcarero, dos o tres meses al año; esta masa de trabajadores dependía del embarque de azúcar que realizaba el central Hershey (hoy Camilo Cienfuegos), mediante el uso del ferrocarril, desde Santa Cruz del Norte, donde está enclavado, hasta los muelles de su posesión en Regla y a los cuales eran llevados los sacos para luego ser trasladados en las cubiertas de las chalanas hasta las escotillas de los barcos anclados en el puerto.

En el interior del pueblo existían otras fábricas de menor importancia: de tejidos, de latas, de dominó, de hielo, de muebles, de vinos, etc, y algunos sectores de servicio de transporte como el de lanchas y las distintas rutas de ómnibus.

La masa trabajadora era industrial; sin embargo, los centros de agitación de la clase obrera no se encontraban precisamente en las industrias, donde los patronos habían realizado maniobras para mantener divididos a los trabajadores, sino por medio de una representación sindical patronalista, o a través de elementos desclasados o determinados grupos privilegiados, catalogados entre la verdadera masa trabajadora como la “aristocracia obrera”. A pesar de ello, hubo fábricas que mantuvieron siempre en alto la bandera de la lucha por las reivindicaciones y que contaron con dirigentes honestos y decididos.

El centro más convulsionado por las luchas obreras, donde más candentes surgían las voces avaladas por una firmeza de criterio, donde históricamente se libraron más batallas, y muchas se ganaron a sangre y fuego, fue en el puerto de La Habana. En esta lucha intransigente entre la masa de estibadores y braceros contra los patrono nativos y extranjeros, estos últimos llegaron a acudir, para frenar lo inevitable, al crimen y al terror contra los sectores más revolucionarios representados en aquella lucha.

Pero ante cada atropello, ante cada caída, siguió desarrollándose el enfrentamiento con mayor fuerza y decisión inspirado en el ejemplo digno de líderes como Margarito Iglesias, Aracelio Iglesias, Evaristo Baranda y otros combatientes de la clase obrera.

Al producirse el madrugonazo de la camarilla militar en marzo de 1952, ese mismo día surgieron las primeras muestras de rebeldía e inconformidad con aquel régimen de facto que, usurpando todo vestigio de legalidad, se apoderó de la nación. Decenas de jóvenes trabajadores y estudiantes se fueron aglutinando, participando indistintamente en las manifestaciones que fue requiriendo la lucha.

En etapas posteriores, años de enfrentamiento creciente entre pueblo y dictadura, cuando esta ahogaba en sangre toda expresión de libertad, y los mejores hijos de la patria desarrollaban la actividad revolucionaria desde la clandestinidad, cuando algunos estaban presos, otros exiliados, una parte en las montañas y otros habían encontrado la muerte, este antiguo municipio, proletarizado, inquieto como un diminuto Santiago de Cuba a las puertas del centro de la represión, adquirió, por la ejemplar actitud de sus combatientes, un adjetivo bien ganado, un nombre de guerra: “La Sierra Chiquita”.

Fuentes

  • Libro"Regla, La Sierra Chiquita' de isidro Diez Barreras y Pedro Hernández Parente.

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