Ortografía del idioma español

Ortografía Española
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Concepto:La ortografía es la parte de la gramática normativa encargada de establecer las reglas que regulan el correcto uso de las palabras y de los signos de puntuación en la escritura.

Ortografía española. La que hoy en día aplicamos comenzó a codificarse hace mucho tiempo atrás, precisamente en el siglo XVIII, cuando una recién fundada Real Academia Española propuso las primeras reglas ortográficas. Luego, con el tiempo, vendrían las convenciones para evitar las vacilaciones y confusiones más que nada con aquellas letras que suenan de la misma manera pero se escriben diferente, como la s o la c y también en lo que tiene que ver con el correcto uso de los signos de puntuación, acentuación y tilde, que suelen ser tan determinantes a la hora de comprender mejor un texto escrito.

Historia

Período alfonsí

Durante los primeros siglos de desarrollo del español, la rareza de la lengua escrita y la aún imprecisa catadura de la misma hicieron innecesaria una codificación de su grafía. El primer intento de dotar de un código gráfico sistemático data del reinado de Alfonso X, que intentaría ajustar las diversas soluciones adoptadas por sus predecesores a un criterio fundamentalmente fonográfico.

Alfonso X reunió en su corte un gran número de estudiosos, que se abocaron a elaborar una compilación enciclopédica del saber de la época, continuando y ampliando la obra de la escuela de traductores de Toledo; el romance se utilizó como lengua intermedia en las traducciones del árabe o el griego al latín. La profusión de copias realizadas en el scriptorium real y el impacto de las traducciones sobre el corpus de la lengua romance difundió y dio fuerza a las convenciones fijadas por el rey.

Muchas de las que aparecen retrospectivamente como irregularidades o imprecisiones en la grafía alfonsí se deben, en realidad, a la notable diferencia que el sistema fonológico de la época tenía respecto del actual. El sistema de sibilantes, por ejemplo, incluía dos fricativas y dos africadas, frente a las dos como máximo que tienen los dialectos contemporáneos. La ortografía real intentó reflejar con fidelidad las propiedades fonológicas del habla de la época. Invención suya fue la duplicación de N para indicar la palatalización, que eventualmente los copistas transformarían en la abreviatura que daría la eñe. Es importante notar que el español medieval tenía fonemas que no existe en el español actual, especialmente sibilantes que se escribieron de maneras diversas: /dz/ se escribió < z > como en dezir, /ts/ se escribió < ç > como en março, /ʃ/ se escribió < x > y /ʒ/ se escribió como < j >.

Otras características de la grafía alfonsí son la variación en la grafía de las vocales átonas, probablemente reflejando un valor fonético aún irregular, la inconsistencia en la supresión de la E final ya probablemente muda procedente del sufijo -IS latino, y la ausencia de acentos o tildes, sea con valor diacrítico o fonético.

Los copistas alfonsíes y la Academia

La aparición de la imprenta, y el consecuente incremento del ritmo y volumen de aparición de las obras escritas, acabó por deshacer el sistema alfonsino, fijado únicamente a través de la convención y no codificado en una obra sistemática. Los constantes añadidos léxicos, algunos producidos por la influencia de las lenguas vecinas y otros muchos por el aluvión de cultismos pergeñados por traductores, literatos y juristas, que cada vez con más frecuencia empleaban la lengua vernácula en sus escritos, suscitaron cuestiones de grafía que respondían muchas veces a criterios etimológicos e históricos antes que a la correspondencia estrecha entre fonema y grafema propuesta por la obra alfonsina.

Por otra parte, las modificaciones en la fonología de la lengua habían afectado esta correspondencia, y buena parte de las decisiones alfonsinas resultaban ya arbitrarias para los lectores de la época. Sumado a ello el purismo y el gusto tradicionalista de los autores del Siglo de Oro, tuvo lugar una importante y extendida controversia, que duraría siglos, acerca de cuáles deberían ser los principios rectores para establecer los criterios gráficos.

Elio Antonio de Nebrija, autor de la primera Gramática de la lengua castellana, sería también el primero en publicar unas Reglas de orthographia. Estas codificarían por primera vez los principios de la línea que basa en la pronunciación su criterio ordenador, aunque no le faltaron en ocasiones razonamientos etimológicos en casos difíciles. En todo caso, la idea de Nebrija de que la lengua era instrumento del Imperio se extendía también a lo oral y buscaba unificar la pronunciación en todo el territorio de la Corona de Castilla, de acuerdo con la prestigiosa forma vallisoletana, abandonando definitivamente el romance burgalés que había dado lugar a los primeros escritos prealfonsinos.

En 1531 Alejo de Venegas dio a la imprensa su Tractado de orthographia y accentos, que contiene significativas diferencias con el de Nebrija, sosteniendo por ejemplo la oposición fonológica entre B y V y la existencia de la vocal cerrada anterior redondeada /y/, la vieja ypsilon griega. En 1609 se imprimió en México una Ortographia castellana obra del sevillano Mateo Alemán, aún más radical que los anteriores con respecto a la necesidad de prescindir de los signos convencionales y fijar la ortografía con base en la fonética; eliminaba por ejemplo la PH que aún Nebrija había mantenido, y proponía grafías diferentes para /r/ y /ɾ/.

Similarmente atrevido era el Arte de la lengua española castellana de Bartolomé Jiménez Patón, aparecido en 1614.

Sin embargo, el punto culminante del movimiento fonetista estuvo dado por la aparición en 1627 del Arte de la lengua española castellana de Gonzalo Correas, que tendría una versión ampliada y corregida en 1630, bajo el título de Ortografía kastellana nueva i perfeta. Como la grafía elegida para su título por Correas evidencia, el movimiento por la transcripción exacta de la fonología se deshacía en Correas de cualquier prurito histórico; propuso distinguir por completo /r/ y /ɾ/, como había hecho Alemán, prescindir de las confusas C y Q, utilizar GH para el valor /g/, eliminar los elementos mudos en todos los grupos consonánticos y llevó a cabo sin residuos su propósito de desarrollar exactamente la simetría entre fonemas y grafemas. El rigor de su doctrina le granjeó el aprecio de algunos de sus sucesores, como Mayans, y de los reformadores americanos, aunque hizo de su obra una curiosidad para eruditos, pues rompía de manera radical con los usos.

La fundación de la Academia

Tras la [Guerra] de Sucesión, el acceso de Felipe de Anjou al trono con el nombre de Felipe V dio lugar a un marcado afrancesamiento de las instituciones culturales. Entre ellas se contó la Real Academia Española, fundada en 1713 con la idea de fijar, de acuerdo con el ideal sistemático de la época, la pureza de la lengua.

La concepción de la RAE se hizo evidente en su Diccionario de Autoridades, publicado a lo largo de la década de 1720, en que el buen decir se recaba de la obra de un canon bien seleccionado de autores y eruditos. Bajo la influencia del salmantino Adrián Cónnink, el Diccionario de Autoridades rompió de cuajo con la tendencia fonetista y recuperó los principios que la Académie française había empleado para fijar la lengua francesa: la etimología y la pronunciación histórica. De ese modo, restauró la diferencia entre B y V aún donde fonológicamente había desaparecido, impuso grafías latinizantes para los vocablos de origen griego —TH para las θ etimológicas, RH para las ρ, PS para las ψ, PH para las φ—, recuperó las H mudas y fijó la grafía de los grupos consonánticos en atención a su origen. Para la primera edición de la Orthographia española 1741, los criterios resultaban ya menos claros. En esa ocasión, la Academia optó por conservar el grupo PH, pero simplificó los restantes helenismos a sus formas fonéticas; además, eliminó las /s/ iniciales procedentes del latín, o las suplió con una E epentética, sin observar mayor regularidad.

Las decisiones de la Academia provocaron el rechazo generalizado de los estudiosos, que la consideraron incoherente y anacrónica. Así, Mayans escribía en 1745:

Decirme que cuando pone algún cuidado sigue la nueva [Ortographia] de la Academia Española no lo entiendo; porque yo estoi persuadido a que son impracticables las reglas que ha intentado dar la Academia. Es cierto que o se ha de seguir la pronunciación o el origen de las voces. Que se ha de seguir la pronunciación para mí es cosa demostrativa, porque si en noventa i nueve voces se sigue i escribe bien en sentir de todos, ¿por qué no en la centésima? Carta a A. M. Burriel, 16 de enero de 1745.

La edición de 1754 avanzaría en ese sentido, eliminando las P de origen helénico en algunos grupos consonánticos, suprimiendo la PH e introduciendo reglas de acentuación. La influencia de Correas y otros autores se hizo sentir en esa etapa, aunque los elementos etimologizantes —como la reduplicación de S— se conservaban, así como la extraordinaria, al sentir de sus contemporáneos, afirmación de que la sílaba española varía en cantidad al igual que la latina, o la doctrina de que la H representaba un sonido "aspirado" —presumiblemente /h/— y que la pronunciación que no lo incluyese debía considerarse defectuosa. Pese al apoyo real, decisiones en este sentido hicieron que no faltasen quienes desconocieran la pretensión de la RAE de servir de árbitro último acerca de cuestiones lingüísticas; Mayans y Antonio Bordazar publicaron sendas ortografías, y reeditaron las Reglas... de Nebrija, considerando simplemente que las prescripciones académicas eran equivalentes a la doctrina de cualquier otro erudito, y no se privaron de criticarlas pública y privadamente.

La tendencia a simplificar continuó, quizás por mor de esta oposición; en 1763 se eliminó la S duplicada y se prescribió el uso de los acentos, incluyendo el circunflejo en las sílabas que la Academia sostenía largas. En 1803, incluyó en el alfabeto la CH y la LL con valor propio y eliminó el uso etimológico de la primera, a la vez que permitió la elisión de las consonantes líquidas en algunos grupos triples heredados del latín; la K se excluyó del alfabeto en esta ocasión. En 1815, se ordenó definitivamente el uso de la Q, permitiéndola sólo ante E e I, se eliminó la X como fricativa salvo en posición final, y se limitó el uso de Y a su valor de consonante, salvo a final de palabra.

La segunda mitad del siglo vería rendirse progresivamente a los objetores y aceptarse las reglas académicas en España. La oposición no tardaría en reeditarse, pero esta vez desde la otra orilla del océano.

Los reformadores americanos

Como en las restantes instituciones de la Corona, la Academia no incluía en su número a americanos ni tomaba en consideración los procesos que la lengua experimentaba en contacto con la diversidad lingüística de las tierras conquistadas. De ese modo, los estudiosos americanos de la lengua debieron llevar a cabo su tarea fuera de ella y, a veces, en franca oposición.

En 1823, vio la luz un escrito del venezolano Andrés Bello y el colombiano Juan García del Río, titulado Indicaciones sobre la conveniencia de simplificar la ortografía en América, publicado en Londres.A pesar de que Bello reconocía el buen trabajo de la Academia al ordenar y simplificar la grafía de la lengua, consideraba que las limitaciones etimológicas que ella misma se imponía provocaban efectos desastrosos en la enseñanza en ambas orillas del Atlántico. La tesis de Bello se apoyaba en que el empleo de la etimología como criterio lingüístico era ocioso —pues en nada se vinculan la lectura y en general el uso de la lengua con su conocimiento histórico— y, en vista de los problemas que producía, contrario al uso racional.

Bello promovía una simplificación en dos etapas, para evitar los problemas de choque con los que se habían enfrentado Bartolomé Jiménez Patón y Gonzalo Correas, y una redistribución del silabario en atención a la realidad del uso lingüístico. Propuso eliminar la ambigua C y la H muda, asignar a G e Y sólo uno de sus valores, escribir siempre RR para representar la consonante vibrante y dedicar un cuerpo de estudiosos a resolver sobre el terreno la diferencia entre B y V (betacismo).

Veinte años más tarde, durante su exilio en Chile, Domingo Faustino Sarmiento formuló una propuesta no muy distinta. A diferencia de Bello, Sarmiento prefería conservar la C en lugar de la K y prescindir de la V, la X y la Z.

Aunque las propuestas de Bello y Sarmiento no se plasmaron totalmente, aspectos de ambas se adoptaron en una propuesta hecha por la Facultad de Humanidades de la Universidad de Chile al gobierno de este país, que finalmente se adoptaría allí, en Argentina, Colombia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela. Asimismo, la influencia de Bello se había visto en la propuesta de la Academia Literaria y Científica de Profesores de Instrucción Primaria de Madrid, que el año anterior había adoptado muchos de sus principios. Sin embargo, Isabel II puso fin a este proyecto el 25 de abril de 1844 al imponer, por decreto real, el acatamiento a la Academia a través del Prontuario de ortografía de la lengua castellana, dispuesto por real orden para el uso de las escuelas públicas, por la Real Academia Española, con arreglo al sistema adoptado en la novena edición de su Diccionario.

La diferencia en usos duraría hasta 1927, cuando Chile, el último país en sostener la ortografía de Bello, vigente por más de ochenta años allí, promulgó el 6 de agosto de ese año, la restitución de las normas académicas de la RAE en la enseñanza y documentos oficiales a partir del 12 de octubre de 1927.

Actualidad

El resultado de la larga divergencia y de la oposición planteada en otros marcos a la RAE ha sido una flexibilización de los criterios de esta; las ediciones del Diccionario y la Ortografía de la década de 1990 han reconocido finalmente que ciertas pronunciaciones varían entre España y América, han aseverado el estatus predominante del seseo y el yeísmo, y admitido el reconocimiento gráfico de las variaciones en la formación de diptongos. Otras acciones han seguido opuesto curso, al recomendar la grafía del grupo consonántico completo en los cultismos, tras siglos de supresión. De la misma fecha data la omisión de Ch y Ll del orden alfabético.

En el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española, llevado a cabo en Zacatecas en 1997, Gabriel García Márquez reeditó la propuesta de Bello, Correas y otros precursores, defendiendo la supresión de las grafías arbitrarias y abogando por la jubilación de la ortografía». El revuelo que provocó su ponencia testifica la adhesión que la obligatoriedad de las propuestas de la RAE ha recabado, aunque la discusión rara vez adoptó criterios propiamente lingüísticos.

Horrores ortográficos más comunes

Cada quien tiene su propio estilo de escritura y su propia forma de entender sus textos, sin embargo, en muchas ocasiones podemos dar paso a malas interpretaciones o a una lectura difícil si redactamos de manera muy complicada, rebuscada o mamona. La dificultad que le damos a los lectores no sólo se ve afectada por un estilo complicado, también por errores ortográficos o gramaticales que pueden pasar desapercibidos a la hora de escribir y afectar el significado de la oración (no es lo mismo “huele a traste” que “a traste huele”), sobre todo cuando se trata de los tan temidos acentos diacríticos que son los que se emplean para diferenciar dos palabras que se escriben igual pero significan distintas cosas (sólo = solamente, solo = una persona). A continuación pondré los errores más frecuentes que he encontrado (y que aparentemente son muy “inocentes”) para que puedas tener una guía de referencia antes de publicar tus escritos.

Acentos Diacríticos: Cuando las palabras suenan igual, pero no significan lo mismo.

Ahí vs ¡Ay! vs Hay

Creo que es de los errores más comunes, ya que las tres palabras suenan igual.

Ahí: sirve para indicar una dirección, un lugar.

Ahí está la salida.

El camino correcto es por ahí.

Hay: viene del verbo HABER, por lo tanto se escribe con hache y significa que existe algo.

En esta caja hay tres juguetes.

Todavía hay posibilidades de ganar el partido.

¡Ay!: es una exclamación, esto significa que lo utilizarás cuando ocurra algo sorpresivo.

¡Ay, mis hijos!

¡Ay! Me diste un balonazo.

Compara:

¡Ahí nos vemos!

¡Ay que dolor!

Todavía hay mucho por hacer.

Tú vs Tu

Tú: hace referencia a tu interlocutor (segunda persona). Es un pronombre, por lo que siempre va a usarse cuando quieras indicar a alguien.

¡Solamente tú puedes salvar al mundo!

Tú vales mucho y mereces respeto.

Tu: lo utilizarás cuando quieras indicar que una segunda persona posee algo.

Tu perro apesta.

Éste es tu libro.

Compara: Fuiste tu verdugo (esa persona fue su propio verdugo).

Fuiste tú el culpable (esa persona tiene la culpa).

El vs Él

El: es un artículo (igual que la, los y las).

El perro es blanco.

Estoy buscando el sombrero gris.

Él: éste es otro pronombre y al igual que “tú”, se utiliza cuando hagas referencia a alguien.

Él escribe de maravilla.

No estoy seguro, pero creo que es él a quien buscamos.

Compara:

El viernes tenemos junta con el alcalde.

Él siempre está contando chistes.

Sólo (Solo) vs Solo

Solo: cuando una persona se encuentra en soledad (si puedes sustituirlo por “solito”, entonces no lo acentúes).

Después de la fiesta se quedó solo en su habitación [... se quedó solito en su habitación].

Se sentía tan solo que decidió comprarse un caballo [... tan solito que decidió...].

Sólo: si puedes sustituir en tu oración la palabra “sólo” por “solamente“, entonces lleva acento.

Prometo escribirte una canción, pero sólo si me perdonas [pero solamente si me perdonas].

Sólo quiero saber por qué no acentúas bien [Solamente quiero saber...].

Compara:

Si no estuviera tan solo, estaría más acompañado.

Si sólo pudiera conseguir la llave, saldría más rápido.

Mas vs Más

Mas: sin acento es una conjunción, esto quiere decir que une dos oraciones (equivale a: pero, aunque, sin embargo, no obstante, antes bien).

Quisiera un Ferrari, mas no tengo suficiente dinero [... pero no tengo suficiente dinero].

Más: adverbio de cantidad, significa que al comparar dos cantidades o medidas una será mayor. Quiero más sopa.

Canadá tiene más territorio que Filipinas

Compara:

No puedo más.

No puedo, mas lo intento.

Que, Quien, Como, Donde, Cuando vs Qué, Quién, Cómo, Dónde, Cuándo

Aunque parezca confuso, estos son los más fáciles de distinguir: si utilizas signos de admiración (¡!) o interrogación (¿?) entonces ¡ponle tilde! Otra forma de saber si le pones o no le pones acento es preguntándote: ¿me refiero a una pregunta o exclamación? Si la respuesta es sí, entonces ponle tilde.

Durante el asalto no sabía ni quién estaba junto a mí [“... quién estaba junto a mí”, al llevar acento, da una muestra de inquietud, duda o desconocimiento de lo que se está hablando, por lo que sigue siendo una pregunta aunque no se encuentre entre signos de interrogación. Si no llevara a acento, “... quien estaba junto a mí” estaría dando un sentido de señalización y por lo tanto de seguridad o confianza. Ejemplo: él fue quien estaba junto a mí (dando respuesta a la pregunta “quién estaba junto a mí”)].

¿Cuándo no le debo poner acento? Cuando no te refieras a una pregunta o exclamación (observa con cuidado las oraciones anteriores).

Cuando termines tu comida tendrás tu postre.

Donde veas el árbol torcido da vuelta a la izquierda.

Compara con atención:

No sé para cuándo terminaré mi tarea.

Cuando termine la tarea podré salir a jugar.

Donde te vuelva a ver, te mato.

¿Dónde dejaste las llaves?

Quien se atreva a tocar mi comida, recibirá su castigo.

¿Quién es Hideki Cuamatzi?

Volveré como pueda.

¡Cómo te atreves a mentirme!

He visto ahora cómo lo has hecho.

Como pasta todos los días Aquí podemos observar una particularidad del “como”: puede referirse tanto a la manera en que algo es realizado y a la conjugación del verbo “comer” en primera persona del presente (yo como pasta...).

Si hubiera sabido que se me haría tarde, habría despertado antes.

¿Qué color te gusta más?

Cuando sea grande quiero ser piloto

¿Cuándo es tu cumpleaños?

Este/Esta, Aquel (y similares) vs Esté/Está vs Éste, Aquél (y similares)

No llevan acento cuando a lo que te estás refiriendo se encuentre seguido inmediatamente (o en la misma oración) del pronombre. Llevan acento cuando el objeto, persona o lugar se encuentra atrás del pronombre, por ejemplo, en una oración antecesora de donde estás usando la palabra ‘este’, ‘aquel’, etc. Las únicas excepciones son ESTO, ESO, ESTOS y ESTOS ya que NUNCA SE ACENTÚAN.

Hay una particularidad con “este”. Hay que fijarse en qué contexto se está utilizando, ya que cuando no lleva acento, puede referirse a una dirección cardinal: oriente. Es muy fácil identificar estas situaciones. Ejemplo: El Sol sale todos los días por el este/oriente. Cuando se acentúan funcionan como pronombres; cuando no se acentúan funcionan como artículos (?).

Compara con atención:

Esto es lo más difícil que he visto en mi vida.

Este perro me mordió

Necesito éste y éste No estás mencionando a lo que te refieres en la misma oración donde usas ‘éste’, por lo tanto, queda implícito que se trata de algo ya mencionado o tomado en cuenta (quedó “atrás” de la oración usada). Para que no llevaran acento, el enunciado quedaría así: “Necesito este y este" (como cuando se señala algo).

Aquel policía quiere mordida.

No me refería a ti, sino a aquél.

¿Ha visto a esta sospechosa?

¿Y a ésta?

Importante:En español, los signos de admiración e interrogación son dos: uno que abre la oración y otro que la cierra. En otros idiomas solamente se utiliza el que la cierra. Aunque nos dé flojera escribir el signo que abre la exclamación o interrogación, es necesario usarlo ya que nos indica el tono de la oración al leerla (así nos damos cuenta al principio de la misma y no al final, cuando ya nos hayamos equivocado al leerla).

¡Ah!… Y no es necesario utilizar más de uno.

¡No puedo creer cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos!

No puedo creer, ¡cuánto tiempo ha pasado!

No puedo creer cuánto tiempo ha pasado… ¡diez años!

Finalmente

Como seguramente habrás podido observar, algunas palabras podrían cambiar completamente el significado de la oración, aunque por lo general no se nota ya que los lectores también ignoran estas reglas, mas no por eso podemos permitir que baje la calidad de nuestro trabajo. Estos han sido sólo algunos ejemplos importantes (y frecuentes) pero aún hay muchos que no se mencionan ya que de por sí es cansado leer muchos ejemplos sobre horrografía, perdón ortografía. Próximamente habrá más tips para que podamos dar a entender nuestras ideas sin posibilidad de malas interpretaciones (que podrían hacernos quedar mal). Actualización: La RAE permite que se omita el tilde para diferenciar ambas palabras (solo, sólo), pero lo mencionamos como un ejemplo más de palabras que pueden cambiar el significado, mas no es necesario que acentúes si no quieres. Tip obtenido gracias vika en los comentarios.

Novedades ortográficas y otros detalles

La "y" (i griega) se llama ye.

La "ch" y la "ll" no se consideran letras del alfabeto. (Desde 2001 ya no se consideraban letras para ordenar alfabéticamente a parte, se ordenaban en la "c" y la "l").

El plural de "jersey" es "jerséis"; el de "espray", "espráis"; el de "gay", "gais"

Se debe escribir "licra" y "géiser" y no lycra y géyser.

En castellano se pronuncia la "ll" final de las palabras catalanas como "l". Sabadel, Martorel. Se puede escribir "nb" en Gutenberg y Hartzenbuch puesto que los nombres propios extranjeros conservan su ortografía.

Se debe escribir y decir "campin", "castin" y "caterin" sin la "g" final.

"México", "Oaxaca", "Texas": se pronuncia la "x" como "j" y se pueden escribir con "j" sin problemas.

Pulla es un dicho agudo. Puya es la punta afilada del picador. La "x" al principio de palabra de pronuncia como "s". Xilófono El verbo "prever" (ver con anticipación) se conjuga como "ver" y no como "leer". Previó, previendo.

Se debe tender a reducir a una vocal cuando van dos seguidas. Portaviones. Se debe decir "sicología" y "siquiatra", y se pueden escribir sin "p". Se debe quitar la "t" de "pos(t)" en posdata, posgrado, posparto. Aunque es correcto también con "t".

"Sétimo" y "setiembre" también valen aunque se usan poco. Se separan así: de.sahu.cio, prohi.bi.ción, ahi.ja.do.

Aunque se pronuncian átonos se escriben con tilde. José Luis, María Ángeles. Valen "palían" y "palian", "adecúan" y "adecuan", "evacúa" y "evacua".

La tilde comenzó a usarse a mediados del siglo XVI. La "o" ya no lleva tilde ni entre números.

"Súper" lleva tilde cuando se refiere a "supermercado", "gasolina" o "muy bien".

Los adverbios terminados en "-mente" siguen conservando la tilde. Cortésmente.

Las palabras llanas acabadas en "y" llevan tilde. Yóquei, póney.

Las palabras llanas acabadas en doble consonante también llevan tilde. bíceps, tríceps, cíborg, wéstern, récords, fórceps.

"Guion", "fue", "truhan", "liais" no llevan tilde por ser monosílabas.

"Solo" y los pronombres demostrativos tampoco llevan tilde.

"Tés" conserva la tilde diacrítica del singular.

Los verbos con pronombres personales pospuestos siguen las normas generales. Deme, démelos. Dos o tres vocales seguidas no se separarán nunca al final de línea aunque estén en sílabas diferentes. Paí-ses y no pa-íses, escribi-ríais y no escribirí-ais.

Se escriben con minúscula los tratamientos (usted, excelencia, majestad, monseñor); títulos y cargos (rey, reina, papa, presidente, duque, arzobispo); profesiones (médico, abogado, ingeniero); gentilicios (turcos, aztecas).

Asignaturas y materias de estudio con mayúscula (Inglés, Lengua, Matemáticas).

Etapas y ciclos educativos con minúscula (educación primaria, bachillerato).

Los puntos cardinales con minúscula (sur, este, oeste, norte).

La lenguas con minúscula (inglés, francés, español).

Mejor asimismo (también) que así mismo.

A dónde/adónde y a donde/adonde se pueden usar indistintamente.

En la abreviaturas con letras voladas el punto va delante de ellas. Sr.ª, 3.er.

Las únicas abreviaturas que no llevan punto (C/) son las que tienen "/".

Las abreviaturas conservan la tilde.

Las siglas no llevan puntos entre las letras (CEIP Peñalta) y no llevan tildes. En cambio los acrónimos si la llevan.

Otras reglas

Uso de mayúsculas

Las normas en cuanto al uso de mayúsculas en español han sufrido notables variaciones a lo largo de los años. Aunque hoy se reserva por lo general para los nombres propios, existen numerosas excepciones y los manuales de estilo de los distintos medios de comunicación son contradictorios entre sí y con las prescripciones de la Academia. Sigue siendo de uso habitual la mayúscula para las disciplinas académicas y para los títulos nobiliarios u honoríficos cuando están usados de manera pronominal; en la mayoría de los casos restantes se tiende a su supresión.

Acentuación

Artículo principal: Acentuación del idioma español. Tras el abandono del acento circunflejo ( ^ ) en el siglo XIX, el español emplea como diacrítico exclusivamente el acento agudo ( ´ ), que se coloca sobre la vocal central de una sílaba para indicar que esta es tónica en algunos casos.

Los criterios empleados parten de un conocimiento de la pronunciación usual correcta, sin el cual las normas de ortografía carecerían de sentido ya que su aplicación resultaría imposible y la escritura debe adaptarse a la pronunciación y no al revés como suele creerse. Así se distingue para el uso de los acentos varios tipos de palabras.

Las palabras oxítonas (tradicionalmente denominadas «agudas») se acentúan gráficamente si terminan en vocal, en N o en S recayendo así la pronunciación sobre la última sílaba; a la inversa, se acentúan las paroxítonas (tradicionalmente «graves» o «llanas») si terminan en consonante, excepto cuando terminan en N o S (salvo que la S vaya precedida de consonante, verbigracia: bíceps). Todas las proparoxítonas («esdrújulas» y «sobresdrújulas») llevan acento gráfico, con excepción de los adverbios en mente derivados de un adjetivo que no lo lleve en su forma base.

El acento se utiliza también sobre la vocal débil (I o U) de un diptongo para señalar la ruptura del mismo, el uso que tradicionalmente se reservaba a la diéresis y con que aún se la emplea en la grafía poética. La excepción es el diptongo UI, que no se considera hiato aún si se acentúa de acuerdo con las reglas precedentes.

Un buen número de monosílabos, en especial adverbios y conjunciones, llevan acento puramente diacrítico para distinguirlos de sus homógrafos; así, tu es el pronombre posesivo de segunda persona, mientras que tú es el pronombre personal. En varios casos el acento diacrítico se ha suprimido en las últimas ediciones de la Ortografía.

Es un error frecuente considerar que las letras mayúsculas no llevan tilde. Un ejemplo es el diario argentino La Nación, en el que falta esta en el título en la primera página. Sobre este y otros casos la RAE publicó en 1999 lo siguiente:

Las mayúsculas llevan tilde si les corresponde según las reglas dadas. La Academia nunca ha establecido una norma en sentido contrario. En este sentido, el periódico español El País modificó su cabecera en el año 2007 para que «EL PAÍS» pasara a escribirse con tilde.

Otras diacríticas

La diéresis o crema ( ¨ ) se emplea para indicar que la U escrita tras una G se pronuncia. En poesía se emplea a veces para forzar un hiato en la escansión de una sílaba que normalmente conforma un diptongo, en tal caso puede recaer tanto sobre la I como sobre la U, verbigracia: Despertaba el día, y a su albor primero, con sus mil ruïdos despertaba el pueblo. Gustavo Adolfo Bécquer, Rima 73

Puntuación

El español es anómalo en indicar el comienzo de una frase interrogativa o exclamativa con una variante invertida del signo empleado en posición final (¿, ¡), un uso que se extendió a partir del siglo XVIII.

Es una «anomalía» lógica, ya que muchas frases afirmativas e interrogativas, a diferencia de otros idiomas, son exactamente iguales. Con ello se facilita la lectura.

Ortografía de la RAE

La Ortografía de la lengua española corresponde a la recopilación normativa de la ortografía de la lengua española. Está editada y elaborada por la Real Academia Española (RAE) desde su primera edición en 1741, cuando se publicó como Orthographia española, y a partir de 1999 realizada en conjunto con la Asociación de Academias de la Lengua Española. La edición más reciente es la del año 2010.

Con la publicación del Prontuario de ortografía de la lengua castellana, dispuesto de real órden para el uso de las escuelas públicas, por la real Academia española, con arreglo al sistema adoptado en la novena edición de su Diccionario sic 1844,8 los acuerdos de la RAE con respecto a la ortografía alcanzaron el nivel de normativa, desplazando otros posibles manuales de ortografía, principalmente el de Andrés Bello (ver ortografía de Bello).

El director de la Academia Mexicana de la Lengua, don José Moreno de Alba, anunció el domingo 28 de noviembre de 2010 en Guadalajara México el acuerdo de las veintidós Academias de la lengua española sobre la nueva edición de la Ortografía, que se publicó en diciembre de 2010.

Con respecto a los cambios introducidos por la RAE en diciembre de 2010, puede consultarse el artículo Innovaciones en la ortografía del idioma español.

Fuente