Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-03-10

CELAC, cacareo presidencial o integración en ciernes

CORREO DEL ALBA 14 de febrero de 2016 BOLIVIA

Fernando Casado*

EN EL MOMENTO de la aprobación de las 21 declaraciones especiales acordadas durante la IV Cumbre de la CELAC celebrada en Quito el 27 de enero, el anfitrión, el presidente Rafael Correa, se quejó del funcionamiento del sistema: “con tantas declaraciones ya arreglamos el mundo”. Seguidamente se volvió hacia su canciller, Ricardo Patiño, y a modo de pregunta retórica dirigida a todos los cancilleres que habían negociado las declaraciones le espetó: “¿Pero sirven para algo estas declaraciones? Yo sí creo que habría que revisar un poco la mecánica”.

Palabras críticas y duras que revelan el parecer de muchos de los jefes de Estado que participaron en la Cumbre y que consideran que los pasos hacia la integración de la región son excesivamente lentos y cautelosos, pero entonces ¿Qué función y alcance tienen las reuniones intergubernamentales de la CELAC?

Adicionalmente en reuniones como la IV Cumbre de la CELAC existen discrepancias y hasta rivalidad entre los distintos países que se reúnen en este foro, lo que sin duda ralentiza y disminuye las ambiciones de unos acuerdos a los que se llega por unanimidad y consenso. No es nada fácil sentar en la misma mesa a los gobernantes de países como Barbados, Argentina, Venezuela, México… Sin embargo, una vez que somos conscientes de las limitaciones que obviamente va a tener este tipo de organismos que alberga a 33 países de muy variado y heterogéneo cariz, podemos analizar la gran cantidad de aportes que ofrece la CELAC.

La existencia misma de la CELAC significa un desafío al papel hegemónico que ha jugado en el hemisferio EEUU y que se ha materializado a nivel institucional en el manejo que históricamente ha realizado de la Organización de Estados Americanos (OEA). Son muchos los estados participantes de la CELAC que han expresado que uno de los objetivos que persigue el organismo a medio plazo es la sustitución de la OEA.

En este momento CELAC no parece tener la intención de formalizarse mediante tratados internacionales vinculantes, pero sus reuniones en las que se excluye a los dos países más industrializados de la región, EEUU y Canadá, son sin duda un avance en la construcción de una identidad propia y un vaciado de significado de la OEA, aunque más por omisión que por acción.

Las desavenencias con la OEA se visibilizaron en la pasada Cumbre en torno a la solicitud de Haití de enviar una Comisión de la CELAC a este país por los problemas surgidos tras las elecciones presidenciales. La OEA al mismo tiempo en Washington estaba decidiendo mantener sobre el terrero una misión. Tras el debate más espinoso de la Cumbre, la CELAC decidió mandar una comisión de cancilleres de mediano nivel a Haití, en lo que pareciera una competencia de bomberos por pisarse la manguera.

Otro de los grandes logros gracias a la existencia de foros tan heterogéneos como la CELAC, es precisamente la posibilidad de acercar posiciones lejanas y a veces enemistades que parecieran irreconciliables, al tener las delegaciones que encararse y reconocer al otro en un mismo espacio físico. Ésta podría ser la situación entre Venezuela y Argentina.

Mauricio Macri, el novato de la Cumbre, prefirió no asistir por prescripción médica, no quiso arriesgarse a sufrir mal de altura en los andes ecuatorianos, aunque la semana anterior pareciera que le sentó de maravilla estar en los Alpes suizos durante el Foro de Davos, donde se reunió con los líderes del norte y los gurús de la economía de libre mercado. Mandó a su vicepresidenta, Gabriela Michetti, quien sostuvo una reunión con el presidente Nicolás Maduro a puerta cerrada, donde conversaron sobre las injerencias de su compañero de fórmula en los asuntos internos de Venezuela y probablemente limaron asperezas. No obstante, a pesar de su pírrica victoria en Argentina, lo deseable es que Macri baje el tono en una región que sigue siendo claramente de izquierdas.

En tercer lugar, otra de las grandes oportunidades que ofrece la CELAC es la de constituir un bloque, en un mundo donde si quieres participar y sobrevivir no puedes hacerlo como un Estado aislado. El fortalecimiento de la CELAC como bloque, es además el quinto de los ejes temáticos de este organismo, que tuvo durante el año 2015 expresiones concretas en los foros que celebró con China y la Unión Europea. Que los países de la región se presenten como CELAC permite llevar a cabo cualquier negociación en igualdad de armas y sin asimetrías.

Finalmente, no podemos desconocer la importancia de las declaraciones que se han acordado en la última reunión de la CELAC. Mientras en los países occidentales desarrollados la solución a la crisis es la aplicación de más neoliberalismo y desmantelamiento de los maltrechos estados de bienestar, la CELAC, pone énfasis en la erradicación de la pobreza y la disminución de la desigualdad. Y ello a pesar de que la región, tradicionalmente exportadora de commodities, está siendo duramente golpeada por la crisis, especialmente los productores de petróleo. El ajuste económico, libreto seguido por los países occidentales, sigue siendo una postura minoritaria, aunque se abre paso entre los países más cercanos al liberalismo, como Colombia, Perú… y ahora también Argentina.

Entre las declaraciones políticas de las CELAC, muchas poseen un gran valor simbólico por su ambición y valentía, impensables en otros foros fuera de la región, lo que las hace extremadamente valiosas y piedras fundacionales de posibles acciones futuras. Vale la pena mencionar las declaraciones especiales sobre la devolución de territorio que ocupa la base estadounidense naval militar de Guantánamo en Cuba; sobre la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero de EEUU sobre Cuba; sobre las islas Malvinas; financiamiento para el desarrollo; la banca responsable; y el apoyo al proceso de paz en Colombia... Esta última es la concreción de la declaración de la II Cumbre de la CELAC celebrada en La Habana y que estableció a América Latina y el Caribe como zona de paz. Tras la IV Cumbre, los países de la CELAC se ponen a disposición de la misión política creada por el Consejo de Seguridad de la ONU que enviará a Colombia por un período de un año, una “misión política” integrada por observadores internacionales desarmados para participar en la vigilancia y verificación del cese bilateral y definitivo del fuego y de las hostilidades.

Quienes desprecian y critican la IV Cumbre de la CELAC se equivocan, quienes han creado unas expectativas que rebasan las intenciones actuales del organismo intergubernamental también. La CELAC avanza, aunque sea a paso de tortuga, lo importante es que no se detenga y así no habrá liebre que no pueda superar con el tiempo.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Docente investigador en Instituto de Altos Estudios Nacionales de Ecuador.


Las vías abiertas de América Latina

ALAINET.org 29 de febrero de 2016 ECUADOR

Emir Sader*

NUNCA COMO AHORA el futuro de América Latina está tan abierto. Hemos pasado por un momento, especialmente en los años 1990, en que la historia del continente parecía congelada. Se imponía un modelo de forma avasalladora, que pretendía invertir y cerrar ciclos históricos que apuntaban en otra dirección. Ya no más desarrollo económico, sino equilibrio fiscal. Ya no más distribución de renta, sino concentración en manos de los más competentes. Ya no más derecho, sino concurrencia en el mercado. Nunca más Estado, sino empresas.

Se arriesgaron, en medio a consensos que creían fatales, a anunciar el fin de la Historia, que reposaría eternamente en los brazos de la democracia liberal y de la economía capitalista de mercado. Enterradas las alternativas, el capitalismo y el imperialismo podrían rediseñar el poder en el mundo.

América Latina era protagonizada por personajes como Carlos Menem, Alberto Fujimori, Fernando Henrique Cardoso, Carlos Andrés Pérez, Sánchez de Losada, Salinas de Gortari, Lucio Gutiérrez, entre otros, consagrados entonces por la prensa internacional como los “modernizadores”, los “liberalizadores”, los “globalizadores” de nuestras sociedades, al fin salvadas del “populismo”, del “estatismo”, del “nacionalismo”.

Víctima privilegiada de las grandes trasformaciones regresivas ocurridas en el mundo y, en particular, del neoliberalismo, donde ocurrieron más gobiernos y los más radicales, América Latina reaccionó como ya pocos creían posible. Y se ha vuelto la única región del mundo con gobiernos antineoliberales, con procesos de integración regional, con capacidad para revertir las fuertes tendencias a la desigualdad social y al aumento de la pobreza y la miseria en el mundo.

América Latina ganó el derecho de definir su historia a partir de su capacidad para reaccionar frente al modelo neoliberal y a la globalización. Gracias al liderazgo de dirigentes como Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Evo Morales, Rafael Correa, entre otros. Ahora América Latina se enfrenta a los efectos duraderos de la recesión internacional y a articulaciones derechistas internas, generando crisis en varios de nuestros países.

En este momento, en medio de la segunda década del siglo XXI, se puede decir que el futuro del continente está abierto. Nadie puede garantizar que los gobiernos antineoliberales se van a consolidar definitivamente, menos tampoco que los intentos de restauración conservadora se van a imponer.

Las dos vías están abiertas. Lo que se puede decir es que el escenario político latinoamericano será nuevo a partir de ahora. Ya no se contará con precios altos de los productos de exportación, al contrario, la recesión internacional tiende a extenderse. Tampoco será posible que cada país reaccione aisladamente frente a la recesión internacional.

La vía de la restauración está siendo puesta en práctica en Argentina y rápidamente demuestra cómo sus planteamientos profundizan la recesión, el desempleo, el endeudamiento y hasta la misma inflación. Es una vía que recorta los derechos sociales, concentra renta, subordina los intereses del país a los grandes capitales internacionales y a Estados Unidos. Conocemos hacia donde podría conducir esta vía a nuestros países, hemos vivido el auge del neoliberalismo en los años 1990, sabemos que es una vía trágica para nuestros países y para nuestros pueblos.

La otra es la vía de consolidar los extraordinarios avances logrados y avanzar hacia una América Latina todavía más integrada, por el Mercosur, por Unasur, por Celac, más vinculada al destino del Sur del mundo, de los Brics, de su Banco de Desarrollo. Con gobiernos antineoliberales articulando y poniendo en práctica un modelo integrado de desarrollo con distribución de renta, profundizando incesantemente sus mercados internos de consumo de masas, fortaleciendo y democratizando más a sus Estados, con procesos de formación democrática de sus opiniones públicas, contrayendo modelos de superación del neoliberalismo y de construcción de sociedades basadas en el derecho de todos.

Cuál de las dos vías va a triunfar, es lo que se está decidiendo en este momento en el continente. Las fuerzas democráticas y populares ya no tienen derecho de volver o seguir cometiendo los errores que han cometido y que se siguen cometiendo. Es el destino de nuestros países en toda la primera mitad del siglo XXI lo que se está decidiendo. Conciencia real de los problemas que estamos enfrentando, de las fuerzas con que contamos y con las que podemos contar, de los errores cometidos, capacidad de renovación hacia las nuevas generaciones, hacia las mujeres, hacia las capas populares todavía postergadas, espíritu democrático y capacidad teórica creativa, nos pueden llevar, por la vía democrática y popular de superación de la crisis actual.

Las dos vías están abiertas. Las duras peleas actuales son para decidir cuál de las dos se va a imponer.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Sociólogo y politólogo brasileño; coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ).


Tinieblas ( y rayos de luz)

LA JORNADA 29 de febrero de 2016 MÉXICO

David Brooks*

CUIDADO, POR FAVOR, si uno anda dando vueltas por este país. El KluKluxKlan reaparece en las noticias, gobiernos envenenan a sus ciudadanos, se repiten amenazas de más guerras contra quien sea, se defiende la tortura como técnica legítima, se aplastan sindicatos, mientras continúan las guerras contra los derechos de las mujeres, los afroestadounidenses, los musulmanes, y se intensifica la ola antimigrante, y eso sin mencionar la risa del 1 por ciento más rico ante la desesperación de buena parte del otro 99 por ciento, o lo que los científicos informan sobre el fin del mundo. Estamos viviendo en las tinieblas.

Todos los días se reporta sobre lo más oscuro y ominoso, y las conversaciones versan sobre qué tan mal va la cosa. Aquí huele cada vez más a algo que podría ser fascismo. ¿Pasarán?

Mucho de esto se manifiesta en el fenómeno de Donald Trump, aunque lo más preocupante no es el bufón peligroso en sí, sino la ola de apoyo de que está gozando, y que ahora lo más retrógrado y lo peor de este país es que tienen un mensajero que podría llegar a la Casa Blanca. "Amo a los poco educados", gritó después de su triunfo en Nevada, al señalar que esa es una de sus bases más fieles. Es elogiado cuando declara que desea golpear en la cara a un manifestante anti Trump. Y continúa con sus promesas de construir un muro para que los mexicanos no vengan a violar y a matar estadounidenses, de perseguir a los musulmanes y más (pobre de quien sea musulmán mexicano en este coyuntura). Y todos aplauden, gritan.

Hasta los periodistas ahora corren peligro. Durante los últimos meses, en los multitudinarios actos de campaña de Trump, los reporteros y fotógrafos son enviados a sitios reservados para la prensa, donde están acorralados. En cada acto, como parte del discurso, llega un momento en que Trump señala hacia donde están los periodistas para acusarlos de mentir, engañar y más, incluso los llama "mugre" (scum), mientras sus seguidores les gritan insultos. Hace un par de meses esto llegó a tal nivel que un reportero comentó a su jefe que tal vez necesitaría una escolta de seguridad para su protección al seguir cubriendo esta campaña.

Pero ahora Trump amenaza con que al llegar a la Casa Blanca cambiará las leyes para poder demandar a cualquier medio –mencionó al New York Times y al Washington Post como “los medios más deshonestos que he visto en mi vida (ambos han criticado al multimillonario repetidamente)–, entre otros, si se atreven a publicar artículos a propósito negativos, horribles y falsos. No mencionó que eso implica anular buena parte de la Primera Enmienda constitucional, que garantiza la libertad de expresión.

Muestras aún más ominosas de la ola racista que acompaña al fenómeno oscuro en estos últimos días fue el respaldo a Trump de David Duke, exlíder del KuKluxKlan (KKK), quien comentó que “votar contra Trump… es en verdad una traición a tus antepasados”. Por otro lado, el líder ultraderechista francés, Jean-Marie Le Pen, también ha expresado su apoyo a Trump.

No es sólo Trump: todos los precandidatos republicanos se distinguen por su rabia antimigrante, por su posición anticientífica de negar la existencia del calentamiento global, y todos usan la Biblia para argumentar justo lo opuesto del mensaje de Jesucristo.

Más allá del ámbito electoral continúa la ofensiva derechista contra esta sociedad. La guerra contra los sindicatos de gobernadores y legisladores conservadores que buscan destruir su poder político con nuevas leyes diseñadas para debilitarlos en lugares como Wisconsin y hasta en California.

Una cuarta parte de las clínicas de aborto del país han cerrado, afectando el acceso a más de 30 millones de mujeres, como resultado de leyes antiaborto promovidas por varios estados.

El sábado hubo un enfrentamiento entre integrantes del KKK que pretendían hacer un mitin antimigrante y opositores cerca de Disneylandia, en California, donde por lo menos tres antiKlan fueron heridos –uno de gravedad– con cuchillos y otro aparentemente con la punta del asta de una bandera de la Confederación (las fuerzas del sur de la Guerra Civil).

En Texas, el decano de la escuela de arquitectura de la Universidad de Texas renunció a su puesto en parte por la aprobación de una ley estatal que permite que la gente porte armas ocultas en instalaciones académicas públicas, incluidas las aulas.

En Michigan, el gobernador republicano, feliz de recortar servicios y programas públicos, encubrió las consecuencias de un cambio en el servicio de agua potable en la ciudad de Flint, Michigan, que resultó en el envenenamiento con plomo a miles de familias.

Todos los días hay más huellas del paso de esta derecha en este país. Y no pasa un día en que alguien mencione que Hitler llegó al poder mediante el voto.

Rayos de luz

Por supuesto vale recordar que las fuerzas extremistas de derecha no cuentan con el apoyo mayoritario de esta población. Más aún, hay expresiones esperanzadoras en varios ámbitos: la lucha por un salario digno de trabajadores de servicios y Walmart, Black LivesMatter, rebeliones contra esfuerzos para privatizar la educación pública y, por supuesto, la campaña sorprendente del socialista democrático Bernie Sanders con su masivo apoyo de jóvenes.

Y obviamente se está generando cada vez mayor oposición entre varios sectores minoritarios ante la retórica racista de los republicanos, y algunos pronostican un incremento dramático en la participación electoral de afroestadounidenses y latinos en la elección general, lo cual podría poner en jaque un triunfo nacional republicano. Una encuesta del Washington Post/Univisión registró que 8 de 10 latinos tienen opinión desfavorable de Trump (aunque eso hace pensar sobre quiénes serán ese 20 por ciento que no). Pero tal vez es hora de que los defensores de los mejores principios universales por todo el mundo piensen en organizar Brigadas Internacionales para apoyar a sus aliados dentro de Estados Unidos en un grito de "no pasarán" y rescatar a esta república de las tinieblas.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Columnista de La Jornada; corresponsal de ese diario en Nueva York.


La “aculturación” y la revolución espiritual permanente

REBELIÓN 3 de marzo de 2016 ESPAÑA

Homar Garcés*

A FIN DE ganar una legitimidad indeleble e incuestionable, el capitalismo requiere una cultura estandarizada que le facilite presentarse ante el mundo como una realidad irrevocable, por lo que sus agentes mantendrán activado, bajo distintos procederes (algunos perceptibles, otros no) un proceso de aculturación, en un manejo de códigos de manipulación, con la finalidad de imponer una sola visión o pensamiento a escala mundial, lo que convierte a los valores culturales de los pueblos originarios en algo prescindible y arcaico.

Quizás resulte vano y necio afirmarlo, pero es una imperiosa necesidad confrontar la subjetividad estructural que conforma la cultura del pillaje capitalista para asegurar el avance revolucionario de los sectores populares, que se genere una reflexión crítica respecto a este tema y se pueda reescribir la historia de nuestros pueblos bajo una perspectiva propia, sin el toque positivista, evolucionista, eurocentrista y/o estadounidense con que se reviste tradicionalmente el conocimiento adquirido en los centros educativos o académicos (externos y locales), tomando en cuenta que gran parte del mismo conduce a posiciones de corte racista y desvalorizadoras de las culturas autóctonas, en función de los intereses económicos y políticos de las clases dominantes.

Según lo determinara el sociólogo mexicano Pablo González Casanova, los pueblos de nuestra América vieron alterada su propia percepción en función de las ideologías, las utopías y las creencias culturales europeas, lo cual hizo que su identidad e historia no fueran explicadas a partir de la realidad vivida y sufrida por ellos, sino que se extrapolaban las ideas de la civilización europea, “cargando su visión de errores, prejuicios y carencia de análisis críticos”.

También, en este caso, bien se podrá compartir con Ludovico Silva, hablando de la plusvalía ideológica, “que la forma como el capitalismo suministra esa ideología es pocas veces la de mensajes explícitos doctrinales, en comparación con la abrumadora mayoría de mensajes ocultos, disfrazados de miles de apariencias y ante los cuales solo puede reaccionar en contra, con plena conciencia, la mente lúcidamente entrenada para la revolución espiritual permanente.

Y no solo el hombre medio, sin conciencia revolucionaria, vive inconscientemente infiltrado de ideología, sino también todos aquellos revolucionarios que, como decía Lenin, se quedan en las consignas o en el activismo irracional, pues tienen falsa conciencia, están entregados ideológicamente al capitalismo, sin saber que lo están; la razón por la cual todos estos revolucionarios se precipitan en el dogmatismo es precisamente su falta de entrenamiento teórico para la revolución interior permanente”.

Con esto, la acción transformadora de la realidad del mundo en que vivimos tendría que revelarse, en un primer plano, en lo que querríamos ser como personas y naciones, es decir, convertirnos en reflejo de esta acción transformadora; en lo que sería entonces una revolución espiritual permanente.

Esta visión o concepción de un nuevo modelo civilizatorio requiere, por tanto, de un esfuerzo constante, dirigido a evitar y a descubrir la aculturación inducida desde los grandes centros hegemónicos, centrándolo en la revalorización de los elementos culturales característicos de nuestros pueblos. Ello contribuiría a la abolición de la lógica, de las clases sociales y de las relaciones de producción originadas por el capitalismo por medio de su industria ideológica.

En consecuencia, el desarrollo de las fuerzas productivas, la conversión de las relaciones de producción capitalistas, la revolución cultural antiburocrática y el nuevo sistema político (invirtiendo radicalmente la pirámide de las relaciones de poder tradicionales) tendrían que ser el resultado de una voluntad colectiva que se manifieste en lo creativo y no se limite a un reparto algo más equitativo de la riqueza social o a retribuir, desde el Estado, a un pueblo demandante de derechos.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Activista político venezolano.


La caridad como estrategia invisibilizada

LA GESTIÓN NEOLIBERAL DE LA POBREZA

VIENTO SUR 12 de febrero de 2016 ESPAÑA

En España colapsó la capacidad del Estado para la asistencia social e intentan sustituirla con la limosna vestida de caridad (NR)

Paco Roda*

SON LOS SERVICIOS sociales públicos, que por cierto requieren un cambio de modelo de intervención ante las nuevas necesidades, quienes deben liderar la lucha contra las desigualdades. Porque ellos son los garantes de la solidaridad vertical y distributiva, quienes a través de sus dispositivos garantizan la condición universal de ciudadanía

La caridad reinventada nos invade. Se trafica con ella en ciertos programas basura, en obscenas tertulias y hasta en las reuniones de la comunidad. Una nueva beneficencia adornada de buenrollismo social destila un apestoso tufo a paternalismo neoliberal y clientelar. Pareciera que la actual carnicería social en que el PP ha convertido al reino de España, reclamara una venganza privada en forma de solidaridades indiscriminadas.

Porque no es fácil sustraerse a este holocausto social. Y no lo es cuando ves el saqueo llevado a cabo sobre la vida cotidiana de millones de gentes varadas en las playas de la precariedad. Y es que un 27,3% de la población vive bajo el umbral de la pobreza y más de tres millones de españoles –entre los que se sienten y no se sienten–, sobreviven encallados en la extrema pobreza.

Cuando hay un 8% de hogares cuyo sustentador principal lleva más de un año en el paro, cuando en un 3% de hogares ese sustentador principal no tiene cobertura de la Seguridad Social, cuando un 11% de hogares se encuentran desangelados porque todos los que viven en él no trabajan, y cuando hay 1,2% de hogares con personas dependientes que no reciben ningún tipo de ayuda pública.

Así que hay tantos “cuandos” que no es fácil ignorar todo esto. Aunque sea redundante y hayamos banalizado tanta y tan reiterada sangría. Porque tus familiares, tus vecinos y los amigos de tus vecinos reclaman una dignidad perdida tras el desempleo de más de tres o cuatro años, el corte de prestaciones o directamente los cortes de agua y luz tras los impagos imposibles. No es fácil renegar, mirar para otro lado o siquiera no pensar en la solidaridad social más primaria como arma de combate. Esa que te lleva a echar una mano a tu hermano, a tu madre, a tu hija o ese primo separado tras un desahucio indecente.

Pero la cuestión de fondo es cómo esa ingente sobredosis e inflación de solidaridad horizontal entre iguales, se está convirtiendo, por acción u omisión de los sistemas públicos de protección ultrajados y descapitalizados, en la estrategia dirigida e invisibilizada de la nueva gestión neoliberal de la pobreza.

Porque esta instauración de la caridad privada, la que nos sale del alma, con vocación social y aceptada como un valor innato de la gente a pie de obra y voluntarios de todo tipo y condición, está contribuyendo al apuntalamiento discursivo del final del estado social y democrático de derecho. Porque esa caridad bien entendida rompe, a sabiendas o no, con el principio de igualdad vital en democracia social. Cuesta decirlo pero en esto también, como dice Marta Sanz, los que sin creer que forman parte del discurso dominante, cada día lo apuntalan.

Y es que frente al descalabro de los sistemas públicos de protección social, frente a la saña de los recortes en los principales seguros vitales que nos han proporcionado más o menos seguridad ante la adversidad, frente al acoso y derribo de lo público como estructura de protección; no pocos colectivos civiles y religiosos, las ONG, entidades privadas de solidaridad con y sin ánimo de lucro y grupos ciudadanos de variada tipología, han izado la bandera de la desigualdad y la pobreza como formas de solidaridad redencionista.

Numerosas iniciativas sociales y de apoyo mutuo tratan de salvar a la gente de los desahucios, de la pobreza, del frío, del hambre, de los cortes de agua y luz, de la precariedad y de carencia de las necesidades más básicas. Prácticas todas ellas loables, de reconocida solvencia solidaria, de gran reconocimiento social, pero que sigilosamente se formalizan como desplazamientos de las formas de distribución garantistas procedentes de los sistemas públicos. Como si los sistemas públicos, invisibilizados y descapitalizados, por no decir despolitizados, fueran incapaces de abordar este socavón social creado por la crisis. Y esto tiene efectos secundarios de obligada lectura.

Los medios de comunicación al servicio de la ideología neoliberal dominante están fabricando un discurso tras el cual ese tercer sector de carácter benéfico es presentado como el único actor posible para responder a las situaciones de emergencia, pobreza y precariedad generalizada. Y eso provoca, no ya una desconfianza en los sistemas públicos, ultrajados como ineficaces por la ideología ultra neoliberal, sino algo mucho peor: su retirada simbólica del imaginario colectivo como sistemas correctores de las desigualdades.

De ahí a aceptar la caridad bien entendida y la beneficencia intensiva como únicas posibilidades para salir de la ciénaga vital, va solamente un paso: la aceptación merecida de la pérdida de ciudadanía reconvertida ahora en un sucedáneo de ciudadanía premiada con prestaciones graciables.

Pero a lo mejor es verdad. A lo mejor es verdad que lo público, obligado por el salvaje plan de recortes del gobierno del PP ha desertado de sus responsabilidades y faltan guardaespaldas sociales. Pero seamos claros, esta inflación de solidaridades al por mayor está generando, como se decía más arriba, efectos perversos.

Para quien suscribe, el más importante es la creciente desciudadanización e infantilización clientelar de las poblaciones más necesitadas, las más débiles, las que menos capacidad de gestión tienen sobre sus propias vidas. Porque esa nueva gestión de la pobreza y la desigualdad, auspiciada por el discurso mediático que pone el foco en la responsabilidad solidaria de ese tercer sector “buenista” y voluntarista, sustrae a los más frágiles de toda capacidad de presión y negociación garantista.

Más aún, los autoinculpa de su mala racha vital y los perpetúa en esa categorización de excedentes sociales al establecer una relación clientelar desigual. Y más, los estigmatiza como nuevos pobres dependientes de la buena voluntad ajena que ha perdido de vista la ciudadanía social.

No obstante, no negaré la función complementaria de este tercer sector empeñado en el rescate ciudadano. No negaré su valía, ni sus logros. Pero urge una revisión de su ubicación en el actual escenario de crisis, de su papel, de su rol social y económico y sobre todo de su responsabilidad ante este matadero levantado tras la sangrienta crisis padecida y gestionada por el PP. Porque cuando se está normalizando la beneficencia en el espacio social admitiéndose como única alternativa redentorista ante la falta de respuestas públicas garantistas, algo grave está ocurriendo. Porque estas actuaciones y dinámicas ni reparten ni generan igualdad, dosifican migajas de solidaridad arbitraria, dependiente y clientelar.

Para finalizar, son los sistemas públicos los que deben liderar los procesos de protección social. A ellos corresponde dinamizar planes integrados y coordinados de salvación social desde perspectivas universalistas. El cambio político, si es que se consuma, liderado por una izquierda mixturada, tiene una agenda pública que recuperar. Son los servicios sociales públicos, que por cierto requieren un cambio de modelo de intervención ante las nuevas necesidades, quienes deben liderar la lucha contra las desigualdades. Porque ellos son los garantes de la solidaridad vertical y distributiva, quienes a través de sus dispositivos garantizan la condición universal de ciudadanía.

Algo que hoy está bajo mínimos. Selección en Internet: Aida Mirabal García

  • Trabajador Social del Ayuntamiento de Iruñea