Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-07-19

Crece el odio de los blancos en EEUU tras la balacera de Dallas

LA HAINE 13 de julio del 2016 ESPAÑA

Alberto López Girondo*

La organización Black Lives Matter (las vidas negras importan) es el nuevo objetivo de ataque de políticos y medios burgueses estadounidenses

Dos nuevos casos de gatillo fácil de parte de la policía desembocaron en el asesinato de cinco agentes y la posterior ejecución del presunto francotirador negro. Una ola de sucesos que parece no tener fin, al tiempo que aparecen organizaciones que prometen venganza. Los Black Lives Matter (BLM) y las reminiscencias de los Black Panthers de los ‘60. Se potencia la histórica grieta estadounidense.

La balacera de Dallas, Texas, que costó la vida a cinco policías blancos y un civil negro y dejó al menos a otras once personas con heridas graves, puede ser la gota que rebase el vaso y desate finalmente otra guerra racial como las que han atravesado la historia estadounidense en las últimas décadas. Con el agregado de que, como hace mucho no pasaba, una organización política encabeza las protestas de los negros, Black Lives Matter y aparecen voceros del establishment blanco que los comienzan a caratular como bandas terroristas. Una reminiscencia de los Black Panthers (Panteras Negras), que en los ‘60 se armaron en defensa de los derechos de los negros y terminaron envueltos en acusaciones de violencia armada en un país que hace gala de su puntillosa libertad para portar armas de fuego.

La semana que pasó fue especialmente dramática incluso para una sociedad como la estadounidense, de habituales matanzas indiscriminadas en sitios públicos. Esta vez la cuota fue de dos sucesos extremos: el martes, Alton Sterling fue baleado en Baton Rouge, Louisiana, luego de ser reducido contra el piso por dos agentes blancos; el miércoles, un policía de Minnesota vació el cargador de su pistola contra Philando Castile cuando el joven de 32 años metió la mano en su pantalón para mostrarle el documento durante una requisa callejera. La ira popular se desató desde que la novia de Castile iba transmitiendo lo que ocurría mediante su celular a Facebook.

El jueves a la noche, una manifestación organizada a través de las redes sociales por BLM en la ciudad donde hace 52 años fue asesinado el presidente John F. Kennedy, terminó en un tiroteo protagonizado por francotiradores, según el informe policial. Unas horas más tarde, fue interceptado Micah Xavier Johnson, de 25 años, presunto autor de los disparos.

Siempre a decir de los relatos oficiales, el joven negro dijo que quería matar a todos los policías blancos para vengar la cadena de muertes que se venía registrando en el país. Johnson cayó abatido por el estallido de explosivos colocados en un robot policial. Un moderno artilugio del que se enorgullecen las fuerzas de seguridad de Texas que impidió tener mejor relato de lo que había ocurrido porque convenientemente el presunto responsable de la balacera fue eliminado.

Cuando todavía no se habían acallado las voces de estupor ante lo ocurrido, los dos candidatos presidenciales, Hillary Clinton y Donald Trump, enviaron mensajes de condolencias y preocupación y suspendieron sus respectivas campañas en solidaridad con las víctimas. El presidente Barack Obama insistió en un discurso en favor de mayores controles del uso de armas en manos de civiles.

Poco a poco fueron saliendo a la luz algunos detalles de los implicados en este caso puntual de Dallas. Johnson, por ejemplo, estuvo en Afganistán como soldado aunque por lo que parece allí ejercía de albañil y carpintero. En su casa encontraron fusiles, chalecos antibalas y material como para la fabricación de bombas. Alguien de la familia en su página de FB lo consideró “definitivamente fuerte como el ejército, divertido, comprensivo, amoroso”.

Entre los policías muertos está Brent Thompson, de 43 años, que venía de la actividad privada como mercenario, primero en la Dyn Corp International, una de las contratistas del Pentágono, en Irak. De allí recaló en una agencia privada, DART, y desde hace siete años viste uniforme policial. Patrick Zamarripa, otro de los fallecidos, estuvo por tres períodos -también en Irak- como marine.

En toda esta historia hay un personaje mediático que viene alertando a su público, mayoritariamente inclinado a la derecha y con tintes racistas, sobre lo que significa la incursión de BLM en la actividad política estadounidense. Se trata de Tomi Lahren, una presentadora de televisión de apenas 24 años, rubia platinada para más datos, que disfruta de la provocación política. En un tuit que ante lo escandaloso de su afirmación tuvo que borrar presurosamente, dijo: “Conoce el nuevo KKK (Ku Klux Klan), ellos se llaman Black Lives Matter, pero no se confundan, sus objetivos están lejos de la igualdad.”

Otros comentaristas políticos de esa derecha fanática que alimenta los argumentos del Tea Party y los republicanos más acérrimos hicieron aseveraciones del mismo tono y que hacen temer una nueva escalada contra BLM similar a la que en los ‘60 debió sufrir el partido de los Panteras Negras.

BLM fue fundado en el 2013 luego de la seguidilla de matanzas de policías blancos contra afroestadounidenses desarmados. Hay una escalada, pero además en estos últimos años la tecnología disponible permite que esos casos sean filmados y una vez puestos en la Web desatan tempestades. En el verano de aquel año Alicia Garza, Patrisse Cullors y Opal Toneti lanzaron BLM desde las redes sociales ante la indignación que provocó la liberación del policía George Zimmerman, el asesino del joven Trayvon Martin.

Cullors es oriunda de Los Ángeles, Toneti viene de Nueva York, aunque es de origen nigeriano. Garza, en cambio, es de Oakland, California. Es la misma ciudad donde en 1966 nacieron los Panteras Negras como una hermandad que juntó voluntades para auxiliar a la comunidad negra ante la brutalidad de la policía blanca y de los grupos violentos de blancos supremacistas.

El legendario Edgar Hoover, temerario y polémico director del FBI por décadas mediante al recurso del “carpetazo”, se tomó especial cuidado en infiltrar y socavar a los Panthers hasta que finalmente lo logró al precio, incluso, de promover a las más brutales bandas de narcotraficantes para que los eliminaran.

Ahora, y cuando llega a su fin la gestión de Barack Obama -el primer presidente de sangre negra en llegar a la Casa Blanca-, la grieta histórica en Estados Unidos se potencia y nada bueno esperan muchos si prosperan voces como las de Lahren o incluso de Trump, que si bien esta vez lanzó un mensaje conciliador y amplio, es en gran medida responsable de haber iniciado su carrera hacia Washington mediante controvertidas declaraciones xenófobas.

EL TIEMPO EN QUE RECRUDECE EL MIEDO DE SER NEGRO

Eric Guster es un prestigioso abogado de Birmingham, Alabama, que suele ser convocado a dar su opinión en la cadena Fox. Allí, en las últimas horas, destacó sus temores, a pesar de ser bastante conocido públicamente, ante la presencia policial.

“Hace dos meses fui detenido por una infracción de tránsito. Me detuve y temía por mi vida. Sinceramente, me pasó lo que a muchos afroestadounidenses les pasa”, aseguró en primer término, para luego permitirse reflexionar: “Algunos policías simplemente no deberían haber sido contratados”.

Las afirmaciones de Guster son sustentadas por una serie de estadísticas, que no están precisamente del lado de los negros en ese país. Justamente los números dicen que hay dos veces más probabilidades de ser baleado por la policía cuando uno es negro que cuando es blanco. Y en el mismo sentido que cada 28 horas un negro es asesinado extrajudicialmente.

Es que en promedio, las mujeres y los hombres de raza negra junto con los hispanos representan más del 60% de los detenidos que se encuentran en las cárceles norteamericanas. Y es más: en algunos penales esas cifras se abultan hasta llegar a asegurarse que casi el 90% de la población carcelaria es negra.

Entre las recomendaciones que algunas organizaciones no gubernamentales hacen a los civiles en caso de resultar detenidos por la policía figura “no correr, avisar si uno está con armas y presentar los documentos requeridos sin chistar”. Era precisamente lo que había hecho Philando Castile, pero igual lo asesinaron.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Periodista argentino.

Venezuela: más que una frivolidad

CELAG* 10 de julio del 2016 ECUADOR

Alejandro Fierro**

La frenética coyuntura en la que vive Venezuela impide un análisis de largo alcance. La situación de desabastecimiento e inflación, hinchada por las tácticas de acaparamiento y especulación y agravada por el desplome de los precios del petróleo, requiere respuestas rápidas a las urgentes demandas populares. En paralelo, la derecha presiona para derrocar a Nicolás Maduro con la complicidad de un cerco internacional -en lo político, lo mediático y lo paramilitar- con una intensidad pocas veces vista.

Pero lo que está ocurriendo en el país caribeño no se circunscribe a un Presidente que quiere mantenerse en el puesto para el que fue elegido, una oposición que pretende echarlo y una situación negativa adversa que impacta en las mayorías populares (aunque en la exclusividad mediática de la que goza la derecha se da voz de forma mayoritaria a las clases medias y medias-altas, a las que si bien también les afecta la crisis, lo hace en mucha menor medida).

En realidad, lo que se dirime en estos momentos en Venezuela es qué propuesta articulará el país en las próximas décadas, y no sólo en lo económico o en lo político, sino también en el sistema de valores que sustenta a todo el edificio social. No se trata específicamente de cuál será el partido gobernante, el presidente en ejercicio o quién ganará las elecciones -aunque obviamente el triunfo de una propuesta sobre otra necesariamente tendrá un reflejo a corto plazo en los resultados electorales-.

La interrogante se centra en cuál será el sentido común de época resultante de este combate que se viene fraguando desde finales de los 80, cuando el neoliberalismo en Venezuela alcanzó su cénit y a partir de ahí comenzó su declive, con la revuelta popular del Caracazo y la subsiguiente represión (cerca de 3 mil personas asesinadas, según agencias internacionales) como Parteaguas.

Todo sentido común de época se construye en torno a unos valores que son asumidos por la población como ciertos, no cuestionables, verdades objetivas. Como teorizó Gramsci, la legitimidad de estos valores viene dada porque no son inoculados en el cuerpo social por la fuerza, sino que éste los incorpora de forma acrítica a través de la labor constante del sistema educativo, la religión, los medios de comunicación… Un gota a gota continuo que dota al poder gobernante del consentimiento acrítico del gobernado, aunque éste crea que decide en la más completa libertad.

Los políticos no son los más indicados para expandir el sistema de creencias. Sobre ellos pesa siempre la sospecha permanente. Religiosos y maestros eran más efectivos. Y progresivamente se incorporan los medios de comunicación, con periodistas y opinadores de toda laya y ya más recientemente los iconos del mundo del ocio y el espectáculo como difusores de creencias.

Por eso es más revelador escuchar a Diana D’Agostino, esposa del presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, que a su propio marido. Fue preguntada en un programa de variedades de televisión sobre las críticas gubernamentales a una sesión fotográfica para una revista del corazón, en la que posaba en su casa, una vivienda inalcanzable para la inmensa mayoría del pueblo venezolano.

"Criticó el Gobierno, porque está mal acostumbrado a que sus mujeres estén desarregladas, estén sucias, anden sin maquillaje”, respondió. D’Agostino continuó su discurso: "Las venezolanas no somos así. Las venezolanas somos mujeres, primero, que nos gusta arreglarnos. Segundo, lo que yo le dije en estos días a una entrevista que me hicieron, yo me visto como yo quiera porque además de todo, lo que yo tengo me lo ha dado mi marido; yo no le he quitado nada a nadie para vestirme a diferencia de las mujeres del Gobierno”.

La entrevista finalizó con un nada disimulado intento de pretensiones hegemónicas: "Quien criticó fue el Gobierno. El resto de las personas se sienten identificadas, porque la venezolana es así, la venezolana lo que quiere es lucir”. Como colofón, el apoyo cómplice de las entrevistadoras, una de las cuales le señala que "ser bella no es malo” y la otra apostilla que "ser rico tampoco”.

Estas declaraciones no son una salida estrambótica de una persona de la alta sociedad que vive alejada del mundo real. Tampoco es una excentricidad propia de una millonaria. Lo que está haciendo Diana D’Agostino es utilizar estereotipos que están firmemente anclados en el inconsciente colectivo, desde el aspecto físico como ratificación de la condición femenina hasta el enriquecimiento como sinónimo del triunfo social, y que son sumamente eficaces para el capitalismo neoliberal. Todo en boca de una persona de presunto éxito que puede ejercer como modelo, icono o meta para las mayorías populares.

En sus palabras, aparentemente frívolas, se condensa toda una imposición de una forma de ver el mundo que choca frontalmente con aquella que defiende el chavismo y, por extensión, los movimientos de emancipación latinoamericanos del siglo XXI. Esta es la batalla que está en marcha y que va mucho más allá de la resolución de los problemas económicos del momento.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Ecuador)
    • Profesor universitario y escritor español.

Chile: la Alianza del Pacífico

PUNTO FINAL 12 de julio del 2016 CHILE

Paul Walder*

La política exterior chilena vuelve a su cauce y, de paso, se transparenta con más nitidez su vocación neoliberal ligada a los proyectos de los grandes capitales. La reunión de los países miembros de la Alianza del Pacífico, coalición conformada por Chile, Perú, Colombia y México, que se realizó en Puerto Varas, tuvo como país invitado a la Argentina de Mauricio Macri, que ha expresado su intención de acercarse a esta alianza formada en el 2011 por los entonces presidentes Piñera, Alan García, Calderón y el colombiano aún en ejercicio, Juan Manuel Santos.

Si hay algo que une a todos estos países y gobiernos no es sólo su litoral del Pacífico, sino su impronta en el mercantilismo y la desregulación.

La Alianza del Pacífico es un proyecto surgido e instalado en estas costas en medio del auge de los gobiernos izquierdistas y progresistas latinoamericanos. Es una construcción, una barrera de contención contra los programas de inclusión social, de regulación de mercados y recuperación de sus recursos naturales por parte de los Estados latinoamericanos.

Es por esta razón que hoy, tras la caída de los proyectos progresistas en Brasil y Argentina y ante la amenaza que se cierne sobre Venezuela, la cumbre celebrada en la Región de Los Lagos chilena apunta a su extensión. Argentina busca espacios para integrarse no por su condición geográfica, claramente atlántica, sino para ocupar la territorialidad política dejada por la defenestrada Dilma Rousseff y la naufragada Cristina Kirchner.

El gobierno chileno a través del canciller Heraldo Muñoz, un ventrílocuo de los poderes económicos y fácticos, habla de flexibilidad, convergencia, diversidad, pragmatismo. Una serie de conceptos que bien expresan su satisfacción por el fortalecimiento de este tipo de integración puramente comercial y utilitaria en desmedro de otro tipo de integración de corte político y de compromisos de desarrollo regional. Una adhesión basada en el fortalecimiento de los mercados por sobre la prosperidad social.

Inversiones en producción y servicios, creación de nuevos empleos, fomento a las exportaciones son las palabras más recurridas para destacar los beneficios de la Alianza. No es novedad ni innovación. Es regresión. Son todos conceptos recuperados de las décadas pasadas durante la febril suscripción de tratados de libre comercio y la hegemonía mercantil de la OMC. Un retroceso a las políticas que han conducido a los actuales atolladeros ambientales y sociales y que en economía se manifiestan en la concentración inédita de la riqueza.

Los tratados comerciales, que sin duda aumentaron las exportaciones, importaciones y el consumo de masas de forma vertiginosa durante los últimos diez o veinte años, corren por carriles separados y tal vez opuestos a las necesidades de desarrollo social y económico.

No es una sorpresa que Chile destaque como anfitrión en este tipo de eventos. Es una continuidad de las políticas emplazadas y extendidas desde finales de la dictadura y por toda la transición. Es también la confirmación de la ambigüedad y doble fondo en política exterior, entregada ésta al interés de los inversionistas y las grandes corporaciones que reaparecen como líderes de la integración y la globalización.

La Alianza del Pacífico nació tarde como reacción política. Apoyada, cómo no, por Estados Unidos y sus compañías, es la última y chirriante vuelta de tuerca a la globalización de los mercados, proceso que hoy cae por su propio peso de desigualdades, explotación y exclusiones. La integración de los mercados, tanto globales como regionales derivó en un proyecto para favorecer a la punta de la pirámide de la riqueza mundial a costa de la miseria social, ambiental y económica de las grandes mayorías.

Los nocivos efectos en México del Tratado de Libre Comercio de América del Norte o el rechazo de las clases trabajadoras británicas a continuar en la Unión Europea son una clara señal del agotamiento de este proyecto de las corporaciones por adueñarse de los mercados mundiales.

La fruición mercantil y neoliberal de la clase política chilena, contratada y alimentada por los poderes económicos, continúa atada a un proyecto que despierta abiertos rechazos no sólo externos sino también en nuestro país. Otra señal de su desorientación y oportunismo.

  • Analista político chileno

Gran Bretaña: Theresa May, la nueva Dama de Hierro

PÁGINA 12 12 de julio del 2016 ARGENTINA

La sucesora de Cameron, que estuvo en contra del Brexit, deberá conducir el proceso de secesión y cerrar la grieta que fractura al Reino Unido, no sólo por la cuestión europea

Por Marcelo Justo*

Con mucho de carambola, la antigua ministra del Interior Theresa May será la nueva primera ministra del Reino Unido, en reemplazo de David Cameron, artífice de un referendo para resolver la cuestión europea que le salió por la culata del Brexit.

Así lo anunció el mismo Cameron en medio de una de las peores crisis políticas en décadas. “Estoy encantado de que el proceso no se haya extendido y de que Theresa May sea la próxima primera ministra…”

La elegida para llevar adelante el Brexit, Theresa May, dijo que se sentía “honrada y humilde” ante la responsabilidad y, como es de rigor en la etiqueta social británica, agradeció a los otros candidatos y en especial a la última rival que le quedaba por vencer, Leadsom. En cuanto a su estrategia, fue clara. “Brexit quiere decir Brexit y nosotros queremos que sea un éxito. En segundo lugar, tenemos que unir a nuestro país. Y en tercer lugar, necesitamos una nueva visión sobre el futuro. Un país que funcione no sólo para las minorías sino para todos”, señaló.

La tarea es monumental. May forma parte del bando derrotado en el referendo, de ahí sus primeras palabras respecto del Brexit: no va a buscar una vía para dar marcha atrás con la decisión del electorado. La segunda meta es tan compleja como la primera.

El país quedó partido en dos, pero la polarización esconde fracturas mucho más complejas que la cuestión europea, tanto a nivel de las naciones que componen el Reino Unido –la proeuropea Escocia versus las Brexit Inglaterra y Gales–, como de sus regiones –el norte industrial y la Londres financiera, las grandes urbes y pueblos. La división se percibe a nivel generacional –jóvenes pro europeos, mayores de 50 anti– y de clases sociales –clase obrera amenazada por el Brexit y clase media urbana acomodada a favor de la UE.

Los mercados reaccionaron favorablemente a esta primera señal de certidumbre política desde el sorpresivo voto a favor de abandonar la Unión Europea. La libra recuperó un poco de su valor y el FTSE 100 de las multinacionales más importantes vinculadas con la exportación también dio un salto. Pero más que celebrar un futuro rosado, los mercados dieron un suspiro de alivio. Sin la renuncia de la incompetente pro Brexit Leadsom, el proceso de elección de un nuevo líder se habría prolongado hasta el 9 de septiembre con un resultado incierto.

La noticia le llegó al aún ministro de Finanzas George Osborne en su viaje a Estados Unidos, donde se reunirá con banqueros de Wall Street al inicio de una gira internacional que lo llevará también a China y Singapur. En una columna publicada por el Wall Street Journal en vísperas de su gira, Osborne exhortó a los inversores a que no le den la espalda al Reino Unido porque “dejar la Unión Europea no quiere decir que nos separamos del mundo”.

La gira de Osborne, que no tenía un plan B para el Brexit, responde al rápido deterioro económico insinuado incluso antes de la votación. El indicador del banco Lloyds mostró en el segundo trimestre la peor caída en actividad desde el 2012, tanto en el sector manufacturero como en el de servicios. Ni siquiera la capital, Londres, se salvó de la tormenta y registró su peor resultado desde 2009. En la semana previa al referendo había más de un millón y medio de vacantes laborales en el Reino Unido: una semana más tarde se habían reducido a la mitad.

Theresa May, que ya tiene el apodo de segunda “dama de hierro”, tiene fama de dura negociadora, “bloody difficult woman”, según la definición que dio el ex ministro de Finanzas conservador Kenneth Clarke la semana pasada, sin darse cuenta de que tenía el micrófono prendido. Una de las primeras decisiones que tendrá que enfrentar es cuándo invocar el artículo 50 del Tratado Europeo necesario para iniciar el proceso de separación del Reino Unido de la UE.

El viernes pasado May señaló que no tenía apuro en invocar el artículo 50 y que había que evitar una negociación “nasty” (horrible) que no le convendría ni al Reino Unido ni a la Unión Europea. El potencial para el horror, sin embargo, está a la vista. El artículo 50 da dos años para negociar todos los aspectos legales, comerciales y presupuestarios: si no hay acuerdo se requiere la unanimidad de los 27 miembros de la UE para extender el plazo. En caso de que no exista esta unanimidad, el Reino Unido quedaría en una suerte de limbo diplomático-legal: fuera de la UE, pero aún forzado a cumplir con obligaciones contraídas durante los más de 43 años en que fue miembro.

La táctica de May es procurar negociar lo máximo posible antes de invocar el artículo 50, para evitar la espada de Damocles de un plazo tan corto. Pero en Bruselas el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, ha dicho que no hay conversación posible al margen del artículo 50 y hasta la política de más empatía con los británicos, la canciller alemana, Angela Merkel, indicó que el Reino Unido tenía que poner en marcha el proceso una vez que resolviera el nombre del sucesor de Cameron para evitar mayor incertidumbre.

El vacío político del Brexit no se resuelve, sin embargo, con la asunción de May. Tanto el principal partido de oposición, el laborismo, como los liberal-demócratas, exigieron que se convoque a elecciones anticipadas. El coordinador electoral del laborismo, Jon Trickett, señaló que era “crucial, dada la inestabilidad que causó el Brexit ,que el país tenga un Primer Ministro elegido democráticamente”. Mientras que el líder de los liberales, el evangelista Tim Farron, acusó a May de ser “autoritaria y manipuladora” y señaló que el Partido Conservador ha sumergido al país en el peor de los caos. “Los conservadores no pueden ignorar al electorado, su mandato quedó hecho trizas”, dijo Farron.

En el caso del laborismo el problema es que está inmerso en su peor crisis desde los años 80. Ayer la ex ministra de Negocios en la sombra, Angela Eagle, presentó su candidatura apoyada por 51 diputados para reemplazar a Jeremy Corbyn al frente del partido. Otro diputado, Owen Smith, lanzará también su nombre al ruedo y el Consejo Nacional Ejecutivo partidario tiene que decidir si Corbyn necesita también el apoyo de 51 diputados para ser un contendiente o por ser el líder en funciones no precisa cumplir con este requisito.

Corbyn no cuenta con ese número de diputados, pero fue electo en septiembre por un 62% de los afiliados. Ante lo que considera un golpe interno, ha indicado que apelará a la Justicia si quieren excluirlo del proceso. Y si no lo hacen, es más que posible que gane en una nueva votación de los alrededor de 500 mil afiliados, con lo que la crisis volvería a su punto de partida.

“SÓLO HAGO EL TRABAJO QUE TENGO DELANTE”

La futura primera ministra del Reino Unido, la conservadora Theresa May, quien será la segunda mujer en ocupar ese cargo, es considerada una política prudente, abocada al servicio público y sin estridencias, resolutiva y alejada de los círculos de élite conservadores, a la vez que promete una “reforma social” de cara a las negociaciones del Brexit.

Como favorita desde el día en que David Cameron decidió renunciar, May, de 59 años, contó con amplio respaldo parlamentario y rápidamente se alzó como la líder tory por antonomasia, pero faltaba la obligada carrera de votos, que terminó ganando con el abandono de quien quedaba como su única rival de interna, Andrea Leadsom.

Tibia defensora de la permanencia en la UE, May también venía trabajando de forma pausada y confiada para ganar la batalla final. “No soy una política vistosa. No hago tours por las televisiones. No curioseo sobre la gente en almuerzos. No bebo en los bares del Parlamento. Sólo hago el trabajo que tengo delante”, dijo esta oriunda del pueblo de Eastbourne, en Sussex, en el sureste de Inglaterra.

Así lo hizo. Pero la misma diputada Leadsom le allanó el camino días atrás cuando, en declaraciones a The Times, insinuó que su condición de madre de tres hijos la capacitaba más que a May –sin hijos– para ser la próxima primera ministra. “Siento que ser madre significa que tenés un verdadero interés en el futuro del país, un interés tangible”, dijo y se hundió en sus propias palabras.

Hija de un pastor anglicano –igual que la jefa de gobierno alemana, Angela Merkel, con quien también se la equipara–, May, que padece diabetes de tipo 1, estudió Geografía en Oxford, fue concejal, parlamentaria, primera mujer presidenta del Partido Conservador y la ministra que más tiempo estuvo en la cartera de Interior en el último medio siglo.

Considerada una mujer “sensata” en el ámbito conservador, confiable, prudente y sin mesianismos, May promovió su postulación sin desmesuras ni escándalos. De visión conservadora, casada pero sin hijos, amante del cricket, la cocina y los zapatos, Theresa Brasier, tal como fue bautizada, fundó en 2006 la asociación Women2win para defender el acceso de las mujeres al Parlamento.

Lejos de rivalidades mezquinas de su partido, May se presenta como una gestora confiable y sólida que promete hacer el trabajo que tenga por delante.