Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-09-14

Un presidente que no puede dar la cara en Brasil

PÁGINA 12 8 de septiembre del 2016 ARGENTINA

En la apertura de los juegos paralímpicos le ordenó al locutor que no pronunciara su nombre. Fue su tercer “Maracanazo”; antes había sido silbado en la apertura de los JJ.OO. y después faltó al cierre para evitar otra silbatina

Darío Pignotti

Sin alardes, el Papa bendijo las protestas que hace unos días marcaron el primer acto oficial de Michel Temer. Lo hizo a través de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil que en un comunicado señaló la necesidad de realizar “manifestaciones pacíficas” frente a la “profunda crisis política, económica y social que estamos atravesando”.

“Vivimos un momento triste” planteó la nota de la jerarquía católica parafraseando lo dicho días atrás por el pontífice Francisco lamentando la caída de Dilma Rousseff, a quien envió una carta personal.

“Fuera Temer” gritaron algunos indignados que, burlando los controles policiales, pudieron ingresar a las tribunas metálicas reservadas para convidados del gobierno frente al palco oficial desde donde el nuevo mandatario asistió al desfile cívico-militar por el Día de la Independencia, en el centro de Brasilia. “Golpista” dijo otro activista que fue repelido por simpatizantes del nuevo régimen con la consigna “la bandera brasileña nunca será roja”, popularizada el año pasado durante las marchas multitudinarias a favor de la caída de Dilma.

Previsiblemente molesto con las expresiones de los “infiltrados” entre los convidados especiales, Temer aplaudió en la mañana del feriado nacional el paso de una formación de la policía federal y después miró al cielo, donde la escuadrilla de aviones Super Tucano de la Fuerza Aérea Brasileña dibujó un corazón de humo.

Agentes de seguridad, trajeados, fueron filmados cuando retiraban del desfile a un estudiante por exhibir un adhesivo que al parecer decía “Fuera Temer”, repitiendo lo ocurrido en la noche del martes, cuando se impidió a los hinchas de la selección ingresar con carteles al estadio Arena Amazonas, de Manaos, donde el equipo de Neymar derrotó 2-1 a Colombia.

Dos semanas después de asumir la presidencia por la destitución de Dilma, Temer es una suerte de gobernante en las sombras, adversario del contacto con el público: suspendió el tradicional recorrido del día patrio en el Rolls Royce oficial descapotado, al que reemplazó por un vehículo cerrado.

Tras el acto, Temer estuvo por la noche en la apertura de los Juegos Paraolímpicos en el estadio Maracaná, de Rio de Janeiro, donde se ordenó al locutor no pronunciar su nombre, pese a lo cual hubo expresiones de repudio bastante generalizadas.

Ese fue el tercer “Maracanazo” del gobernante que el 5 de agosto, cuando aún era presidente interino, recibió una cerrada rechifla en la apertura de las Olimpíadas y el 21 de agosto, cuando estuvo ausente en la ceremonia de clausura olímpica advertido de que le esperaba otra muestra de repudio.

Antes de la ceremonia paraolímpica, miles de personas se habían movilizado por las calles de Rio de Janeiro exigiendo elecciones “Directas Ya” en el marco de la marcha del “Grito de los Excluidos”.

Decenas de miles de personas marcharon en la vigésimosegunda edición del “Grito de los Excluidos” celebrada en más de 10 capitales .

La tradicional concentración es convocada cada año por un grupo de organizaciones entre las que está la Conferencia Nacional de Obispos, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra y la Central Unica de los Trabajadores.

En San Pablo unos 15 mil manifestantes recorrieron la Avenida Paulista y en Brasilia los organizadores reportaron la participación de 10 mil personas, mientras la Policía Militarizada contó 2 mil 700.

Fuentes del gobierno dijeron a un periodista del canal GloboNews que tomaron nota de las protestas y admitieron su preocupación ante la posibilidad de que este clima de repulsa se “contagie” al conjunto de la sociedad.

Una encuesta de la consultora Ipsos, publicada la semana pasada por el diario Valor Económico indicó que el 68% de los brasileños tiene una imagen negativa del sucesor de Rousseff, a quien ésta define como un “usurpador” del gobierno.

La Policía Militarizada de San Pablo atacó la semana pasada a las columnas de campesinos sin tierra, trabajadores sin techo y estudiantes en lucha por el restablecimiento de la democracia.

Una estudiante de 19 años perdió un ojo y un reportero de la BBC fue agredido en aquella movilización del miércoles 31 de agosto, horas después de la consumación del golpe parlamentario contra Rousseff.

Ante la brutalidad de los policías paulistas y de otros estados, el Partido de los Trabajadores (PT) de Dilma y Lula anunció que presentará una denuncia sobre la restricción del derecho de manifestación ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, vinculada a la OEA. Unas 20 mil personas recorrieron, según los organizadores del Grito de los Excluidos, el centro de Belo Horizonte, capital de Minas Gerais y tierra natal de Rousseff.

Desde el martes la expresidenta está radicada en la sureña Porto Alegre, en donde planea tomarse un tiempo de descanso, posiblemente escribir un libro y retomar la militancia política. “Mi prioridad es militar contra el gobierno golpista” declaró la semana pasada poco antes de dejar definitivamente el Palacio de Alvorada.

Venezuela, desarrollo minero contra guerra económica

REBELIÓN 9 de septiembre del 2016 ESPAÑA

Hedelberto López Blanch*

La República Bolivariana de Venezuela ha debido enfrentar en los últimos años una de las guerras económicas más fuertes ocurridas en Latinoamérica, auspiciada por las fuerzas de derecha nacionales y apoyadas desde el exterior por Estados Unidos y varios países desarrollados de occidente.

Con la intención de revertir su gran dependencia de la extracción de petróleo (su principal fuente de divisa que se ha visto afectada en los últimos tiempos por la baja internacional en los precios del crudo) Caracas ha lanzado un megaproyecto en el Arco Minero del Orinoco que le permitirá obtener entre tres mil y cuatro mil millones de dólares anuales.


El denominado Arco Minero del Orinoco en el sureste de Venezuela, cuenta con una extensión de 111 mil 843 kilómetros cuadrados y posee una amplia diversidad de minerales metálicos y no metálicos.

Entre los metálicos se hallan: oro, hierro, bauxita, cobre, cromo, carbón, manganeso, magnesita y níquel, mientras aparecen en los no metálicos: diamante, fosfato, caliza, feldespato, dolomita, yeso, caolín, grafito y talco.

Los estimados del Ministerio de Desarrollo Minero Ecológico indican que el total del valor comercial de las reservas minerales en la zona, ubicada en el estado Bolívar, ascienden a más de dos trillones de dólares.

La estrategia lanzada por el gobierno de Nicolás Maduro se encamina a diversificar el desarrollo económico del país, aumentar su Producto Interno Bruto para continuar los programas sociales, rebajar la dependencia del petróleo y desbloquear el cerco financiero que le han impuesto los organismos financieros internacionales a instancias de los países occidentales encabezados por Washington.

Naciones amigas como Rusia, Sudáfrica y China han expresado el interés de incorporarse a los proyectos del Arco Minero del Orinoco, mientras otros que hasta el momento no han sido tan amistosos como Inglaterra, Canadá, Australia y Estados Unidos también han manifestado el deseo de invertir en la zona. Ya suman en total más de 100 empresas de 37 países las que se han acercado al Gobierno Bolivariano en aras de participar en las futuras explotaciones.

Las estimaciones (aún faltan la certificación oficial) señalan que las reservas de oro catapultarían a Venezuela a ser el segundo país del mundo con más oro, solo superado por las 8 mil 133 toneladas que posee Estados Unidos.

Además del oro, en la zona hay 33,8 millones de quilates de diamante, 3 mil 644 millones de toneladas de hierro, y gigantescos yacimientos probados de bauxita, cobre, coltán entre otros estratégicos minerales.

La puesta en marcha del proyecto, que ya había sido concebido por Hugo Chávez, como parte del desarrollo estratégico del país, junto a la Faja Petrolífera del Orinoco, deberá generar 25 mil empleos directos y 75 mil indirectos en el Estado Bolívar, pues se concibe como un plan general de desarrollo del sector industrial nacional. A la vez, ampliará el control y la presencia estatal en la rica zona minera que anteriormente ha estado sometida a la explotación ilegal dirigida por bandas violentas.

El ministro de Desarrollo Minero Ecológico, Roberto Mirabal, explicó que el sistema adoptado será la creación de empresas mixtas en las que el Estado tendrá el 55% de las acciones e igual porcentaje del total de las ganancias. Ya ese programa fue explicado a los futuros inversionistas en una reunión efectuada con firmas internacionales en la sede del Banco Central de Venezuela.

Asimismo, Mirabal detalló que el Arco Minero se ha dividido en cuatro bloques: el primero, denominado “Juana La Avanzadora”, que posee coltán, oro, bauxita y diamante; el segundo, “Manuelita Sáez”, con oro y diamante; el tercero, “Negra Hipólita”, donde prevalecen, hierro, oro, diamante y bauxita; y el cuarto, “Josefa Camejo”, que contiene básicamente yacimientos auríferos.

Los especialistas señalan que esta ha sido una bien calculada movida del Gobierno Bolivariano para, además, frenar las constantes acciones financieras de las calificadoras internacionales como Moody´s, Fitch y Standard and Poor´s que han estado constantemente elevando el hipotético “riesgo” del país para las inversiones, que lo ubican hasta por debajo de Grecia (que se encuentra en default) y de Siria, completamente destruida por una guerra impuesta desde el exterior.

Pese a las constantes agresiones, el gobierno venezolano sigue adelante con sus proyectos económicos-sociales y el Arco Minero se convertirá en una bien pensada acción para que, pese a las diferencias políticas, los financiamientos y las inversiones internacionales fluyan con mejores condiciones hacia el país.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Periodista cubano

México: “La humillación se ha completado”

PROGRESO SEMANAL 7 de septiembre del 2016 EEUU

Max J. Castro*

Esta fue la reacción del presentador de noticias Carlos Molet de Lora, de Televisa, a las desafiantes palabras de Donald Trump durante su visita a México, donde reiteró su intención de construir un muro en la frontera y no se disculpó por llamar a los inmigrantes mexicanos “violadores y criminales”. Lo que empeoró las cosas, como sugirió Molet de Lora, es que Trump dio la bofetada “en nuestra cara y en nuestro hogar”.

Pero lo que indignó en general a los mexicanos fue que su presidente, Enrique Peña Nieto, se mantuvo parado silenciosamente, impasible, sin denunciar la idea de un muro ni exigiendo una disculpa por los insultos de Trump contra los mexicanos.

La reacción del pueblo mexicano ante el pusilánime comportamiento de su presidente fue casi unánime, inmediata y furiosa. Los partidos políticos y los políticos, desde el centro derechista PAN hasta el centro izquierdista PRD, condenaron a Peña Nieto en los términos más enérgicos. Algunas de las críticas más duras vinieron de escritores, cineastas y otros intelectuales.

El grave e inexplicable error de Peña Nieto fue ignorar un elemento del núcleo mismo de la identidad mexicana y el sentimiento de agravio histórico que tiñe la actitud de los mexicanos hacia Estados Unidos. A raíz de la visita de Trump, un crítico del presidente mexicano trató el tema de la manera más sucinta posible: “Los mexicanos tenemos memoria y dignidad”.

La crítica fulminante estaba justificada, era inevitable y predecible.En un artículo publicado en el diario español El País, el cineasta ganador del Oscar, Alejandro González Iñarruti, dijo que sintió “profunda tristeza, indignación y vergüenza”. Describió la invitación del presidente de México a Donald Trump como una “traición”. El realizador escribió: “Es respaldar y dar carácter oficial a aquel que nos ha insultado, escupido sobre nosotros, y que nos ha amenazado”.

El expresidente Vicente Fox, un pro-estadounidense que fue ejecutivo de Coca Cola, dijo que Trump fue invitado pero no era bienvenido. La novelista Ángeles Mastretta escribió que lo que ocurrió fue lo que se esperaba “de un presidente que no es capaz de exigir disculpas”.

Después de que su líder cometiera el error de invitar a Trump, lo menos que esperaba el pueblo mexicano de él era una ráfaga de duros contragolpes, que reaccionara contra la vil descripción que hizo Trump de los inmigrantes mexicanos, contra su plan hostil para la construcción de un muro y contra su arrogancia y audacia al exigir que el gobierno mexicano pague por ello. Peña Nieto no tocó a Trump ni con el pétalo de una rosa. El sentimiento predominante es que el presidente no se enfrentó a un matón, peor aún, a un matón gringo, y al no hacerlo permitió que se humillara a toda la nación.

Para colmo de males, a su regreso a Estados Unidos Trump pronunció un discurso de línea dura acerca de la inmigración, insistiendo en que México pagaría por el muro, y que se lo había dicho a Peña Nieto en su reunión privada, sin recibir respuesta. Peña Nieto negó que la cuestión del pago del muro se hubiera discutido.

Los presidentes de México no pueden ser reelegidos, y el índice de aprobación de Peña Nieto era del 20% antes de la debacle de Trump. Lo que le suceda de ahora en adelante es cuestión de historia y de legado, y no de política. La historia de México lo recordará como una figura a despreciar.

Sin embargo, para Trump la visita fue un éxito político, a pesar de algunos inconvenientes. Para los republicanos y otros que odian a Clinton y desconfían de ella con una pasión totalmente desproporcionada con respecto a sus modestos fracasos, sobre todo en comparación con los defectos monumentales de Trump, la imagen de Trump y Peña Nieto dándose la mano les ayudará a convencerse de que Donald Trump puede ser diplomático y tener una imagen presidencial. Estas son personas que odian la idea de Hillary en la Casa Blanca y se están aferrando a un clavo ardiente para decirse que, después de todo, Trump no es un demente.

La base nacionalista blanca extremista de Trump podría interpretar el viaje de una de dos maneras.Una lectura es que es parte de un ablandamiento general no deseado de la posición de Trump acerca de la inmigración y los mexicanos. La otra interpretación es que todo fue el equivalente de Trump diciendo a México (y por extensión todos los demás países): Voy a escupirles la cara, y después ustedes van a darme la mano.

Por cierto, Peña Nieto hubiera podido redimirse de su silencio mediante un simple gesto, un acto de engaño al estilo de Donald Trump. Podría haber fingido que extendía su mano derecha para dar a Trump un apretón de manos, y luego, como si lo pensara mejor, meterla en el bolsillo, dejando a Trump con su mano en el aire y haciendo el ridículo. Eso le habría virado la tortilla a Trump, quien aceptó una invitación que su anfitrión esperaba que él hubiera declinado, lo que puso al presidente de México en una posición inviable, y que luego empeoró las cosas con su retórica acerca del muro.

El pequeño inconveniente para el Trump es que su visita a México logró enfadar incluso a algunos de su denominada comisión hispana. Eso es todo un logro, teniendo en cuenta que es difícil imaginar a cualquier latino que se respete aceptar pertenecer a tal grupo. Aun así, varios miembros del grupo renunciaron. Uno de ellos hasta emitió un comunicado diciendo que el grupo era “una estafa dirigida a promover una imagen”. ¡Vaya!

Por otra parte, para apaciguar a sus seguidores que temen que está suavizando su actitud respecto a los inmigrantes, Trump reiteró sus originales posiciones draconianas en su discurso en Arizona, después de regresar de México. Muy bueno para la base, pero no tanto para el Comité Nacional Republicano, cuyos líderes esperaban fervientemente que Trump dejara de ahuyentar a los republicanos e independientes, moderando su mensaje y su tono.

Jeff Flake, el senador republicano de Arizona, caracteriza la postura de Trump acerca de la inmigración como confusa, y después un giro de 360 grados, lo que lo lleva al mismo lugar donde comenzó. La razón de la confusión y del giro es que Trump está tratando de cuadrar el círculo: trata de atraer al menos a algunos electores como latinos, asiáticos y negros con un “acercamiento” sin sentido, mientras al mismo tiempo garantiza el apoyo de sus tropas de élite y sigue alimentándolas con carne cruda.

No es factible. Esa es una de las razones por la que estoy convencido de que Trump va a perder, a pesar de la cháchara constante en los medios de comunicación acerca de que está a poca distancia y de los elementos altamente “negativos” de Clinton. Pero me parece que el hecho de que incluso estemos hablando en este momento acerca de una corta distancia, después de todo lo que Trump ha dicho y hecho –para no mencionar lo que él es como ser humano– es muy preocupante y deprimente. ¿Qué están pensando tantos estadounidenses, y podrán siquiera pensar con claridad suficiente para superar su aversión irracional a Clinton?

En juego en EEUU, la Casa Blanca, 11 gobernaturas y el Congreso

LA JORNADA 7 de septiembre del 2016 MÉXICO

David Brooks

El 8 de noviembre Estados Unidos realizará comicios para elegir presidente y vicepresidente, los 435 representantes de la Cámara de Representantes y 34 senadores (un tercio) de la cámara alta. También estarán en juego 11 gobernaturas y cientos de puestos estatales, municipales y locales. Además habrá una serie de referendos estatales respecto de un abanico de temas, desde la legalización de la mariguana hasta iniciativas ambientales y normas laborales.

LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL

Hay dos aspectos clave (y extraños) en la elección del presidente: no hay voto directo y en este sistema un candidato puede ganar la mayoría del voto popular, pero perder la elección. Esto no es un asunto hipotético: la ocasión más reciente en que sucedió fue en el 2000, cuando Al Gore ganó el voto popular por más de 500 mil sufragios, pero George W. Bush ganó la elección (sin entrar en detalles muy complicados de esa contienda aún disputada, donde se comprobó que no todos los votos cuentan ni son contados), fue la cuarta vez que ocurre en la historia del país.

Todo por algo llamado colegio electoral. De hecho, la elección presidencial nacional en verdad son 51 elecciones simultáneas, en cada Estado y la capital. Cada entidad tiene sus propias reglas, horarios, métodos de verificación y equipo (las casillas y urnas). El candidato que gane la mayoría de votos en cada Estado (con un par de excepciones) es el que gana el apoyo de ese Estado expresado en sus votos electorales.

Los votantes en efecto no están votando por el candidato presidencial, sino por electores desconocidos comprometidos con uno u otro de los candidatos. Hay un total de 538 electores que conforman el colegio electoral. Para ganar la presidencia se requieren 270, no la mayoría del voto popular.

El número de los electores asignados a cada Estado depende del tamaño de su población medido por el censo más reciente. Este número es igual al de distritos electorales (el número de representantes) más dos senadores. Pero en todos los estados, a excepción de Nebraska y Maine, quien gana la pluralidad del voto (no tiene que ser la mayoría del total) conquista todos los electores de ese estado.

Por ejemplo, a quien gana la mayoría del voto popular, aun si es por un margen muy cerrado, de un Estado como California, se le otorgan todos los 55 de California, o los 29 de Nueva York. Aún más complicado es que en 25 estados y la capital los electores no están obligados a votar por la opción preferida por el electorado, pero casi siempre lo hacen.

En este sistema la ruta a la victoria está definida no por el total del voto popular, sino por la acumulación de electores por triunfos Estado por Estado. Por lo tanto, la estrategia electoral se determina por una ruta de estados que permita acumular los 270 votos electorales.

Al elaborar las estrategias se supone que ciertos estados se inclinan por uno u otro partido; de hecho, desde el 2000 los demócratas han ganado consistentemente en 18 estados con un total de 242 votos electorales, o sea 90% de lo que necesitan. Los republicanos han ganado en 21 estados con 179 votos electorales, es decir, 66%.

Los expertos y estrategas suponen que esto se repetirá ahora, aunque no se pueden descartar sorpresas. Por lo tanto, el enfoque de las campañas no es nacional, sino sobre aquellos estados que no están definidos o que a veces han sido ganados por demócratas o por republicanos. Estos son los llamados estados swing (que se columpian de un lado a otro), y son la clave para casi toda elección. A ellos se destinarán gran parte de los recursos y la atención de los candidatos. Es ahí donde se determina en verdad la contienda nacional. Por esta misma razón, la utilidad de los sondeos nacionales es limitada, ya que lo que más importa son las tendencias en estos estados claves.

Por ahora, entre 12 y 16 estados se consideran en juego y claves y, como siempre en tiempos recientes, dos siempre figuran en esta lista: Florida y Ohio. La lista durante este ciclo electoral también incluye Carolina del Norte, Minnesota, Nevada, Iowa, Georgia, Carolina del Sur, Arizona, Montana, Misuri y Alaska. Algunos estrategas agregan Virginia, Wisconsin, Pensilvania y Maine.

LOS OTROS CANDIDATOS

Hay varios candidatos presidenciales más en este ciclo electoral, casi todos marginales. Dos de ellos sí podrían tener un impacto en los resultados finales: Gary Johnson, del Partido Libertario y exgobernador de Nuevo México, que fue uno de los políticos pioneros en promover el fin de la guerra contra las drogas y despenalizar la mariguana, entre otras cosas. Actualmente tiene entre 8% y 10% de preferencias. Por otro lado, Clinton no es la única mujer en la contienda por la Casa Blanca, ya que Jill Stein es candidata presidencial del Partido Verde. Por ahora tiene un apoyo de entre 3% y 5%.

Los analistas debaten cuánto impacto podrían tener estos dos aspirantes sobre la elección, sobre todo en algunos estados con márgenes cerrados entre Trump y Clinton, ya que el porcentaje, aunque mínimo, del voto total que captan estos dos podría restar apoyo a uno de ellos.

El sistema electoral estadounidense está diseñado para hacer casi imposible que surja una tercera opción. Sin embargo, ha habido ejemplos en que un candidato independiente ha logrado superar algunos de estos obstáculos e impactar la elección. Los ejemplos más relevantes en tiempos recientes fueron la campaña de Ross Perot en los 90, y la de Ralph Nader en el 2000, pero hay varias más a lo largo del último siglo.

EL CONGRESO

En la cámara alta el equilibrio actual es de 54 republicanos y 46 demócratas. Las 34 curules en juego son 24 ocupadas ahora por republicanos, y solo 10 que defienden los demócratas. Para recuperar la mayoría, los demócratas necesitan aumentar su total en cinco curules (o solo por cuatro si ganan la Casa Blanca, ya que el vicepresidente tiene la función de presidente del Senado).

En la cámara baja el equilibrio actual es de 246 republicanos frente a 188 demócratas. Para recuperar la mayoría, los demócratas tendrían que ganar 30 más de las que tienen ahora.

GOBERNATURAS

En este ciclo están en juego 12 (de las 50) gobernaturas. Los demócratas están defendiendo ocho, los republicanos cuatro.

REFERENDO

Hasta el momento, 160 medidas estatales han sido certificadas para ser votadas en referendo en 35 estados. Los temas más relevantes son: la despenalización/legalización de la mariguana, control de armas, acceso a servicios de salud, salario mínimo. También hay todo un abanico de otros temas, desde la primera prohibición en el país de bolsas de plástico en California, un nuevo sistema de votación en Maine, a una medida para imponer el requisito del uso de condones por la industria pornográfica, entre otros.

EL CALENDARIO

Entre ahora y la elección se ha acordado realizar tres debates presidenciales: el 26 de septiembre será el primero, y dos, en octubre: el 9 y el 19. Habrá uno entre los candidatos a la vicepresidencia el 4 de octubre.

Los votos finales se depositan el martes 8 de noviembre. En varios estados se permite emitirlo antes de ese día.

El 20 de enero del 2017 la nueva o el nuevo presidente se muda a la Casa Blanca.