Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-11-15

Estados Unidos: algunas razones determinantes del resultado electoral

Fernando M. García Bielsa*

Pretendemos a través de una sucesión de artículos sobre el tema, traer a colación algunos antecedentes y elementos sobre las bases sociales de lo que finalmente resultó la sorpresiva elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, resultado que abre muchas interrogantes y deja no pocas incertidumbres.

Trump es un hombre de la élite, un hábil demagogo de derecha, que desarticuló los esquemas electorales iniciales del establishment republicano y que parecía un elemento perturbador de las opciones primeras de esos círculos de poder financiero y político. Luego de servir de catalizador a ese bochornoso y mediático espectáculo electorero, el candidato se les fue de las manos y recibió contra sí una impresionante batería de acciones desde esos mismos sectores de poder con la intención de descarrilarlo.

Aunque en un resultado bastante cerrado, Hillary Clinton ha sido estrepitosamente derrotada. La mayoría de las predicciones electorales, las encuestadoras y los medios fallaron, Y aunque volveré más adelante sobre las fortalezas y debilidades de la candidata demócrata antes comenzaré por apuntar brevemente lo que son algunos de los elementos más evidentes de este resultado:

En primerísimo lugar se confirma el amplio rechazo de la población a los políticos profesionales, a los manejos en los círculos de poder en Washington; la revuelta latente pero abierta de la gente en contra del establishment de gobierno, contra la claque de profesionales que han dominado el quehacer capitalino durante varias décadas. Algo que ya antes de estas elecciones había sido catalogado como el más notable fenómeno político de la actualidad en los EEUU.

Hillary es la personificación de esa claque, mientras que el multimillonario Trump se presentó como ajeno a esos círculos.

Entre otros factores a su favor estuvieron: la centralidad de su discurso en temas socioeconómicos muy sensibles para el electorado, en primer lugar el deterioro de la base industrial del país, la fuga de capitales y la consiguiente pérdida de buenos empleos, sobre todo en la zona tradicional manufacturera del norte y centro del país, así como sus denuncias del nefasto impacto en ese sentido de los tratados de libre comercio. Su consigna de recuperar la grandeza del país tuvo llegada y atrajo, por muy diversos motivos, los sentimientos nostálgicos de millones de estadounidenses.

Aunque obviamente no es su intención ni será capaz de reducir el presupuesto militar ni el papel agresivo de los EEUU en el mundo, Trump fue efectivo, y aparentemente en sintonía con millones del ciudadanos, al presentarse como partidario de moderar las tensiones internacionales y sus críticas al grado y la forma en que han sido llevadas a cabo las intervenciones bélicas, en particular en el Oriente Medio.

Asimismo, Trump explotó con efectividad los elementos de frustración y el deterioro de vida de muchos norteamericanos blancos que los han llevado a buscar chivos expiatorios a sus problemas y que se reflejan en actitudes racistas y xenofóbicas, antiinmigrantes, que simbolizó en los mexicanos y los musulmanes, con lo que explotó también el miedo al terrorismo.

Este es el asunto más comentado y visible, el que más rechazo le ha generado en el mundo entero, pero que le permitió desde un primer momento atraer hacia él la atención de los medios, el respaldo de buena parte del electorado blanco y desplazar a sus opositores. Pero ha sido incorrecto y de corta vista en algunos analistas pasar por alto el poderoso trasfondo social de ese enfoque intolerante de Trump.

La inseguridad del empleo y una economía en retroceso concurren todavía como factores que alimentan un ambiente político de resentimiento y tensiones raciales que hizo cuajar con fuerza la Nueva derecha en los años ‘70. Una generación y algo más de estadounidenses han abandonado la aspiración de subir en la ‘escala social’ cuando por el contrario enfrentan la inseguridad.

El llamado de Trump resonó con fuerza en muchos blancos de ingresos medios quienes, por diversas razones, sienten que su mundo se está derrumbando; sectores de población quienes observan con terror la erosión del sueño norteamericano, pero muchos que lo miran a través del prisma racial.

Asimismo, un segmento creciente de estadounidenses blancos que han caído en la marginalidad o en condiciones de vida precarias son receptivos a las ideas conspirativas, ultranacionalistas y racistas. Pero tampoco se puede generalizar respecto al carácter estrictamente conservador de esos sentimientos y grupos, pues muchos desean cambios radicales de la situación que padecen y se recienten con el status quo.

Existe una gran diversidad y contradicciones al seno de la derecha y sus bases sociales, así como alto grado de confusión ideológica. Algunos analistas estadounidenses destacan la incapacidad de muchos de sus adherentes “para convivir con la sociedad moderna” y su propensión a vetar todo lo que perciben como amenazas a sus modos de vida. Para muchos está en juego nada menos que el futuro de la sociedad y los valores que deben prevalecer. Dentro de ese panorama polarizado y sus complejidades, debe apuntarse que hay grandes sectores de la derecha, en particular la denominada ‘derecha libertaria’, que tienden a oponerse a las intervenciones militares en el exterior y al espionaje interno y otras restricciones de derechos ciudadanos. Asimismo, el encono y la fobia contra Wall Street es enorme, muy extendida, en las bases de los movimientos conservadores.

Convencidos de que el sistema político está corrupto, la mayor parte de la Nueva Derecha ha mostrado considerable desconfianza y resentimiento hacia los políticos o los intelectuales, incluso conservadores, quienes han escogido operar dentro del mismo y que, por ello, deben hacer tratos y negociar en esos círculos.

Otros, mediante la notable influencia que ejercen los predicadores fundamentalistas, el llamado Tea Party y elementos de la derecha alternativa sobre buena parte del Partido Republicano, lograron en los últimos lustros un marcado efecto en el debate legislativo y en el curso de algunos programas presupuestarios y sociales, así como en las legislaturas estaduales y han logrado la aplicación – aquí o allá – de nuevas restricciones selectivas al derecho al voto, los derechos al aborto, el restablecimiento de la segregación racial en escuelas públicas, la ilegalización de facto de la organización sindical y otros. Son temas que abordaré en un próximo artículo. Ahora, para terminar, vuelvo a referirme a la candidata derrotada: Hillary Clinton.

Tuvo varias ventajas: contar con un nombre bien conocido, haber participado en una anterior campaña presidencial en el 2008, contar con la maquinaria completa del Partido Demócrata a su lado, una abrumadora ventaja de multimillonarios fondos recaudados, el respaldo de la mayoría de la élite económica y financiera, y de la casi totalidad de los medios de prensa y difusión a su favor, así como el respaldo activo, tanto del popular senador Bernie Sanders como del presidente Obama.

Por otro lado pesó en su contra, y mucho, el rechazo público a los políticos profesionales y el ser una figura que provoca desconfianza y cuenta con un muy alto nivel de rechazo ciudadano, tanto por ser una figura política tradicional como por ser considerada una persona deshonesta, y por su historial y tendencias en pro de una política internacional agresiva, por todo lo cual fue considerada finalmente como la peor opción entre ambos candidatos.

Las revelaciones sobre los email y otros desatinos de cuando era Secretaria de Estado, los escándalos achacados al ex presidente Clinton, las presuntas ilegalidades en la Fundación Clinton y otros problemas que se avizoraban como que serían recurrentes y perturbadores de su gestión de gobierno, no fueron un factor menor en la derrota.

Pocos días antes de las elecciones, Paul Craig Roberts, quien fue alto funcionario de gobierno, opinaba que poderosos sectores de la oligarquía habrían reconsiderado en las últimas semanas su opción electoral. Que habría primado el cálculo que Hillary, como presidenta, probablemente estaría sujeta a investigación durante años y que, con la atención concentrada sobre ella en esos asuntos, “no les serviría a los intereses de esa oligarquía, les resultaría inservible, y que de hecho desenterraría varias de las conexiones de la Clinton con los oligarcas que podrían dañarlos”. Roberts agregó que en esa consideración oligárquica pesó evitar que “se destruyera la reputación del país por escoger una persona sujeta a investigaciones por delitos de mayor cuantía”.

En un próximo artículo ampliaremos acerca de algunos recientes desarrollos y presencia de las agrupaciones de derecha en EEUU y de los sentimientos en extensos sectores que los apoyan. Es un tema que abordo en el marco de las recientes elecciones pero no debe deducirse de ello que exista identificación alguna entre las posiciones de dichas agrupaciones con las posiciones políticas del presidente electo Donald Trump, quien explotó de manera populista tales sentimientos y reivindicaciones.

  • Analista político cubano

Cinco razones que explican la (quizá no tan) sorprendente victoria de Donald Trump

BBC MUNDO 10 de noviembre del 2016 GRAN BRETAÑA

Beatriz Díez*

1. Rechazo al sistema y la clase política tradicional. Donald Trump, un multimillonario sin experiencia en política, conocido por sus edificios y por su reality de televisión The Apprentice, es alguien de fuera, y qué mejor que un extraño para cambiar un sistema que, a juicio de muchos, ya no funciona. "Drenar el pantano" (drain the swamp) se convirtió en uno de los eslóganes más repetidos por Trump en los últimos diez días de campaña.

Desde que el director del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), James Comey, anunciara que su agencia iba a investigar nuevos correos electrónicos, Trump reforzó sus ataques contra Clinton y empezó a corear esas tres palabras que resumen el sentir de muchos de sus seguidores.

Que dos días antes de las elecciones Comey exonerara a Clinton de nuevo, no pareció tener mucho peso.

"Tienes mucha experiencia, sí, pero es mala experiencia", repitió Trump en los debates presidenciales que enfrentaron a los candidatos.

Este largo proceso electoral ha puesto de manifiesto el descontento de una mayoría de la ciudadanía estadounidense. La idea de que Clinton era más de lo mismo en un Washington que se percibe como un entorno elitista y corrupto sirvió para pasar por alto los rasgos más controvertidos del republicano.

Los seguidores de Trump sienten que es el único que "dice las cosas como son" y da voz a sus insatisfacciones y frustraciones. Los exabruptos del ganador de las elecciones son tolerables porque demuestran que no se deja llevar por lo políticamente correcto.

La herencia bélica del presidente Barack Obama, que deja la Casa Blanca con la situación de Irak y Afganistán sin resolver y el avispero de Siria más complicado que nunca, ha atraído a más electores hacia Trump, quien asegura tener la solución para poner orden en el "desastre del Oriente Medio".

2. Desencanto con la situación económica "En los últimos 8 años, el 80% de los estadounidenses no ha visto ninguna mejora en sus sueldos", subraya Arthur Brooks, director del grupo conservador American Entreprise Institute, con sede en Washington.

"Durante todos esos años creció el populismo, eso se ve en otros países, surgen líderes como Marine Le Pen en Francia, Nigel Farage en Reino Unido… ahora aquí ya somos Europa", añade.

El discurso de Trump ha calado de forma particular en las clases medias trabajadoras, cuyo voto se puede leer como una expresión del desencanto y la frustración que sienten al ver que su situación económica no mejora aunque los líderes insistan en que la crisis financiera del 2008 ya quedó atrás.

En especial los hombres blancos de más de 50 años, de zonas posindustriales, trabajadores de sectores energéticos tradicionales que ahora se ven atacados por quienes defienden las energías limpias o renovables han llenado los mítines de campaña de Trump y, en consecuencia, han acudido a las urnas en grandes cantidades. Además, los electores han premiado el discurso proteccionista de Trump respecto a los tratados comerciales con otros países y su promesa de hacer que las empresas retornen la manufactura a Estados Unidos.

3. El discurso del miedo y el eco de los medios de comunicación Relacionado con el desencanto de las clases medias está el temor a que la situación vaya a empeorar. Ahí calan el miedo y rechazo al otro, al extranjero, al inmigrante que viene a quitar puestos de trabajo o a llevarse los fondos de un gobierno ya endeudado, al musulmán que quiere acabar con la cultura occidental por medio de ataques terroristas.

En ese sentido se explica el lema de campaña de Trump: "Hacer a Estados Unidos grandioso de nuevo", en referencia a que los tiempos pasados eran mejores.

Trump logró convencer con su mensaje de "hacer a Estados Unidos grandioso de nuevo".

"No tenemos guerras mundiales, no hay una recesión económica importante, el autodenominado Estado Islámico no supone una amenaza real, es un grupo de apenas 30 mil personas que está muy lejos de aquí.

"Pero esto no vende. El periodismo para contar que todo va bien no tiene ningún sentido, la gente no sintonizaría las noticias.

"Para los medios es necesario hablar sobre la amenaza terrorista, sobre la afluencia masiva de mexicanos que quieren cruzar la frontera, aunque no sea verdad (de hecho, hay más mexicanos abandonando Estados Unidos que a la inversa), etcétera.

"Dicen que la primera víctima de la guerra es la verdad, pero me atrevería a modificar la frase y decir que la primera víctima del periodismo es la verdad", opina Rosenblum.

4. La impopularidad de Hillary Clinton Los seguidores de Bernie Sanders, quien se disputó con Hillary Clinton la nominación del Partido Demócrata, suspiraron este martes por lo que consideran una ocasión perdida. La desconfianza de gran parte del electorado hacia Hillary Clinton y su entorno demostró ser crucial en esta elección. Y es que hay quienes aseguran que la principal razón que explica la victoria de Trump tiene nombre y apellido: Hillary Clinton.

La exprimera Dama y exsecretaria de Estado genera un rechazo casi sin precedentes en la clase política estadounidense y no solo entre republicanos, sino también entre algunos demócratas y simpatizantes de otros partidos. Desconfían de ella, dicen que es poco transparente y cuestionan su forma de manejar la Secretaría de Estado y la Fundación Clinton. Esto sin entrar en el complicado caso de los correos electrónicos, un escándalo que persigue a la aspirante demócrata desde el 2015.

"Yo podría disparar a alguien en la Quinta Avenida y no perdería ni un voto", aseguró Trump en enero. En el otro extremo está Clinton, a quien después de 30 años en política, no se le perdona un tropiezo.

5. Voto oculto

Una vez más tenemos que hacer referencia a los errores de las encuestas.

El magnate neoyorquino se hizo con el apoyo de grupos diversos que, según los analistas, terminaron comportándose como lo hacen los bloques minoritarios. Con márgenes variables, más amplios o más estrechos, en general todas atribuían una ventaja a la candidata demócrata.

Se veía a los votantes latinos como los que le iban a adjudicar la victoria a Clinton, pero lo cierto es que el apoyo latino a la exsecretaria de Estado ha sido menor de lo anticipado. La comunidad negra, por su parte, ha votado en proporciones menores que en las elecciones presidenciales del 2008 y el 2012, cuando se impuso Barack Obama. Las mujeres blancas con título universitario, que también se apuntaban como grupo esencial para Clinton, no han votado en cifras capaces de compensar el apoyo de los hombres blancos de clase trabajadora por Trump.

Sin embargo, se pasó por alto algo que ha repetido Kellyanne Conway, gerente de campaña de Trump, estos últimos días: el voto oculto que terminó por darle la presidencia a Donald Trump.

  • Periodista de BBC Mundo.

Los cinco consejos de Michael Moore para superar el shock de Trump

EL DIARIO.ES 11 de noviembre del 2016 ESPAÑA

PM reproduce los criterios personales del Sr. Moore sobre los resultados de las elecciones presidenciales en su país según lo publicado por El Diario.es (NR)

La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EEUU ha sido una sorpresa para el país y para el mundo, que ha quedado en estado de shock.

Ahora, en medio de la ola de protestas que vive EEUU por el triunfo de Trump, el cineasta Michael Moore ha apuntado cinco consejos para superar el shock. El post que ha colgado en su muro de Facebook ya se ha viralizado.

Estos son los cinco consejos que, bajo el título de Morning After To-Do List (Lista de tareas para la mañana siguiente) da Moore para consolar a los 59,7 millones de estadounidenses que votaron por Hillary Clinton -que ganó en votos populares, aunque no en votos electorales- y al resto del planeta que confiaba en que Trump no llegaría a la Casa Blanca.

1.- Hacerse con el control del Partido Demócrata y devolverlo al pueblo. Nos han fallado de forma miserable.

2.- Despedir a todos los lumbreras, analistas, encuestadores y todo aquel que trabaja en los medios de comunicación, que se enquistaron en sus argumentos y rechazaron escuchar o enterarse de lo que realmente estaba pasando.

Todos esos charlatanes nos dirán que debemos "cerrar las heridas" y "avanzar unidos". Van a lanzar más estupideces como esas en los próximos días. No les escuches.

3.- Todo aquel demócrata miembro del Congreso que no se haya levantado esta mañana dispuesto a luchar, a resistir y a plantar cara del mismo modo que los republicanos han hecho con Obama durante cada día de sus ocho años de mandato debería hacerse a un lado y dejarnos a otros liderar la forma en que frenar el sinsentido y la locura que está a punto de empezar.

4.- Dejad de decir que estáis en shock. Lo que queréis decir es que estabais en una burbuja y no prestasteis atención a vuestros compatriotas americanos y a su desesperación. AÑOS de olvido por parte de los dos partidos, la ira y la necesidad de vengarse del sistema han ido en aumento. En el camino apareció una estrella de televisión que les gustaba, cuyo plan era destruir a ambos partidos y decirles a todos "¡Estáis despedidos!". La victoria de Trump no es una sorpresa. Él nunca fue un chiste. Tratarle como a un chiste solo le hizo más fuerte. Trump es a la vez una criatura y una creación de los medios de comunicación y los medios nunca serán sus dueños.

5.- Debéis decir la siguiente frase a todo aquel con el que os encontréis hoy: "¡HILLARY CLINTON GANÓ EN VOTO POPULAR!". La MAYORÍA de nuestros compatriotas americanos prefirieron a Hillary Clinton antes que a Donald Trump. Hechos. Si te levantaste esta mañana pensando que vives en un país de mierda, no es verdad. La mayoría de tus compatriotas querían a Hillary, no a Trump. La única razón por la que él es presidente es por una idea arcaica, insana, del siglo XVIII llamada Colegio Electoral. Hasta que no cambiemos esos, seguiremos teniendo presidentes que no elegimos y que no queremos.

Vivís en un país donde una mayoría de ciudadanos han dicho que creen que existe el cambio climático, que las mujeres deberían recibir igual salario que los hombres, que quieren una educación universitaria libre de deudas, que no quieren que invadamos países extranjeros, que quieren aumentar el salario mínimo y que quieren un verdadero sistema de salud pública universal.

Nada de eso ha cambiado. Vivimos en un país donde la mayoría está de acuerdo con las posturas "liberales". Solo nos falta el liderazgo liberal que lo haga posible (ver punto 1 arriba).

Intentemos tener todo esto hecho para el mediodía de hoy.

  • Michael Moore, cineasta documentalista y escritor estadounidense, conocido por su postura progresista.

La biodiversidad amenazada; el capital va por la vida

LA JORNADA 8 de noviembre del 2016 MÉXICO

Víctor M. Toledo*

Desde hace al menos una década las fuerzas descomunales del capital corporativo se han movido de manera coordinada para hacer efectiva una "economía verde" que rompa los candados levantados por el conservacionismo y el ambientalismo, y permita acceder lo más libremente posible sobre la variedad de la vida (biodiversidad), concebida como un depósito de mercancías potenciales.

La vida, visualizada no solamente como un conjunto de organismos, sino sus genes y sustancias químicas, y las masas forestales y aún los paisajes que forman más los servicios que ofrece. Privatizar la biodiversidad y convertirla en un inmenso supermercado es el objetivo final de esta nueva andanada. ¿Lo están logrando?

Los defensores de la naturaleza lograron a partir de la cumbre de Río en el 1992 promulgar un Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), que es un tratado internacional jurídicamente vinculante, signado por 193 países, que establece tres objetivos claves: la conservación de la diversidad biológica, el uso sustentable (no destructivo) de sus componentes y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos.

Los componentes de la diversidad biológica son todas las formas de vida que hay en la Tierra, incluidos ecosistemas, animales, plantas, hongos, microorganismos y genes. En años subsecuentes el CDB gestó a su vez otros dos acuerdos torales: (a) El Protocolo de Cartagena, que busca salvaguardar la vida ante las innovaciones de la biotecnología, es decir, asegurar la manipulación, transporte y uso seguro de los organismos vivos; y (b) el Protocolo de Nagoya, que tiene como objetivo compartir de manera justa y equitativa los beneficios derivados de los recursos genéticos.

Ambos tratados surgen en respuesta a los problemas y conflictos generados por la voracidad corporativa (principalmente farmacéuticas y biotecnológicas) y los riesgos que desencadenaron sus innovaciones tecnológicas.

Como respuesta a lo anterior, las empresas organizadas han estado intentando influenciar los principales foros internacionales (como la Cumbre de Johanesburgo y la de Río+20) y de introducir una visión que justifique y facilite la mercantilización de la vida.

En diciembre próximo México será sede nada menos que de la decimotercera conferencia de las partes, que es la asamblea de la CDB, donde se toman las grandes decisiones. Ahí de nuevo este foro internacional (COP 13) será el escenario de cruentas batallas acerca de cómo hacer efectivas las tres encomiendas centrales sobre la biodiversidad del planeta. Alcanzo a ver al menos tres posiciones de manera nítida. Una es la de los conservacionistas y ambientalistas, sustentada en general por las tesis y aportes derivados de la investigación científica, que es la que ha logrado construir acuerdos vinculantes en estos 25 años. La segunda es la que surge desde las esferas de los negocios y las corporaciones basadas en ideas como las de la "economía verde" y el "capital natural". Y una tercera que comienza a ganar presencia que proviene de quienes conforman los pueblos y culturas que por miles e incluso decenas de miles de años han sobrevivido y coevolucionado en íntima conexión con la biodiversidad que les circunda. No es casual que en la COP 13 habrá justamente grandes foros dedicados a la ciencia, los negocios y los pueblos indígenas.

Dos acontecimientos han comenzado a calentar el ambiente. El pasado 17 de octubre se constituyó la Alianza Mexicana por la Biodiversidad y los Negocios, formada por 27 entidades nacionales y globales, entre las que destacan (por sus acciones depredadoras y otros abusos) empresas como Bimbo, Cemex, Nestlé, Grupo México, Walmart, Fundación Televisa, Syngenta (líder mundial en el mercado de semillas y agroquímicos), y el gigantesco corporativo químico alemán BASF, dedicado a producir insecticidas, fungicidas, herbicidas, sustancias contra plagas urbanas, biotecnología agrícola y 757 productos químicos en decenas de ramas.

BASF es la corporación más poderosa de la industria química mundial, con presencia en 80 países y un largo historial de contaminación por sustancias tóxicas. El segundo es la propuesta hecha por el Partido Verde en el Senado de la República para promulgar una nueva Ley General sobre Biodiversidad, contenida en 75 páginas. Más allá de las buenas intenciones y de sus claroscuros, esta propuesta comete dos faltas graves: no ha realizado una consulta suficiente, amplia y legítima a los actores sociales, expertos e instituciones involucradas (ni siquiera a la Conabio), y pretende ser aprobada fast track en tres semanas.

La realización de la COP 13 en México da la oportunidad de develar el entramado profundo de las batallas por la biodiversidad que hasta ahora han permanecido ocultas, sumergidas por los discursos superficiales, la autocensura, los acuerdos secretos y una visión maniquea del tema. La razón es que la biodiversidad mexicana ha sido motivo de cruentos enfrentamientos entre tres fuerzas: los conservacionistas en alianza con la ciencia, los capitalistas y los pueblos indígenas, lo cual se expresa en la política pública.

Cuatro décadas de realizar investigación sobre el tema me permiten arribar a tres principales y significativas conclusiones: (a) Si algo impide alcanzar los objetivos de la CDB, esta es la lógica o racionalidad del capitalismo, basada en la generación masiva de una sola mercancía que entra en contradicción inmediata con la diversidad de la vida, además de su incapacidad para detener la voracidad derivada de sus procesos de acumulación; (b) Que el conservacionismo + ambientalismo y ciencia han sido gradualmente cooptados y/o penetrados por los valores mercantiles y los afanes de "control y dominio sobre la naturaleza", que es la ideología de la modernidad capitalista y tecnocrática; y (c) Que si algún sector de la sociedad ha sido y sigue siendo el único capaz de llevar a la práctica los tres objetivos del CDB, este es el de las culturas rurales no modernas (pueblos indígenas, campesinos, pescadores artesanales, afrodescendientes). En una próxima entrega ofreceré abundantes ejemplos que confirman plenamente estas tesis.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Periodista mexicano