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"El euro debe salvarse, pero no a cualquier precio"

EL DIARIO 16 de noviembre del 2016 ESPAÑA

Entrevista a Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía

Andreu Missé*

Desde Europa siempre se han visto con reticencia las críticas de los economistas estadounidenses a la construcción de la moneda única. Muchos intelectuales y políticos europeístas opinan que los académicos de la otra orilla del Atlántico no comprenden que el euro es un proyecto político además de monetario. Por otra parte, los defensores del euro subrayan que el euro es un proyecto en fase de construcción, que apenas lleva veinte años de vida. Aunque reconocen los fallos originales (ausencia de unión económica y política), consideran que la moneda única debe mantenerse a toda costa y corregir sus deficiencias paulatinamente en los próximos años.

El análisis de Joseph E. Sitglitz, premio Nobel de Economía en el 2001, no encaja precisamente con la corriente mayoritaria de críticas a la moneda única. El catedrático de la Universidad de Columbia es un apasionado del proyecto europeo, que considera superior al de Estados Unidos. "El modelo social europeo", explica a Alternativas Económicas, "era una alternativa al modelo de desigualdad de Estados Unidos". "Pero si el euro lo destruye", añade, "entonces sólo nos quedará Suecia, Noruega, pero estos Estados son demasiado pequeños para considerarlos un modelo europeo".

Stiglitz sostiene que "si no se quiere el modelo neoliberal de Estados Unidos ni un modelo socialista, ¿entonces qué esperanza podemos tener?". Su opción es el proyecto europeo, pero "el problema es que el modelo social europeo no funciona".

Stiglitz profundiza en sus análisis sobre Europa en su reciente libro El euro. Cómo la moneda común amenaza el futuro de Europa (Taurus). Es desde una posición claramente europeísta que el profesor estadounidense expresa sus preocupaciones sobre el futuro del proyecto de la Unión Europea.

¿Qué es lo que ha fallado? ¿La estructura de la unión monetaria o las políticas que se han aplicado después en la zona euro?

Ahora en Estados Unidos cuando se analiza por qué los países de la zona euro se comportan de una manera tan pobre, casi todo el mundo está de acuerdo en que el euro no funciona bien. La mayoría cree que se ha incurrido en numerosos errores políticos: por ejemplo, la manera en que se trató a los bancos en Irlanda o la forma en que se abordó el déficit en Grecia. En mi libro planteo que los políticos más geniales, aunque vayan con sus mejores intenciones, no pueden lograr que el euro funcione sin romper las reglas que lo crearon, sin constituir nuevas instituciones como un seguro de depósitos europeo o los eurobonos. La idea básica es, pues, que si se quiere que la zona euro funcione hay que cambiar no sólo las políticas, sino también la estructura.

¿Los fallos de construcción del euro se deben a la ideología que dominaba, sobre todo en Alemania, en aquel momento?

El euro fue fundado en un momento determinado, en 1992. En aquel momento la ideología dominante era compartida por Alemania, pero también por otros países. Las ideas dominantes eran que si se controlaba el déficit y se mantenía la inflación baja, el mercado ya arreglaría el resto de problemas. Pero la crisis asiática del 1997 demostró que esto era un error. Y la crisis financiera global del 2008 ratificó aún más que dejar la solución en manos del mercado era una equivocación. Lo que ha ocurrido es que en el 2010, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha cambiado de pensamiento y se ha dado cuenta también de que estas ideas de limitarse a controlar el déficit y la inflación eran equivocadas y que se necesitan políticas expansivas, pero Alemania y algunos países no lo ven así.

Usted subraya que el euro no ha generado prosperidad y tampoco ha reducido las diferencias entre los países europeos. Es más, incluso destaca que ha aumentado las diferencias.

Efectivamente. Se puede decir que la crisis financiera global contribuyó a agravar los problemas en Europa, pero todo el mundo reconoce que la prueba del euro se verificó cuando apareció la crisis. Y cuando surgió la crisis, el euro falló. Lo mismo ocurrió en el plano político, cuando aparecieron fuerzas políticas que pusieron a prueba la política de solidaridad. Por ejemplo, cuando Europa se amplió al Este se crearon fuertes presiones migratorias mucho más fuertes que las existentes cuando se creó la Unión Europea. Y estas presiones aumentaron los problemas económicos y políticos y crearon más euroescépticos. En esta situación la economía del euro hizo a los países pobres más pobres y a los ricos más ricos. Aumentó la división y las políticas de la troika aplicadas al Sur la hicieron crecer más. El resultado es que Alemania, que pensaba que estaba ayudando a Grecia, estaba cada día más enfadada con los griegos y éstos a su vez cada vez más irritados con los alemanes. Así que en lugar de lograr más solidaridad, lo que se ha conseguido es más división.

Para muchas personas, el euro es la profundización lógica del mismo proceso de construcción europea. Pero usted distingue entre el proyecto europeo y el euro. Usted está claramente a favor de la Unión Europea, pero ve muchos problemas con el euro. Dice que el proyecto europeo es demasiado importante y no se puede permitir que sea destruido por el euro.

Exactamente. Cuando uno considera la moneda, un pedazo de papel, se ve claramente que es un medio, no un fin en sí misma. El dinero es un medio, no un fin. El acuerdo monetario es un medio, no un fin. Si la moneda se convierte en un fin en sí mismo e impide conseguir el objetivo, entonces tienes que repensar el medio.

De todas formas usted dice en su libro que el euro puede y debe ser salvado.

Lo que digo es que la Unión Europea tiene que ser salvada y que el euro puede y debería ser salvado, pero no a cualquier precio.

Para salvar el proyecto de la moneda única, propone una serie de reformas. Usted compara el triple mandato de la Reserva Federal de Estados Unidos (crecimiento, empleo y estabilidad de los precios) con el único objetivo del Banco Central Europeo (control de la inflación). En su opinión, la reforma más urgente es lograr un compromiso por el pleno empleo en Europa. ¿Cuál es su recomendación concreta?

Después de la Segunda Guerra Mundial, la mayor responsabilidad de un gobierno en una economía moderna es lograr el pleno empleo. Esto no lo hace el mercado. Si no se siente esta responsabilidad, se derrochan los recursos, se crea desigualdad y se crea sufrimiento. Por tanto, la principal responsabilidad del Gobierno es lograr el pleno empleo. Pero si el diseño del euro impide el pleno empleo, entonces hay que replantearlo. ¿Qué significa todo esto? Pues que todas las instituciones deben ser coherentes con mantener el pleno empleo. Una de las instituciones más importantes es el Banco Central Europeo y éste no está pensando ahora en el pleno empleo.

En el caso de España, ahora tenemos el 19,5% de desempleo y más del 43% de paro juvenil, que son claramente insoportables. En el 2012, en el momento peor de la crisis, superamos el 26% de desempleo. ¿Cree que esta situación es consecuencia de pertenecer a la zona euro y de sus políticas?

Oh, claramente es parte de esto, porque si España no perteneciera a la zona euro podría devaluar su moneda, sus exportaciones se habrían incrementado y su economía podría ser estimulada, y así tendrían más crecimiento, más trabajo y menos paro.

Muchos políticos y académicos dicen que la solución es "más Europa". Pero "más Europa" significa más solidaridad de los países ricos hacia los pobres, y entonces viene Alemania y dice que esto es "la Europa de transferencias" a la que se opone frontalmente. ¿Entonces qué se puede hacer?

Este aspecto es precisamente el más interesante de mis debates durante este viaje a Europa. Hay políticos y economistas que dicen que para "salvar el euro hay que hacer más Europa". Son personas que creen dos cosas contradictorias al mismo tiempo. Porque decir que para salvar el euro necesitamos "más Europa", lo cual supone más transferencias teniendo en cuenta que Alemania no quiere, no es una conclusión lógica.

¿Cree que es posible que el euro pueda funcionar con un presupuesto europeo del 1% del producto interior bruto (PIB) de la Unión?

No, si se quiere mantener el euro. Sí, si sólo se quiere tener un acuerdo comercial. Sí, si sólo se quiere tener un pequeño proyecto europeo, un acuerdo comercial, un Erasmus un poco mayor. Pero si se quiere tener una real integración política y económica, obviamente no.

Durante los últimos años, los comisarios de Competencia, primero Joaquín Almunia, y recientemente Margrethe Vestager, han abierto investigaciones a los acuerdos que facilitan la evasión fiscal entre algunos países (Irlanda, Luxemburgo y Holanda) y algunas multinacionales (Apple, Amazon y Starbucks), que suponen graves perjuicios para el sostenimiento de los servicios públicos de estos países. ¿Qué opina de estos acuerdos?

Cuando un Estado roba los impuestos a otros Estados esto crea muchos perjuicios. Esto es una de las externalidades importantes de la zona euro, como puede ser la medioambiental. Lo que le puedo decir es que cuando hice unas declaraciones contra el acuerdo de Apple y el Gobierno irlandés en una radio irlandesa, mucha gente me escribió para darme las gracias y decirme que lo que hizo el Gobierno fue un mal acuerdo para su país.

¿Qué consejos daría a nuestro Gobierno para afrontar sobre todo el gran problema del desempleo?

Creo que el primer consejo sería que tratara de trabajar con otros países para reformar la zona euro. Y el segundo consejo sería empezar a pensar en un debate abierto sobre las alternativas posibles.

¿En qué alternativas está pensando?

En cómo organizar un euro más flexible. También cómo animar a las universidades a estimular más debates sobre las actuaciones del Gobierno, lo que significa conectar con la sociedad para afrontar los efectos de la crisis financiera.

Uno de los problemas del sistema financiero actual es el papel de los bancos. Usted ha dicho que los bancos deben servir a la sociedad y a la economía. Pero la realidad es que no sólo no sirven a la economía, sino que causan muchos problemas.

Estoy de acuerdo. Por eso mi crítica es que la mayor parte de las reformas y regulaciones deben centrarse en que los bancos corrijan los daños que han causado a nuestra sociedad.

¿Qué piensa del creciente proceso de concentración bancaria que se está produciendo? Cuando se analizaron las causas de la crisis se dijo que los bancos eran excesivamente grandes. Ahora Mario Draghi, presidente del BCE, propone como solución más fusiones, lo que conduce a bancos más grandes. ¿Qué consecuencias va a tener esto?

La verdad es que es difícil tratar con los grandes bancos. Recuerdo que se decía de los bancos "demasiado grandes para caer, demasiado grandes para ser salvados, demasiado grandes para ser encarcelados". Estoy totalmente de acuerdo. La teoría de que si coges dos bancos débiles y los fusionas tienes un banco fuerte es absurda. La realidad es que si tomas dos bancos endebles y los fusionas lo que consigues es un banco más grande que puede causar más problemas a la sociedad. El verdadero problema de los bancos grandes es su poder político.

¿Por su influencia?

Por la influencia de los lobbies. Cuando vemos un gran banco como Deutsche Bank en Alemania o JP Morgan y Citibank en Estados Unidos se observa que son bancos con más poder del que deberían ejercer. Hay bancos, como Wells Fargo, que han falsificado millones de cuentas. Todos los bancos están involucrados en fraudes masivos y su estrategia ha sido litigar y litigar con la idea de que tienen más dinero que el Gobierno.

De todas formas, en Estados Unidos han puesto multas elevadas a los bancos por sus prácticas abusivas, que en ocasiones han superado los 16 mil millones de dólares, mientras que en España las sanciones han sido de cuantías ridículas.

El problema es que la mayoría de estas multas han sido pagadas por las entidades y no por los banqueros. Los banqueros se llevan los beneficios y las multas recaen en la sociedad.

La situación en España ha sido especialmente grave. Porque se ha forzado a preferentistas, que eran pequeños ahorradores, a salvar a los bancos y no se han castigado los abusos de sus directivos.

No conozco la situación española. Pero en general estos casos deben resolverse con un seguro que garantice los depósitos. La idea de que los depositantes deben rescatar a los bancos me parece equivocada. Los accionistas y los bonistas deben pagar. Si ha existido algún tipo de indecencia como en Italia, donde se vendieron bonos deshonestamente a los afectados, hay que protegerlos.

En su libro El euro usted llega a conclusiones muy deprimentes sobre el proyecto europeo, pero al mismo tiempo se proclama optimista. ¿Cómo puede explicar esto?

Bien. La esperanza es la base del optimismo. Hay que distinguir entre las desgracias naturales como un huracán, en las que no podemos hacer nada, y los problemas causados por los hombres. Hay cosas que exceden nuestro control. Pero los problemas causados por los hombres siempre se pueden resolver por los hombres.

Usted ha dedicado muchas de sus investigaciones y varios libros a explicar los estragos que está causando la desigualdad. En relación con este problema ha señalado que "hay que ser radical para afrontar la desigualdad". ¿Qué significa ser radical para usted?

Lo que quiero decir es que los aspectos negativos de la desigualdad no se pueden resolver con pequeñas medidas. Mejorar un poco la educación o un poco el salario mínimo está bien, pero para resolver los efectos negativos de la desigualdad tenemos que adoptar medidas mayores y más valientes.

¿Qué más se debe hacer?

Por ejemplo, cambiar la legislación para dar más voz a los trabajadores en la negociación colectiva. Y por otra parte, regular más el mercado. Hemos visto durante los últimos veinte años que los mercados no funcionan bien y hay que regularlos para que funcionen de una manera socialmente justa.

La desigualdad es una consecuencia de la globalización o quizá de los excesos de la globalización. ¿Es posible una globalización que sea beneficiosa para todo el mundo?

Es posible, pero difícil. Los defensores de la globalización dicen que la sociedad va a ser más rica. Lo que ellos quieren decir es que los beneficios de los ganadores son mayores que las pérdidas de los perdedores. Esto significa que se pueden poner impuestos a los ganadores y dar una parte del dinero a los perdedores y entonces todo el mundo podría ganar. Pero los vencedores de la globalización, una vez han conseguido los beneficios, no quieren ayudar a los perdedores y esta es la razón por la que tenemos más desigualdad.

La separación del Reino Unido de la Unión Europea, el proceso conocido como Brexit, ha abierto la última crisis de la UE. ¿En su opinión, el Brexit es un primer paso que será seguido por otros países o una oportunidad para replantear el proyecto europeo?

Espero que sea un paso para repensar Europa. La reacción de algunas personas como Jean-Claude Juncker no fue positiva. Subrayó en lo que no estaba de acuerdo. Juncker no dijo "tenemos que explicar a nuestros ciudadanos los beneficios del euro y de la Unión Europea". No dijo "tenéis que estar seguros de que la Unión Europea es beneficiosa para los ciudadanos". Su postura no fue una agenda positiva.

Las últimas noticias sobre el Brexit son muy preocupantes. La primera ministra británica, Theresa May, ha manifestado su interés en aumentar el control sobre los trabajadores extranjeros en el Reino Unido.

Lo que hay que tener en cuenta es que el Brexit ha sido en parte consecuencia de que las relaciones que regulaban la emigración se habían roto. Una de las cosas que han quedado claras es que la emigración hay que analizarla atentamente. Cuando se habla de libre emigración hay que tener en cuenta que puede imponer más costes a unos países que a otros. De repartir la carga tendremos una reacción.

  • Periodista español

Willy Wimmer: “Los peligros provienen hoy de Estados Unidos”

RED VOLTAIRE 18 de noviembre del 2016 FRANCIA

Willy Wimmer, exvicepresidente de la OSCE y ex secretario de Estado del ministerio de Defensa de Alemania, responde a World Economy sobre las graves tensiones internacionales que caracterizan el momento actual y señala claramente el origen del peligro

World Economy: Acaba usted de regresar de Rusia. Vamos a preguntarle de manera provocadora, ¿está Putin preparándose para una guerra?

Willy Wimmer: Después de todos los encuentros que tuve en Moscú –y solamente estuve en Moscú– puedo afirmar que la gente tiene allí las mismas preocupaciones que en Alemania. Tuve conocimiento de las declaraciones públicas del presidente de la Federación Rusa y lo único que veo en ellas es un llamado a la moderación y a la razón.

No oí en Moscú nada que vaya en el sentido de la pregunta que usted me hace. Teniendo en cuenta la situación geopolítica actual, podemos comprobar con toda objetividad que actualmente todos los peligros provienen de Estados Unidos. Solo nos queda la esperanza de que haya algún cambio a raíz del 8 de noviembre (día de las elecciones estadounidenses).

World Economy: Hace 55 años se iniciaba la Crisis del Caribe. Usted acaba de mencionar a Estados Unidos y hoy en día creemos saber lo que sucedió en aquel momento. ¿Estamos hoy ante una situación similar en la que pudiéramos decir que estamos en peligro de que suceda lo peor?

Willy Wimmer: Al analizar los hechos, puede decirse de esa manera. La Crisis del Caribe tenía antecedentes y lo que resultó interesante para mí es haber tenido la oportunidad de escuchar, en el coloquio en el que participé en Moscú, a Valentin Falin, quien fue durante muchos años embajador de la Unión Soviética en Bonn.

En largos encuentros acompañados de reflexiones sobre la historia, el embajador Falin subrayó un elemento que condujo directamente a la crisis de Cuba. En los 1940-1950, hubo planes estadounidenses designados como “Dropshot”. Esos planes preveían la destrucción de 30 de las mayores ciudades soviéticas mediante un ataque nuclear de decapitación destinado a neutralizar la Unión Soviética.

Lo que resulta interesante es que fue gracias a las estaciones de escucha del Ejército Rojo instaladas en el pico Brocken, situado en el macizo de Harz, que los soviéticos llegaron a descubrir el contenido de aquellos planes de Estados Unidos. Esos hechos fueron tema de un programa transmitido hace varias semanas por el canal de televisión francés Arte, donde se demostraba que el plan (estadounidense) “Dropshot” fue la verdadera causa de la crisis de Cuba.

Por eso fue apasionante no sólo poder conversar sobre ese tema con Valentín Falin sino también comprobar que se trata de acontecimientos comparables a lo que podemos ver en los planes de la OTAN. La alianza atlántica actúa masivamente contra la Federación Rusa. Para eso ha modificado sus objetivos y ya no es una alianza defensiva, como pudo serlo en tiempos de la guerra fría, sino una fuerza agresiva surgida durante la guerra de los Balcanes.

En ese contexto, la situación alrededor de Rusia es explosiva. Quien contribuye a ello es principalmente el establishment belicista demócrata-republicano de Washington al proponer abiertamente ese tipo de acción contra la Federación Rusa.

World Economy: Abordemos ahora el tema de Siria, otra región donde existen todo tipo de peligros. Supongamos que Rusia ceda y se retire de Siria y que Assad sea destituido. ¿Cómo evolucionaría entonces la situación en la región y en el mundo? ¿Veríamos entonces un escenario similar al de Libia o pasaríamos directamente a la tercera guerra mundial?

Willy Wimmer: Personalmente, no soy dado a ese tipo de elucubraciones ya que lo que está en juego en Siria no se limita a la guerra civil que hoy estamos viendo.

No debemos pasar por alto el hecho que nos hallamos ante dos concepciones diferentes respaldadas por dos grandes potencias, también diferentes. Tenemos, por un lado, el intento de Estados Unidos de imponer –al igual que en Afganistán, en Irak, en Libia, en Mali y otros países– un nuevo orden mundial, con la convicción de que podrá ser capaz de hacerlo. Del otro lado, está la Federación Rusa que tiene, en mi opinión, un doble interés:

Primeramente, por haber actuado durante mucho tiempo a favor de la paz en Europa y en otras regiones, Rusia no desea cooperar con las acciones estadounidenses tendientes a eliminar el derecho internacional existente.

En segundo lugar, hay que resaltar claramente que una victoria de la coalición encabezada por Estados Unidos traería como consecuencia que en Siria, Líbano, Jordania e Irak, se impodrían los elementos armados provenientes del Cáucaso: los chechenos, los inguches, daguestaníes, que –después de las guerras del Cáucaso– se han instalado o tratan de instalarse en esa región [el Medio Oriente].

Sus intereses (de Washington) consisten en reanudar las guerras del Cáucaso contra Moscú. O sea que la Federación Rusa defiende en esta región (el Medio oriente) no sólo a un importante aliado, e incluso el derecho internacional, sino también sus propios intereses nacionales, intereses que está en todo su derecho de tener: la protección de sus propias fronteras. Eso es perfectamente acorde con el derecho internacional y es lo que hace tan complicada la situación en Siria.

World Economy: ¿Podría la elección presidencial en Estados Unidos ayudar a reducir la situación de tensión en el mundo o no traerá cambios?

Willy Wimmer: Esa es la gran interrogante del momento. En el contexto de guerra electoral que hoy existe en Estados Unidos, tendremos que esperar. Se está jugando con nuestros nervios pero se está jugando también con el destino de un gran país que se llama Estados Unidos de América.

Selección en Intenet: Melvis Rojas Soris

Estados Unidos: dos mundos separados

RED VOLTAIRE 12 de noviembre del 2016 FRANCIA

Thierry Meyssan*

Durante una importante reunión del Consejo de Seguridad de la ONU realizada el 28 de octubre –reunión que la prensa occidental ha preferido no mencionar–, Estados Unidos se negó a aceptar que la ONU coopere con las organizaciones regionales en las que figuren Rusia y, de hecho, China. Al negarse a aceptar toda cooperación con esos países, negándose por consiguiente a aceptarlos como iguales, Washington opta por la división del mundo en dos bandos y pone fin a la globalización económica.

Moscú convocó una reunión especial del Consejo de Seguridad de la ONU, realizada el 28 de octubre del 2016, sobre las posibilidades de cooperación entre la ONU y las organizaciones regionales. Como presidente del Consejo de Seguridad, el embajador Vitali Churkin había invitado a los secretarios generales de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), el ruso Serguei Ivanov; de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), el general ruso Nikolai Bordyucha; y de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), el tayiko Rashid Alimov.

Los tres secretarios generales expusieron ante el Consejo de Seguridad el trabajo que realizan esas organizaciones: la CEI se ocupa de la cooperación entre los Estados de la antigua Unión Soviética; la OTSC es una alianza militar; y la OCS trabaja a favor de la cooperación regional para estabilizar el Asia Central. Y resaltaron sus aportes a la ONU en la lucha contra el tráfico de drogas y contra el terrorismo, dos temas que la retórica internacional señala unánimemente como prioritarios en momentos en que todos saben que son dos males generados y controlados por Estados Unidos.

Todo había comenzado bien y los embajadores de los países miembros del Consejo de Seguridad se felicitaban por aquella bocanada de aire fresco. Pero el clima de la reunión cambió drásticamente con las intervenciones de los embajadores de Ucrania y Estados Unidos. Para evitar que esas tres organizaciones vengan a modificar el actual monopolio de la OTAN y la Unión Europea, los representantes de Ucrania y Estados Unidos acusaron a Rusia de todo tipo de crímenes y denunciaron las tres organizaciones regionales como pantallas del expansionismo ruso.

La embajadora de Estados Unidos concluyó que no es por consiguiente posible plantear ningún tipo de cooperación entre la ONU y esas organizaciones, entre las que se encuentra la Organización de Cooperación de Shanghai, lo cual equivale a rechazar también la cooperación con China.

Se reedita así la posición que el mundo ya pudo verse anteriormente durante la conferencia Ginebra 2: en teoría, todos están unidos contra el terrorismo; pero en realidad, Washington no considera el terrorismo como una prioridad y da más importancia a las exigencias de su propio imperialismo. La diferencia es que en esta reunión del Consejo no se trataba de agredir a Siria. Lo que Washington acaba de hacer es asestar una bofetada a Rusia y China.

Así paga el mundo la enorme ambigüedad que rodea la lucha contra el terrorismo desde el año 2001. Y es importante recordar que el terrorismo no es un enemigo sino una forma de lucha a la que recurre el enemigo.

Washington cierra, por lo tanto, la única puerta de salida que se le mantenía abierta. La administración Obama se niega así a reconocer el desarrollo de Rusia, primera potencia militar en materia de guerra convencional, y de China, la primera potencia económica. Se niega a permitir que se modifique la organización unipolar del mundo impuesta a partir de la operación “Tormenta del Desierto”, en el 1991, y prosigue sus guerras en el Levante y Ucrania solamente para cortar las dos vías de abastecimiento terrestre de China hacia Europa occidental.

Como está consciente de que su posición es insostenible a corto plazo y no desea una guerra mundial, Washington se prepara para dividir el mundo en dos bandos. Pero tampoco quiere un regreso a la guerra fría, donde el mundo era una sola entidad que contaba con dos administraciones. Lo que Washington desea es una nueva estructuración: de un lado, un mundo unipolar gobernado únicamente por Estados Unidos; del otro lado, Estados independientes e insumisos que cooperan entre sí alrededor de Rusia y China; y la menor cantidad posible de contacto entre esos dos mundos. Esta estructuración implica el fin del libre comercio mundial, el fin de la organización del comercio a escala mundial, el fin de la globalización económica y, por consiguiente, un gigantesco retroceso.

Si Washington persistiera en marchar en esa dirección, tendría que acabar retirándose militarmente de Siria y permitiendo el regreso de la paz a ese país –exceptuando la frontera iraquí, donde mantendrá bloqueada la ruta de la seda.

Por causa, esta vez, de Estados Unidos, una barrera infranqueable caería sobre el mundo dividiendo la Humanidad tal y como el Muro de Berlín dividió la población de la ciudad que había sido la capital de toda Alemania, separando familias enteras por más de medio siglo. Para los sirios que salieron de su país huyendo de los yihadistas, eso haría muy difícil el regreso a su país y el reencuentro con sus familiares. Para los occidentales, será imposible pasar las vacaciones en Moscú y quizás hasta la compra de ordenadores chinos.

  • Analista político