Reino de Pamplona

Reino de Pamplona
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Concepto:Denominación historiográfica, de acuerdo con los Annales regni Francorum, para referirse a la entidad política creada en el Pirineo occidental en torno a la ciudad de Pamplona

Reino de Pamplona. Entidad política creada en el Pirineo occidental en torno a la ciudad de Pamplona en los primeros siglos de la Reconquista, uno de núcleos cristianos surgidos tras la conquista musulmana. La expresión se siguió utilizando hasta que Sancho VI cambió su título de Pampilonensium Rex («Rey de los pamploneses») por el de Rex Navarrae (Rey de Navarra).

Historia

Como recuerda el hispanista Roger Collins, los testimonios que se conservan de la época son muy escasos, de manera que no existe un consenso entre los especialistas para discernir el número preciso de monarcas y la duración de sus mandatos, como tampoco sobre la extensión de su territorio e influencia.

Si bien el germen del Reino de Pamplona es el resultado del origen y caída del Ducado de Vasconia. Este ducado transcrito también en latín como Wasconiae según las fuentes de la época, fue una entidad de la Alta Edad Media constituida hacia el 601-602 por los reyes francos merovingios sobre la base territorial de la circunscripción o ducatus de la provincia bajoimperial romana de Novempopulania, en la antaño provincia augustiniana de Gallia Aquitania, y que se extendía desde el sur del curso bajo del río Garona hasta la vertiente continental de los Pirineos, siendo su primer titular el duce Genial de Vasconia hasta el 627.

Algunos historiadores han postulado una emigración desde el territorio peninsular de los vascones de la zona navarra desde el siglo II, mientras que otros hablan de una progresiva expansión de los vascones pirenaicos forzados por los enfrentamientos con los visigodos de Leovigildo en el 581. No obstante, ambas teorías han sido rebatidas y no están apoyadas por evidencia histórica sólida. Los inicios del Reino de Pamplona-Nájera se encuentran, como ocurre con el resto de feudos cristianos de ese momento, en la separación de ese territorio del dominio musulmán presente en Al-Ándalus gracias, entre otros, a la importantísima intervención de Musa Ibn Musa, casado con la hija de Íñigo Íñiguez (Íñigo Arista), figura esencial a la hora de entender la formación del reino pamplonés emergente. Asimismo los navarros consiguieron, al igual que los aragoneses, la independencia respecto a los carolingios en la Segunda Batalla de Roncesvalles (824) instaurando el primer reino navarro dirigido por el ya citado Íñigo Íñiguez instaurando en el trono la Dinastía Íñiga. Tras este incidente contra los infieles los Íñigos vieron necesaria una alianza con la poderosa familia de los Banu Qasi del Ebro gracias a la que las tierras pamplonesas vivieron, al menos unos años, en paz además de ampliar sus territorios de la marca superior junto con Tudela, Zaragoza y Huesca. En el año 905 la paz viene a ser alterada por la muerte del primer monarca y la ausencia de su sustituto natural en el trono, Fontún, apresado por los cordobeses. Ante este vacío de poder los nobles no pierden la oportunidad de cuestionar la idoneidad de tal nombramiento, creyendo más acertado su destronamiento y, a su vuelta a Pamplona, su encierro en el monasterio de Leire. Su trono lo ocupa Sancho Garcés I (905-925) quien instaurará la dinastía Jimena en Pamplona, inaugurando lo que conocemos como el Reino de Pamplona-Nájera. El reinado de Sancho Garcés I fue determinante por el gran impulso que aportó a la reconquista navarra, situando la frontera del nuevo Reino en la línea del Ebro. El segundo pilar de su política fueron las relaciones con el vecino condado de Aragón, acción que culmina con la anexión territorial de ambos espacios por la boda de la hija del conde aragonés con el heredero al trono navarro, el que una vez en él fue conocido como García Sánchez I. Por ello a la muerte del último será García Sánchez (925-970) quien herede el trono, en los primero años bajo la dirección de la reina Toda, su madre de quien los historiadores han coincidido en destacar su excelencia en la política y la estrategia, que supo ver, como nadie más, en Castilla el aliado más fuerte de la Península y al musulmán como al enemigo al que vencer conjuntamente. Su acción determinante contra éstos quedó patente tras su participación en la batalla de Simancas con un gran ejército. A la muerte en el año 970 de García Sánchez le sucede en el trono García Sánchez II Abarca (970-994) que hereda, entre otras tierras, el condado de Aragón. La aparente superioridad que mostraron respecto a los musulmanes en el reinado anterior fue puesta en entredicho en este y es que el poder de Abarca coincide en el tiempo con el de Al-Mansur, uno de los cordobeses más temidos dada la enorme lista de victorias con las que contaba como la acaecida en el año 981 cuando tropas castellanas y navarras son derrotadas y ven impasibles cómo ciudades tales como Zamora y la misma Simancas, conquistada hace poco tiempo, son destrozadas por las tropas musulmanas. En el año 994 sube al trono García Sánchez II (994-1004) a quien las crónicas apodaron El Temblón ya que, según las malas lenguas, no era hombre al que gustaban las batallas ni los enfrentamientos sino muy al contrario prefería dirigir su política desde el trono. Este rasgo de su carácter determinó las relaciones cuasi de paz que estableció con Al Mansur. Con Sancho El Mayor de Navarra (1004-1035) el Reino de Pamplona alcanza su máxima extensión y hegemonía que desaparece con la división de sus dominios entre sus hijos. Su reinado fue largo y repleto de decisiones políticas de trascendencia como la apertura del reino que dirigía hacia Europa, el impulso a la reforma cluniacense o la creación de una ruta compostelana que cruzaba las tierras navarras, camino más seguro que el de sus vecinos cristianos. De él aseguran que era hábil en el arte de la guerra y la diplomacia, cualidades que le encumbran sobre los otros reyes cristianos y por el que se le apoda El Mayor. Coincide en el tiempo con los conflictos civiles que asolan el Califato de Córdoba y que lo harán desaparecer definitivamente en el año 1032. A la muerte del longevo Sancho le sustituye García Sánchez III el de Nájera (1035-1054) quien incluye entre sus posesiones las futuras Vascongadas y las tierras originarias de Castilla, siendo el resto de posesiones de las que disponía su padre divididas entre sus hermanos. La relación entre éstos marcará la vida política de este monarca, en especial la establecida con su hermano Fernando de Castilla quien le arrebata tierras que pretende reconquistar pero que le cuestan la vida: muere en la batalla de Atapuerca (1054). De profunda religiosidad García III manda construir el Monasterio de Santa María la Real de Nájera para después centrar sus esfuerzos en el de Yuso, lugar que eligió para ser enterrado a su muerte, acaecida en el año 1054 tras la que es sustituido por Sancho Garcés IV (1054-1076) el último de los reyes de Nájera-Pamplona. Los problemas fronterizos de su padre fueron heredados por este joven rey quien se enfrenta a sus vecinos de Castilla y Aragón en la guerra de los Tres Sanchos (1076). A su violenta muerte el reino se desmorona. Sus hermanos se dividen sus posesiones: Alfonso, rey de Castilla, se queda La Rioja mientras que Sancho Ramírez de Aragón se autoproclama rey de Navarra.

Fuentes