San Luis de La Enramada (provincia de Santiago de Cuba)

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San Luis de La Enramada
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Fecha:Segunda mitad del siglo XIX
Lugar:San Luis, Santiago de Cuba
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba

San Luis de La Enramada. Villa que nace dada la necesidad de búsqueda de tierras fértiles para el cultivo de la caña de azúcar y entre dos ingenios: Ingenio San Luis, al que debe su nombre y el Ingenio Unión. Sus habitantes son el resultado de la mezcla de vecinos de las comarcas cercanas e inmigrantes españoles, franco- haitianos, canarios, antillanos, árabes, chinos y otros que fueron forjando con el decursar de los años, en que se deja lentamente la impronta rural, una identidad propia con un acervo cultural diverso e inagotable, que es típico del santiaguero, del cubano y del caribeño. Identidad sanluisera surgida de un profundo y complejo mestizaje.

Reseña histórica

En la segunda mitad del Siglo XVII la Jurisdicción de Cuba, (Santiago de Cuba) cobra bríos incentivando al Cabildo a otorgar tierras en forma de hatos, estancias y corrales en las zonas ubicadas al norte de la ciudad, comenzándose la incursión hacia el Valle Central, sobre todo para la cría de ganado, con vista a la alimentación y como fuerza motriz del ingenio. Así consta en las crónicas escritas por Emilio Bacardí y Moreau.

No es hasta la década del 70 del Siglo XVIII en que las fábricas de azúcar y las tierras dedicadas al cultivo de la caña se internan en la jurisdicción, expandiéndose por las zonas llanas. Hasta ese momento las tierras azucareras se hallan en las inmediaciones de la ciudad santiaguera para aprovechar las vías de comunicación que la unen con su puerto.

El proceso de colonización hacia el Valle Central se intensifica en la segunda mitad del Siglo XIX cuando el cultivo de la caña de azúcar se extiende a zonas antes desconocidas por la facilidad de adquirir esclavos y tierras vírgenes. Es por ello que la burguesía criolla santiaguera y algunos inmigrantes, sobre todo de origen francés, irrumpen en el fértil Partido de Las Enramadas adquiriendo tierras e instalando trapiches y pequeños ingenios.

Estos hacendados se encargan, con apetito voraz, de transformar el agreste paisaje del pasado, buscando fórmulas milagrosas de salvación azucarera. Tumban bosques, y así se inicia un proceso destructor con el reclamo progresivo de leña y tierras. De esta forma, el bello Valle Central cubierto de densos bosques, árboles gigantescos con espinosos arbustos y tunas, lianas que se arrastran por el suelo o se encaraman por los troncos de los árboles que forman un maravilloso tejido, siente la mano de un hombre demandante de riquezas que sin pensar en el costo que ello pudiera implicar tala los bosques abriendo claros, formados por los ingenios y sus plantaciones, comienza una producción extensiva basada en el incremento de tierras sembradas de caña de azúcar, fábricas y esclavos.

Surgimiento del caserío San Luis de La Enramada

Surge el caserío de San Luis de La Enramada, en el Valle Central, al norte de Santiago de Cuba, en la segunda mitad del Siglo XIX, motivado por el desplazamiento de la producción azucarera hacia esta zona. Hay dos factores que favorecen su crecimiento y desarrollo: la aparición de un paradero ferroviario en las cercanías del Ingenio San Luis y el hecho de que este sitio es escogido por el gobierno español para la construcción de un fortín al iniciarse la guerra en 1868, donde se abastece una fuerte guarnición militar durante la contienda independentista. Este hecho de alguna manera contribuye a la afluencia de familias necesitadas de la protección gubernamental, siendo un ejemplo de ello el asentamiento, cercano al cuartel o fortín, de bayameses que peregrinaban por los caminos en busca de amparo, luego de ver incendiadas sus propiedades.

La fuerte presión gubernamental obliga al propietario Don Antonio Norma y Lamas a ceder parte de sus tierras para el ensanchamiento del poblado, que comienza paulatinamente a demandar de los medios necesarios para la subsistencia tales como: tiendas mixtas, ferreterías, albeiterías, carpinterías, sastrerías, tenerías e incluso del alumbrado público.

Un elemento que no se debe omitir, al referirnos a la incidencia que tiene la caña de azúcar en la aparición y posterior desarrollo de la villa de San Luis de La Enramada, es la aparición desde la segunda mitad del Siglo XIX (a dos kilómetros del Paradero) del Ingenio Unión, propiedad de Don Santiago del Castillo y Hechevarría de 32 caballerías de tierra y 31 esclavos de dotación.

Aparición del Partido La Enramada

La colonización de las tierras ubicadas al norte de la ciudad santiaguera determina la formación de varios partidos rurales, destacándose entre ellos por el peso de la producción cafetalera y azucarera: Las Enramadas, que para 1861 contaba con 18 ingenios, 22 cafetales, 43 potreros, 4 fincas, 2 tejares, 30 tejares, 30 vegas y 87 estancias de labor.

Pronto las tierras sembradas de caña de azúcar se expanden por todo el Valle Central apareciendo varios ingenios, encontrándose entre ellos: el ingenio Río Grande, con 51 caballerías de tierra; San Rafael, con 50 caballerías; Nuestra Señora del Carmen, con 77 caballerías; Ingenio Santa Ana de Auza, con 53 caballerías; San Felipe, con 22 caballerías; Santa Isabel, con 60 caballerías; Cupey, San Agustín, Guadalupe, Hatillo, Armonía, La Mejorana, La Caridad y el Ingenio San Luis, con 32 caballerías.

Comunicaciones

Para los dueños de los ingenios que pertenecen al Partido de La Enramada, se convierte en un gran problema la extracción de los productos agrícolas y los azúcares, que en su mayor parte era semielaborada, hasta la ciudad y el puerto santiaguero. Estos se trasladan con mucha tardanza por los pasos intramontanos del puerto de La Enramada y del puerto del Isleño, abiertos ante la maleza y en muy mal estado constructivo, trayendo consigo la pérdida de cuantiosas riquezas.

Esta crítica situación lleva a que los hacendados de la región, que habían adquirido en calidad de compra tierras fértiles, manejen la idea de unirse para darle una solución a esta problemática, así deviene en la aprobación por parte del Gobierno Provincial, en el año 1856, de la concesión para la construcción de un ferrocarril que saliendo del puerto de Santiago de Cuba recorriera todo el valle de Maroto hasta La Sabanilla.

Llegada del ferrocarril Sabanilla- Maroto

De esta forma, en agosto de 1866, con la construcción del último tramo que corre de San Rafael a La Enramada, se funde el ferrocarril Sabanilla - Maroto, el que trae grandes beneficios a los propietarios de tierras e ingenios y lleva necesariamente a la aparición de un Paradero, donde se concentran las mercancías y personas para su traslado a Santiago de Cuba. Fueron escogidas para la construcción del Paradero, por su privilegiada situación geográfica, las tierras cercanas al Ingenio San Luis, de Don Antonio Norma y Lamas, quién se apodera prontamente de 474 acciones, que incluyen los almacenes del ferrocarril. Pronto el Paradero La Enramada se convierte en un punto atractivo de urbanización, aparece un pequeño conglomerado de viviendas que se incrementa paulatinamente, a tal punto que para 1877 se aglutina un total de 1727 habitantes.

Incremento irregular del caserío

Al referirnos a la aparición del caserío de San Luis de La Enramada no se puede obviar que este sitio es escogido por el gobierno español para la construcción de un fortín, al iniciarse la guerra en 1868, donde se abastece una fuerte guarnición militar durante la contienda independentista. Este hecho de alguna manera contribuye a la afluencia de familias necesitadas de la protección gubernamental, siendo un ejemplo de ello el asentamiento, cercano al cuartel o fortín, de bayameses que peregrinan por los caminos en busca de amparo, luego de ver incendiadas sus propiedades.

Así va creciendo el caserío, cercano al Ingenio San Luis, sin un lógico trazado, ni suficientes tierras para alimentar a las familias asentadas en el territorio. Sin dudas la carencia de tierras trae un gran hacinamiento y la propagación de enfermedades como el paludismo, el cólera y la viruela. El aumento del vecindario es tanto que hace que las familias vivan en albergues tan reducidos que apenas se concibe como puedan subsistir en esa aglomeración La pésima situación sanitaria incluye la carencia de agua potable, dada la negativa del propietario del Ingenio San Luis, Don Antonio Norma y Lamas, de abastecer al caserío con agua del arroyo que corre por sus tierras. Esto lleva a los vecinos a presentar ante la Comandancia de Armas varias quejas y peticiones y es autorizado por el gobernador del Departamento a proveerse de agua del manantial, a los pobladores, por ser una necesidad preventiva.

La fuerte presión gubernamental obliga a este propietario a ceder parte de sus tierras para el ensanchamiento del poblado, que comienza paulatinamente a demandar de los medios necesarios para la subsistencia tales como: tiendas mixtas, ferreterías, albeiterías, carpinterías, sastrerías, tenerías e incluso del alumbrado público. Existen 13 faroles de aceite de gas, no asumiendo las fincas urbanas de ese poblado el pago del impuesto municipal para sufragar los gastos del alumbrado público que el Ayuntamiento Provincial no tiene obligación de sufragar.

Fuentes