Sistema solar

Sistema solar
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El sistema solar es el sistema planetario en el que vivimos. Está formado por el Sol, ocho planetas (y los satélites de estos), asteroides, cometas y meteoroides, polvo y gas interplanetario.[1]
Superficie1.392.000 kilómetros de diámetro total grados cuadrados
Número de estrellas
(magnitud < 3)
Una
Estrella más brillanteSol estrella tipo G, también conocida como enana amarilla
(magnitud ap. 4500 millones de kilómetros (30,10 UA))
Constelaciones colindantesAlfa Centauri


Sistema solar. Conjunto de cuerpos celestes que giran alrededor de una estrella (o en ocasiones un conjunto de estrellas), es decir, que se encuentran bajo la influencia de su campo gravitatorio, ya se trate de planetas con sus respectivas lunas, planetas menores, asteroides, cometas o polvo estelar.

En el caso del sistema solar de los terrícolas, la estrella que aglutina a todo el conjunto es el Sol, el cual ocupa el centro de un enorme disco de material que se extiende por más de 30.000 millones de kilómetros.

Se encuentra en uno de los brazos ―conocido como el Brazo de Orión― de la galaxia nombrada Vía Láctea. Este sistema planetario está formado por el Sol, ocho planetas] y sus satélites, asteroides, cometas y meteoroides, polvo y gas interplanetario.

Descubrimientos y exploración

Nicolás Copérnico (1473-1543).

Algunas de las más antiguas civilizaciones concibieron al universo desde una perspectiva geocéntrica, como en Babilonia, en donde su visión del mundo estuvo representada de esta forma. En Occidente, el geógrafo y filósofo presocrático griego Anaximandro (610-546 a. n. e.) afirmó que la Tierra era el centro del universo, imaginó a esta como un pilar en forma de tambor equilibrado en sus cuatro puntos más distantes lo que, en su opinión, le permitió tener estabilidad.

Pitágoras y sus seguidores hablaron por primera vez del planeta como una esfera, basándose en la observación de los eclipses.

Platón (427-347 a. n. e.), junto a su discípulo Aristóteles () escribieron textos sobre el modelo geocéntrico de Anaximandro, fusionándolo con el esférico pitagórico. Pero fue el trabajo del astrónomo helénico Claudio Ptolomeo, especialmente su publicación llamada Almagesto (siglo II), el cual sirvió durante un período de casi 1300 años como la norma en la cual se basaron tanto astrónomos europeos como islámicos.

Si bien el griego Aristarco presentó en el siglo III a. n. e. la teoría heliocéntrica y más adelante el matemático indio Aryabhata hizo lo mismo, ningún astrónomo desafió realmente el modelo geocéntrico hasta la llegada del polaco Nicolás Copérnico (1473-1543), quien causó una verdadera revolución en esta rama a nivel mundial, por lo cual es considerado el padre de la astronomía moderna. Esto debido a que, a diferencia de sus antecesores, su obra consiguió una amplia difusión pese a que fue concebida para circular en privado; el papa Clemente VII pidió información de este texto en 1533. Martín Lutero ―el creador del protestantismo― en el año 1539 calificó a Copérnico de “astrólogo advenedizo que pretende probar que la Tierra es la que gira”. La obra de Copérnico otorga dos movimientos a la Tierra, uno de rotación en su propio eje cada 24 horas y uno de traslación alrededor del Sol cada año, con la particularidad de que este era circular y no elíptico como lo describimos hoy.

En el siglo XVII el trabajo de Copérnico fue impulsado por científicos como Galileo Galilei, quien ―ayudado con un nuevo invento, el telescopio―, descubre que alrededor de Júpiter rotan satélites naturales que afectaron en gran forma la concepción de la teoría geocéntrica ya que estos cuerpos celestes no orbitaban a la Tierra; lo que ocasionó un gran conflicto entre la iglesia y los científicos que impulsaban esta teoría, el cual culminó con el apresamiento y sentencia del tribunal de la inquisición a Galileo por herejía al estar su idea contrapuesta con el modelo clásico religioso. Su contemporáneo Johannes Kepler, a partir del estudio de la órbita circular intentó explicar la traslación planetaria sin conseguir ningún resultado, por lo que reformuló sus teorías y publicó, en el año 1609, las hoy conocidas “leyes de Kepler” en su obra Astronomía nova, en la que establece una órbita elíptica la cual se confirmó cuando predijo satisfactoriamente el tránsito de Venus del año 1631. Junto a ellos el científico británico Isaac Newton formuló y dio una explicación al movimiento planetario mediante sus leyes y el desarrollo del concepto de la gravedad.

En el año 1704 se acuñó el término “sistema solar”. El científico británico Edmund Halley dedicó sus estudios principalmente al análisis de las órbitas de los cometas. El mejoramiento del telescopio durante este tiempo permitió a los científicos de todo el mundo descubrir nuevas características de los cuerpos celestes que existen.

A mediados del siglo XX, el 12 de abril de 1961, el cosmonauta soviético Yuri Gagarin se convirtió en el primer hombre en el espacio. El 19 de julio de 1969, la misión estadounidense Apolo 11, al mando de Neil Armstrong llega a la Luna. En la actualidad, el sistema solar se estudia con ayuda de telescopios terrestres, observatorios espaciales y misiones espaciales.

Ubicación

El sistema solar se encuentra a unos 28 000 años-luz del centro de la Vía Láctea. Este sistema planetario está formado por una única estrella: el Sol, que da nombre al sistema; ocho planetas (y los satélites de estos), asteroides, cometas, meteoroides, polvo y gas interplanetario.

Los planetas que lo forman son:

Las dimensiones de este sistema se especifican en términos de distancia media de la Tierra al Sol, denominada unidad astronómica (UA). Una UA corresponde a unos 150 millones de kilómetros.

El planeta más distante conocido es Neptuno; su órbita está a 30.1 UA (unidades astronómicas) de distancia del Sol.[3] La frontera entre el sistema solar y el espacio interestelar —llamada heliopausa— se supone que se encuentra a 100 UA. Los cometas, sin embargo, son los más alejados del Sol; sus órbitas son muy excéntricas, extendiéndose hasta 50 000 UA o más.

Formación y evolución

Sistema solar.[1]

A pesar de sus diferencias, los miembros del sistema solar forman probablemente una familia común; parece ser que se originaron al mismo tiempo.

Entre los primeros intentos de explicar el origen de este sistema está la hipótesis nebular del filósofo alemán Immanuel Kant y del astrónomo y matemático francés Pierre Simon Laplace. De acuerdo con dicha teoría una nube de gas se fragmentó en anillos que se condensaron formando los planetas. Las dudas sobre la estabilidad de dichos anillos han llevado a algunos científicos a considerar algunas hipótesis de catástrofes como la de un encuentro violento entre el Sol y otra estrella. Estos encuentros son muy raros, y los gases calientes, desorganizados por las mareas se dispersarían en lugar de condensarse para formar los planetas.

Se da generalmente como precisa la formación del sistema solar hace unos 4700 millones de años. La fragmentación y el colapso gravitacional de una nube interestelar de gas y polvo, provocada quizá por las explosiones de una Supernova cercana, puede haber conducido a la formación de una nebulosa solar primordial. El Sol se habría formado entonces en la región central así como un disco circumestelar en el que, por la unión de las partículas más pequeñas, primero se habrían ido formando, poco a poco, partículas más grandes, posteriormente planetesimales, y luego protoplanetas hasta llegar a los actuales planetas.

La evidencia de una posible explosión de supernova de formación previa aparece en forma de trazas de isótopos anómalos en las pequeñas inclusiones de algunos Meteoritos.

Esta asociación de la formación de planetas con la formación de estrellas sugiere que miles de millones de otras estrellas de la Galaxia también pueden tener planetas. La abundancia de estrellas múltiples y binarias, así como de grandes sistemas de satélites alrededor de Júpiter y Saturno, atestiguan la tendencia del colapso de la nube de gas, fragmentándose en sistemas de cuerpos múltiples.

Composición

El Sol está compuesto principalmente por los elementos químicos hidrógeno y helio; que representan el 74.9 % y el 23.8 % de la masa del Sol en la fotosfera, respectivamente. Todos los elementos más pesados, llamados metales en astronomía, representan menos del 2 % de la masa, con el oxígeno (más o menos el 1 % de la masa del Sol), carbono (0.3 %), neón (0.2 %), y el hierro (0.2 %) siendo el más abundante.

El Sol heredó su composición química del medio interestelar a través del cual se formó. El hidrógeno y el helio en el Sol fueron producidos por nucleosíntesis del Big Bang, y los elementos más pesados se crearon por nucleosíntesis estelar en generaciones de estrellas que completaron su evolución estelar y devolvieron su material al medio interestelar antes de la formación del Sol. La composición química de la fotosfera se considera normalmente como representativa de la composición del sistema solar primordial. Sin embargo, desde que se formó el Sol, parte del helio y de elementos pesados se han asentado gravitacionalmente desde la fotosfera. Por lo tanto, en la fotosfera de hoy en día, la fracción de helio es reducida, y la metalicidad es sólo el 84 % de lo que era en la fase protoestelar (antes de que la fusión nuclear comenzara en el núcleo). Se cree que la composición protoestelar del Sol ha sido de un 71.1 % de hidrógeno, 27.4 % de helio, y de un 1.5 % de elementos más pesados.

Hoy en día, la fusión nuclear en el núcleo del Sol ha modificado la composición mediante la conversión del hidrógeno en helio, por lo que ahora la parte más interna del Sol es más o menos un 60 % de helio, junto con la abundancia de elementos más pesados sin ser alterados. Debido a que el calor se transfiere desde el centro del Sol por radiación en vez de por convección, ninguno de los productos de fusión del núcleo han llegado a la fotosfera.

La zona reactiva del núcleo de "combustión del hidrógeno", donde el hidrógeno se convierte en helio, está empezando a ser circundado por un núcleo interno de "cenizas de helio". Este desarrollo continuará y posteriormente tendrá lugar la salida del Sol de la secuencia principal para llegar a convertirse así en una gigante roja.

La abundancia de elementos pesados solares descritos anteriormente son medidos usando tanto espectroscopia de la fotosfera del Sol como midiendo las abundancias en los meteoritos que nunca han sido calentados a temperaturas de fusión. Se cree que estos meteoritos retienen la composición del Sol protoestelar y, por lo tanto, no se ve afectado por la sedimentación de elementos pesados. Por lo general los dos métodos concuerdan bien.

Características generales

Los planetas y los asteroides orbitan alrededor del Sol, en la misma dirección siguiendo órbitas elípticas en sentido antihorario si se observa desde encima del polo norte del Sol. Según sus características, y avanzando del interior al exterior, los cuerpos que forman el sistema solar se clasifican en:

  • Sol. Una estrella de tipo espectral G2 que contiene más del 99 % de la masa del sistema. Con un diámetro de 1 392 700 km, se compone de un 75 % de hidrógeno, un 20 % de helio y el 5 % restante de oxígeno, carbono, hierro y otros elementos.
  • Planetas. Divididos en planetas interiores y planetas exteriores o gigantes. Entre estos últimos Júpiter y Saturno se denominan gigantes gaseosos mientras que Urano y Neptuno suelen nombrarse como gigantes helados. Todos los planetas gigantes tienen a su alrededor anillos.

En el año 2006, una convención de astronomía en Europa declaró a Plutón como planeta enano porque no reúne las características necesarias para ser llamado planeta.

  • Planetas enanos. Esta nueva categoría inferior a planeta la creó la Unión Astronómica Internacional en Agosto de 2006. Se trata de cuerpos cuya masa les permite tener forma esférica, pero no es la suficiente para haber atraído o expulsado a todos los cuerpos a su alrededor. Cuerpos como Plutón (hasta 2006 considerado noveno planeta del sistema solar), Ceres, Makemake y Eris están dentro de esta categoría.
  • Satélites. Cuerpos mayores orbitando los planetas, algunos de gran tamaño, como la Luna, en la Tierra, Ganímedes, en Júpiter o Titán, en Saturno.
  • Asteroides. Cuerpos menores concentrados mayoritariamente en el Cinturón de asteroides entre las órbitas de Marte y Júpiter, y otra más allá de Neptuno. Su escasa masa no les permite tener forma regular.
  • Objetos del cinturón de Kuiper. Objetos helados exteriores en órbitas estables, los mayores de los cuales serían Sedna y Quaoar.
  • Cometas. Objetos helados pequeños provenientes de la nube de Oort.

El espacio interplanetario en torno al Sol contiene material disperso proveniente de la evaporación de cometas y del escape de material proveniente de los diferentes cuerpos masivos. El polvo interplanetario está compuesto de partículas microscópicas sólidas. El gas interplanetario es un tenue flujo de gas y partículas cargadas formando un plasma que es expulsado por el Sol en el viento solar. El límite exterior del sistema solar se define a través de la región de interacción entre el viento solar y el medio interestelar originado de la interacción con otras estrellas. La región de interacción entre ambos vientos se denomina heliopausa y determina los límites de influencia del Sol. La heliopausa puede encontrarse a unos 15 000 millones de kilómetros del Sol.

El sistema solar era el único sistema planetario existente conocido hasta 1995, año en que los astrónomos descubrieron un planeta con una masa comparable a la de Júpiter, orbitando en torno a la estrella 51 Pegasi, semejante al Sol. Más tarde, los astrónomos detectaron otros dos planetas, de masas superiores a la de Júpiter, que giraban alrededor de sendas estrellas: 70 Virginis y 47 Ursae Maioris.

En 1999, dos equipos de astrónomos que trabajaron independientemente anunciaron el descubrimiento del primer sistema multiplanetario distinto del sistema solar; se trataba de tres planetas gaseosos orbitando alrededor de la estrella Ípsilon Andromedae. En enero de 2000 se anunció el descubrimiento de otros dos sistemas planetarios extrasolares.

El sistema planetario más parecido al sistema solar descubierto hasta el momento es el formado por al menos dos planetas que giran en torno a la estrella 55 Cancri. En junio de 2002 se anunció el descubrimiento del segundo de estos planetas, que se encuentra a una distancia de su estrella similar a la que existe entre Júpiter y el Sol. Su órbita es algo elíptica, también semejante a la de Júpiter. Desde que en 1995 se descubrió el primer planeta fuera del sistema solar, se han detectado ya más de un centenar de estos planetas

Los diferentes sistemas planetarios observados alrededor de otras estrellas parecen marcadamente diferentes al sistema solar, si bien existen problemas observacionales para detectar la presencia de planetas de baja masa en otras estrellas. Por lo tanto, no parece posible determinar hasta qué punto el sistema solar es característico o atípico entre los sistemas planetarios del universo.

Estructura

El Sol y el viento solar

El Sol, la única estrella del sistema solar.

El Sol es una estrella característica de tamaño y luminosidad intermedios. La luz solar y otras radiaciones se producen por la conversión del hidrógeno en helio en el interior denso y caliente del Sol. Aunque esta fusión nuclear convierte 600 millones de toneladas de hidrógeno por segundo, el Sol tiene tanta masa (2 × 1027 toneladas) que puede continuar brillando con su luminosidad actual durante 6000 millones de años.

Esta estabilidad permite el desarrollo de la vida y la supervivencia en la Tierra. A pesar de la gran estabilidad del Sol, se trata de una estrella sumamente activa. En su superficie aparecen y desaparecen manchas solares oscuras lindando con intensos campos magnéticos en ciclos de 11 años.

Los repentinos estallidos de partículas cargadas procedentes de las fulguraciones solares pueden provocar auroras y alterar las señales electromagnéticas de la Tierra; un continuo flujo de protones, electrones e iones abandona el Sol y se mueve por el sistema solar, formando espirales con la rotación del Sol. Este viento solar configura las colas de gas de los cometas y deja sus rastros en el suelo lunar.

Órbitas planetarias

Las órbitas de los planetas mayores se encuentran ordenadas a distancias del Sol crecientes de modo que la distancia de cada planeta es aproximadamente el doble que la del planeta inmediatamente anterior. Esta relación viene expresada matemáticamente a través de la ley de Titius-Bode, una fórmula que resume la posición de los semiejes mayores de los planetas en unidades astronómicas.

Si se pudiera mirar hacia el sistema solar por encima del polo norte de la Tierra, parecería que los planetas se están moviendo alrededor del Sol en dirección contraria a la de las agujas del reloj. Todos los planetas, excepto Venus y Urano, giran sobre su eje en la misma dirección. Todo el sistema es bastante plano; sólo las órbitas de Mercurio y Plutón son inclinadas. La de este último es tan elíptica que hay momentos que se acerca más al Sol que Neptuno.

Los sistemas de satélites siguen el mismo comportamiento que sus planetas principales, pero se dan muchas excepciones. Tanto Júpiter, como Saturno y Neptuno tienen algún satélite que se mueve a su alrededor en órbita retrógrada (en el sentido de las agujas del reloj), y muchas órbitas de satélites son muy elípticas. Júpiter, además, tiene atrapados dos cúmulos de asteroides (los llamados troyanos), que se encuentran a 60° por delante y por detrás del planeta en sus órbitas alrededor del Sol. Algunos satélites de Saturno tienen atrapados de forma similar cuerpos más pequeños.

Dentro de este laberinto de movimientos, hay algunas resonancias notables: Mercurio gira tres veces alrededor de su eje por cada dos revoluciones alrededor del Sol; no existen asteroides con períodos de 1/2, 1/3,…, 1/n (donde n es un entero) del período de Júpiter; los tres satélites interiores de Júpiter, descubiertos por Galileo, tienen períodos en la proporción 4:2:1. Estos y otros ejemplos demuestran el sutil equilibrio de fuerzas propio de un sistema gravitatorio compuesto por muchos cuerpos.

Planetas

Esquema del sistema solar, incluye los planetas y planetas enanos.[1]

Los 8 planetas del sistema solar, en orden de su cercanía al Sol, son:

  1. Mercurio,
  2. Venus,
  3. Tierra,
  4. Marte,
  5. Júpiter,
  6. Saturno,
  7. Urano y
  8. Neptuno.

Los planetas son astros que describen trayectorias llamadas órbitas al girar alrededor del Sol, tienen suficiente masa para que su gravedad supere las fuerzas del cuerpo rígido, de manera que asuman una forma en equilibrio hidrostático (prácticamente esférica) y han limpiado la vecindad de su órbita de planetesimales.

El 24 de agosto de 2006, en Praga (República Checa), en la XXVI Asamblea General la Unión Astronómica Internacional (UAI), se excluyó a Plutón como planeta del sistema solar, debido a que no cumple con una de los requisitos necesarios para ser designado como planeta: Plutón no tiene la masa necesaria para limpiar la vecindad de su órbita (es decir, la comparte con otros objetos). Con esto se reconoció el error de haber otorgado la categoría de planeta a Plutón en 1930, año de su descubrimiento. Desde ese día el sistema solar queda compuesto por 8 planetas.

Los planetas interiores son pequeños y se componen sobre todo de roca y hierro. Los exteriores son mayores y se componen, principalmente, de hidrógeno, hielo y helio.

Mercurio es muy denso, en apariencia debido a su gran núcleo compuesto de hierro. Con una atmósfera tenue, tiene una superficie marcada por impactos de asteroides.

Venus tiene una atmósfera de dióxido de carbono (CO2) 90 veces más densa que la de la Tierra; esto causa un efecto invernadero que hace que la atmósfera venusiana conserve mucho el calor. La temperatura de su superficie es la más alta de todos los planetas: unos 477 °C.

La Tierra es el único planeta con agua líquida abundante y con vida.

Existen sólidas pruebas de que Marte tuvo, en algún momento, agua en su superficie, pero ahora su atmósfera de dióxido de carbono es tan delgada que el planeta es seco y frío, con capas polares de dióxido de carbono sólido o nieve carbónica.

Júpiter es el mayor de los planetas y el que más satélites conocidos tiene orbitando a su alrededor. Su atmósfera de hidrógeno y helio contiene nubes de color pastel y su inmensa magnetosfera, sus anillos y sus satélites, lo convierten en un sistema planetario en sí mismo.

Saturno rivaliza con Júpiter, con una estructura de anillos más complicada y con un gran número de satélites, entre los que se encuentra Titán, con una densa atmósfera.

Urano y Neptuno tienen poco hidrógeno en comparación con los dos gigantes; Urano, también con una serie de anillos a su alrededor, se distingue porque su eje de rotación forma un ángulo de 8° con el plano de su órbita.

Planetas enanos

El 24 de agosto de 2006 la UAI decidió que el número de planetas no se ampliará a 12, como se propuso en la reunión que mantuvieron sus miembros en Praga, sino que debía reducirse de 9 a 8. El gran perjudicado de este nuevo orden cósmico fue, nuevamente, el polémico Plutón, cuyo pequeño tamaño y su evolución dinámica en el sistema solar llevó a los miembros de la UAI a excluirlo definitivamente de su nueva definición de planeta.

En dicha reunión de la UAI se creó una nueva clase de planeta, los Planetas enanos, que a diferencia de los planetas, no han limpiado la vecindad de su órbita. Los cinco planetas enanos del sistema solar ordenados por proximidad al Sol son Ceres, Plutón, Makemake, Haumea y Eris.

Cuerpos menores del sistema solar

Fotografía (tomada desde una sonda a millones de kilómetros de la Tierra) del planeta enano Plutón y sus satélites.

Entre los cuerpos menores, los planetas menores son cuerpos con masa suficiente para redondear sus superficies. Antes del descubrimiento de Caronte (satélite de Plutón) y los primeros objetos transneptunianos, el término "planeta menor" era un sinónimo de asteroide. Sin embargo, el término asteroide suele reservarse para los cuerpos rocosos pequeños del sistema solar interior. La mayoría de los objetos transneptunianos son cuerpos helados, como cometas, aunque la mayoría de los que es posible descubrir a esas distancias son mucho mayores que los cometas.

Los mayores objetos transneptunianos son mucho mayores que los mayores asteroides. Los satélites naturales de los planetas mayores también tienen un amplio rango de tamaños y superficies, siendo los mayores de ellos mucho mayores que los asteroides mayores.

Algunos de los principales cuerpos menores del sistema solar en un futuro podrían ser "ascendidos" al rango de planeta enano, como pasó con Makemake y Haumea.

Los asteroides son pequeños cuerpos rocosos que se mueven en órbitas, sobre todo entre las órbitas de Marte y Júpiter. Calculados en miles, los asteroides tienen diferentes tamaños, desde Ceres, con un diámetro de 1000 km, hasta granos microscópicos. Algunos asteroides son desviados hacia órbitas excéntricas que les pueden llevar más cerca del Sol.

Los cuerpos más pequeños que orbitan el Sol se llaman meteoroides. Algunos se estrellan contra la Tierra y aparecen en el cielo nocturno como rayos de luz; se les llama meteoros. Los fragmentos rescatados se denominan meteoritos. Los estudios en los laboratorios sobre los meteoritos han revelado mucha información acerca de las condiciones primitivas del sistema solar.

Las superficies de Mercurio, Marte y diversos satélites de los planetas (incluyendo la Luna) muestran los efectos de un intenso impacto de asteroides al principio de la historia del sistema solar. En la Tierra estas marcas se han desgastado, excepto en algunos cráteres de impacto reciente.

Parte del polvo interplanetario puede también proceder de los cometas, que están compuestos básicamente de polvo y gases helados, con diámetros de 5 a 10 km. Muchos cometas orbitan el Sol a distancias tan grandes que pueden ser desviados por las estrellas hacia órbitas que los transportan al sistema solar interior. A medida que los cometas se aproximan al Sol liberan su polvo y gases formando una cabellera y una cola espectaculares. Bajo la influencia del potente campo gravitatorio de Júpiter, los cometas adoptan algunas veces órbitas mucho más pequeñas.

El más conocido es el cometa Halley, que regresa al sistema solar interior cada 75 años. En julio de 1994 los fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9 chocaron contra la densa atmósfera de Júpiter a velocidades de 210 000 km/h. Con el impacto, la enorme energía cinética de los fragmentos se convirtió en calor a través de explosiones gigantescas, formando bolas de fuego de tamaño mayor que el planeta Tierra.

Las superficies de los satélites helados de los planetas exteriores están marcadas por los impactos de los núcleos de los cometas. En realidad, el asteroide Quirón, que orbita entre Saturno y Urano, puede ser un enorme cometa inactivo. De forma semejante, algunos de los asteroides que cruzan la órbita de la Tierra pueden ser los restos rocosos de cometas extinguidos.

Los cometas se encuentran en torno al Sol en dos grandes grupos: el Cinturón de Kuiper y la Nube de Oort. El primero es un anillo situado más allá de la órbita de Neptuno, con unos mil millones de cometas, la mayoría con períodos inferiores a 500 años. La nube de Oort es, en teoría, una capa esférica de cometas situada hacia la mitad de la distancia entre el Sol y la heliopausa.

El Sol está rodeado por tres anillos de polvo interplanetario. Uno de ellos, entre Júpiter y Marte, es conocido desde hace tiempo como el origen de la luz zodiacal. De los otros dos anillos, que se descubrieron en 1983, uno está situado a una distancia del Sol de solamente dos anchos solares y el otro en la región de los asteroides.

Investigación y exploración del sistema solar

Estación espacial internacional, centro de exploración e investigación espacial

Dada la perspectiva geocéntrica con la que es percibido el sistema solar por los humanos, su naturaleza y estructura fueron durante mucho tiempo desconocidas. Los movimientos aparentes de los objetos del sistema solar, observados desde la Tierra, se consideraban los movimientos reales de estos objetos alrededor de una Tierra estacionaria.

Gran parte de los objetos del sistema solar no son observables sin la ayuda de instrumentos como el telescopio. Con la invención de este comienza una era de descubrimientos en la que se abandona finalmente el sistema geocéntrico sustituyéndolo definitivamente por la visión copernicana del sistema heliocéntrico.

El sistema solar es estudiado por telescopios terrestres, observatorios espaciales y misiones espaciales capaces de llegar hasta algunos de estos distantes mundos. Los cuerpos del sistema solar en los que se han posado sondas espaciales terrestres son Venus, la Luna, Marte, Júpiter y Titán. Todos los cuerpos mayores han sido visitados por misiones espaciales, incluyendo algunos cometas, como el Halley, y excluyendo Plutón.

En 2002 se identificó, dentro del cinturón de Kuiper, un cuerpo celeste (bautizado provisionalmente como “Quaoar”) de unos 1300 km de diámetro, el más grande hallado hasta ese momento orbitando el Sol desde que se descubrió Plutón en 1930. En 2004 se confirmó el descubrimiento de “Sedna”, un objeto del sistema solar de menor tamaño que Plutón pero, probablemente, mayor que Quaoar, y que podría formar parte de la nube de Oort. Sedna presenta una órbita extremadamente elíptica, y un color rojizo y un brillo característicos.

En julio de 2005 se anunció el descubrimiento de otro gran cuerpo celeste del cinturón de Kuiper, al que se le dio el nombre provisional de Xena. Por su tamaño, ligeramente superior al de Plutón, sus descubridores lo definieron como el “noveno planeta” del sistema solar. El mismo equipo de astrónomos observó, dos meses más tarde, que Xena tenía una luna orbitando a su alrededor; la llamaron Gabrielle.

Véase también

Sistema solar png.pngSistema solarSistema solar png.png
Sol
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Mercurio
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Venus
Ico Venus.png
Tierra
Ico planeta tierra.png
Marte
Ico marte.png
Ceres
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Júpiter
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Saturno
Saturno ico.png
Urano
Uranus-ico.png
Neptuno
Neptune-ico.png
Plutón
Ico Plutón.png
Sedna
Sedna-ico.png
Eris[1]
Planeta eris ico.png

Fuentes