Nuestra Señora de Guadalupe

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Nuestra Señora de Guadalupe
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Santo
Virgen guadalupe.jpg
Religión o MitologíaCatólica
Día celebración12 de diciembre
Patrón(a) o Dios(a) dePatrona de México.
País o región de origenBandera de los Estados Unidos Mexicanos México
Venerado enBandera de Cuba Cuba, Bandera de los Estados Unidos Mexicanos México, Bandera de Colombia Colombia, Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos, Bandera de Argentina Argentina, Bandera de Italia Italia, Bandera de la República Bolivariana de Venezuela Venezuela, Bandera de Guatemala Guatemala, Bandera de Bolivia Bolivia, Bandera de El Salvador El Salvador.
Imagen original de la Virgen de Guadalupe.

Nuestra Señora de Guadalupe es una advocación mariana de la religión católica, cuya imagen se venera en la Basílica de Guadalupe, en el norte de la Ciudad de México.

De acuerdo con las creencias católicas, la Virgen de Guadalupe se apareció cuatro veces a Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac. Tras una cuarta aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga. Juan Diego llevó en su ayate unas rosas flores que no son nativas de México y tampoco prosperan en la aridez del Tepeyac que cortó en el Tepeyac, según la orden de la Virgen. Juan Diego desplegó su ayate ante el obispo Juan de Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de Santa María, morena y con rasgos indígenas.

Origen del culto a la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac

Desde la época prehispánica, el Tepeyac había sido un centro de devoción religiosa para los habitantes del valle de México. En esta eminencia geográfica localizada en lo que fuera la ribera occidental del lago de Texcoco se encontraba el santuario más importante de la divinidad nahua de la tierra y la fertilidad. Esta diosa era llamada Coatlicue (náhuatl: cóatl-cuéitl, 'Señora de la falda de serpientes' ), que por otros nombres también fue conocida como Teteoinan (náhuatl: téotl-nan, 'dios-madre' ‘Madre de los dioses’) o Tonantzin (náhuatl: to-nan-tzin, 'Nuestra venerable madrecita' ). El templo de Tonantzin Coatlicue fue destruido completamente como resultado de la Conquista. Conocedores de la importancia religiosa del santuario indígena del Tepeyac, los franciscanos decidieron mantener en el lugar una pequeña ermita. La decisión de mantener una ermita ocurrió en el marco de una intensa campaña de destrucción de las imágenes de los dioses mesoamericanos, a los que se veía como una amenaza para la correcta cristianización de los indígenas. Uno de los primeros registros sobre la existencia de la ermita corresponde a la década de 1530. Al templo se dirigían los indígenas siguiendo la tradición prehispánica. Dos décadas más tarde, no sólo los indígenas acudían a la ermita del Tepeyac a rendir culto a una imagen - "pintada", de acuerdo con los documentos de la época de la Virgen María: la devoción hacia la imagen se había extendido entre los criollos hacia la mitad del siglo XVI.

La tradición católica

Juan Diego, Con la imagen de la Virgen de Guadalupe en su manto.

La tradición católica cree que la aparición de la imagen de la Virgen de Guadalupe fue en el año 1531, menos de medio siglo después de la caída de México-Tenochtitlan en manos de los españoles. Esta fecha aparece registrada en el Nican mopohua, uno de los capítulos que integran el Huei tlamahuizoltica, obra en lengua náhuatl escrita por Luis Lasso de la Vega y que la tradición atribuyó al indígena Antonio Valeriano. Sin embargo, es posible que la imagen que se veneraba en 1530 no sea la imagen mariana que se encuentra en la actualidad en el altar mayor del santuario del Tepeyac. La falta de documentos de la época dificultan el esclarecimiento de la historia de la aparición de la imagen de la Virgen en la ermita, aunque resulta bastante plausible que el arzobispo Alonso de Montúfar haya participado decisivamente en el hecho.

En 1555, Montúfar ordenó la remodelación de la ermita y la confió al clero secular. Quizá en este mismo episodio ocurrió la sustitución de la imagen antigua por la que se conoce en el presente. Los primeros registros de la aparición de la imagen mariana en la ermita corresponden precisamente a los años de 1555 y 1556. Entre otros testimonios tempranos del suceso se encuentran los Diarios de Juan Bautista y los Anales de México y sus alrededores. El primer documentos afirma que "en el año de 1555 fue cuando se apareció Santa María de Guadalupe, allá en Tepeyacac", mientras que los Anales ubican el suceso un año más tarde: "1556 XII Pedernal: descendió la Señora a Tepeyácac; en el mismo tiempo humeó la estrella". Años más tarde, el chalca Domingo Francisco Chimalpahin Quauhtlehuanitzin recogería los primeros documentos en sus Relaciones de Chalco, en los cuales ubica el suceso en 1556.

Iba quedando bien doblado y fuerte el muro de piedra que daría la vuelta a toda la ciudad de México. Para la obra hicieron reunir a toda la gente de todos los pueblos del rumbo, por orden de los jefes y según disposiciones de don Luis de Velasco, Visurrey. Así pudo terminarse la muralla. También entonces ocurrió la aparición, dicho sea con respeto, de nuestra querida madre, Sancta María de Guadalupe en el Tepeyácac.

La imagen del Tepeyac siguió siendo llamada Tonantzin por los indígenas nahuas que acudían al santuario en romería. El nombre resultaba conveniente a los propósitos de la religión católica, en cuya doctrina María es la Madre de Dios, pero también es intercesora de los pecadores ante la divinidad. Cuando los españoles y criollos se apropiaron del culto, rebautizaron a la imagen con el nombre de Guadalupe, que obviamente hace alusión a la efigie de la Virgen que se venera en Extremadura.

Culto a la Virgen del Tepeyac

Ojos de la virgen de Guadalupe

Al fortalecimiento del culto a la Virgen del Tepeyac contribuyó de manera decisiva la realización del Primer Concilio mexicano, que se celebró en la Ciudad de México entre el 29 de junio y el 7 de noviembre de 1555. El concilio fue organizado por el arzobispo Alonso de Montúfar y reunió a numerosos representantes de las órdenes monásticas de la Nueva España, entre ellos al franciscano Pedro de Gante; así como a los obispos Martín Sarmiento de Hojacastro (Tlaxcala), Tomás de Casillas (Chiapas), Juan López de Zárate (Oaxaca) y Vasco de Quiroga (Michoacán). Entre otras cosas, el Primer Concilio de la Iglesia novohispana resolvió reglamentar la manufactura de las imágenes religiosas, especialmente las realizadas por los indígenas. También se decidió favorecer el culto a los santos patrones de cada pueblo y todas las advocaciones marianas.

Desde la llegada de los franciscanos a México, los indígenas fueron instruidos en la pintura y se les permitió la producción de imágenes religiosas. De modo que cuando Montúfar se pronunció a favor de acabar con las "abusiones de pinturas e indecencia de imágenes" producidas por los indígenas que "no saben pintar ni entienden bien lo qué hacen", en realidad estaba atacando la obra de los misioneros franciscanos representados por Pedro de Gante. El enfrentamiento sobre la producción de las imágenes religiosas y su papel en la cristianización de los indígenas era también el reflejo de los desencuentros entre el arzobispo de México y los franciscanos en lo referente al culto de la Virgen del Tepeyac. El 6 de septiembre de 1556, Montúfar pronunció una homilía en la cual se pronunciaba partidario de la promoción del culto a la Guadalupana entre los indígenas. El 8 de septiembre de ese mismo año, el arzobispo obtuvo una respuesta sumamente crítica por parte de los franciscanos en boca de Francisco de Bustamante. La labor de la Orden Franciscana en la cristianización de América había estado imbuida por la filosofía erasmiana que rechazaba la veneración de las imágenes, de modo que cuando Montúfar se mostró favorable a difundir el culto de la imagen del Tepeyac lo que obtuvo en contestación fue la siguiente declaración de Bustamante:

«[...] la devoción de esta ciudad ha tomado en una ermita e casa de Nuestra Señora que han intitulado de Guadalupe, es un gran perjuicio de los naturales porque les da a entender que hace milagros aquella imagen que pintó el indio Marcos.»

La disputa entre los franciscanos y el Arzobispado de México se resolvió en favor de éste último. Para ello, Montúfar y sus partidarios tuvieron que moderar su discurso sobre la índole del culto a la Virgen de Guadalupe, aproximándose aparentemente a los preceptos defendidos por los franciscanos. La promoción oficial del culto guadalupano por parte de la Iglesia novohispana se inscribe en un proceso más amplio en el que la perspectiva humanista de los franciscanos y su obra misional fue sustituida por los preceptos adoptados oficialmente por medio de las resoluciones del Concilio de Trento. De acuerdo con éstas, la Iglesia debería promover y conservar el culto a las imágenes de Cristo, la Virgen y todos los santos, en una clara reacción contra la iconoclastia protestante que prosperaba en el norte de Europa.

La devoción a la Santísima Virgen

De modo pragmático, el Arzobispado de México hizo caso omiso de las advertencias vertidas por los franciscanos sobre la confusión que podía generar el culto de la imagen del Tepeyac entre los recién cristianizados indígenas del centro de México. A la voz de Francisco de Bustamante se sumaría después la de otros misioneros, entre ellos, Bernardino de Sahagún, que en su Historia general de las cosas de la Nueva España publicada en 1576 escribió que:

Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde solían hacer muy solemnes sacrificios, y que venían a ellos de muy lejanas tierras. El uno de estos es aquí en México, donde está un montecillo que se llama Tepeacac, y los españoles llaman Tepeaquilla y ahora se llama Nuestra Señora de Guadalupe; en este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses que llamaban Tonantzin, que quiere decir Nuestra Madre; allí hacían muchos sacrificios a honra de esta diosa, y venían a ellos de muy lejanas tierras [...]; y ahora que está allí edificada la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe también la llaman Tonantzin tomada ocasión de los predicadores que a Nuestra Señora la Madre de Dios la llaman Tonantzin. De dónde haya nacido esta fundación de esta Tonantzin no se sabe de cierto, pero esto sabemos de cierto que el vocablo significa de su primera imposición a aquella Tonantzin antigua, y es cosa que se debía remediar porque el propio nombre de la Madre de Dios Señora Nuestra no es Tonantzin sino Dios y Nantzin; parece esta invención satánica para paliar la idolatría debajo la equivocación de este nombre Tonantzin y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin de muy lejos, tan lejos como de antes, la cual devoción también es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin como antiguamente.

Títulos de la Virgen de Guadalupe

La imagen de la Virgen de Guadalupe de México tiene varios títulos y distinciones:

Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe

La basílica de Nuestra Señora de Guadalupe es el segundo santuario católico más visitado del mundo (después de la Basílica de San Pedro en el Vaticano), con más de 14 millones de visitantes todo el año en innumerables peregrinaciones desde todas las partes del país, aunque en 2006 superó a la Basílica de San Pedro en número de visitantes, convirtiéndose durante un año en el santuario católico más visitado del mundo.

El gran templo en que se venera esta imagen ha sido declarado basílica y santuario nacional por el Vaticano, siendo este recinto uno de los primeros santuarios marianos de América. Se encuentra en La Villa de Guadalupe (conocida popularmente como «La Villita») en el norte de la ciudad de México. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, se encuentra la BASÍLICA DEL VERBO DIVINO; Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en el Barrio de Palermo, calle Salguero y Mansilla, Paraguay 3901.

El santuario guadalupano de Zamora dedicado a Nuestra señora de Guadalupe es el más grande de México y el tercero en América. Ocupa el tercer lugar más visitado después de la Basílica de Guadalupe en México.

Origen del nombre Guadalupe

En España existían dos advocaciones previas de la Virgen de Guadalupe, en Guadalupe (Cáceres) y en La Gomera (Canarias). Los conquistadores conocían y veneraban a la Virgen de Guadalupe en la basílica construida en España por Alfonso XI en 1340. El nombre Guadalupe (de la estatuilla extremeña cuya copia llevaron los conquistadores a México) proviene del río Guadalupejo (nombre que viene de la unión de la palabra árabe "guada", río, y la contracción latina "lux-speculum", espejo de luz), supuestamente ocultada allí tras la invasión árabe de Hispania en el siglo VIII donde permaneció hasta su hallazgo por Gil Cordero.

Origen de esta historia

El Nican Mopohua (‘aquí se narra’, en idioma náhuatl) es el título de la narración en la que se cuentan las apariciones de la Virgen de Guadalupe. El elegante y complejo texto no está escrito en un náhuatl original sino en el lenguaje reformado en los conventos jesuitas.

El texto original fue impreso en 1649 por el bachiller criollo Luis Lasso de la Vega (1605-1660), capellán del santuario de Guadalupe. Él se lo atribuye al doctor don Antonio Valeriano de Azcapotzalco (1520 - 1605), que habría sido un indígena noble del siglo anterior (pariente de Moctezuma Xocoyotzin, noveno rey azteca), y quien como estudiante del Colegio de Santa Cruz de Santiago Tlatelolco habría sido uno de los alumnos nahuas de fray Bernardino de Sahagún (1499-1590). Según Lasso de la Vega, el indígena Valeriano había oído la historia directamente de labios de Juan Diego (quien, según el mismo Lasso, habría fallecido en 1548).

Basándose en la fecha del Primer Concilio Provincial Mexicano que se celebró en la ciudad de México entre junio y noviembre de 1555, el historiador Edmundo O’Gorman (1906-1995) opinaba que Antonio Valeriano había escrito el Nican mopohua en 1556. En ese sínodo, el arzobispo Montúfar ordenó que se examinaran las historias de los santuarios y de los iconos venerados en México, y que todos los que no tuvieran suficiente fundamento se destruyeran. Montúfar le habría ordenado al indígena Valeriano que escribiera una historia milagrosa que legitimara en México el culto a la Virgen de Guadalupe de España (que era la devoción del arzobispado de México).

El título del libro se deriva de las dos primeras palabras del texto, impresas en gruesos caracteres en su primera publicación. Forma parte de un texto más extenso, el Huei tlamahuizoltica (‘muy maravillosamente’, que son las dos palabras iniciales del texto). Este Huei tlamahuizoltica incluye además del Nican mopohua textos introductorios, oraciones y el Nican motecpana (‘Aquí se pone en orden’) que es la lista de algunos milagros atribuidos a la Virgen en los años que siguieron a su primera aparición.

El sacerdote católico Luis Becerra Tanco (s. XVII) cuenta que en una fiesta del 12 de diciembre de 1666 sólo diecisiete años después de la publicación del texto náhuatl oyó a unos indígenas que durante la danza cantaban en náhuatl cómo la Virgen María se le había aparecido al indígena Juan Diego, cómo había curado al tío de éste y cómo se había aparecido en la tilma ante el obispo.

La obra está escrita en fina prosa poética (tecpiltlahtolli: ‘lengua noble’) y tuvo varias traducciones, siendo las más difundidas las de:

Aparición ante Juan Diego y Juan Bernardino

Según la leyenda narrada en el Nican Mopohua, la Virgen María se había manifestado un siglo antes al indígena Juan Diego, quien era originario de Cuautitlán (que pertenecía al señorío de Texcoco), y a su tío Juan Bernardino, ambos convertidos al cristianismo pocos años atrás a raíz de la conquista española.

El Nican Mopohua dice que la Virgen le reveló el nombre «Guadalupe» a Bernardino cuando éste se encontraba enfermo de gravedad. Los críticos escépticos opinan que es imposible que la Virgen se haya nombrado a sí misma Guadalupe ante el anciano, ya que Juan Bernardino no entendía la lengua castellana traída por los españoles al Nuevo Mundo, por tanto el diálogo tuvo que haberse desarrollado en la lengua nativa, que era el náhuatl (lengua viva hablada por más de 2,5 millones de personas), en la que no existen las consonantes g ni d.

Una explicación de este error podría ser que la aparición haya dicho que era la Virgen Tequatlasupe, y que debido a que para los españoles era muy difícil de pronunciar ese nombre los españoles la llamaron «Virgen de Guadalupe» (relacionándola con la Virgen de Guadalupe extremeña).

El obispo de México probablemente tenía interés en que el nombre de la virgen fuera el de Guadalupe, para así contar con la simpatía de Hernán Cortés, quien era devoto de la Virgen de Guadalupe patrona de su región (Extremadura, España) y que llevaba consigo una imagen de madera.

Una segunda explicación es que quizá la Virgen de Guadalupe se comunicase en el idioma nativo de Juan Diego, pero usó su nombre de Guadalupe (extremeño de origen árabe).

Otra etimología del nombre

Según los guadalupanos mexicanos actuales, el nombre de la Virgen mexicana de Guadalupe podría ser una deformación de un nombre original desconocido pronunciado en idioma náhuatl con el que el indígena Juan Diego habría mencionado a la Virgen que se le había aparecido.

Varios escritores han tratado de identificar palabras en idioma náhuatl que suenen parecido a Guadalupe y tengan algún significado religioso, para que pudieran ser el nombre que dijo la Virgen:

  • coatlallope: ‘la que aplasta a la serpiente’ (siendo coatl: ‘serpiente’, a: preposición y llope: ‘aplastar’).
  • tequantlanopeuh: ‘la que tuvo origen en la cumbre de las peñas’.
  • tequatlasupe: ‘la que aplasta la cabeza de la serpiente’.
  • tlecuatlahlope: ‘la que nos salva de ser comidos’.
  • tlecuauhtlacupeuh: ‘la que viene volando de la luz como el águila de fuego’.

La historia

El Nican Mopohua dice que uno de los testigos de las apariciones de la Virgen de Guadalupe fue fray Juan de Zumárraga, primer obispo de la ciudad de México, D. F..

La Virgen María, en su advocación de Virgen de Guadalupe, se apareció en varias ocasiones ante el converso mexica Juan Diego Cuauhtlatoatzin el sábado 9 de diciembre de 1531 en el cerro del Tepeyac y le pidió que fuera en busca del obispo y le dijera que ella solicitaba la creación de un templo en ese lugar. El indígena fue en busca de fray Juan de Zumárraga para contarle de la solicitud de la virgen, pero fray Juan no creyó en las apariciones, pues este tipo de historias de apariciones espirituales era común, así que le pidió una prueba.

En respuesta a la petición del obispo, la Virgen pidió al indígena que, como pudiera, cortara unas rosas de Castilla de la cumbre del cerro y se las llevara al obispo (En ese tiempo era invierno y la zona del cerro era una zona árida, no apta para el crecimiento de flores como las rosas). El indígena obedeció y guardó las rosas dentro de su tilma o ayate. Juan Diego bajó del cerro y pidió una audiencia ante el obispo para mostrarle la prueba. Al llegar donde estaba el obispo, el indio estiró su ayate para tender las rosas sobre la mesa. Sobre el ayate aparece la imagen estilizada (claramente artística, no fotográfica) de la Virgen de Guadalupe. La prueba para el fraile no fueron solamente las rosas, sino el milagro de la pintura de la Virgen de Guadalupe sobre el ayate.

La imagen que hoy en día conocemos sería la misma que la de ese día del año 1531.

Sincretismo

El culto a la Virgen de Guadalupe podría ser un sincretismo con la diosa mexica Tonantzin (que significa ‘nuestra madre’), la diosa de la muerte; la cual se sabe que los mexicas veneraban en ese mismo cerro del Tepeyac.

Fray Bernardino de Sahagún lo menciona en uno de sus textos:

Cerca de los montes hay tres ó cuatro lugares donde solían hacer muy solemnes sacrificios, y que venían a ellos de muy lejanas tierras. El uno de estos es aquí en México, donde está un montecillo que se llama Tepeacac, y los españoles llaman Tepeaquilla, y ahora se llama Nuestra Señora de Guadalupe. En este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los Dioses, que ellos la llamaban Tonantzin, que quiere decir nuestra madre. Allí hacían muchos sacrificios a honra de esta diosa, y venían a ellos de muy lejanas tierras, de más de veinte leguas de todas estas comarcas de México, y traían muchas ofrendas: venían hombres y mujeres y mozos y mozas.

En los escritos de Puebla (que se utilizaron para probar la santidad del indio Juan Diego) se eliminó quizá deliberadamente, para evitar controversias acerca del sincretismo que se estaba realizando el siguiente párrafo:

Era grande el concurso de gente en estos días; y todos decían «vamos a la fiesta de Tonantzin»; y ahora que está allí edificada la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, también la llaman Tonantzin, tomando ocasión de los predicadores, que a Nuestra Señora la Madre de Dios la llaman Tonantzin. De dónde haya nacido esta fundación de esta Tonantzin no se sabe de cierto; pero esto sabemos de cierto, que el vocablo significa de su primera imposición a aquella Tonantzin antigua; y es cosa que se deberá remediar porque el propio nombre de la Madre de Dios, Señora nuestra, no es Tonantzin sino Dios y Nantzin. Parece esta invención satánica para paliar la idolatría debajo la equivocación de este nombre Tonantzin y vienen ahora á visitar á esta Tonantzin de muy lejos, tan lejos como antes; la cual devoción también es sospechosa porque en todas partes hay muchas Iglesias de Nuestra Señora y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin como antiguamente.

Argumenta que la tela del ayate sobre el que está la imagen de la Virgen es de fibra vegetal de maguey. Por su naturaleza, esta fibra se descompone por putrefacción en mucho menos de medio siglo. Así ha sucedido con varias reproducciones de la imagen que se han fabricado con tejido de maguey. El ayate, sin embargo, ha resistido más de 470 años.

La fiesta de Guadalupe

La fiesta de la Virgen se celebra el 12 de diciembre. La noche del día anterior, las iglesias en todo lo ancho y largo del país se colman de fieles para celebrar una fiesta a la que llaman “las mañanitas a la Guadalupana” o serenata a la Virgen. El santuario de Guadalupe, ubicado en el cerro del Tepeyac en la ciudad de México, es visitado ese día por más de 5 millones de personas.

Se tiene por costumbre que tales peregrinaciones no sólo incluyan fieles y organizadores, sino danzantes llamados matachines, quienes lideran las procesiones hasta llegar a la basílica.

Lugares de veneración

Fuentes