Almanzor

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Almanzor
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NombreAbu Amir Muhammad ben Abi
Nacimientoc.938
Medinaceli Bandera de España España
Fallecimiento11 de agosto de 1002
Medinaceli, Bandera de España España
Causa de la muerteNaturales
NacionalidadEspañola
Otros nombresAl-Manṣūr billah
OcupaciónPolítico y militar
Conocido porEl Aníbal, el César de los musulmanes españoles
HijosAbd al-Malik al-Muzaffar
PadresAbd Allah y Boraiha

Al-Mansur. En árabe significa invencible, fue un notable político y militar andalusí, caudillo del Califato de Córdoba y valido de Hisham II; el más temible de cuantos caudillos árabes guerrearon en España.

Síntesis biográfica

Nació en España, Medinaceli, cerca de Algeciras en algún momento del año c. 938, en el seno de una familia terrateniente árabe de origen yemení, sus padres, notables fueron Abdallah y Boraiha. A su padre, Abd Allah, se le describe como un hombre piadoso, bondadoso y ascético, que murió en Trípoli cuando regresaba de su peregrinación a La Meca. Su abuelo materno se destacó en el reinado de Abderramán III como médico y ministro del Califa.

Juventud

Muy joven Almanzor se trasladó a Córdoba donde acabó sus estudios de Derecho y de Letras bajo la tutela de sus tíos. Después de ocupar un modesto puesto de memorialista en la Mezquita de Córdoba, el joven pronto destacó por sus cualidades e inició su fulgurante carrera política como escribano de la sala de audiencias del cadí jefe de la capital.

Ocupó importantes cargos administrativos, como los de director de la ceca (967), en 968 fue nombrado tesorero del califa. En 972 se convirtió en intendente del príncipe Abderramán, hijo y heredero del califa Alhakén II y de su favorita, la vascona Sohbeya (Aurora), con la cual estableció una relación privilegiada sumamente beneficiosa para su carrera, la sultana favorita, nombre que para él tuvo la elocuencia de una profecía, pues señaló el amanecer de su gloriosa carrera.

Efectivamente, la enamorada Sohbeya le hizo secretario suyo; luego, mayordomo, y tan pronto como falleció Alhaquem, el hijo de éste, Hixem II, niño de diez años, quedó relegado a segundo término; y así, aunque Almanzor ejerciera el gobierno en nombre de Hixem, el verdadero califa era él. Al año siguiente, fue promovido a cadí de Sevilla y de Niebla.

Conquistador

Convertido ya en uno de los personajes más importantes del Califato, se hizo construir un suntuoso palacio en Al-Rusafa, a una legua al Norte de la capital. Poco después se convirtió en gran cadí de las posesiones omeyas en el Magreb, lo que le permitió establecer estrechas relaciones con los jefes bereberes. Codicioso de mando y de botín, anualmente salía dos veces a guerrear contra la Cruz, y en veintiséis años realizó cincuenta y dos expediciones.

Conquistó Zaragoza (982), de donde se llevó nueve mil cautivos. Dos años más tarde arrasó a León, y también a Barcelona, que incendió y saqueó, y a Coímbra.

En el verano de 997, asoló Santiago de Compostela, (Galicia), después de que el obispo Pedro de Mezonzo evacuara la ciudad. Quemó el templo prerrománico dedicado a Santiago, respetando su sepulcro. Esto permitió la continuidad del Camino de Santiago dispuso que, a hombros de cuatro mil cristianos prisioneros, las campanas de la catedral fuesen llevadas a Córdoba para convertirlas en lámparas que alumbraran su mezquita. Dos siglos después entró en Córdoba Fernando III el Santo, y como todavía estaban intactas, las devolvió a la ciudad gallega.

Principales aportes

Fue, se dice, "el Aníbal, el César de los musulmanes españoles", y también un gran político. Los meses que descansaba en Córdoba vivía rodeado de sabios y de poetas. Protegió las ciencias, particularmente la medicina, e inauguró una especie de universidad. Su autoridad era absoluta, pero para disimularla y dar a su gobierno una apariencia de república, instituyó una junta de senadores.

Lo cierto es que si al principio pecó de cruel, más tarde, tan pronto se afianzó en el poder, se comportó benignamente, aun con sus mismos enemigos. Era un poeta y tenía alma de artista. Lo demuestra su última voluntad de que se cubriera su cadáver con el polvo que se había adherido a los vestidos que usó en los combates; polvo que tuvo la curiosidad de ir guardando en una cauta de madera perfumada que llevaba siempre consigo para cuando muriese.

Muerte y homenaje

El 11 de agosto de 1002 según algunos cronistas, las tropas de Alfonso V de León, unidas a las huestes de Castilla y Navarra, derrotaron a Almanzor en la discutida batalla de Calatañazor, y añaden que fue tal su pesadumbre y tan graves las heridas que recibió en el combate, que falleció en Medinaceli tres días después. Antes de morir nombró sucesor a su hijo Abd al-Malik al-Muzaffar, lo que generó una guerra interna entre sus sucesores y los de Hisham II.

El cadáver, así dispuesto, recibió primera sepultura en la frontera, antes de ser trasladado a Córdoba. Según el historiador árabe Ibn Idari, los siguientes versos se esculpieron en mármol, a manera de epitafio:

Sus huellas sobre la tierra te enseñarán su historia,
como si la vieras con tus propios ojos.
Por Dios que jamás los tiempos traerán otro semejante,
que dominara la península
y condujera los ejércitos como él.".

Fuente

  • Enciclopedia Ilustrada cumbre - Lo esencial de los conocimientos actuales en forma clara, sustancial y amena.—México 6 ed. Editorial Cumbre S.A. Tomo 1. 1966