Artritis Reumatoidea Juvenil

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Concepto:Enfermedad que afecta a los músculos, los tendones, las articulaciones, los huesos y/o los nervios.


Artritis reumatoidea juvenil. La artritis es una inflamación (lo que significa que se caracteriza por síntomas como el calor, la hinchazón y el dolor) de la capsula sinovial (que recubre las articulaciones, por ejemplo, las rodillas o los nudillos). Cuando se inflama la capsula sinovial, se produce líquido sinovial, y las articulaciones se pueden inflamar, volverse rígidas, dolorosas y calientes al tacto.

Síntomas

La artritis reumatoidea juvenil a veces provoca solamente síntomas y problemas menores, pero en algunos casos puede dañar gravemente las articulaciones y/o limitar el crecimiento. A pesar de que afecta prioritariamente a las articulaciones y el tejido circundante, también puede afectar a otros órganos, como los ojos, el hígado, el corazón y los pulmones. Los niños y adolescentes con artritis reumatoidea tienen contracturas musculares y dolor articular de intensidad variable, pudiendo variar la intensidad de la sintomatología de un día a otro e incluso de la mañana a la tarde.

Las crisis o reactivaciones son episodios en que la enfermedad se vuelve más activa y los síntomas empeoran. La artritis reumatoidea juvenil es un trastorno crónico, lo que significa que suele durar un período de tiempo relativamente largo (seis semanas como mínimo) pudiendo prolongarse su duración meses o años. A veces los síntomas desaparecen solos, lo que se conoce como remisión.

La remisión puede durar meses, años o toda la vida de una persona. De hecho, muchos chicos y chicas con artritis reumatoidea acaban presentando una remisión completa con escasas secuelas permanentes o ninguna en absoluto.

Hay tres tipos principales de artritis reumatoidea juvenil:

1. Artritis reumatoidea juvenil pauciarticular. El prefijo pauci significa poco, y articular, relativo a las articulaciones. Este tipo de artritis reumatoidea afecta a cuatro o menos articulaciones, especialmente las de mayor tamaño, como la rodilla. Aproximadamente la mitad de los niños y adolescentes con artritis reumatoidea tienen el tipo pauciarticular. Suele empezar muy pronto, entre la lactancia y los cinco años de edad. A veces se asocia a iridociclitis, una inflamación en la parte anterior del ojo próxima al iris (la parte coloreada). Por este motivo son importantes los exámenes oculares, incluso cuando la artritis no está activa.

2. Artritis reumatoidea juvenil poliarticular. El prefijo poli significa mucho. La artritis reumatoidea juvenil poliarticular afecta a cinco o más articulaciones, habitualmente las de menor tamaño de manos y dedos. También puede afectar a las rodillas, las caderas, los tobillos, los pies y el cuello. La artritis reumatoidea poliarticular puede afectar a las articulaciones de forma simétrica, es decir, a las mismas articulaciones a ambos lados del cuerpo. Las articulaciones afectadas suelen inflamarse. Los síntomas también pueden incluir febrícula, cansancio, poco apetito y nódulos reumatoideos (bultitos) en las articulaciones afectadas. Este tipo de artritis reumatoidea puede provocar problemas articulares duraderos y suele requerir tratamiento con medicación fuerte.

3. Artritis reumatoidea juvenil sistémica. Puede afectar a distintas partes del cuerpo, incluyendo los órganos internos y las articulaciones. Es la forma menos frecuente de artritis reumatoidea juvenil. Los primeros síntomas suelen ser fiebre alta, escalofríos y una erupción cutánea. La artritis puede empezar al mismo tiempo que la fiebre o presentarse varias semanas o meses después de esta última. La fiebre suele subir al final de la tarde o principios de la noche; puede alcanzar los 39,4º C o más y luego bajar súbitamente hasta alcanzar una temperatura corporal normal al cabo de pocas horas. Los afectados por esta enfermedad se pueden encontrar muy mal cuando les sube la fiebre y bien durante el resto del día. Aproximadamente la mitad de los niños y adolescentes que la contraen se recuperan completamente, mientras que la otra mitad sigue teniendo síntomas articulares, como dolor y agarrotamiento durante muchos años. En algunos casos, las secuelas de la enfermedad, como la reducción del movimiento, el agarrotamiento y el dolor articular, persisten en la etapa adulta.

Causas que provocan la enfermedad

La artritis reumatoidea juvenil se asocia a anomalías en el sistema inmunitario, que defiende al cuerpo de los gérmenes nocivos, como las bacterias y los virus. Cuando el sistema inmunitario no funciona correctamente como ocurre en diversos trastornos, entre ellos la artritis reumatoidea juvenil, tiene dificultades para distinguir entre los gérmenes nocivos y los tejidos del propio cuerpo.

Esta confusión hace que el sistema inmunitario ataque a los tejidos del propio cuerpo y que libere unas sustancias químicas que dañan los tejidos sanos. La consecuencia de este proceso es una inflamación que provoca los síntomas de la artritis reumatoidea juvenil.

También se sabe que la artritis reumatoidea juvenil no es contagiosa. No te la puede “pegar” otra persona ni tú se la puedes “pegar” a nadie como ocurre con los catarros y otras infecciones.

Diagnóstico

La artritis reumatoidea juvenil puede ser difícil de diagnosticar. Todas las formas de este tipo de artritis cursan con inflamación, pero también cursan con otros síntomas y requieren tratamientos diferentes. No hay ninguna prueba aislada que permita diagnosticar todas las formas de artritis reumatoidea juvenil y otros tipos de artritis. El médico hará un reconocimiento completo a su paciente a fin de detectar posibles inflamaciones de las articulaciones, problemas oculares y erupciones cutáneas. También es posible que solicite análisis de sangre, radiografías y, en algunos casos, que utilice una aguja para extraer una muestra de líquido sinovial a fin de examinarlo. Es posible que el médico necesite hacer un seguimiento del curso de la enfermedad y de los síntomas durante varios meses para poder determinar la forma particular de artritis reumatoidea juvenil que tiene su paciente. El médico también elaborará la historia médica del paciente, preguntándole sobre cualquier preocupación o síntoma que pueda tener, su salud anterior, la salud de su familia, los medicamentos que toma, las alergias que pueda tener y otras cuestiones. Ciertas infecciones, como la provocada por el parvo virus y la enfermedad de Lyme, tienen síntomas similares a los de la artritis reumatoidea juvenil y se pueden confundir con esta última. De ahí que sea necesario descartar estas posibilidades antes de confirmar un diagnóstico de artritis reumatoidea juvenil.

Tratamiento

Cuando la artritis reumatoidea juvenil se diagnostica pronto y se trata adecuadamente, por lo general se puede controlar eficazmente y las lesiones articulares se pueden limitar o incluso impedir. El tratamiento médico tiene como objetivo aliviar los síntomas y puede incluir medicamentos para reducir la inflamación (como el ibuprofeno). Los ejercicios de fisioterapia -conjunto de movimientos para lograr mayor grado de movilidad (que mejoran la flexibilidad), y la aplicación de calor también pueden ayudar a controlar los síntomas. En contadas ocasiones es preciso recurrir a la cirugía para reparar las articulaciones dañadas.

Recomendaciones para los personas que padecen de artritis reumatoidea juvenil

Si padeces artritis reumatoidea juvenil, algunas mañanas te costará mucho levantarte de la cama. Tal vez vayas a coger del suelo un calcetín y compruebes que no puedas enderezar el codo o doblar las rodillas. O tal vez te toques el hombro y lo notes dolorido y caliente. Los períodos de inactividad, como dormir 8 horas, pueden ser seguidos de episodios de contracturas musculares.

Puede ser muy tentador volver a hacerte un ovillo en la cama y dormir el resto de día. Puedes masajearte los músculos con suavidad y hacer estiramientos suaves para ayudar a relajar y desentumecer los músculos y ligamentos que hay alrededor de las articulaciones. En cuanto te levantes y te pongas en marcha, lo más probable es que se te alivie el dolor. El ejercicio puede ayudarte a conservar la movilidad de las articulaciones afectadas y a fortalecer los músculos y los huesos. Un fisioterapeuta puede ayudarte a diseñar un programa de ejercicios eficaz para que puedas ponerlo en práctica en casa.

Una buena alimentación puede mejorar la salud en general, y un dietista titulado puede ayudarte a entender los aspectos fundamentales de una alimentación saludable. Por ejemplo, tal vez te sientas indispuesto e incapaz de comer cuando tengas una crisis. Un dietista puede ayudarte a seleccionar aquellos alimentos que tengan un alto valor nutritivo para compensar la falta de apetito.

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