Central Jaronú

Central Jaronú
Información sobre la plantilla
Central Jaronú.JPG
Ubicación Geográfica:Esmeralda. Camagüey. Cuba

Central Jaronú. El Central Jaronú, con el predominio de la pequeña propiedad agraria imperante en 1921 rompe a moler. Esta obra abrió el camino a una nueva época caracterizada por la existencia de los grandes y medianos latifundios cañeros. Después del triunfo de la Revolución Cubana se nacionalizó y renombró como Central Brasil.

Orígenes

La Primera Guerra Mundial (1914 - 1918) repercutió en el sector azucarero a contienda bélica afectó severamente a la producción del azúcar de remolacha europea y aumentó la demanda y los precios del azúcar de caña en el mercado internacional por lo que Cuba se convirtió en el principal suministrador del producto, aunque con Estados Unidos como intermediario.

Grandes empresas monopolistas norteamericanas invierten sus capitales en la construcción de colosos de la industria azucarera, entre ellos el Central Jaronú (actual CAI Brasil).

El antecedente inmediato de esta obra estuvo en la construcción del vecino Central Cunagua (actual Bolivia) fabricado por la "Central Cunagua S.A"; empresa azucarera filiada directamente a la "American Sugar Refining Company" que lo pone en explotación a partir de la zafra de 1918.

La importante empresa monopolista norteamericana, dueña del Central Cunagua, ejercía también derecho de propiedad sobre la estación de embarque de azúcar y mieles que se edificaban en Puerto Tarafa (Nuevitas), así como de numerosas instalaciones y medios de transporte, dedicados a la producción y comercialización de azúcar y sus derivados en diferentes países del mundo.

Poco después, Antonio González de Mendoza administrador general del central Cuanagua, presidente de la "Central Cunagua S.A." y representante de los intereses de la "American Sugar Refining Company"; recibe el citado grupo de especialistas, un detallado informe donde sugieren que para la construcción de la fábrica sean utilizados los terrenos, de la antigua hacienda Jaronú, ubicada en el barrio de La Guanaja y perteneciente al término municipal de Camagüey.

Los especialistas sugerían que la hacienda poseía las óptimas condiciones para ejecutar la colosal empresa porque estaba ubicada en el punto central de un área de fértiles terrenos favorables para el cultivo de la caña, tenía grandes reservas de agua subterránea, y por su proximidad con el ferrocarril norte garantizaba la necesaria comunicación con el puerto de Tarafa. La selección fue aprobada por la directiva de la compañía. Se informa que la empresa inversionista sería la "Central Cunagua S.A." en su condición de representante de la compañía norteamericana antes mencionada y que el Sr. Antonio González de Mendoza, ejercería como administrador general de la obra, tarea que acometería simultáneamente con las otras responsabilidades que ya atendía.

Para la ejecución del proyecto fueron contratadas dos importantes empresas constructivas, la Víctor G Mendoza, Ingeniero y la "Oreyano y Mendoza ", contratistas, la primera encargada del suministro y montaje de la instalación industrial y la segunda, dedicada a la construcción del batey del central las vías férreas y las grúas, así como del trazado general de las colonias cañeras que lo abastecerían.

En los primeros meses de 1919, se comenzó a labores en la puesta en marcha del proyecto constructivo. Centenares de asalariados, entre ellos extranjeros, fueron trasladados al lugar y con incitada rapidez acometieron simultáneamente la edificación del central y las demás instalaciones de su infraestructura de apoyo.

Sus consecuencias trajo para los trabajadores la gigantesca obra. La construcción de la industria y las difíciles faenas del campo se extendían de doce a dieciséis horas, percibían ínfimos salarios, las condiciones de vida y alojamiento eran pésimas, carecían de medios de seguridad y protección aún en tareas en las que arriesgaban sus vidas.

Los instintos de protesta y rebeldía eran sofocados por la reacción inmediata y brutal de la Guardia Rural y en el peor de los casos el obrero en cuestión era despedido y sin dilación alguna tenía que abandonar los terrenos de la compañía.

La primera instalación concluida y puesta en explotación (en el propio año 1919), en Jaronú, fue el puesto de Guardia Rural. Indudablemente para la administración de la compañía lo más importante era el custodio y protección de sus propiedades, con el absoluto respaldo de las instituciones represivas del régimen.

A fuerza del sufrimiento y el sudor de los trabajadores, se avanzó en la ejecución de la empresa que contaba con amplias instalaciones de almacenaje y estaba equipado con las más novedosas tecnologías de la época.
Paralelamente en la construcción de la industria se edificó el batey del central, este resultó ser un confortable poblado de 600 metros de largo por 300 m de ancho, distribuido en dieciocho cuadrículas de 100 metros por cada uno de sus lados.

Contaba además con las mansiones, viviendas y cuarterías donde habitarían los funcionarios según su raza y rango, con parque, escuela, hospital, correo, tienda mixta, tintorería, fábrica de hielo, panadería, hotel, farmacia, entre otras instituciones sociales.

La compañía, para garantizar el abastecimiento de materia prima, a la industria, realizó hábiles maniobras que le permitieron adquirir grandes extensiones de tierras a precios muy bajos. Las áreas que generalmente se encontraban cubiertas de espesos bosques fueron sometidas a una depredadora labor de desmonte y luego convertidas en un enorme macizo cañero que llegó a 2012 caballerías de extensión.

Historia

Los terrenos quedaron divididos en un verdadero mosaico de colonias cañeras y bateyes en los que se establecieron muchas familias campesinas y sobre todo un gran número de inmigrantes antillanos, estos últimos se convirtieron en la principal fuente de trabajo de las plantaciones. Muchos propietarios de fincas locales, convencidos de las grandes perspectivas que brindaba la agricultura cañera, barrieron con sus tradicionales formas de producción dedicadas al cultivo de frutos menores y cría extensiva del ganado para incorporarse a la prometedora fiebre azucarera y convirtieron sus tierras en cañaverales. La administración empresarial, desde el inicio, brindó especial interés a la transportación de la caña. Una complicada red de vías férreas de 165 Km. de extensión se construyó para la libre circulación de quince locomotoras Baldín y cuatrocientos sesenta y seis casillas, con capacidad para treinta toneladas de cada una. También un alto número de grúas cañeras completaban el sistema que garantizaría el tiro cañero entre las plantaciones y la industria.

En el año 1919 a solo unos meses de haberse realizado la obra, se llevó a cabo la primera zafra de la historia local, aunque solamente en lo que respecta a la cosecha de la caña. La molienda y la elaboración de dulces gramíneas se realizaron en el vecino central Cunagua, propiedad de la misma compañía.

La Industria

La industria y toda su infraestructura de apoyo, estuvieron en óptimas condiciones para comenzar a producir en los últimos meses de 1921. Por fin el 26 de diciembre de ese mismo año, el coloso Central Jaronú rompe a moler, se inicia así, la primera zafra azucarera con González de Mendoza como administrador general.

La industria, en la primera zafra, molió un total de 42 686 800 arrobas de caña en 152 días de labor, lo que arroja un promedio diario de 280 834 arrobas, la producción alcanzada fue de 370 440 sacos de azúcar de 325 libras cada uno y 2 569 745 galones de mieles finales, con un rendimiento general de 11.37 % en base al 96 % de polarización. En la primera zafra, el central sólo molió el 43 % de caña de acuerdo a sus posibilidades reales que era de 650 000 arrobas diarias. Esta situación fue el resultado del normal período de ajustes por el que transitaba el sistema de maquinarias así como por las limitaciones confrontadas en la recepción de la materia prima. En las zafras posteriores se produjo la estabilización de estos factores y el lógico y gradual incremento de los volúmenes productivos.

Construcción

La construcción del central Jaronú constituyó un importante elemento en el proceso de transformación económica que se venía produciendo en la zona desde 1917, motivado por el paso del ferrocarril norte a través de ella. Esta obra rompió con el predominio de la pequeña propiedad agraria imperante en los primeros años del siglo, abrió el camino a una nueva época caracterizada por la existencia de los grandes y medianos latifundios cañeros.

Economía

La típica economía local basada en la producción de frutos menores y la tradicional ganadería extensiva, así como la explotación moderada fue transformada por una poderosa economía azucarera estrechamente vinculada a los adelantos del mundo contemporáneo, pero regida y puesta en función de los grandes capitales monopolistas extranjeros y de sus aliados nacionales.

Enlaces externos