Ezequiel García Enseñat

Ezequiel García Enseñat
Información sobre la plantilla
Ezequiel garcia ensenat.jpg
Pedagogo cubano.
Fecha de nacimiento23 de marzo de 1862
Lugar de nacimientoLa Habana, Bandera de Cuba Cuba
Fecha de fallecimiento9 de noviembre de 1938
Lugar de fallecimientoLa Habana, Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadCubana

Ezequiel García Enseñat. Miembro fundador de la Academia de Historia de Cuba. Doctor en Filosofía y Letras y Licenciado en Derecho.

Síntesis biográfica

Nació en La Habana el 23 de marzo de 1862.

Trayectoria laboral

Fue Secretario Tercero de la Sección de Literatura del Ateneo de Madrid, secretario de la Sección de Bellas Artes del Ateneo y Círculo de La Habana, catedrático de Historia y bibliotecario de la Universidad habanera, así como catedrático auxiliar de Literatura. Miembro de la Cámara de Representantes, director de El Sport y El Liberal, redactor de Patria, todas de La Habana, y de La República Cubana de París. Fue académico de Historia.

Muerte

Falleció en La Habana el 9 de noviembre de 1938.

Vínculo con el pintor ruso Vereschaguin

El vínculo personal del pintor ruso con Cuba se inicia a través de un encuentro fortuito con Ezequiel García Enseñat , periodista, escritor y crítico de arte que laboraba entonces para la revista El Fígaro, de La Habana, una de las más importantes de esa época en Cuba. Vereschaguin exponía en el club de la rue Volney –como se le llamaba comúnmente al “Cercle Artistique Littèraire”– en París. Este local cubría sus paredes con una muestra de 140 de sus obras, entre las que se encontraban varios cuadros en los que el pintor había plasmado la campaña de Napoleón Bonaparte desde la llegada a Moscú hasta su retirada, derrotado y amortajado por la intensa nieve. El día de la inauguración comenzó su amistad con García Enseñat, quien señala que el pintor ruso presentaba:

“… cuadros nuevos, estudios y reproducciones hechas por él de trabajos suyos anteriores, en los que se podía seguir paso a paso la existencia del artista en su hogar (casa solariega de una antigua familia de Novgorod), en la India, en la guerra ruso-turca y en sus excursiones por Vologda, Laroslaw, Crimea, etc…”

García Enseñat se encontraba frente a uno de los cuadros, El gran ejército. Mientras hacía sus anotaciones, alguien pronunció su nombre. Se trataba de un amigo francés, monsieur Dussaq, a quien conocía desde La Habana y que venía acompañado por:

“… un caballero de aspecto militar, calvo, de grandes barbas y de mirada penetrante...”

Fueron presentados y este último resultó ser el pintor Vasili Vasílyevich Vereshchaguin. García Enseñat se mostraba inquieto, pues no aparecía un catálogo de la exposición. Sucedía que dicha exposición había tenido una pésima acogida en París, pues según el periodista:

“…al razonar los cuadros relativos a la invasión napoleónica, lo había hecho demasiado en ruso, y hay razonamientos que no se toleran al extranjero en ningún país...”

Refiere Ezequiel que:

”…tuve la honra de conocer personalmente a Vereschaguin y el gran placer de estudiar toda su obra… Conversamos de su patria, del arte ruso de su accidentada vida… y me dejó la impresión no sólo de un hombre verdaderamente artista, franco, sin pose, sino también y sobre todo de un pensador. Ambas cosas era, en efecto, y tal se revelaba en su obra…”

En 1900, casi a un año de que concluyera la Guerra hispano-cubano-norteamericana y del comienzo de una nueva república llena de malos presagios ante el preludio de una intervención militar en Cuba, el artista ruso se interesó por el conflicto de 1898 y se propuso ir tras las huellas de esa guerra para dejar constancia de ella en el lienzo, pues aún estaban frescas las memorias y vivían los testigos. Los ecos de la reciente lucha de 1898 le atraían como un imán. La información que poseía la había obtenido a través de la prensa. Desde Nueva York se comunicaba con su amigo García Enseñat, quien le promete ayudarle en todo lo que concierne a su trabajo y le recibe en La Habana. Arriba a Cuba interesado en tomar apuntes para iniciar su quinta serie de obras, con la excepción de que ya no sería testigo, ni tomaría sus apuntes directamente al fragor de los combates, como antes lo hiciera.

Fuentes