Fiebre del heno

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Fiebre del Heno
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Concepto:La fiebre del heno, forma estacional de la rinitis alérgica


Fiebre del Heno. Un complejo sintomático caracterizado por aparición estacional o perenne de estornudos, rinorrea, congestión nasal y, muchas veces, conjuntivitis y faringitis.

Polinosis

La fiebre del heno, forma estacional de la rinitis alérgica, es provocada generalmente por pólenes de árbol (roble, olmo, arce, pacana, abedul, álamo). El tipo estival habitualmente esta causado por pólenes de hierbas o esporos de hongos.

Sintomatología

Después de la exposición, y de modo abrupto, aparece intensa picazón de la nariz, bóveda del paladar, faringe y ojos. Acompañado al prurito o poco después se produce lagrimeo, fotofobia, secreción nasal abundante, clara acuosa, y estornudos violentos. Puede haber cefalea frontal, irritabilidad, anorexia, insomnio y trastornos gástricos. La exploración revela inyección conjuntival y mucosa nasal pálida y tumefacta. El edema angioneurótico, la urticaria y el asma pueden constituir fenómenos asociados.

Diagnóstico

Con frecuencia, el enfermo establece por si mismo el diagnostico. El hallazgo de numerosos eosinófilos en un frotis de secreción nasal permite distinguir entre la fiebre del heno y otras rinitis crónicas.

Tratamiento

Comprende la evitación de los alérgenos, la desensibilización específica, antihistamínicos, tratamiento sintomático y adrenocorticosteroides o corticotropina. La prednisolona y la dexametasona son preferidos con frecuencia porque producen menos efectos colaterales. Los antihistamínicos dominan los síntomas en un 70 a 95 % de los casos. Las gotas nasales y las inhalaciones cuando están indicadas pueden ser útiles, pero su uso prolongado puede ser causa de que la mucosa nasal se vuelva crónicamente edematosa. Pueden administrase por vía oral medicamentos simpaticomiméticos con el fin de hacer permeables las fosas nasales. Habitualmente se producen menos reacciones secundarias (temblor, palpitaciones, angustia) con la fenilpropanolamina o con fenilefrina que con la efedrina. La atropina detiene a veces muy bien la rinorrea, debe administrarse hasta que aparezcan manifestaciones de sobredosificación ligera (sequedad en la boca, visión borrosa, taquicardia, enrojecimiento de la cara) antes de considerarla ineficaz. De modo semejante pueden emplearse la tintura de belladona ola tintura de hiosciamina.

Fuente

  • Dr. Charles E. Light (1961) Whitehouse Station NT. El Manual Merck, en su décima edición en español. 6 pag.
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