Misioneras de la Caridad

Misioneras de la Caridad
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FundadorMadre Teresa de Calcuta
Fundación1950
Lugar de fundaciónCalcuta, India

Las Misioneras de la Caridad son un Instituto Religioso de Derecho Pontificio fundado por la Beata Teresa de Calcuta en 1950 (India). Su carisma consiste en servir a Cristo en los más pobres de entre los pobres. Además de la profesión de los tres Consejos Evangélicos, las Misioneras profesan un cuarto voto de servicio libre y de todo corazón a los más pobres.

Antecedentes históricos

Calcuta,7 de octubre de 1950, en la pequeña capilla situada en Creek Lane, número 14, el entonces arzobispo de Calcuta, Ferdinand Perier autoriza a la Madre Teresa y sus primeras once compañeras a formar una congregación religiosa de derecho diocesano. Nacen así las Misioneras de la Caridad. Un momento de gracia al que se llega después de un largo proceso de discernimiento de la voluntad de Dios por parte de la Madre Teresa que escucha “la llamada dentro de una llamada”. (Carta de la fundadora). 

La Madre Teresa llevaba años trabajando en la India. Como religiosa de las Hermanas de Loreto, da clases de geografía a las niñas del colegio Santa María. En sus oraciones, sin embargo, percibe con nitidez una invitación del Señor para que salga a los suburbios de Calcuta y le anuncie entre los más desfavorecidos: “Dame almas de los niños de la calle, de los enfermos, de los moribundos... Hay muchas religiosas para cuidar a la gente rica y acomodada. Pero para los más pobres, para los míos, no hay absolutamente nadie. Llévame a los agujeros donde viven los más pobres...”.

La Madre Teresa tiembla ante esa llamada. Así se lo confía a su superiora: “Tengo miedo de vivir como ellos, vistiendo como ellos, comiendo como ellos, durmiendo como ellos...”. Pero lo supera con su inmenso amor a Dios y su afán de servirle: “Haz conmigo, Señor, lo que desees y durante el tiempo que desees”. De esta forma, cuando dos años después recibe la autorización del arzobispo Perier para abandonar su comunidad, la Madre Teresa se viste el sari blanco y azul –la túnica tradicional de las mujeres hindúes– y sale, por primera vez, a las míseras calles de Calcuta, atiborradas de mendigos, de leprosos, de gente sin hogar... Para sus desplazamientos, sólo lleva consigo un pequeño maletín con las cosas personales más indispensables, pero no dinero. La Madre Teresa nunca lo pidió y nunca lo poseyó. La divina Providencia siempre proveía. 

Crecimiento de las misioneras

La familia de las Misioneras de la Caridad crece desde ese instante rápidamente. En 1949 se une a la Madre Teresa su primera recluta, una joven de la ciudad de Bengala, ex alumna del Colegio Santa María. Pronto llegan muchas más. Acuden junto a Madre Teresa para compartir su vida con los más pobres. Ella las pone a prueba durante largo tiempo antes de admitirlas. Eso no impide, sin embargo, que la congregación se amplíe velozmente y que su obra se extienda a otras diócesis de la India, donde se fundan nuevas “casas” para moribundos, leproserías, hogares para niños abandonados...

La congregación también multiplica sus brazos. El 25 de marzo de 1963, el arzobispo de Calcuta bendice el comienzo de la rama activa de los Hermanos. La rama contemplativa de las Hermanas comienza en Nueva York el 25 de junio de 1976 y la de los Hermanos contemplativos se establece en Roma el 19 de marzo de 1979. Los Padres se fundan en el Bronx, Nueva York, el 13 de octubre de 1984.

Desde el inicio, Madre Teresa también anima a los laicos a participar en el servicio a los más pobres de los pobres. En marzo de 1969 comienzan a existir oficialmente los colaboradores de Madre Teresa. El 16 de abril de 1984 se establecen los laicos (consagrados) Misioneros de la Caridad.

El 1 de febrero del año 1965 Pablo VI otorga a la congregación el decretum laudi, con el que las Misioneras de la Caridad se convierten en congregación de derecho pontificio. También autoriza a Madre Teresa a extender la orden a otros países. Comienzan a fundarse hogares en todo el mundo.

En 1965, algunas religiosas parten a Venezuela, la primera fundación fuera de la India. En este país siguen hoy muy presentes las Misioneras de la Caridad, lo mismo que en Sri Lanka, Tanzania y Filipinas. Pablo VI pide personalmente a Madre Teresa, en 1968, que abra una casa en Roma. Ella acepta tras visitar los suburbios de la ciudad y constatar que la miseria material y moral también existe en los países desarrollados.

Las hermanas trabajan, al mismo tiempo, en Bangladesh, país devastado por una cruel guerra civil y en donde miles de mujeres son violadas por los soldados. Madre Teresa también acepta enviar a un grupo de hermanas al Yemen, país musulmán donde ninguna influencia cristiana ha penetrado desde hace 800 años, pero con la condición de ser acompañadas por un sacerdote. Durante los años 80, la orden llega a fundar una media de quince casas nuevas cada año. A partir de 1986, las Misioneras de la Caridad se instalan también en algunos países comunistas, la URSS, Albania..., hasta ese momento prohibidos a cualquier misionero. 

Actualidad

Hoy la congregación cuenta con 4.690 religiosas y novicias, en 710 fundaciones repartidas en 132 países. Más de un tercio de estas casas se hallan en la India, el país de adopción de Madre Teresa. Recientemente, se han abierto centros en Argelia, Chad, Yibuti, Malí, Israel, Finlandia, Noruega y Nueva Zelanda

La idea de abrir una misión en China permanece viva en la congregación y se alza como un reto para el futuro. Aí lo ha manifestado Sor Nirmala Joshi, quien asumió las funciones de superiora general de la congregación el 13 de marzo de 1997, tras la renuncia de la Madre Teresa por razones de salud.

Disponibilidad sin reservas

El emblema de la congregación ha sido siempre "calmar la infinita sed de Cristo en la cruz por amor a las almas, (...) trabajando por la salvación y la santificación de los más pobres entre los pobres".

La Misioneras de la Caridad siempre subrayan, al hablar de su vida comunitaria, la necesidad de cumplir "el mandamiento nuevo" del Señor de amarse unos a otros. En todo momento, dan ejemplo luminoso de «disponibilidad para el servicio sin reservas, prontitud para acoger al otro tal como es sin "juzgarlo", capacidad para perdonar hasta "setenta veces siete"». 

Es tan fuerte su vocación de servicio que en sus Constituciones la atención a los más pobres se convierte en el cuarto voto que las Hermanas emiten en el día de su profesión religiosa. Además de los tres comunes a todas las otras congregaciones religiosas: pobreza, castidad y obediencia, las Misioneras de la Caridad se comprometen, como voto, a  "servir gratuitamente y de por vida a los más pobres". Y el signo de esa gratuidad lo llevan hasta el extremo de no aceptar ni un vaso de agua de parte de los pobres a quienes visitan.

Procedencia de los bienes usados

Hay quienes creen que para ayudar a los pobres hay que ser rico, pero se equivocan. La madre Teresa comprendió que para entender las necesidades del pobre era conveniente hacerse realmente pobre.

Comenzó una escuelita para niños, pero como no tenía sillas ni pizarrón, enseñaba escribiendo en la arena del suelo. Poco a poco fue teniendo material para atender a la gente, pero todo era regalado; alguien le donó una mesa, otra persona regaló un baúl, también le dieron cajas de madera para usarlas como asientos, y un hombre le cedió el segundo piso de su vivienda.

Y hasta la fecha la orden de las Misioneras de la Caridad y de los Hermanos Misioneros de la Caridad se sostiene del mismo modo: todas sus casas, muebles y equipo en general han sido donados por alguien.

Si la madre Teresa llegó a viajar en avión, en autobús o en tren fue porque las empresas de transporte le obsequiaban boletos, no porque ella tuviera los bolsillos llenos de dinero, y el que llegaba a recibir lo empleaba para atender a los pobres. Más aún, rechazaba toda clase honores que pudieran brindársele, y así, al recibir el Premio Nobel de la Paz 1979, solicitó que no le hicieran el tradicional banquete, sino que mejor se destinara en más ayuda a los pobres lo que éste habría podido costar.

En pocas palabras, la beata Teresa de Calcuta nunca se preocupó por el dinero porque sabía que por la providencia de Dios la ayuda económica llegaría de los ricos, del gobierno y de innumerables personas e instituciones. En 1964, al viajar a la India, el papa Paulo VI le dejó un lujosísimo Ford Lincoln blanco especialmente diseñado, regaló del pueblo estadounidense para el Pontífice; pero como la madre Teresa no iba a pasearse en semejante auto, lo remató y con el dinero obtenido abrió una casa para enfermos mentales.

Tres vestidos y un par de sandalias

Los miembros de las órdenes religiosas hacen tres votos a la hora de consagrarse: voto de pobreza, voto de castidad y voto de obediencia. La madre Teresa introdujo un cuarto para su congregación: voto de servicio a los más pobres.

Este servicio a los pobres significa uno mismo hacerse pobre. Por eso las Misioneras de la Caridad visten el sari blanco con franjas azules, vestimenta clásica de las mujeres pobres de la India; y los Hermanos Misioneros de la Caridad, aunque sean sacerdotes, usan ropa de trabajador y también lavan y alimentan a la gente que recogen en la calle, tal como hacen las hermanas.

A cada hermana se le permite tener tres saris: uno para usar, uno para lavar y uno para remendar; también un par de sandalias, dos juegos de ropa interior, un rosario, un pequeño crucifijo que se usa pegado al hombro izquierdo, una cuchara de metal, un plato, una bolsa confeccionada por niños pobres, y una Biblia. En los países fríos también pueden usar saco, abrigo y sombrilla, pero éstos son propiedad comunal, no individual; y nunca llevan medias, ni aun en la nieve.

Por cierto, la ropa interior que usan se confecciona con costales viejos, y tiene que ser lavada por lo menos diez veces antes de que sea suficientemente suave para poderse usar. La ropa siempre se lava a mano; se han rechazado cortésmente todos los ofrecimientos de lavadoras automáticas hechos a la congregación.

Por si fuera poco, a los que se dejan cautivar por este camino iniciado por la madre Teresa de Calcuta no se les permite recibir cartas ni regalos personales, y no pueden leer libros a menos que sean religiosos. ¿Televisión y radio? ¡Ni los tienen!

Muchos jóvenes se dejan atraer por este radical estilo de vida

Al ver este panorama podría creerse que habrá muy pocos candidatos a vivir el Evangelio de esta manera tan «loca» y radical, pero no es así: en 1997, en una de las últimas entrevistas que le hicieron a la madre Teresa, ella informó que nomás de la rama femenina la orden contaba ya con tres mil 604 hermanas que habían ya pronunciado sus votos religiosos, más 411 novicias y 260 aspirantes a religiosas.

Alegres, siempre alegres

Vivir la radicalidad del Evangelio no tiene que ser motivo de tristeza. De hecho, siempre que aparecen las Misioneras de la Caridad en cualquier parte del mundo el lugar se llena de alegre bullicio. Y esto fue así desde el principio. El hombre que donara la mitad de su casa para que la orden comenzara a trabajar en Calcuta, cuenta que a las hermanas se les podía oír reír por toda la casa, y que cuando no estaban trabajando o rezando se la pasaban jugando.

En cuanto a las privaciones, eso no asusta a ninguna. «Yo dormiré esta noche sobre una mesa -cuenta alegremente una hermana italiana-. Cambiamos cada mes, y el pasado yo estaba en una cama; pero tenemos tantas hermanas viviendo aquí que debemos dormir en las sillas, las mesas y hasta en el piso. Aun así yo duermo muy bien».

Hermanos Misioneros de la Caridad

Fundados por la Madre Teresa y el Hermano Andrew en 1963. Se dedican a obras de caridad como leproserías para hombres, casas de acogida para toxicómanos, enfermos de sida, alcohólicos, jóvenes inadaptados, etc. Son unos 400 y no se promueven al sacerdocio.

Misioneras de la Caridad Contemplativas

Fundadas por la Madre Teresa y por Sor Nirmala (Superiora General) en 1976. Las hermanas no son de estricta clausura: son «contemplativas en el mundo». Dedican gran parte de la jornada y de la noche a la oración, y a la adoración Eucarística, ofreciendo diariamente entre tres y cinco horas de entrega a los más pobres. Con su oración constante, sostienen la labor de las Misioneras de vida activa. Son unas 150 contemplativas.

Misioneros de la Caridad Contemplativos

Fundados el día de San José de 1979 por la Madre Teresa y el Padre Sebastián Vazhakala. Los Hermanos, promovidos algunos al sacerdocio, viven la Palabra de Dios en la pobreza, la humildad y la alegría de la Adoración de Jesucristo Sacramentado, y en el servicio de los más pobres en las cárceles, los hospitales y las calles. Visten hábito religioso de color grisáceo con cruz en el pecho. Rondan los cincuenta religiosos y están presentes en Italia, India y Albania.

En Cuba

Su presencia en Cuba comenzó en el año 1986, teniendo lugar su primera fundación en La Habana. Tienen 8 casas de hermanas activas y una casa de las hermanas contemplativas.

Fuentes