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Sociedad de Música Contemporánea
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Sociedad de Música Contemporánea. Fundada en La Habana el 31 de mayo de 1919, bajo los auspicios de una junta directiva integrada por María Muñoz de Quevedo, Lygia McKenna, María Teresa y Conchita Freyre de Andrade, Alejandro García Caturla y Antonio Quevedo.

Origen

La misma fue creada, según sus promotores, porque la música en Cuba, particularmente en La Habana, había tenido un enorme incremento. Con orientaciones diversas, aunque con comunes propósitos, varias sociedades musicales y culturales en general, corporaciones de músicos y grupos de instrumentistas, mantenían un entusiasmo, creciente cada día, por las manifestaciones más heterogéneas del arte sonoro.

Después de la primera guerra mundial, nuevas concepciones estéticas —algunas de las cuales han formado escuela— se han incorporado al fluir de la vida artística del mundo. Si hace veinte años no era lícito a ninguna persona musicalmente culta ignorar a Richard Strauss o a Claude Debussy —que muchos consideran ya clásicos— tampoco les es hoy lícito desconocer a Maurice Ravel o a Igor Stravinsky.

En el documento que da fe de vida de esta institución, se expresa:

«Asistimos ahora —como es moda decir— a una deshumanización del arte. Ciertos aspectos sentimentales que el siglo XIX trajo a la música, determinadas formas e ideales que encantaron a nuestros padres, dejan a sus hijos sin emoción estética. Pero, entiéndase bien: las formas y los ideales de belleza eterna, las creaciones imperecederas del genio, llámese Gluck o Händel, nos han emocionado siempre y para siempre. Si queremos hacer ahora una libre profesión de fe musical, declarando sin rubor nuestras más caras dilecciones, no es con merma de comprensión para el arte clásico, sino, por el contrario, como una corroboración de su belleza, bien imbuidos del nexo espiritual que, a través de los siglos, vincula a Cimarosa con Malipiero, a Händel con Stravinsky y a Scarlatti con Manuel de Falla.»

{{Sistema:Cita|Así, «con la misma emoción y con igual espíritu que las gentes del setecientos se congregaban para ejecutar y oír los Concerti grossi de Händel y los branden burgueses de Bach —que era la música de su siglo—, nosotros, gentes del siglo XX, nos vamos a reunir también para interpretar y oír las obras de los músicos de nuestros días».

Por otra parte:

«La Sociedad de Música Contemporánea no se funda según las normas habituales de las sociedades de conciertos. Y esto por dos razones: primera, porque no pretende ser una sociedad de conciertos, sino de actos culturales con un propósito educativo, que unas veces pueden exigir el concierto o la conferencia, otras el libro o la monografía; segunda, porque el concierto, en la forma aceptada por el público, no es sino una recreación —cuando más— de obras en su mayor parte conocidas de éste, cuyo mérito consiste en aproximarse en mayor o menor grado a determinados standards consagrados por la virtuosidad. Aspectos ambos que, aun siendo muy respetables, desde ahora declaramos lejos de nuestros propósitos.»


La Sociedad de Música Contemporánea no tuvo un programa determinado, «si por programa se entiende un previo índice de actualidades; porque estando éstas consagradas a la mejor comprensión de la música moderna, nuestros actos tienen que seguir, lógicamente, el mismo sesgo y trayectoria que dicha música. Lo que sí podemos asegurar a priori es que antepondremos el interés de la música al del ejecutante, aunque —como es obvio— la Sociedad de Música Contemporánea tendrá que valerse de instrumentistas, escritores, conferenciantes,etcétera, para realizar el fin cultural que persigue, pero sin que esto implique una exhibición personal; en una palabra: el artista estará al servicio del arte y no éste de aquél».

Una sociedad creada con ese espíritu no podía aspirar «al sufragio universal, ni siquiera al de las mayorías, pero su misma limitación le prestará el encanto de las cosas íntimas, y ganará en concentración de ideal lo que pueda perder de expansión corporativa».

Inauguración

Esta institución inauguró sus actividades con dos recitales-conferencias, que ofreció el pianista y musicólogo Julián de Gray el 31 de mayo y el 3 de junio en el Hotel Ambassador. Las palabras inaugurales estuvieron a cargo del musicólogo español Adolfo Salazar, quien expresó:

«Sírvame de disculpa para pronunciar unas palabras ante ustedes el hecho de haber tomado una parte, modesta, en la fundación de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea a la cual están afiliadas las Sociedades de Música Contemporánea de cada país donde tal entidad existe. En el año 1922 pude presenciar en Viena los trabajos preliminares para la fundación de aquella sociedad que tan grande importancia ha llegado a asumir en el mundo musical.
En aquel año funcionaba todavía en Madrid la Sociedad Nacional de Música, tan beneficiosa para la cultura musical española y cuya propaganda y difusión de la música moderna se ejerció tanto en el campo de la producción nacional más reciente como la de otros países europeos y americanos.
La labor de la Sociedad Nacional de Música llegó a despertar el interés de los países que acababan de dejar en silencio sus armas de guerra. Se me preguntó en Viena por detalles de nuestra Sociedad, de la que era presidente Miguel Salvador y de la que yo era secretario. Desde aquel momento quedé muy ligado a la marcha de la Sociedad Internacional, con su secuela de sociedades para la Música Contemporánea y mi experiencia en este sentido, más que otra cosa, me ha hecho conocer desde hace mucho tiempo los propósitos de quienes deseaban fundar en países de habla española, como Cuba, una sociedad de semejante índole.
Me refiero concretamente al proyecto que desde 1926 acariciaba la señora María Muñoz de Quevedo y que ahora alcanza el deseado instante de una realidad que se presenta llena de las más prometedoras esperanzas [...].


Características

Las Sociedades de Música Contemporánea se han distinguido por dos consecuencias capitales:

Han enriquecido considerablemente el horizonte de los compositores nacionales y el auditor general, al presentarles cuanto se hace más denodado y atrevido en el mundo, y al mismo tiempo han logrado unir dentro de vías cordiales y de unificación de propósitos los mil esfuerzos dispersos que los músicos de cada nación realizan en pura pérdida por falta de una entidad cohesiva, unificadora, amplia de conceptos y de realizaciones.


Entiéndase bien que este tipo de sociedades tiene dos diferentes campos de acción, que se completan entre sí, y que son el que se refiere a la cultura general del público respecto a la moderna producción de todos los países, de esa producción que parece no merecer todavíala alternativa de los intérpretes ególatras, pero que a lo menos cuenta con la interpretación de los inteligentes.


El otro campo de acción a que aludo es ese beneficio que el mutuo contacto, la labor de solidarización entre los profesionales de más avanzadas ideas que produce una labor de coherencia y unificación de esfuerzos de las sociedades de música contemporánea [...].»


En el programa inaugural, León de Gray interpretó obras de:

En 1931, la soprano Lydia de Rivera ofreció dos recitales de lieders modernos en el hotel Ambassador, acompañada al piano por el compositor y pianista Ernesto Lecuona, en la cual interpretó obras de:

Maurice Ravel

  • La flüte enchantée (con obligado de flauta, ejecutado por Roberto Ondina)
  • «Tout gai», de las Cinco melodías populares griegas;

Pierre Vellones

  • Chansons d’Amour de la vieille Chine;

Vincenzo Davico

  • Cinque canti populari Toscani;
  • Darius Milhaud,
  • Chant Hassidique, berceuse;

Serguei Prokofiev

  • La sincère tendresse;

Igor Stravinsky

  • «Tilimbom», de Tres historias para niños;

Arthur Lourié

  • Complainte;

Manuel de Falla

  • Siete canciones populares españolas;

Ildebrando Pizzetti

  • La pesca dell’anello;

Francis Poulenc

  • Airs chantés;

Marius François Gaillard

  • Poèmes des Antilles (texto: Alejo Carpentier);

Joaquín Nin Castellanos

  • El amor es como un niño;

Rodolfo Halffter

  • La corsa blanca;

Joaquín Turina

  • Tres sonetos;

Heitor Villa-Lobos

  • «Realejo» y «Redondilha», serestas, y
  • Canciones típicas brasileñas:
    • «Estrella é lua nova»,
    • «Xangó»
    • «Nozani-ná»,

Alejandro García Caturla

  • Dos poemas afrocubanos:
    • «Marisabel»
    • «Juego santo».


También el pianista y compositor norteamericano Henry Cowell, ese mismo año, actuó para esta Sociedad...

«...Sus extraordinarias actividades para difundir la música moderna —particularmente la americana—, sus atrevidos ensayos en la composición y el dinamismo inextinguible que emana de su persona, hacen de este compositor una de las figuras musicales más discutidas y atrayentes de nuestra época. Al presentarlo en La Habana como intérprete de sus propias obras, la Sociedad de Música Contemporánea realiza el fin para que fue fundada, dando a conocer a sus asociados —y propiciando la cultura musical de Cuba— lo que hay de más representativo en la música de nuestros días.

Sólo así, frente a la obra de arte, puede juzgarse su valor o su trascendencia, los juicios —aun los juicios formulados con menos elementos— tienen una fuerza básica que no pueden proporcionar la referencia o la opinión ajena.»

La Sociedad de Música Contemporánea no sólo abordó la música europea, sino también la de América Latina. Así, la cantante Ana S. Cabrera brindó un recital de canciones folklóricas de América del Sur, que presentó la presidenta de la Sociedad, María Muñoz.

Al terminar el primer año de vida, la Sociedad de Música Contemporánea ofreció a sus asociados dos conciertos de cámara bajo la dirección de Nicolás Slonimsky, director de la Orquesta de Cámara de Boston, con obras de:

Wolfgang Amadeus Mozart

  • Sinfonía núm. 1 en mi bemol

Charles Ives

  • Tres lugares de Nueva Inglaterra

Carl Ruggles

  • Hombres y montañas

Arthur Honegger

  • Napoleón (suite para el filme homónimo)

Ernest Bloch

  • Cuatro episodios

Juan Sebastián Bach

  • Concierto de Brandenburgo núm. 4 en sol mayor

Henry Cowell

  • Sinfonietta

Béla Bartók

  • Tres danzas rumanas

Nicolás Slonimsky

  • Cuatro piezaspara niños

Amadeo Roldán

  • Rítmicas

Alejandro García Caturla

  • Bembé

Serguei Prokofiev

  • Obertura sobre temas hebreos. (Excepto Rítmicas, las demás obras fueron primeras audiciones en La Habana)

«La Sociedad de Música Contemporánea ha creído conveniente dar un decidido sesgo educativo a sus actividades, actitud que ya conocíamos por el fino prospecto que aquella distribuyó entre determinadas personas de la Habana. Si la sociedad mantiene esta norma rigurosamente, hará un positivo beneficio a la cultura musical de los asociados y, por extensión, a la de la Habana. En general, los comentarios críticos que puede suscitar una obra tienen dos aspectos: el técnico y el estético.

Estaría demás el primero y holgaría también el segundo si se tratase de un público heterogéneo, pero en una sociedad como ésta, formada por personas de reconocida cultura musical, muchas de ellas profesionales o de educación técnica, el conocimiento de la estructura de las obras ayudará mucho a su comprensión.

Sobre la utilidad del segundo aspecto, el estético, es innecesario insistir, tratándose de obras que adoptan estéticas tan contrapuestas. Los puntos de vista que desde fuera puedan tenerse sobre este criterio pedagógico responden a la mayor o menor capacidad receptiva de quien los sustenta.»

Estas fueron las últimas actividades de la Sociedad de Música Contemporánea, que dejó de existir a fines de 1932.

Bibliografía

  • Alejandro García Caturla. Correspondencia. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1978.
  • Musicalia (La Habana) (10): 19-20, enero-marzo de 1930.
  • Musicalia (La Habana) (11): 69, abril-mayo de [[==1930.
  • «Henry Cowell. Dos recitales de sus obras para piano». Musicalia (La Habana) (15-16): 18, enero-abril de 1931.

Fuente