Vuelo Soviético-Cubano al Cosmos

Vuelo Soviético-Cubano al Cosmos
Información sobre la plantilla
Tripulantes Cuba URRS Cosmos123.jpg
Tripulantes del Vuelo Espacial Soviético-Cubano Soyuz 38.
Fecha:18 de septiembre de 1980
País(es) involucrado(s)
Cuba Bandera de Cuba y Unión Soviética Bandera de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
Líderes:
Cuba:Fidel Castro
Unión Soviética:Leonid Ilich Brézhnev
Ejecutores o responsables del hecho:
Arnaldo Tamayo Méndez, Yuri Romanenko, Valeri Riumin y Leonid Popov.

El vuelo Soviético-Cubano al Cosmos se realizó en septiembre de 1980 con el lanzamiento exitoso de la nave soviética pilotada Soyuz 38 a bordo de la cual viajaron su comandante Yuri Romanenko y el cosmonauta-investigador de la República de Cuba Arnaldo Tamayo Méndez.

El Programa Intercosmos

Los cosmonautas son individuos dedicados a una actividad novedosa en la historia de la humanidad: conquistar el espacio sideral. La conquista del cosmos siempre ha requerido cuantiosos recursos financieros y un alto nivel de desarrollo científico-técnico por lo que frecuentemente no ha podido ser asumida por un solo país. Ha resultado más racional realizar estos estudios de manera conjunta con la participación de todas las naciones,independientemente de su diversidad política y sistemas económicos. A manera de ejemplo pudieran citarse las tripulaciones internacionales que trabajaron en las estaciones orbitales Saliut y Mir.


El 16 de abril de 1967 la comunidad socialista dio inicio al Programa Intercosmos, que integraba en su desarrollo a los países miembros del entonces Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME): Bulgaria, Cuba, Checoslovaquia, Hungría, Mongolia, Polonia, RDA, Rumania y la Unión Soviética. El 13 de julio de ese propio año se firmó en Moscú un Acuerdo Intergubernamental de Colaboración en materia de investigación y utilización del espacio cósmico con fines pacíficos.

El Programa Intercosmos estuvo encaminado a estudiar las leyes de la física y la biología en el espacio sideral, llevar a cabo experimentos en los campos de la medicina cósmica, la compatibilidad sicológica de las tripulaciones y la meteorología, además de tomar fotografías de nuestro planeta desde el cosmos.

Se preveía incorporar ciudadanos de los diferentes países socialistas a las tripulaciones que volarían en las naves del tipo Soyuz. Como parte de este Programa, el 2 de marzo de 1978 fue lanzada la nave cósmica Soyuz 28 con la primera tripulación internacional: Alexei Gubarev, piloto-cosmonauta de la URSS, comandante de la nave, y el cosmonauta-investigador Vladimir Remek, ciudadano de Checoslovaquia. Un día después la nave se acopló al compartimiento de agregados del complejo orbital Saliut 6-Soyuz 27. Esta experiencia espacial internacional concluyó exitosamente y marcó una etapa cualitativamente nueva en la investigación del cosmos.

La primera señal

El 18 de septiembre de 1980, se dejó escuchar por primera vez en la órbita circunsterrestre la señal de identificación: “Aquí Taimyr-2, aquí Taimyr-2, desde la nave cósmica pilotada Soyuz 38 el comandante Yuri Romanenko y el ciudadano de la República de Cuba Arnaldo Tamayo Méndez”.

Para despedir a su primer cosmonauta viajó una delegación gubernamental cubana encabezada por el entonces ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, general de ejército Raúl Castro

Así estableció comunicación con la Tierra la primera tripulación conjunta soviético-cubana, dándole a conocer al mundo la hermandad sideral de dos Estados y pueblos amigos. La nave cósmica pilotada Soyuz 38 se acopló al complejo orbital Saliut 6-Soyuz 37, a bordo del cual permanecieron trabajando durante una semana Yuri Romanenko y Arnaldo Tamayo Méndez, junto a los cosmonautas soviéticos Leonid Popov y Valeri Riumin. Tamayo estuvo en el cosmos siete días, 20 horas, 43 minutos y 24 segundos y se convirtió no solo en el primer piloto-cosmonauta de Cuba, sino también de toda América Latina.

Se hizo tradicional que en el lanzamiento de las tripulaciones internacionales estuviesen presentes delegaciones de alto nivel de estos países. Para despedir a su primer cosmonauta viajó una delegación gubernamental cubana encabezada por Raúl Castro, por entonces ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Junto a él se encontraba el piloto-cosmonauta de la URSS Vladimir Alexandrovich Shatalov, ayudante del comandante de la Fuerza Aérea para la preparación y ejecución de los vuelos espaciales (después jefe del Centro para la Preparación de Cosmonautas Yu.A.Gagarin), quien había participado en la selección de los candidatos en Cuba y sabía del interés personal de Raúl en este viaje al cosmos. Una estrecha amistad uniría después a ambos dirigentes.

En memoria de cada lanzamiento, las delegaciones sembraban árboles en un área de Baikonur. Ahora hay allí dos alamedas, la de los diferentes países y la de los cosmonautas que se convirtieron en los Gagarin de sus respectivas naciones, atributo que nadie les podrá quitar, independientemente de de los cambios políticos producidos en los últimos años.

Investigaciones, aportes, resultados

El vuelo conjunto soviético-cubano, científicos hallaron respuestas a muchas interrogantes sobre la vida y el funcionamiento del organismo humano en espacio sideral
Los cosmonautas de la Soyuz 38


El programa del vuelo conjunto soviético-cubano se caracterizó por su interés y amplitud. Gracias a las investigaciones físico-técnicas, médico-biológicas y geofísicas y los experimentos que se llevaron a cabo, incluidos trabajos de teledetección de la Tierra, los científicos hallaron respuestas a muchas interrogantes sobre la vida y el funcionamiento del organismo humano en el espacio sideral. Entre las de mayor interés podrían citarse la investigación acerca del estado del sistema nervioso central y el sistema cardiovascular humano durante un vuelo espacial, así como su influencia sobre algunos indicadores antropométricos y posibles mutaciones genéticas.

Especialistas cubanos fabricaron para cada miembro de la tripulación una especie de casco especial de látex que llevaban incorporados unos electrodos de plata y estimuladores de la actividad eléctrica cerebral, así como un dispositivo de registro. De este modo, mediante estímulos luminosos y sonoros los médicos podían monitorear los cambios que se producían en la actividad cerebral del cosmonauta mientras se encontraba en el espacio, y cómo estos cambios incidían en su capacidad para trabajar en ese medio.

Por vez primera se realizó un experimento acerca de la influencia del cosmos sobre el organismo de una persona nacida y criada en una región tropical. A fin de estudiar la posibilidad de evitar trastornos de la función del aparato motor y restablecer la coordinación de los movimientos en condiciones de ingravidez, se diseñó en Cuba un dispositivo especial que tenía la forma de la planta del pie. En transmisión desde la nave, Tamayo explicó que todos los días durante cuatro horas se calzaba las sandalias especiales Cúpula-Sand-501 y registraba las lecturas de los instrumentos de medición.

Durante el vuelo se estudió la influencia de la ingravidez sobre la conducta humana, su sistema inmunológico, la percepción visual y el metabolismo. Gran importancia para el desarrollo de la cosmonáutica cobraron los trabajos relacionados con la evaluación sicológica de los cosmonautas y su actividad, encaminados a garantizar la confiabilidad de las personas de esta nueva profesión en las especialísimas condiciones de un vuelo espacial.

Al igual que en los otros vuelos, en todas las etapas del acercamiento y acoplamiento de los ingenios espaciales la comunicación con la tripulación del complejo orbital y la recepción de la información telemétrica proveniente de la estación Saliut, se garantiza con todos los medios del Complejo Terrestre de Operación y Control. Aquí se incluían puntos de control ubicados en territorio soviético y a bordo de los buques de investigación científica Borovichi, Cosmonauta Pavel Beliaev, Cosmonauta Vladimir Komarov y Chumikan, de la Academia de Ciencias de la URSS, dislocados en aguas internacionales.

Se le confirió especial atención a las investigaciones en el campo de la teledetección de la atmósfera. Especialistas cubanos y soviéticos investigaron los vínculos entre la nubosidad y la estructura de la atmósfera tropical en el Atlántico Norte, el mar Caribe y el golfo de México en las temporadas de ciclones y de frentes fríos. Todos estos trabajos resultaron de valor práctico para los servicios meteorológicos. Las imágenes de televisión e infrarrojas de la nubosidad tomadas desde los satélites se utilizaron además para estudiar procesos atmosféricos de gran envergadura. La experiencia así obtenida les permitía a los científicos determinar el tipo de frente, su velocidad aproximada de desplazamiento, y el carácter de las posibles precipitaciones.

Desde la estación espacial se realizaron con la cámara MKF-6 tomas de carácter geodésico y topográfico del territorio de la República de Cuba, su plataforma y el océano mundial a fin de estudiar los recursos naturales desde el cosmos. Las investigaciones sobre el planeta Tierra incluyeron estudios visuales e instrumentales del medioambiente, estudios de modificaciones del estado del tiempo, así como la obtención de abundante información científica sobre el proceso y los mecanismos de la convección (una de las tres formas de transferencia de calor).

El programa científico del vuelo soviético-cubano incluyó 22 experimentos, entre ellos: Circulación sanguínea: redistribución de la sangre en el organismo del cosmonauta; Hatuey: influencia de la ingravidez sobre los procesos de la división y recombinación de las células de la levadura; Cortex, sobre el sistema nervioso central del cosmonauta; Soporte: modificaciones en la estructura y funciones del arco del pie en condiciones de ingravidez; Escotilla: características espectrales de la escotilla de la estación; Biosfera C, Antillas y Trópico 3, sobre el estudio de los recursos naturales de la Tierra. Los experimentos de carácter tecnológico —Caribe, Azúcar y Zona— estuvieron encaminados a obtener cristales de germanio con aleación de indio, de una película de arseniuro de galio con aleación de aluminio, así como al estudio de las peculiaridades del crecimiento de monocristales de azúcar en la ingravidez.

A bordo del ingenio orbital soviético Saliut 6, desde el día que fue lanzado, el 29 de septiembre de 1977, y hasta mayo de 1981, trabajaron nueve tripulaciones internacionales. En el Centro de Dirección de Vuelos se les conocía como expediciones de visita.

Cada una de ellas no solo elevaba a un nivel superior la labor de los científicos y diseñadores del país en cuestión, sino que multiplicaba el prestigio de los Estados participantes y estrechaba aún más la colaboración en igualdad de condiciones. Los cosmonautas llegaron a realizar 49 experimentos, de ellos 28 en el campo de la medicina, nueve de carácter biológico y tres radiobiológicos vinculados a la física de las radiaciones. Para realizar estos experimentos en los países que tomaban parte del Programa fueron diseñados 28 instrumentos y dispositivos de a bordo.

Vuelo

Después del feliz aterrizaje, el primer latinoamericano que vio nuestro “hermoso planeta azul” desde allá arriba es entrevistado por periodistas soviéticos y cubanos

La séptima tripulación internacional despegó el 18 de septiembre de 1980; a bordo de la nave iba el teniente-coronel Arnaldo Tamayo Méndez, cosmonauta-investigador, ciudadano de la República de Cuba. Por primera vez participaba en un vuelo espacial un representante del país socialista del hemisferio occidental. El cosmonauta cubano se dirigió a su pueblo desde la órbita circunterrestre.

Hoy Arnaldo Tamayo Méndez, sin lugar a dudas, es mucho más conocido como figura política, jefe militar y personalidad pública cubana que como piloto-cosmonauta o piloto de caza. Desde hace tiempo ostenta los grados de general, es diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, donde encabeza el grupo parlamentario de amistad con Rusia y dirige el Departamento de Relaciones Internacionales de las FAR.

Como presidente de la Asociación de Amistad Cuba-Rusia, Tamayo contribuye significativamente a ampliar los nexos entre ambos países. Según ha dicho, “… la amistad entre nuestros pueblos tiene profundas raíces históricas. La labor de miles de especialistas soviéticos en Cuba le permitió a la Isla elevar el nivel de su desarrollo científico-técnico. Miles de cubanos se graduaron de los centros de educación superior soviéticos, y recibieron en ellos una formación profesional de alta calidad. La participación de ingenieros y especialistas de la esfera agrícola significó un notable aporte al desarrollo industrial del país. En la actualidad, ya en el siglo XXI, existen magníficas perspectivas para reforzar nuestra cooperación”.

Según despachos de la agencia RIA Nóvosti, para Anatoli Perminov, titular de la entidad Roscosmos, un resultado muy importante de las conversaciones ruso-cubanas en materia de utilización conjunta del espacio cósmico que tuvieron lugar en septiembre de 2008, radica “en la posibilidad de crear en la Isla, con la ayuda de Rusia, un centro espacial para procesar la información proveniente de los satélites rusos de teledetección de la superficie terrestre, así como de la información de los aparatos de navegación del sistema GLONASS”.

Perminov destacó, además, la colaboración entre los dos países en la esfera de los vuelos pilotados. No es un secreto que los especialistas cubanos tuvieron una participación activa en los trabajos de investigación científica relacionados con la compatibilidad sicológica de las tripulaciones durante los viajes de larga duración, así como en los vinculados a la adaptación sicológica del cosmonauta a las condiciones y regímenes de trabajo-descanso a bordo de las estaciones orbitales. Así las cosas, la experiencia cósmica cubana del pasado, multiplicada por los últimos logros rusos en este campo, podría ayudar a ambos países a crear la cosmonáutica del futuro.

Fuentes