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(Guerra de los Diez Años)
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En los campos de batalla de Cuba, y frente a un adversario pujante  y audaz,  los militares españoles, veteranos entre otras, de las campañas de [[Frica]], Santo Domingo, [[Conchinchina]], y de las propias guerras intestinas  de la península, lograron acumular un respetable caudal de experiencias teórico-prácticas como militares.
 
En los campos de batalla de Cuba, y frente a un adversario pujante  y audaz,  los militares españoles, veteranos entre otras, de las campañas de [[Frica]], Santo Domingo, [[Conchinchina]], y de las propias guerras intestinas  de la península, lograron acumular un respetable caudal de experiencias teórico-prácticas como militares.
  
En este periodo España envió a Cuba un total de 151 generales, divididos en: tres capitanes generales de ejército; siete tenientes generales; treinta y seis mariscales de campo; noventa y un brigadieres; y catorce  generales de marina. Los jefes más destacados, los más capaces y mejor fogueados en el laboratorio-escuela que constituyó la guerra de Cuba, eran sacados del ejército de la isla y enviados a servir al ejército en la [[Península Ibérica]].
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En este periodo España envió a Cuba un total de 151 generales, divididos en: tres capitanes generales de ejército; siete tenientes generales; treinta y seis mariscales de campo; noventa y un brigadieres; y catorce  generales de marina. La capitanía general de la isla cambió catorce veces de propietario;  el gobierno de la capital (Segundo Cabo) en no menos de 22 oportunidades; y la jefatura del Estado Mayor de la Capitanía General no menos de 21. Este mal, provocador de inestabilidad, se trasladaba a todos los niveles jerárquicos de la cadena  de mando. Los jefes más destacados, los más capaces y mejor fogueados en el laboratorio-escuela que constituyó la guerra de Cuba, eran sacados del ejército de la isla y enviados a servir al ejército en la [[Península Ibérica]].
  
La capitanía  general de la isla cambió catorce veces de propietario; el gobierno de la capital (Segundo Cabo) en  no menos de 22 oportunidades; y la jefatura del Estado Mayor de la Capitanía General no menos de 21. Este mal, provocador de inestabilidad, se trasladaba a todos los niveles jerárquicos de la cadena de mando.
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Al analizar la conducción de las acciones militares por el mando  militar español durante la  guerra, vale destacar que éste se caracterizó, en sentido general, por  la participación directa de los principales jefes en las operaciones militares. El hecho de que ninguno de los quince generales españoles muertos en Cuba durante la guerra grande, por ejemplo, haya muerto en combate, no necesariamente implicaba que estos eludieran las acciones combativas. Una  buena  parte del generalato español obtuvo sus ascensos por méritos de guerra  alcanzados en los combates y operaciones  efectuadas contra el Ejército Libertador cubano. Muchos de aquellos generales llevaban en sus cuerpos las cicatrices dejadas por las armas cubanas.
  
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Los  jefes españoles por regla general salían a operar con sus fuerzas y con  ellas enfrentaban al adversario, pero teniendo siempre muy en cuenta la  necesidad de la preservación de la vitalidad del mando. Los más osados se lanzaban personalmente al combate al riesgo de sus propias vidas, y del probable éxito de las misiones encomendadas. El cuadro de jefes y oficiales del ejército español,  militares  de carrera en su gran mayoría, demostraban en el combate entereza y  valor. Sus limitaciones fundamentales  estuvieron dadas en el lento  desarrollo y evolución de su  pensamiento táctico, subordinados  como  estaban  a concepciones  estratégicas y tácticas que le impedían su  desenvolvimiento  operativo de manera independiente.
  
Al analizar la conducción de  las acciones militares por  el mando  militar español durante la guerra, vale destacar que éste se caracterizó, en sentido general, por  la participación directa de los principales jefes en las operaciones militares. El hecho de que ninguno de los quince generales españoles muertos en CUBA  durante la guerra grande, por ejemplo, haya muerto en  combate, no necesariamente implicaba que estos eludieran las acciones  combativas.
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La  guerra de los Diez Años constituyó una importante escuela formadora de  cuadros para el ejército español. Cuba fue la gran academia de las armas del generalato español a fines del pasado siglo. El haber participado en ella constituía una carta de presentación y un aval muy valioso.
  
Una buena parte del generalato español obtuvo sus ascensos por  méritos de guerra alcanzados en los combates y operaciones efectuadas contra el ejército libertador cubano. Muchos de aquellos generales llevaban en sus cuerpos  las cicatrices dejadas por las armas cubanas.
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Además de los 151 generales que participaron en la Guerra de los Diez Años, otros  64 militares españoles veteranos de aquella gesta, alcanzaron posteriormente los grados de general. De los 46 nombramientos de  Ministros de la Guerra hechos por el Gobierno español, entre [[1885]] y [[1927]], 26 correspondieron a veteranos de las guerras de Cuba, uno de ellos, nacido en la isla.
  
Los  jefes españoles por regla general salían a operar con sus fuerzas y con  ellas enfrentaban al adversario, pero teniendo siempre muy en cuenta la  necesidad de la preservación de la vitalidad del mando. Los más osados  se lanzaban personalmente al  combate al riesgo de sus propias vidas, y  del  probable éxito de las misiones encomendadas.
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== Referencias ==
  
Contrario  a lo que nos pueda llevar a concluir  la pasión patriótica al analizar  como simples espectadores el heroísmo casi de leyenda de los  insurrectos  cubanos, hacedores de hazañas que aún hoy nos llenan de  asombro, el cuadro de jefes y oficiales del ejército español,  militares  de carrera en su gran mayoría, demostraban en el combate entereza y  valor. Sus limitaciones fundamentales  estuvieron dadas en el lento  desarrollo y evolución de su  pensamiento táctico, subordinados  como  estaban  a concepciones  estratégicas y tácticas que le impedían su  desenvolvimiento  operativo de manera independiente.
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* [http://elpostillon.bloguea.cu/2014/02/19/el-enemigo-en-nuestra-historia/ El enemigo en nuestra historia]. Artículo de [[René González Barrios]], presidente del [[Instituto de Historia de Cuba]]. Publicado en el Blog ''El Postillón''. Consultado el 25 de agosto de 2014.
 
 
La  guerra de los Diez Años constituyó una importante escuela formadora de  cuadros para el ejército español. CUBA fue  la gran academia de las  armas del generalato español a fines del pasado  siglo. El haber  participado en ella constituía una carta de presentación  y un aval muy  valioso.
 
 
 
Además de los 151 generales  que hemos confirmado su presencia en la guerra de los diez años, otros  64 militares españoles veteranos  de  aquella gesta, alcanzaron  posteriormente  los grados de general. De los 46 nombramientos de  Ministros de la Guerra hechos por el Gobierno español, entre 1885 y  1927, 26 correspondieron  a veteranos  de las guerras de CUBA,  uno de  ellos, nacido en la isla.
 

Revisión del 08:40 25 ago 2014

Ejército de Operaciones de España en Cuba
Información sobre la plantilla
Ejército Español en Cuba
PaísBandera del Imperio Español Imperio Español
FidelidadMonarca Español
TipoEjército colonial
Cultura e historia
AniversariosEjército Libertador Bandera de Cuba
Guerras y batallas
Guerra de los Diez Años
Guerra Chiquita
Guerra Necesaria

Ejército de Operaciones de España en Cuba. Brazo armado del gobierno colonial español que existía en la Capitanía General de Cuba. Este ejército fue el que enfrento a las fuerzas mambisas durante las guerras por la independencia de Cuba (Guerra de los Diez Años, Guerra Chiquitay Guerra Necesaria).

Guerra de los Diez Años

La Guerra de los Diez Años fue la gran escuela del Ejército Español. Entre los años 1868 y 1878 Cuba se convirtió en el principal escenario práctico en el cual se formó toda una generación de generales españoles que pasarían a jugar primero en ella, y posteriormente en la vida política y militar de España, importantes roles históricos.

En los campos de batalla de Cuba, y frente a un adversario pujante y audaz, los militares españoles, veteranos entre otras, de las campañas de Frica, Santo Domingo, Conchinchina, y de las propias guerras intestinas de la península, lograron acumular un respetable caudal de experiencias teórico-prácticas como militares.

En este periodo España envió a Cuba un total de 151 generales, divididos en: tres capitanes generales de ejército; siete tenientes generales; treinta y seis mariscales de campo; noventa y un brigadieres; y catorce generales de marina. La capitanía general de la isla cambió catorce veces de propietario; el gobierno de la capital (Segundo Cabo) en no menos de 22 oportunidades; y la jefatura del Estado Mayor de la Capitanía General no menos de 21. Este mal, provocador de inestabilidad, se trasladaba a todos los niveles jerárquicos de la cadena de mando. Los jefes más destacados, los más capaces y mejor fogueados en el laboratorio-escuela que constituyó la guerra de Cuba, eran sacados del ejército de la isla y enviados a servir al ejército en la Península Ibérica.

Al analizar la conducción de las acciones militares por el mando militar español durante la guerra, vale destacar que éste se caracterizó, en sentido general, por la participación directa de los principales jefes en las operaciones militares. El hecho de que ninguno de los quince generales españoles muertos en Cuba durante la guerra grande, por ejemplo, haya muerto en combate, no necesariamente implicaba que estos eludieran las acciones combativas. Una buena parte del generalato español obtuvo sus ascensos por méritos de guerra alcanzados en los combates y operaciones efectuadas contra el Ejército Libertador cubano. Muchos de aquellos generales llevaban en sus cuerpos las cicatrices dejadas por las armas cubanas.

Los jefes españoles por regla general salían a operar con sus fuerzas y con ellas enfrentaban al adversario, pero teniendo siempre muy en cuenta la necesidad de la preservación de la vitalidad del mando. Los más osados se lanzaban personalmente al combate al riesgo de sus propias vidas, y del probable éxito de las misiones encomendadas. El cuadro de jefes y oficiales del ejército español, militares de carrera en su gran mayoría, demostraban en el combate entereza y valor. Sus limitaciones fundamentales estuvieron dadas en el lento desarrollo y evolución de su pensamiento táctico, subordinados como estaban a concepciones estratégicas y tácticas que le impedían su desenvolvimiento operativo de manera independiente.

La guerra de los Diez Años constituyó una importante escuela formadora de cuadros para el ejército español. Cuba fue la gran academia de las armas del generalato español a fines del pasado siglo. El haber participado en ella constituía una carta de presentación y un aval muy valioso.

Además de los 151 generales que participaron en la Guerra de los Diez Años, otros 64 militares españoles veteranos de aquella gesta, alcanzaron posteriormente los grados de general. De los 46 nombramientos de Ministros de la Guerra hechos por el Gobierno español, entre 1885 y 1927, 26 correspondieron a veteranos de las guerras de Cuba, uno de ellos, nacido en la isla.

Referencias