Eduardo Facciolo
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Eduardo Facciolo. Combatiente de las guerras independentista. Tipógrafo que divulgó sus ideales y fue ejecutado por ello el 28 de septiembre de 1852.
Sumario
Síntesis biográfica
Infancia y juventud
Nació el 7 de febrero de 1829, más allá de la Bahía de La Habana en la antigua calle de San Agustín en el vecino pueblo de Regla, hoy esa calle lleva su nombre. Su familia era de modesta posición. De padre peninsular y madre cubana.
Labor independentista
Creció en medio de rumores de conspiraciones, de noticias de cubanos presos por sus ideales de continuas pesquisas y de reuniones secretas. El hijo de don Carlos Facciolo Picardo estudió las primeras letras en la escuelita de Don Juan Coca Quintana, pero la difícil situación económica le impulsó pronto a buscar trabajo.
Fue primeramente aprendiz de cajista en una imprenta que existía frente al Palacio de los Capitanes Generales. Al poco tiempo conocía todos los rudimentos de su oficio: era un tipógrafo cuidadoso y diligente.
Pronto pudo trabajar en otros talleres, en el Domingo Patiño, en el de Carlos del Castillo. Allí se imprimía el periódico Faro Industrial de La Habana y el muchacho inquieto podía observar a figuras ilustres de las letras, a Cirilo Villaverde, a José García de Arboleya o a José María de Cárdenas, eran cubanos que tenía siempre entre los labios palabras altisonantes que retumbaban en los oídos del jovenzuelo con una cadencia tentadora: “libertad”, “independencia”,”Bolívar” ,“Revolución”.
Sus amigos, entre ellos aquel patriota que fue su compañero en la difícil tarea de redactar y publicar una hoja periódica contra el gobierno español, Juan Bellido de Luna, recordaban siempre a Faccioso como un joven de gran inteligencia y vivacidad inquieto y valiente.
Su muerte
Los últimos momentos de aquel joven cubano se destacan por la gran serenidad que demostró hasta el instante supremo. Escuchó la lectura de la sentencia sin inmutarse. Se mantuvo tranquilo y aún tuvo el gesto de sentarse a escribir una epístola en verso a su madre.
La noticia de su muerte y del coraje que reveló, corrió como reguero de pólvora entre los grupos de los cubanos enemigos del colonialismo español. Su ejecución sirvió para estimular a los separatistas, para cerrar filas en contra del gobierno colonial.
Murió el 28 de septiembre de 1852 por divulgar a través de la prensa los ideales de sus compatriotas. Miles y miles de jóvenes seguirían su ejemplo y marcharían años más tarde a los campos de batalla en la manigua.
