Usuario:Humbertoccabrera/Zona3
Conflicto armado
Inicio de la Guerra
El movimiento estalló el 10 de octubre de 1868[1], al levantarse en armas el abogado bayamés Carlos Manuel de Céspedes, uno de los principales conspiradores, quien en su ingenio La Demajagua proclamó la independencia y dio la libertad a sus esclavos a través de un manifiesto histórico, en el cual quedaron reflejadas la decisión, firmeza e ideas del ala más radical de los orientales, que optaron por el único camino posible para lograr sus aspiraciones, derrotar la metrópoli mediante la lucha armada. Ese día se pronunció el grito de ¡Viva Cuba Libre!, se enarboló la bandera y se juró fidelidad a la misma.
Esta acción contó con la participación de 36 patriotas, entre los que figuraron Manuel Calvar, Bartolomé Masó, Ángel Maestre, Juan Fernández Ruz, Emiliano García Pavón, Miguel García Pavón, Juan Hall, Luis Marcano, Manuel Codina, Jaime Santiesteban, Francisco Marcano, Félix Marcano, Agustín Valerino, José Pérez, Rafael Caymari, Francisco Javier de Céspedes, Enrique Céspedes y otros.
Esta insurrección fue el motor impulsor que transmitió la suficiente energía a los posteriores levantamientos de Oriente, Camagüey y Las Villas, que trataron de dar carácter nacional a la lucha armada. El alzamiento de la Demajagua posibilitó, por primera vez, que blancos y negros compartieran ideales y sacrificios, que cientos y miles de esclavos fueran liberados por sus propios amos o por los patriotas insurrectos, que gente de pueblo compartiera honores y responsabilidades en un plano de igualdad con los hombres de la clase rica.
El movimiento se conoce como Grito de Yara, debido a que así fue dado a conocer por las autoridades españolas, después de que el 11 de octubre lograron dispersar las bisoñas tropas insurrectas, que habían atacado el pequeño poblado de Yara.
Mientras los españoles de las ciudades, agrupados en los cuerpos de voluntarios, sembraban el terror entre las familias cubanas convirtiéndose en un influyente factor de las decisiones políticas, el ejército colonial avanzaba sobre Bayamo -la capital insurrecta-, que los cubanos tendrían que abandonar, no sin antes reducirla a cenizas como expresión de su inclaudicable voluntad revolucionaria. En tan difíciles condiciones, el movimiento independentista logró unificarse, aprobando en Guáimaro la constitución que daba lugar a la República de Cuba en Armas.
Década de 1870
El ejército libertador cubano, tras meses de duro aprendizaje militar, alcanzó una capacidad ofensiva que se pondría de manifiesto en la invasión de la rica región de Guantánamo por el general Máximo Gómez y las brillantes acciones libradas en las sabanas camagüeyanas por la caballería al mando de Ignacio Agramonte. Pero este avance militar se vio lastrado por las diferencias políticas en el campo revolucionario, las cuales condujeron a la deposición de Céspedes de su cargo de Presidente de la República (1873) e impidieron el tan necesario apoyo en armas y medios de los patriotas emigrados.
Una influencia igualmente negativa ejerció la política de hostilidad hacia los revolucionarios cubanos adoptada por el gobierno de Estados Unidos que, frente a la gesta independentista, prefirió atenerse a su vieja política confiado en que el destino de Cuba gravitaría indefectiblemente hacia el dominio norteamericano.
El empuje militar cubano alcanzó su cenit entre 1874 y 1875, primero con la campaña de Máximo Gómez en Camagüey, jalonada por los victoriosos combates de La Sacra y Palo Seco y la Batalla de Las Guásimas -donde el ejército cubano derrotó una fuerza española de más de 4 000 hombres- y la posterior Invasión a Las Villas por las tropas mambisas al mando del genial general dominicano. Pero el trascendental avance estratégico resultó desvirtuado nuevamente por las disensiones intestinas que, al entorpecer la llegada de vitales refuerzos, posibilitaron que la invasión se empantanase sin conseguir su objetivo de llevar la guerra al rico territorio occidental de la Isla.
Durante el curso de la Guerra de los Diez Años muchas atrocidades fueron cometidas por el gobierno español y por los simpatizadores de España. Entre los incidentes repugnantes perpetrados durante la contienda figuran:
- El fusilamiento el 27 de noviembre de 1871 de ocho estudiantes de Medicina por supuestamente haber rayado la tumba de un periodista español.
- La captura en aguas internacionales el 31 de octubre de 1873 y la ejecución en serie, empezando el 4 de noviembre, de 53 personas, incluyendo el capitán, la mayor parte de la tripulación y casi todos los insurgentes cubanos, a bordo del Vapor Virginius.
Años finales
El debilitamiento del esfuerzo independentista coincidió con la recuperación de la capacidad político-militar española, cuando la restauración monárquica de 1876 puso fin a las violentas conmociones que habían caracterizado la vida de la península tras la "revolución gloriosa" (1868) y con la posterior proclamación de la república.
Como resultado de los sucesivos desastres, el 8 de febrero de 1878 los organismos constitucionales del Gobierno de Cuba fueron disueltos y las negociaciones para la paz fueron comenzadas en Zanjón, Puerto Príncipe. El 10 de febrero de 1878, los términos de paz fueron aceptados por los gobiernos de Cuba y España y la Guerra de los Diez Años llegó a su fin. Pero un grupo de decididos patriotas, encabezados por Antonio Maceo, no aceptó tan oneroso pacto, y el aguerrido Lugarteniente General protagonizó entonces la famosa Protesta de Baraguá, una de las más gloriosas páginas de la historia de Cuba. Terminó diez años más tarde con la Paz de Zanjón o Pacto del Zanjón. Este acuerdo no garantizaba ninguno de los dos objetivos fundamentales de dicha guerra: la independencia de Cuba, y la abolición de la esclavitud.
Después de esta fallida pero muy importante guerra, hubo otros conflictos menores como la llamada Guerra Chiquita, que tampoco tuvieron éxito. Finalmente, el 24 de febrero del 1895, con el Grito de Baire, comenzó la Guerra del 95, que concluyó con la entrada de los Estados Unidos de América en la guerra en 1898. A esta última parte de la guerra se le conoce como la Guerra Hispano - Cubano - Norteamericana.
La Guerra de los Diez Años no tuvo un final feliz, influyó en ello un incontrolable caudillismo y regionalismo desatado entre los cubanos que hicieron fracasar la unidad y por ende, la independencia.
- ↑ Lic. Regla Ma. Albelo Ginnart, Lic. Marta Ma. Valdés López, Prof. Gisela Gallo González, Mirta Molina Martínez: Historia de Cuba Quinto Grado. Segunda Edición, 2011, p. 90. La Habana: Editorial Pueblo y Educación. ISBN:978-959-13-0343-1