Armando Leyva Balaguer
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Nacimiento y juventud
Hilario Armando Leyva y Balaguer, según expresa su partida bautismal, nació en Gibara la noche del 14 de enero de 1888, en una casa de la calle San Mamerto, hoy Calixto García. Fue hijo del industrial Cándido Leyva y Aguilera, natural de Gibara, y de su esposa, la holguinera Amalia Balaguer y León.
Armando Leyva, tal es el nombre por el que se le conoce, hizo la primera enseñanza en su pueblo natal y luego continuó sus estudios en las Escuelas Pías de Guanabacoa. Posteriormente embarcó hacia los Estados Unidos para iniciar los estudios de ingeniería, la carrera de su padre, en el colegio Mount Saint Marys del estado norteamericano de Maryland, los cuales dejó inconclusos varios años más tardes y regresó a su pueblo natal para dedicarse a las letras y al periodismo que fueron su vocación, y a las que brindó gran parte de su existencia, a pasar de que tuvo que luchar contra las limitaciones que el medio social en que se desenvolvió imponía al desarrollo de las letras.
Se comportó ante todo, como un buen cubano, como un escritor preocupado por los problemas de su país, fue, en una palabra, un intelectual progresista decidido, según sus propias palabras, a hacer dejación de su pluma si con ello hubiera dado a su patria todo lo que ella necesitaba.
Personalidad
Fue un hombre amable, comprensivo, introvertido y culto. Hablaba en voz baja y su andar era lento. Sus rasgos más característicos eran la tristeza, la melancolía y una sensibilidad excesiva y dolorosa causada por el desencanto y la inconformidad ante el medio social que le impedía lograr en la vida lo que deseaba.
Dentro de su participación en la cultura cubana, Leyva formó parte del grupo literario Manzanillo, colaborando con él desde Gibara. Este grupo literario que fundó la Revista de Difusión Cultural ORTO (1912), reunió a grandes personalidades del pensamiento y las letras cubanas, siguió las huellas de José Martí y contribuyó a formar las concepciones de cubanía y progreso. Perteneció, además a la Academia Nacional de Artes y Letras y a la Asociación de Reportes. La tierra natal acompañó siempre el pensamiento del escritor.
Este sentir llenó toda la existencia de Armando Leyva hasta 1942, año en que quebrantaba su salud, triste como siempre lo fue y agotadas sus fuerzas en el diario quehacer periodístico, lo sorprendió en La Habana la muerte, un 9 de diciembre, a los 54 años, aún cuando sus facultades le hubieran permitido aportar mucho al desarrollo de la Cultura Nacional. Su modestia y su bondad excesiva le impidieron imponer sus méritos en un medio colmado por prestigios de relumbrón y por seudointelectuales audaces.
Así perdía Gibara un hijo amante y preocupado por su destino social, y la Cultura Cubana al gran animador que de ella fue, y al escritor y periodista que tan bellas páginas legó al patrimonio nacional.
Entre sus obras se encuentran “Las horas silenciosas” (1920),”Amar la poesía, cultivar el verso, respetar al poeta” (1912), “La última vez que Budha sonrió”, “Pequeños poemas”, “Museo” (1922), “La provincia, las aldeas” (1922).
Fuente
- J. de la Luz, León: Revista Carteles,p.32.
- Armando Leyva: El piano de mi vecina, en Pequeños Poemas,p.32.
- Labrador Ruiz: “Perfil de Armando Leyva”, en El Mundo lunes 8 de octubre de 1956.
