Juan Bravo Murillo
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Bravo Murillo, Juan Político español nació el 24 de junio de 1803 en Fregenal de la Sierra, y murió 11 de febrero de 1873 en Madrid Badajoz. Jurista y catedrático de Filosofía de la Universidad de Sevilla, entró en política al llegar a Madrid durante la Regencia de María Cristina de Borbón 1836. Frente a la preponderancia militar en la política de aquella época, representaba un elemento civil inusual en los círculos conservadores del Partido Moderado al que se adhirió (por lo que era llamado el abogado).
Inicios
Bravo Murillo, Juan De su prestigioso bufete de Madrid saltó al Congreso de los Diputados en 1837; allí destacó como portavoz de los moderados en apoyo del proyecto que daría lugar a la Constitución de 1845, y luego como presidente de la Comisión de Codificación. Más tarde llegó al gobierno, ocupando sucesivamente las carteras de Gracia y Justicia (1847), Comercio, Instrucción y Obras Públicas (1847-48), Hacienda (1849-50 y 1851-52) y la Presidencia del Consejo (1851-52). Desde esos puestos alcanzó importantes logros administrativos, llamados a tener larga duración, como la Ley de Administración y Contabilidad de 1850, el arreglo de la Deuda Pública que asfixiaba el Presupuesto 1851, la conclusión de un Concordato con la Santa Sede 1851 o el inicio de las obras del Canal de Isabel II para abastecer de agua a Madrid.
Acciones en le Partido
En el plano político, adoptó posturas reaccionarias, al proponer una reforma constitucional de carácter autoritario, que recortaba las libertades y vaciaba de contenido el régimen representativo, inspirándose en el Segundo Imperio francés recién implantado por el golpe de Estado de (Napoleón III,1852). Dicho proyecto desató una gran resistencia, incluso entre la mayoría de los moderados, seguidores de Narváez; perdida la confianza de la reina Isabel II, Bravo Murillo cayó del gobierno en 1852, dejando detrás un cúmulo de descontentos que estallaron contra sus sucesores en la Revolución progresista de 1854. Vueltos al poder los moderados en 1856, Bravo Murillo siguió militando en el ala derecha del partido, grupo dinástico pero de ideas cercanas al carlismo, con el que compartía posiciones conservadoras, católicas y antiparlamentarias.
Años Finales
Aunque no volvió al gobierno, Bravo Murillo aceptó la presidencia del Congreso de los Diputados en 1858 y desempeñó algunas misiones diplomáticas antes de retirarse de la política con la Revolución de 1868. A pesar de su ideología extremista, fue generalmente reconocido como un político honesto e inteligente.
Fue autor de varios trabajos políticos, alguno de ellos específicamente referido a la Hacienda Pública y a los impuestos. Resumiendo su acción político-hacendista, se han podido señalar como aportaciones más significativas las siguientes:
Reorganización de los servicios centrales y periféricos; Creación de la Dirección General de la Contencioso; Fundación del Boletín Oficial del Estado; Nuevas leyes de contabilidad y de contratación de los servicios públicos; Ley sobre jurisdicción de Hacienda en materia de contrabando; Otras referidas al arreglo general de la Deuda, acciones contra el déficit, regularización en el pago de atrasos a funcionarios y pensionistas, etc.

