Flasko
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Flasko. Empresa brasileña con sede en en el municipio de Sumaré del estado de Sao Paulo. Tiene como producción de envases plásticos. Se trata de la principal empresa recuperada del país.
Historia
En Sumaré, la región metropolitana de Campinas, la única fábrica administrada por trabajadores en Brasil opera. Amenazando con cerrarse en 2003 debido a la quiebra del grupo que lo administró, Flaská, que produce tambores de plástico, siguió juntado por sus antiguos empleados y hoy trata de mantenerse activo incluso con las deudas heredadas de la antigua gerencia La nueva batalla es para la estación de la empresa, que se celebra en el Senado desde hace más de dos años.
Hasta 2003, el control de la fábrica estaba en manos de Holding Brasil (o sólo HB), un brazo del gigante Tigre. El grupo entró en una fuerte recesión en la década de 1990, acumulando deudas y aumentando los despidos. había unas 40 empresas que rotas, gracias a la apertura económica y también a la mala gestión.
En las dos fábricas de Santa Catarina, sin embargo, se nombró a un interventor judicial, Rainoldo Uessler, para hacerse cargo de las empresas en 2007. Flaská también se sometió a una intervención, que cortó la potencia de la planta durante 42 días y hizo una buena parte de su personal en busca de otros puestos de trabajo, pero reanudó sus actividades después del período.
los trabajadores de Flasko tomaron una decisión histórica: resolvieron asumir el control administrativo, financiero y de operaciones de la fábrica para defender sus empleos y derechos, además del mismo lugar de trabajo, equipos y máquinas. Decidieron ocupar la empresa y ponerla a producir bajo su control.
Trabajadores en el poder
Los trabajadores de la empresa tomaron el control de la producción en junio de 2003, desde entonces tuvieron lugar varios pedidos de quiebra que no prosperaron. Anteriormente, era conducida por los hermanos Anselmo y Luis Batschauer. La mayor parte de las deudas que tenía la empresa se componía de salarios atrasados y contratos impagos con otras empresas. Esta recuperación no fue la primera en su tipo, ya que ocurrió poco después de que otras dos empresas de Joinville -Cipla e Interfibra- tuvieran un destino similar.
Los trabajadores decidieron poner fin a la explotación de los patrones que, durante décadas, pudieron acumular un patrimonio personal lujoso hasta el punto de no necesitar más la producción para transmitir a sus descendientes la riqueza creada con trabajo ajeno.
Así, durante los años 90 y comienzos de la década de 2000 se percibe que el único objetivo es el saqueo. Las inversiones son cada vez más escasas y se desmantela todo un sector de producción (que producía pequeñas tapas plásticas para las botellas de cachaça de una empresa tradicional del sector).
Además, se van perdiendo clientes y proveedores sin ninguna explicación, la maquinaria se va convirtiendo en chatarra y se obliga a los mecánicos a extraer piezas de máquinas paradas para recuperara otras, en un proceso conocido co o canibalismo. Paso a paso, los despidos y la negación de derechos a los trabajadores se hicieron cotidianos.
Se han evitado sucesivos remates sobre las maquinarias de la empresa. Los trabajadores nunca han tenido la intención de gestionar la creación de una cooperativa, sino que han buscado la estatización de la compañía.