Diferencia entre revisiones de «Aborígenes en Matanzas»

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Revisión del 13:58 16 jun 2016

Aborigenes en Matanzas
Información sobre la plantilla
Fecha:siglo XIV
Lugar:Matanzas
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba

Aborigenes en Matanzas. Habitaban el territorio de la actual provincia Matanzas a la llegada de los españoles a Cuba.

Matanzas

Segunda ciudad de importancia en Cuba durante el siglo XIX, estuvo habitada por aborígenes muchos años antes de la llegada de Cristóbal Colón, en sus cuevas y ríos se asentó el hombre primitivo dejando sus huellas para los arqueólogos de hoy.

Antecedentes

Por los cálculos arqueológicos se ha determinado que la población aborigen de este lugar superaba los 150 individuos, repartidos en 4 entradas de la cueva; su desarrollo económico la sitúa entre las comunidades preagroalfareras, específicamente en el estadio Mesolítico Temprano.

La historia de las investigaciones arqueológicas en la provincia Matanzas se remonta al año 1913 cuando el Ingeniero Juan Antonio Cosculluela Barrera, en los trabajos de deslinde en la Ciénaga de Zapata, descubre el montículo denominado Guayabo Blanco que más tarde daría nombre a una de las culturas aborígenes de Cuba. Poco tiempo después de descubierto el sitio y dada la importancia del mismo por decreto del gobierno No 1067, es designado el Dr. Luis Montané para realizar las excavaciones en el área arqueológica, a las que se destina un pequeño presupuesto.

A mediados de la década del 40 el Dr. José Álvarez Conde realiza otros descubrimientos que fueron reflejados en sus trabajos "La Laguna del Tesoro",

En la década de los 60 y hasta hoy día, se suceden toda una serie de hallazgos por parte de los grupos espeleológicos, y personal de la Academia de Ciencias en el norte de la provincia definiéndose áreas de concentración, como lo es el Río Canímary sus riveras donde se localizan más de una veintena de sitios arqueológicos que abarcan las culturas paleolíticas, mesolíticas y neolíticas, o sea, desde grupos cazadores- pescadores- recolectores hasta los agricultores-ceramistas.

Desde la desembocadura del río donde se halla el fuerte El Morrillo enclavado en la misma área de un asentamiento agroalfarero con una antigüedad que lo remonta al siglo XIV d.n.e. donde se han exhumado evidencias que se exhiben en el Museo Provincial y en el propio Museo Memorial El Morrillo, seguido por el sitio denominado Canímar Abajo donde hasta la fecha se han exhumado 99 individuos en tres metros cúbicos de un área de 120 metros cuadrados que abarca el montículo funerario el cual, según las expectativas pudiera situarse como el mayor de su tipo (cultura mesolítica) en el área de Las Antillas.

La ubicación en los sitios de asentamiento cercanos a las costas y los ríos, así como, las vías de arribo de los aborígenes a nuestro territorio es una muestra palpable de que el mar no constituyó un obstáculo para estos hombres, sí no, una vía de comunicación: tal es así que entre las evidencias de su cultura material se halló en la zona de Playa Jorajuría una canoa monoxila (hecha de un solo tronco) en bastante buen estado de conservación y que se exhibe en el Museo Municipal de Martí.

El nomadismo cíclico de estos hombres se llevó a cabo durante todo el año, en dependencia de la época y con ella de la actividad económica fundamental en la alimentación de la comuna para de esta forma evitar un abastecimiento endeble. La pesca se desarrolló a lo largo de costa, todo esto, favorecido por la extensa franja litoral propia del área y por la abundante y rica fauna marina que incluye moluscos, peces y quelóneos. Entre las especies que podían obtener se destacan fundamentalmente: la picuda, el pargo, la chema, el carey, el cobo y el quinconte.

La caza estuvo dirigida fundamentalmente hacia las diferentes especies de jutías se incluyen además, aves y reptiles, de lo que puede inferirse el empleo de dardos o azagayas de madera para cazar algunos animales y que dadas las condiciones adversas de nuestro clima para la conservación de la madera no ha sido posible que estas evidencias lleguen hasta nuestros días. Es muy significativo el hecho de encontrar en la Cueva Musulmanes restos quemados en fogones indígenas del gran perezoso cubano de la familia Megalonichidae.

La recolección de alimentos vegetales incluía productos como la uva caleta, aguacate cimarrón o tuna, el guayaconcillo, el anón, la chirimoya y la guanábana con algunas raíces y tubérculos silvestres, pues la actividad recolectora de estos grupos mesolíticos no se limitó a la búsqueda indiscriminada y fortuita de alimentos. Otros aspectos importantes a destacar es la recolección de moluscos en toda la zona de manglar que, sin lugar a dudas, constituyó una gran fuente de alimentación.

En cuanto a la agricultura existen detalladas informaciones acerca de los diferentes métodos de siembra utilizados por los indocubanos, así como gran conocimiento acerca de los cultígenos alimentarios (yuca, boniato, maíz, frijoles, ají, calabaza, pina, maní, etc.) y no alimentarios (algodón, henequén, cabuya, maguey, güira, bija, tabaco y otras) de los aborígenes de Cuba y Las Antillas.

Costumbres funerarias

A 1,5 km. al sudoeste del poblado de Cantel en la provincia Matanzas fueron descubiertos restos óseos humanos de forma casual en una cueva conocida como Cueva Calero; nadie pensó en aquel instante la trascendencia que podría tener aquel hallazgo.

Unido a los enterramientos se detectó gran variedad de restos de fauna extinguida: aves, reptiles y mamíferos fundamentalmente con una antigüedad que rebasan los 10 000 años.

Hasta el presente la mayor antigüedad del hombre de Cueva Calero (y de Cuba) lo constituye un individuo masculino con una edad que oscila entre 25 y 29 años y que data de 8 885, mas-menos 200 años antes del presente, y el más reciente se enmarca en el sexo femenino con una edad entre los 20 y 25 años y data aproximadamente del siglo X a.n.e.

Según Colón, los indios arauacos de Cuba y Las Antillas eran "muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras: los cabellos gruesos como sedas de color de caballos y cortos... y todos de la frente y cabeza muy ancha... y los ojos muy hermosos y no pequeños, y de ellos, ninguno prieto, salvo del color de los canarios".

Arte rupestre

Uno de los aspectos de las manifestaciones de la superestructura de las comunidades aborígenes son las pictografías que se han localizado en las paredes de las espeluncas, abrigos rocosos y hasta en piedras sueltas; tanto en color rojo como en negro por todo el territorio de la provincia, reportándose más de 30 cuevas con pictografías.

Los dibujos asociados a esta cultura se observan en figuras de círculos concéntricos, triángulos, cuadrado, zoo y antropomorfas, de líneas, combinadas con puntos, en zig-zags y otras distribuidas por toda el área. El círculo para las comunidades primitivas era considerado como un elemento sagrado y tenía carácter universal. Con el se representaban al sol y la luna -la vida y la muerte.

Las figuras triangulares presentes en Ambrosio y La Pluma, han tenido diversas interpretaciones y significado para las culturas antiguas, pero la más significativa es la de representar al sexo femenino. Otra interpretación es la referida al astro rey de La Pluma.

Fuente

Vease también