Diferencia entre revisiones de «Acción revolucionaria durante las Pascuas de San Marcos en 1958 (Artemisa)»

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Secuestro de San Marcos en Artemisa
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SAN MARCOS SANTO PATRON DE ARTEMISA, IMAGEN SECUESTRADA..jpg
SAN MARCOS: SANTO PATRON DE ARTEMISA, IMAGEN SECUESTRADA.
Fecha:24 de abril de 1958
Lugar:Artemisa
Resultado:
se llevó a cabo el secuestro de la imagen de San Marcos Evangelista Patrón de la Villa de Artemisa
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba
Líderes:
Rolando Cordero Herrera
Ejecutores o responsables del hecho:
Rolando Cordero Herrera y Luis Gil
Organizaciones involucradas:
Movimiento 26 de Julio

Secuestro de San Marcos en Artemisa. El 28 de abril de 1802, con la propuesta del síndico del real consulado de agricultura y comercio de La Habana, don Francisco de Arango y Parreño, se funda la población de San Marcos en el corral del mismo nombre, que más adelante se llamaría: San Marcos de la Artemisa y finalmente, Artemisa, como se conoce hoy.

Con el tiempo comenzaron a celebrarse en el mes de diciembre las Pascuas; primero en aquella época venían a San Marcos las familias de la alta aristocracia habanera a disfrutar de los grandes festines que se celebraban en las casonas de los propietarios de cafetales, alcanzando notoria celebridad Las Pascuas en San Marcos . En el año 1857, estas celebraciones artemiseñas se transfirieron a las conmemoraciones religiosas del 25 de abril, en honor a su Santo patrón San Marcos Evangelista.

Un siglo después, en 1958, Cuba y en particular Artemisa, eran víctimas de la represión del tirano Fulgencio Batista, muchos jóvenes estaban presos, torturados, desaparecidos, perseguidos hasta la saciedad o sencillamente asesinados, enlutando a las familias, la cual aún lloraba a sus hijos caídos en el Moncada, en la clandestinidad y en la Sierra. Pero las celebraciones del Santo patrón debían realizarse a pesar de la situación reinante, así lo exigían las autoridades del batistato. Por eso se llevó a cabo el secuestro de la imagen de San Marcos Evangelista Patrón de la Villa, por un joven comando del Movimiento 26 de Julio.

Origen e importancia de las celebraciones

El 28 de abril de 1802, con la propuesta del síndico del real consulado de agricultura y comercio de La Habana, don Francisco de Arango y Parreño, se funda la población de San Marcos en el corral del mismo nombre, que más adelante se llamaría: San Marcos de la Artemisa y finalmente, Artemisa, como se conoce hoy.

Es un territorio muy rico para la agricultura por lo que su principal encomienda era abastecer de productos a la capital del país siendo esta la motivación de su fundación, situado en la antigua provincia de Pinar del Río este poblado creció con rapidez y también crecieron las celebraciones.

Con el tiempo comenzaron a celebrarse en el mes de diciembre las Pascuas; primero en aquella época venían a San Marcos las familias de la alta aristocracia habanera a disfrutar de los grandes festines que se celebraban en las casonas de los propietarios de cafetales, alcanzando notoria celebridad Las Pascuas en San Marcos. En el año 1857, estas celebraciones artemiseñas se transfirieron a las conmemoraciones religiosas del 25 de abril, en honor a su Santo patrón San Marcos Evangelista, donde toman un carácter popular, con repercusión en las crónicas de la época. Estas fiestas patronales y populares se celebraron hasta mediados del siglo XX, extendiéndose curiosamente por cien años (1857-1957), período donde se mantuvo esta tradición, mejorando sus actividades y contenido de forma progresiva. Las fiestas del 25 de abril año 1957 se prepararon por parte de sus organizadores a bombo y platillos. El pueblo, en cambio, no olvidaba los desmanes de una sangrienta dictadura que torturó con sañas y asesinó a un grupo de valerosos jóvenes artemiseños que fueron a los muros del Moncada a no dejar morir las ideas del Apóstol en el año de su centenario.

Así preparaban la iglesia para las celebraciones del 25 de abril

En el altar de la iglesia la imagen del Santo patrón (del tamaño de un hombre, una talla en madera de origen italiano), se retocaba y pulía para la procesión que recorrería varias calles del pueblo este día.

Días antes, un personal especializado se encargaba del trabajo de adornar la iglesia, en su exterior con miles de bombillos de todos los colores, quedando iluminada por guirnaldas a toda su altura, largo y ancho, en todas las aristas del edificio.

Ya se observaba en la ciudad un agitado movimiento de personas locales y foráneas, buscando oportunidades para vender, instalando nuevos y pequeños negocios para la venta de los más disímiles objetos y comestibles, decorando las vidrieras de las tiendas y sobre todo anunciando la rebaja de precios, cosa muy esperada por toda la población humilde de la villa. Fue siempre la fecha más anhelada socialmente, pues era la esperanza de poder comprarse aunque solo fuera una prenda de vestir por familia, que después se turnaban según los componentes y la necesidad del momento en cada casa; también era la posibilidad que tenían estos, los más pobres (que era el mayor por ciento de la población) de colocar una mesita y vender productos hechos por ellos mismos, buñuelos, frituras y empanadas, entre otros y adquirir así algún dinerito para aliviar sus penas.

En la noche, al finalizar la procesión, se reanudarían todas las ventas, juegos, comestibles, rifas y otras atracciones. El parque y sus alrededores y la calle República permanecían totalmente llenos, la gente se apretujaban frente al hotel Campoamor, esperando llenos de ansiedad el espectáculo de la noche. Los más chicos estaban tranquilos, pero muy asustados, las mujeres nerviosas por lo que se esperaba. La noche oscura y todos tenían la vista fija en las azoteas del alto edificio del hotel.

Secuestro del santo el día 24 de abril de 1958

El día antes de la conmemoración de las fiestas patronales, se realizó una de las acciones más sonada de la lucha insurreccional en Artemisa, sin precedentes en la historia de la región.

El 24 de abril del 1958, como siempre se mantuvo el templo cerrado sin público, para continuar con los preparativos de las actividades que se efectuarían al otro día. En el altar no se había tocado la imagen del Santo patrón, eso sería más adelante, los monaguillos ahora se dedicaban a la limpieza del altar mayor y sus componentes. Cuando alguien recordó que eran las 12:00 del día, momento propicio para ir cada uno a almorzar, acordando verse allí a las 1:30 pm para continuar las actividades. Así designaron a uno de ellos, casualmente a Gerardo que sí permanecería en el lugar hasta el regreso de los demás.

Cuba y en particular Artemisa, eran víctimas de la represión del tirano, muchos jóvenes estaban presos, torturados, desaparecidos perseguidos hasta la saciedad o sencillamente asesinados, enlutando a las familias, la cual aún lloraba a sus hijos caídos en el Moncada, en la clandestinidad y en la Sierra. Pero las celebraciones del Santo patrón debían realizarse a pesar de la situación reinante, así lo exigían las autoridades del batistato.

Por eso se llevó a cabo el secuestro de la imagen de San Marcos Evangelista Patrón de la Villa. Esta acción realizada en pleno día, por un joven comando del 26 de Julio, tenía como objetivos:

  • Impedir las fiestas patronales ante tanta sangre joven derramada.
  • Demostrar que los revolucionarios en Artemisa estaban en pie de lucha contra la tiranía de Batista.

En la acción intervienen varios compañeros del Movimiento. Rolando Cordero Herrera, más conocido como Nene Cordero, un joven revolucionario valiente y audaz que fue el jefe de la acción y su organizador, su nombre de guerra era Bonifacio , que junto a Luis Gil, otro joven destacado y valeroso fueron los principales ejecutores del secuestro.

El hecho se planificó en la casa No. 1514, de la calle Colón, días antes de las festividades. Allí también se reunieron los compañeros Arturo Andrés Cordero Herrera y Jesús Cordero Herrera (hermanos de Rolando), que servirían de apoyo desde afuera. Todos hombres humildes, trabajadores y jóvenes, que conocían en carne propia los desmanes de la dictadura de Batista.

En esta reunión, como medida preventiva se orientó que ninguno de ellos saldría más a la calle antes de la acción, cada uno tomaría un rumbo diferente y por supuesto en esas noches no dormirían en sus casas, nadie sabría nada de ellos. Lo más importante era cumplir la misión que se habían trazado. Pues a pesar de ser un comando formado por jóvenes revolucionarios sabían valorar la importancia y trascendencia de este hecho. En esa reunión se explicó detalladamente el plan y se acordaron los pasos a seguir, así como lo que tenía que hacer cada miembro de la célula y se aclaró que ningún otro compañero tendría conocimiento de ella y por lo tanto, el éxito estaría en mantener la discreción y lograr la sorpresa.

Los valientes secuestradores después del Triunfo Revolucionario

Llegado el día esperado, pasadas las 12.30 p.m de ese 24 de abril de 1958, un automóvil se detenía silenciosamente frente a la sacristía de la iglesia. El ambiente estaba tranquilo. Dos jóvenes salieron del vehículo, uno de ellos se queda junto a este, que se mantenía con el motor funcionando, los otros dos entraron resueltamente en la sacristía, pues como estaba previsto, la puerta permanecía entrejunta. Aquí los esperaba el monaguillo, un jovencito de rostro avispado llamado Gerardo Pérez. Apenas mediaron palabras, seguidamente este subió al piso superior (donde radicaba la vivienda del cura párroco y su familia) y bajó rápidamente diciendo:

-El padre está almorzando. Inmediatamente Bonifacio y Luis se dirigieron a la nave central del templo, con la ayuda del monaguillo, quien subió al altar mayor y tomó la imagen en sus brazos, descendiéndola con mucho cuidado y entregó la sagrada talla del Santo, a los visitantes. Rápidamente el San Marcos fue envuelto en una de las cortinas que la iglesia utilizaba para cubrir las imágenes en semana santa. Todo fue obra de unos minutos. Gerardo, el monaguillo, se adelantó a los visitantes y salió al parque que rodea al templo, miró en todas direcciones, observó e hizo algunas señales de que podían salir con su preciada carga. Dentro, en la iglesia, quedaría una bandera del 26 de Julio y un cartel que decía:

“San Marcos vendrá cuando caiga la dictadura de Batista”. El secuestro del Santo patrón de Artemisa San Marcos Evangelista, se había consumado como se planificó: No habría fiesta este 25 de abril. Ya en Puerta de la Güira, donde según el plan permanecería unos días el Santo, no pudo ser por la negativa de los moradores de la casa. Hubo que continuar viaje hacia La Habana, en el trayecto, a causa de la lluvia, el auto se cayó para la cuneta y casualmente un carro del ejército le prestó ayuda para salir de ella. Prosiguen el viaje hacia una casa de reserva situada en el Laguito en La Habana y posteriormente se traslada para la casa de Rolando Cordero (Bonifacio ), cerca del Zoológico de 26, en un 5to piso. Este adolescente tendría que soportar estoicamente el abuso, la prepotencia y hasta los golpes de los sicarios del primer teniente José Reyes Ruiz, jefe de la Guardia Rural en Artemisa y del comandante Pantoja.

Versión del monaguillo a las autoridades

Gerardo Pérez: El joven monaguillo que facilitó el secuestro del Santo Patrón

El cura párroco fue enterado por el monaguillo de lo ocurrido. Pero su versión era bien diferente a la realidad. Dijo que dos hombres enmascarados se le habían parado delante amenazándolo e intimidándolo con un arma a que tenía que bajar la imagen del altar y luego huyeron en una máquina. Tal fue también el relato hecho a los guardias cuando estos llegaron a investigar. El insólito hecho hacía imposible la celebración de la festividad religiosa y la procesión que con el Santo patrón a hombros de los feligreses recorrería las calles del pueblo. Inmediatamente todas las fuerzas de la dictadura desataron una feroz represión, tomaron la iglesia y el parque, carros del SIM, perseguidoras con sus sirenas a todo dar, frenazos y portazos, en un desmedido alarde de fuerza, que amenazaba a todos por donde pasaban.

Los sicarios estaban como locos y al frente de ellos el comandante Pantoja. Muchos revolucionarios de Artemisa, todos los que en otras ocasiones habían sido detenidos con o sin causas, ahora fueron mandados a coger preso por sospechosos y por lo tanto maltratados como era habitual por estos jenízaros del batistato. El primer teniente José Reyes Ruiz no satisfecho con la historia contada, ordenó la detención del monaguillo y este fue sometido a un violento interrogatorio en el cuartel de la Guardia Rural. Una y otra vez le preguntaban:

-¿No conocías tú a los hombres que te amenazaron?- preguntaba el teniente Reyes Ruiz. -Nunca los había visto antes. Mal trato, empujones y golpes acompañaron las preguntas que le hacían estas bestias al valiente mónago que con posterioridad dejaron en libertad, no sin antes advertirle que no dijera nada de lo que le habían hecho. Las culpas recayeron entonces sobre el Padre Ángel Valdés, que sufrió igualmente detención por unas horas.

-¿Dónde estaba usted cuando ocurrió el secuestro? -preguntaba al sacerdote el teniente Reyes Ruiz.

-Eran las doce y media y me encontraba almorzando en el piso superior, supe lo sucedido después cuando bajé y el monaguillo me refirió el hecho.

Aunque de mala gana, también el cura fue liberado, para que junto a ellos organizara la procesión con un santo sustituto, pues transcurridas unas horas del secuestro y no aparecer San Marcos, obligaron a la congregación a sacar la procesión con otro, correspondió entonces a San Hilarión, Santo patrón de Guanajay, que fue trasladado ese día hacia Artemisa. Para la procesión se buscaron a cuatro personas que estaban en la barra del hotel Campoamor, para que cargaran las andas y poder así realizar la concebida y obligada procesión, que se efectuó con un pequeño grupo de personas partidarias del régimen dictatorial, varios uniformados, otros que iban obligados y hasta carros militares. Esa noche se escucharon algunos petardos revolucionarios que sonaron como una burla a la dictadura o quizás, como un modesto homenaje del 26 de julio al San Marcos Evangelista en su día.

Pero al día siguiente llegaba el comandante Pantoja con sus jenízaros vociferando y buscando al muchachito. Nuevamente fue detenido el monaguillo. Mientras tanto los familiares del joven involucrado en este secuestro lloraban, rezaban y también el pueblo muy preocupado se mantenía callado, pero alerta, pues conocían de lo que eran capaces de hacer estos esbirros batistianos, que incapaces ante un hecho de tal magnitud, solo podían y solo sabían torturar y matar.

-Tendrás que cantar o de lo contrario…, amenazó el feroz Comandante.

El muchacho detenido fue llevado a las afueras de la ciudad. Se detuvieron entre unas malezas y allí Pantoja le dijo al joven monago: -Vas a morir si no dices la verdad.

Zarandeado, golpeado con brutalidad, el jovencito se mantenía firme aún en su primera declaración. Con todo su poderío, sus abusos y sus interrogatorios extremos estos oficiales de la dictadura no pudieron doblegar la entereza y voluntad de un adolescente que por convicción no cambió nunca su primera declaración.

Días después del triunfo revolucionario del 1959 se le entregó al Nuncio Católico de La Habana, el Santo patrón Artemiseño, que con posterioridad llegaría a la ciudad entrando con una caravana y montado en una carroza en una procesión que recorrería varias calles acompañada por el cura párroco, una banda de música, los secuestradores, y las nuevas autoridades revolucionarias, seguidos por un mar de pueblo, más de cinco mil personas (según el periódico Avances, de la época) acompañaron al Santo patrón. Cumpliéndose así las palabras de aquel comando del Movimiento 26 de Julio: San Marcos Evangelista regresó a su Artemisa, cuando fue derrotada la dictadura de Fulgencio Batista.

Fuentes

  • Entrevista a Santiago Vilaboy, combatiente de la clandestinidad. ACR.
  • Historia de Artemisa tomada del museo municipal.
  • José Antonio Fernández Riesgo: ACR Historia combativa de Artemisa.
  • Manuel Isidro Méndez: Historia de Artemisa.
  • Miguel Méndez Díaz: Conversación sobre el secuestro del Santo patrón con Manuel Jesús Cordero participante en el hecho realizado en el año 1994.
  • Periódico Avances, febrero 1959.
  • Revista CARTELES No 6 del 8 de febrero de 1959.
  • Testimonio de Arturo Andrés Cordero Herrera al periodista Pablo López.