Adolfo Guzmán

Adolfo Guzmán
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NombreAdolfo José Guzmán González
Nacimiento13 de mayo de 1920
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento30 de julio de 1976
La Habana, Cuba
OcupaciónMúsico
Obras destacadasNo puedo ser feliz, Melancolía

Adolfo José Guzmán González. Compositor y pianista cubano. Hasta su fallecimiento, trabajó como director de orquesta en la televisión, teatros y espectáculos musicales.

Síntesis biográfica

Nació en La Habana (ciudad actual del mismo nombre perteneciente a la provincia Ciudad de la Habana ); el 13 de mayo de 1920 , Cuba.

Estudios

Realizó sus estudios de piano con Alberto Falcón, los que concluyó en 1936; posteriormente fue alumno de armonía, instrumentación y composición de Bernardo Moncada.

Trayectoria artística

Inició su carrera artística como pianista acompañante del cantante Floro Acosta, con quien formó el dúo Ideal. En 1938 integró como pianista Los Románticos Gauchos, al cual perteneciera Ricardo Dantés —quien luego sería actor—, con el que se presentó en la radioemisora CMW Cadena Roja; en 1941 pasó a la RHC Cadena Azul, en la que acompañó al cantante argentino Alberto Gómez, con quien en 1944 viajó a Santo Domingo, República Dominicana.

Ese mismo año acompañó a las cantantes Libertad Lamarque, Amanda Ledesma y al cantante Hugo del Carril. En 1943 ingresó como director musical de la radioemisora Mil Diez. De 1945 a 1946 dirige las orquestas del Zombie Club, la del cabaret Montmartre, y la de los teatros América, Fausto, Teatro Nacional, (hoy Gran Teatro de La Habana) y Campoamor.

En 1948 inaugura al frente de su orquesta, el teatro Warner donde funge como director musical y hace las orquestaciones para Ignacio Villa (Bola de Nieve), y los cantantes mexicanos Jorge Negrete y Tito Guízar.

Entre 1967 y 1968 dirigió el cuarteto Los Modernistas. También dirigió la orquesta Riverside.

Fue director del Teatro Musical, en el cual dirigió Las vacas gordas, de Abelardo Estorino, y El apartamento, de Jesús Gregorio, 1968; El vergonzoso en Palacio, de Tirso de Molina, y Pato Macho, de Ignacio Gutiérrez, 1969.

Realizó giras por Checoslovaquia, RDA y Francia, 1966; Participó en la Expo’67, en Montreal, Canadá; viajó a Polonia en 1969 para intervenir en la Televisión Cubana.

Obras

Ballet

  • Maleficio, 1950; Juana Revolico y La calle de la esperanza.

Canción

Sin saber por qué, 1938; Luna del Congo, Melancolía, 1940; No me engañes, ¿Por qué me hiciste amarla?, Tu voz, 1943; Vuelve, 1944; Llueve, 1945; El amor es quien sabe, 1948; Hijo, No puedo ser feliz, 1954; Profecía, Seré feliz cuando tú me quieras, Símbolo de amor, Ven, ven un instante,1955; Acapulco, tierra de Dios, Cuando cantan las estrellas, Ensueño antillano, Mi corazón y yo, Noche brasilera, Vivir sin ti es padecer, 1956; Amor, gracia divina, Esta noche te encontré, No es posible querer tanto, Poca cosa, Siempre navidad, 1957; Así, verte de lejos, Libre de pecado, Tú y el viento, 1958; Como antes jamás, La máquina del tiempo y Lloviendo, 1960; Canción de cuna, Es tan fácil mentir, Estar enamorado, 1962; Te espero en la eternidad, 1963; Al fin amor, Juntos tú y yo, Si alguna vez te vas, 1964; Amor, eso es amor, Cuando pasen las horas, Magia de amor, Te traigo una palabra, 1965; Es natural, mi bien, 1967; Dime la razón, Gracias, gracias mi amor, Olvido, Olvida el ayer, 1970; Cantar, reír, soñar, He perdido la fe, 1971.

Canción-blue

Himno

  • Che Guevara, querido maestro, 1967; Libertad o muerte.

Marcha

  • La victoria de Viet Nam, 1973; Los deportes.

Música incidental

  • El capitán tormenta, Los insurgentes, Los tres mosqueteros, Los vikingos, Ulises.

Piano y orquesta

  • Tristeza, concierto en la menor, Concierto en re bemol.

Tango

Vals-canción

  • Recuerdo de ayer, 1938; Nuestro idilio, 1956.

Opiniones de su obra

Adolfo Guzmán

Como compositor, según Juan Blanco: «La música de Guzmán es absolutamente cubana. La identidad nacional, en su forma más depurada, está presente en toda su obra. La cubanía de Guzmán viene de adentro hacia fuera. Está incorporada en él, en el individuo. Y él la devolvía en forma “quintaesenciada”. En Guzmán se produce un fenómeno propio de la cibernética: él recibe una información, que es el medio en que se desarrolla, transforma dicha información, y la devuelve superada.

Guzmán lo absorbe todo: una revolución (la de 1933), el son, el danzón, la idiosincrasia, el habla del pueblo, todo; y lo desarrolla. Ésa es precisamente la creación. Por eso su música, aunque netamente cubana, es más internacional, más universal.

Los textos de las canciones de Guzmán están fuera de grupo dentro de su época. Son estéticos, poéticos, delicados. Se oponen a la monotonía del estribillo. No le influye el ambiente negativo al desarrollo de las técnicas de creación.

Hay una faceta muy interesante en Guzmán. Él se desenvuelve en un medio hostil a la música de vanguardia, al desarrollo; ése es el medio de CMQ y continuó siendo durante algún tiempo el medio en el ICR. Un medio hostil a la música de vanguardia. Y a pesar de estar Guzmán enclavado en ese mundo, alentaba y comprendía esa música de vanguardia.

Tenía conocimientos sobre la música electrónica, la había analizado. Me explicaba por qué creía él que era buena, y no se equivocaba en su apreciación técnica [...].» Para el compositor y pianista Hilario González: «Se destaca en la música de Guzmán como él transforma el tipo de melodía filin que emana de la gran canción norteamericana —principalmente de las comedias musicales—, como transforma él la canción sentimental de ese corte en algo directamente emparentado con la canción tradicional cubana. Es decir, que partiendo de esa raíz que es la canción romántica, entronca con la gran trova cubana, con la música de compositores como Lecuona y Sánchez de Fuentes. Sin embargo, y a pesar de esa raíz, No puedo ser feliz, por citar sólo un ejemplo, está más cerca de Corazón, de Sánchez de Fuentes, que de cualquier canción norteamericana. Adolfo tiene un manejo muy avanzado de la armonía. Es un creador de canciones de primera línea por el don melódico y el trabajo armónico que les imprime. Además, trabajaba la orquestación formidablemente. Su instrumentación era superior. Por eso sus canciones suenan a música de concierto.»

Sobre sus concepciones armónicas y orquestaciones, expresa Vicente González-Rubiera (Guyún): «Guzmán, después de estudiar los distintos sistemas armónicos queda seducido por las genialidades de Claude Debussy y su armonía impresionista. Pero no se entrega totalmente a este procedimiento armónico; por tal motivo, modifica aquellos elementos que consideraba ajenos a su idiosincrasia creadora.  

Gustaba Guzmán de utilizar los acordes de séptima mayor y los de novena de dominante, característico del estilo impresionista; pero los conjugaba de una manera exclusivamente suya. A pesar de estos señalamientos, Debussy era su admiración predominante.

El acorde de novena de dominante adquiere su máxima sonoridad, esplendor y belleza cuando lo usamos con todos los sonidos que lo integran, y en estado fundamental. Guzmán conocía perfectamente estos secretos estéticos de la armonía, por lo que los empleaba con pleno dominio técnico. De este acorde podemos decir que es la unidad acordal más grande que se pueda concebir en el intrincado campo de la armonía, puesto que los acordes de oncena y de trecena son agregaciones armónicas, mas no verdaderos acordes.

Adolfo Guzmán

Otro aporte de Guzmán —aunque en el estilo creado por Debussy— es que en sus evoluciones armónicas conserva la tónica, verdadero centro tonal del dominio sonoro, que no se aprecia en los genuinos enlaces impresionistas. Con este modo de trabajar la música, Guzmán consigue la majestuosidad y esencia de esas armonías, pero no a lo Debussy (su creador), ni a lo Ravel (su más fiel continuador), sino a lo Guzmán.

Cuando escribía para la orquesta no veía en ella el fenómeno acústico que nos explica la física, sino un amplio medio para producir belleza tímbrica y armónica. De ahí que siempre buscara descubrir nuevos efectos en el aparato orquestal.

No vivía preocupado por lo que prescribe la técnica de la instrumentación. Sólo daba rienda suelta a la inspiración que le brotaba de lo más hondo de su ser y la exponía con sinceridad.

En sus trabajos orquestales se aprecia la técnica que él domina a la perfección; pero por encima de ella estaba la belleza. Sus ideas musicales no brotaban de los ajustes o convenciones técnicas, sino de la libertad de su imaginación creadora, de sus intuiciones artísticas.»

Y concluye Guyún: «Sus arreglos armónicos se engrandecían más aún por medio del contrapunto, que casi siempre confiaba a las cuerdas. Vivía enamorado de esas sonoridades.

Era extraordinaria la gracia con que hacía cantar a los violines. Sin embargo, los contrapuntos los empleaba con mesura y, sobre todo, con buen gusto, como para no ajar la flexibilidad y tersura de la línea melódica o canto protagonista. De aquí deriva su relevante estilo, con el cual pone de manifiesto su excelsa personalidad creadora.»

Bibliografía

  • Depestre Catony, Leonardo. Adolfo Guzmán. Apuntes y testimonios. Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 1988.
  • González-Rubiera, Vicente (Guyún). «Mis recuerdos de Adolfo Guzmán». La Gaceta de Cuba (La Habana): 24-25, enero de 1988
  • Hernández Ubeda, Andrés. Adolfo Guzmán: artista revolucionario integral. La Habana, Biblioteca Nacional José Martí, Serie Nuestros Autores número 2, 1983.
  • Mestas, María del Carmen. «Filin, esa música de siempre». Muchacha (La Habana) (4): 34-36, junio de 1982.
  • Núñez Rodríguez, Enrique. «Guzmán». Juventud Rebelde (La Habana), 31 de julio de 1983: 2
  • Quiroga, Orlando «El Adolfo Guzmán que yo conocí...». Opina (La Habana) (59): 20-21, diciembre de 1981.
  • Rivero, Ángel. «Testimonios sobre Adolfo Guzmán». Revolución y Cultura (La Habana) (59): 76-81, julio de 1977.
  • Villar, Manuel. «Adolfo Guzmán, un músico integral». Bohemia (La Habana) (29): 10-13, 18 de julio de 1980.

Fuentes