Afrodita de Cnido

Afrodita de Cnido
Información sobre la plantilla
Obra Arquitectónica  |  (Escultura)
Afrodita de Cnido.jpg
Descripción
Tipo:Escultura
Estilo:Griego clásico
Localización:Museo Pio-Clementino, Vaticano
Datos de su construcción
Inicio:siglo IV a.C.
Otros datos
Arquitecto(s):Praxíteles

Afrodita de Cnido. Es una escultura de mediados del siglo IV a. C. realizada en mármol de Paros, de bulto redondo, perdida y conocida por que se conservan numerosas copias de la misma, entre las que destaca la del Museo Vaticano (Roma, Italia). Como todas las esculturas del momento estaba coloreada y recubierta con capas de cera transparente que fundía los distintos colores. Ejecutada para el pueblo de Cnido. No se ha conservado, pero fue su estatua más famosa en la Antigüedad, y es el antecedente del desnudo femenino moderno: la primera estatua de tamaño natural representando a la diosa completamente desnuda. Existen copias romanas (por ejemplo, en el Vaticano) que muestran a la diosa en posición levemente girada, con la mano derecha ocultando su sexo y la izquierda dejando caer sus ropas sobre una urna. Estaba colocada en un templete abierto, de forma que podía contemplarse desde todos los puntos de vista, siendo igualmente admirados todos ellos.

Historia

Afrodita de Cnido es una escultura que pertenece al posclasicismo (s. IV a.C.) incluida en el período clásico (475-323 a.C.) donde los griegos vencieron a los persas y también marcó el inicio de la época de mayor esplendor cultural y artístico para las polis griegas. Entre estas, destacó Atenas por su supremacía política, económica y cultural, lo que además atraía a grandes filósofos y artistas de distintos puntos del Mediterráneo. Sin embargo, esta hegemonía provocó el aumento de las tensiones entre las polis, culminando en una serie de disputas internas, denominadas Guerras del Peloponeso (431-404 a.C.).

En el siglo IV a.C., las consecuencias de estas disputas se hicieron presentes en la desorganización política y decadencia económica que se fue extendiendo por el Mediterráneo, favoreciendo a los macedonios que, primero Filipo II y después Alejandro Magno, se hicieron con el control de los territorios griegos, unificando las polis. Esta nueva situación se mantuvo hasta la muerte de Alejandro Magno (323 a.C.) que pone fin al período clásico e inicia el helénico, con una serie de cambios: la fragmentación del imperio macedonio y la extensión por Oriente del arte griego, surgiendo nuevas ciudades como centros de cultura (Pérgamo y Alejandría).

Descripción

Se trata de una imagen de culto que, según Luciano, estaba instalada en el centro de un templete abierto en Cnido, con lo que podría contemplarse desde diferentes puntos de vista. Cabe decir, no obstante que como casi todas las otras estatuas del autor, la escultura de Afrodita está pensada para ser vista de frente, ya que solo así se percibe la figura en su totalidad y se aprecia la curvatura de su perfil y el giro de su cuerpo. Se trata de la primera representación que conocemos de un desnudo femenino en la historia del arte griego, puesto que aunque hay noticias de la existencia en Argos de unos bronces que representaban a Afroditas desnudas, no nos ha llegado ninguna de ellas. Hasta ese momento se conservan representaciones de Afrodita vestida en el friso del Partenón, por ejemplo o cubierta con una túnica que le transparenta su anatomía (realizada con la técnica de “paños mojados”), como es la de Alcamenes.

El artista elige para mostrar su cuerpo, el momento en que la diosa toma un baño, es decir, crea una justificación para poder romper el convencionalismo que impedía mostrar el cuerpo femenino desnudo, mientras que no había ningún problema para mostrar el masculino. De pie, sin ropa, con un aro en el brazo izquierdo (probable símbolo de coquetería femenina), con el cabello recogido en un moño sujeto con una cinta, se apoya en la pierna derecha, mientras que la izquierda aparece relajada y flexionada, hace ademán con la mano izquierda de posar (o recoger, no está claro) un manto sobre una hydria, mientras que con la mano derecha, en un gesto de pudor, como si hubiese sido sorprendida “in fraganti”, intenta cubrirse el pubis. La composición es cerrada, como corresponde a las etapas clásicas, la postura recoge el contraposto consolidado en el siglo V antes de Cristo, pero exagerándolo, desestabilizando más el cuerpo, hasta crear una gran curvatura en la cadera, de manera que se dibuja una pronunciada “ese” en el perfil del mismo, constituyendo la denominada “curva praxiteliana”.

Debido precisamente a ese desequilibrio lateral necesita un soporte para que la figura no se caiga, de ahí la ingeniosidad de apoyarla en el manto y el ánfora, que disimulan su verdadera función de soporte. Los acabados escultóricos de las obras de Praxíteles (pese a ser copias) muestran un dominio técnico importante, ya que logra crear transiciones tan sutiles en las superficies que muchos autores las califican como de verdadero “sfumato”, pues la luz al resbalar por ellas crea matices lumínicos de claroscuro de transición muy sutil entre unos y otros. Conocido como el “escultor de la gracia”, esta obra ejemplifica este calificativo, ya que la diosa se muestra entre recatada y sonriente, es decir, humanizada, lejos ya de la compostura del siglo anterior. Esta escultura fue considerada como la más famosa del escultor y representa en la historia del arte la creación del ideal de belleza femenino. El modelo para la misma fue una conocida hetaira y amante del escultor, llamada Friné, famosa por su gran belleza.

Características

Planteados los problemas que le interesan, Praxíteles buscará, en los años en torno al 360 a. C., su solución. Efectivamente, es en este periodo donde se sitúan sus dos obras más creativas y nuevas, las que le dan su significado y su puesto de honor en el arte griego. Una de ellas es la Afrodita Cnidia, obra cuya fama atraviesa todo el mundo antiguo entre poemas y alabanzas. El asombro que su belleza causó fue tal que, pese a su condición de imagen de culto, se pensó enseguida en su contemplación estética: situada en el centro de un templete redondo -conocemos su reproducción en la Villa de Adriano en Tívoli-, los visitantes le daban la vuelta por completo.

Sin embargo, se trata de una obra concebida, como todas las de Praxíteles, según un punto de visión principal. Contemplada desde él, la diosa se inclina un poco hacia adelante y hacia un lado, acentuando así el instintivo gesto de cubrirse al salir de las aguas. Por desgracia, ninguna de las numerosísimas copias llegadas hasta nosotros le hacen justicia: es lo que suele ocurrir cuando los originales eran de mármol; mientras que los bronces -como el Sátiro Escanciador, sin ir más lejos- podían ser recubiertos de barro o yeso para obtener moldes y trabajar con ellos, las esculturas en piedra, delicadamente pintadas, no podían tocarse, y por tanto era imposible reproducirlas con exactitud mecánica.

Aun así, si nos centramos en algunas copias -las hay magníficas- de su cabeza, y las suponemos barnizadas de cera transparente (la gánosis, que fundía todos los colores aplicados a una obra), con los ojos finamente coloreados y brillantes hasta obtener ese aspecto ensoñador y húmedo (hygrós) tan apreciado por entonces, podremos imaginar la impresión que tal obra causaba, y en qué consistía la cháris o gracia que dio fama a Praxíteles. Pero además, y sobre todo, nuestro autor había creado, por fin, algo nuevo en el arte helénico: una Afrodita absolutamente desnuda, y, a la vez, el primer ideal de un cuerpo femenino basado precisamente en una anatomía femenina, y no, como en la época de Pericles, en una estructura corpórea de varón.

Fuentes