Isaac Albéniz

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Isaac Albéniz
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Isaac Albéniz, destacado compositor y pianista español.
NombreIsaac Manuel Francisco Albéniz y Pascual
Nacimiento29 de mayo de 1860,
Camprodón, Gerona, España
Fallecimiento18 de mayo de 1909
Cambo les Bains, Aquitania, Francia
Causa de la muerteA causa de una nefritis
NacionalidadEspañol Bandera de España España
OcupaciónCompositor y Pianista
TítuloGran Cruz de la Legión de Honor
Obras destacadasPiezas para piano: La vega, Suite española, opus 47, España (Souvenirs) y Cantos de España, opus 232

Isaac Albéniz (Camprodon, España, 29 de mayo de 1860 - Cambo les Bains, Francia, 18 de mayo de 1909). Compositor español, muy relevante en el siglo XIX, especialmente por sus obras para piano, de inspiración nacionalista y lenguaje musical moderno. También compuso música para otros instrumentos.

Síntesis biográfica

Nació en Camprodon, Gerona el 29 de mayo de 1860, y fue un niño prodigio al piano. Su padre, Ángel Albéniz, preparó el primer concierto público de su hijo cuando sólo tenía 4 años y lo presentó en el Teatro Romea (Barcelona).

Otras etapas de su vida

En 1868 ingresó en la clase de Mendizábal en el Conservatorio de Madrid y a los 9 años huyó de su casa y se embarcó en la fragata España con destino a Puerto Rico. Durante la travesía entretuvo a los pasajeros tocando el piano para pagar el pasaje. Ya en Sudamérica trabajó como pianista en varios países; hay constancia de que estuvo en Argentina, Uruguay, Brasil y Cuba. Su andadura por América finalizó en San Francisco y en el otoño de 1873 regresó a España.

Entre 1875 y 1878 estudió en el Conservatorio de Bruselas y, más tarde, se trasladó a Budapest para conocer al compositor y pianista húngaro Franz Liszt (1878). Tras otra serie de viajes que le llevaron de nuevo al continente americano, en 1883 conoció en Barcelona al compositor nacionalista español Felipe Pedrell, que lo guió en la composición de una música con auténticas raíces españolas. Entre 1884 y 1892 continuó viajando por ciudades como Madrid, Londres y París, y en 1890 dio por concluida su carrera como concertista.

En 1893 se estableció en París, donde recibió clases de Vincent d’Indy y entró en contacto con un grupo de compositores de la vanguardia europea, entre los que se encontraban Claude Debussy y Gabriel Fauré, que influyeron de forma decisiva en su moderna técnica compositiva. Durante este primer periodo parisino, entre 1893 y 1896, fue profesor de piano en la Schola Cantorum.

En 1897 realizó un viaje a Granada que le inspiró la composición de una de sus obras más importantes para piano, La vega. En 1902, tras la muerte de su madre, vivió en distintas ciudades francesas como Niza, París y Cambo les Bains, donde falleció. Su mayor ocupación durante los últimos años de su vida fue la creación de la que se convertiría en su obra maestra y en una composición de referencia del pianismo mundial, la suite "Iberia".

Muerte

A causa de una nefritis, Albéniz murió en Cambo les Bains en los Pirineos Franceses el 18 de mayo de 1909.

Su obra

Aunque cultivó variados géneros, en su obra predominan las composiciones para piano. En su música para este instrumento se pueden distinguir tres épocas. En la primera, que abarca desde sus composiciones de juventud hasta aproximadamente 1880, Albéniz compone obras de carácter romántico e intimista, influidas claramente por la música de salón. Entre las principales piezas de dicha etapa cabe citar sus siete sonatas para piano y sus tres Suites anciennes, además de los Seis pequeños valses.

Su etapa nacionalista española se abre con las cinco piezas que integran los Cantos de España (Preludio, Oriental, Bajo la palmera, Córdoba, Seguidillas). La mayoría de las composiciones de esta segunda etapa están inscritas en la corriente de tintes andaluces denominada "alhambrismo", caracterizada por la profusión de ritmos de danzas populares y de elementos del cante jondo, así como por el uso de escalas modales como la frigia y ornamentaciones propias de la escritura para guitarra; no obstante, en algunas piezas de este período también se escuchan rasgos folclóricos de otras provincias españolas. Otras obras incluidas dentro de este apartado son las Doce piezas características, la Suite Española y el Concierto fantástico en La menor.

La tercera etapa creadora de Albéniz posee resonancias impresionistas, en parte fruto de sus viajes a París y de la amistad que le unió a compositores como Debussy, máximo representante del impresionismo musical francés. Su obra principal de esta última época es Iberia, una síntesis de diversos estilos musicales que debe mucho a la escritura virtuosística para piano de Liszt, con ciertos ecos guitarrísticos.

Las doce piezas que componen los cuatro cuadernos de Iberia tienen una arquitectura compleja. La mayoría de ellas emplean ritmos característicos de danza que se alternan con un estribillo lírico de carácter vocal o copla. El primer cuaderno incluye las piezas Evocación, El puerto y Corpus Christi en Sevilla, esta última eminentemente descriptiva. En el segundo cuaderno se hallan las obras Rondeña, Almería y Triana, que de nuevo hacen mención a rincones andaluces. El tercer cuaderno lo inicia la pieza titulada El Albaicín (en honor al barrio granadino de igual nombre), seguida de El Polo y de Lavapiés, única pieza de "Iberia" inspirada en un lugar no andaluz. Y por último Málaga, Jerez y Eritaña, que son las tres piezas que integran el cuarto cuaderno.

Albéniz no posee una producción orquestal muy amplia, pero todas sus obras sinfónicas están dotadas de un colorido y una armonía de gran riqueza, así como de destacables innovaciones instrumentales. En ocasiones incluso integraba en la orquesta instrumentos de viento de la cobla catalana. Respecto a su música escénica, hay que citar Pepita Jiménez; representada en toda Europa, fue siempre la obra favorita del compositor. En esta ópera Albéniz se aleja de la tradición wagneriana para desarrollar un lenguaje autóctono, expresivo y lírico. En cambio, en sus óperas Henry Clifford y Merlin, es patente su admiración por Wagner.

Curiosidad

Como curiosa historia, pocos días antes de su muerte, vino a visitarlo su gran amigo y paisano Enrique Granados. Albéniz le pidió que le tocara algo al piano y este interpretó su obra "La maja y el Ruiseñor" (obra inédita por entonces), cuando de repente tocó la barcarola "Mallorca", obra compuesta por Albéniz en un viaje que hicieron los dos a las Islas Baleares. Albéniz moriría días después, antes de que el gobierno francés le entregara la Gran Cruz de la Legíon de Honor a petición de otros destacados pianistas como Fauré, Debussy o el mismo Granados.

A la muerte de Albéniz, Rosina le pidió a su gran amigo Granados que terminase la última obra de su difunto esposo "Azulejos". Granados la terminó de forma impecable de tal manera que resulta muy difícil distinguir donde acaba Albéniz y donde empieza Granados.

También hay que destacar dos obras para piano compuestas previamente a la suite Iberia, que son la Suite española I y la Suite española II. Ambas obras, dada su importancia, merecen mención.

Fuentes