Análisis del discurso

Análisis del discurso
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Concepto:Bajo el nombre de “análisis del discurso” se hace referencia a una disciplina cuyo objeto de estudio es el discurso, esto es, el uso que de la lengua hacen los hablantes en unas situaciones determinadas. De este modo, la totalidad de enunciados de una sociedad, bien sean orales o escritos, se convierte en objeto de estudio.

Análisis del discurso. El análisis del discurso ha supuesto, por un lado, un cambio en la manera de enfocar la enseñanza. Su influencia en la didáctica es tal que se materializa en el cambio de las unidades del programa, pues se habla de enunciados, textos, usos en contexto, etc. Ha influido también en la manera de enfocar el aprendizaje: la lengua se aprende usándola, lo que conlleva la necesaria contextualización de las prácticas de aula. Por otro lado, el análisis del discurso se ha convertido en una eficaz herramienta para investigar los diferentes tipos de interacción que se produce en el ámbito de la enseñanza, en el aula como microcosmos social.

Origen del discurso

Bajo el nombre de análisis del discurso se hace referencia a una disciplina cuyo objeto de estudio es el discurso, esto es, el uso que de la lengua hacen los hablantes en unas situaciones determinadas. De este modo, la totalidad de enunciados de una sociedad, bien sean orales o escritos, se convierte en objeto de estudio.

El empleo del término, si bien con una concepción distinta a como se entiende actualmente, pues con dicho término hacía referencia, desde los postulados del distribucionalismo americano, a la proyección de los procedimientos propios de la gramática estructuralista a unidades superiores a la oración.

En cualquier caso, los orígenes del análisis del discurso se hallan en los primeros estudios que traspasan la oración como unidad de análisis. Es interesante remarcar que el análisis del discurso nace con dos cambios de enfoque:

  • El cambio de unidad de análisis de la oración al enunciado.
  • El paso de un estudio que toma la lengua en un sentido virtual, abstracto, a un estudio que toma como objeto de estudio las actuaciones concretas por unos interlocutores concretos.
El análisis del discuros como disciplina del lenguaje

Describir el discurso

Describir el discurso como práctica social implica una relación dialéctica entre un evento discursivo particular y la situación, la institución y la estructura social que lo configuran. Una relación dialéctica es una relación en dos direcciones: las situaciones, las instituciones y las estructuras sociales dan forma al evento discursivo, pero también el evento les da forma, a ellas. Dicho de otra manera: el discurso es socialmente constitutivo así como está socialmente constituido: constituye situaciones, objetos de conocimiento, identidades sociales y relaciones entre personas y grupos de personas. Es constitutivo tanto en el sentido de que ayuda a mantener y a reproducir el statu quo social, como en el sentido de que contribuye a transformarlo, según (Fairclough y Wodak, 1997: 258).

La noción del discurso

Hablar de discurso es, ante todo, hablar de una práctica social, de una forma de acción entre las personas que se articula a partir del uso lingüístico contextualizado, ya sea oral o escrito. El discurso es parte de la vida social y a la vez un instrumento que crea la vida social. Desde el punto de vista discursivo, hablar o escribir no es otra cosa que construir piezas textuales orientadas a unos fines y que se dan en interdependencia con el contexto (lingüístico, local, cognitivo y sociocultural). Nos referimos, pues, a cómo las formas lingüísticas se ponen en funcionamiento para construir formas de comunicación y de representación del mundo real o imaginario.

Ahora bien, los usos lingüísticos son variados. Las personas tienen a su disposición un repertorio comunicativo, que puede estar formado por una o más lenguas, por diferentes variedades lingüísticas y por otros instrumentos de comunicación. La lengua, como materia primera del discurso, ofrece a quienes la usan una serie de opciones (fónicas, gráficas, morfosintácticas y léxicas) de entre las cuales hay que elegir en el momento de (inter)actuar discursivamente.

Esa elección, sujeta o no a un control consciente, se realiza de acuerdo con unos parámetros contextuales que incluyen la situación, los propósitos de quien la realiza y las características de los destinatarios, entre otros.

Estos parámetros son de tipo cognitivo y sociocultural, son dinámicos y pueden estar sujetos a revisión, negociación y cambio. Como práctica social que es, el discurso es complejo y heterogéneo, pero no caótico. Complejo, en cuanto a los diversos modos de organización en que puede manifestarse; también, en cuanto a los diversos niveles que entran en su construcción desde las formas lingüísticas más pequeñas hasta los elementos contextuales extralingüísticos o histórico-culturales; complejo, asimismo, en cuanto a las modalidades en que se concreta oral, escrita o icono verbal.

La heterogeneidad lingüístico-discursiva no sólo no es caótica, sino que está regulada, más allá del plano gramatical, por una serie de normas, reglas, principios o máximas de carácter textual y sociocultural que orientan a las personas en la tarea de construir piezas discursivas coherentes y apropiadas a cada ocasión de comunicación. Comunicación que se entiende, no tanto como un simple y mecánico proceso de transmisión de información entre dos polos, sino como un proceso interactivo mucho más complejo que incluye la continua interpretación de intenciones expresadas verbal y no verbalmente, de forma directa o velada.

Esto implica tomar en consideración a las personas que usan esas formas; y que tienen una ideología, una visión del mundo, así como unas in-tenciones, metas o finalidades concretas en cada situación; unas personas que despliegan estrategias encaminadas a la consecución de esos fines. Como miembros de grupos socioculturales, los usuarios de las lenguas forman parte de la compleja red de relaciones de poder y de solidaridad, de dominación y de resistencia, que configuran las estructuras sociales, siempre en tensión entre la igualdad y la desigualdad, la identidad y la diferencia. Las identidades sociales de las personas complejas, variadas e incluso contradictorias se construyen, se mantienen y se cambian a través de los usos discursivos. Porque es en ellos donde se activan y se materializan esas caras que se eligen para cada ocasión.

Todos los ámbitos de la vida social, tanto los públicos como los priva-dos, generan prácticas discursivas que, a la vez, los hacen posible. La vida académica, la sanidad, las relaciones laborales, los medios de comunicación de masas, la vida familiar, la justicia, el comercio, la administración, por poner sólo algunos ejemplos, son ámbitos que difícilmente se pueden i maginar sin el uso de la palabra: la conversación, el libro, la instancia, la receta, el prospecto, la entrevista, las negociaciones, la conferencia, el examen, el juicio, las facturas, las transacciones comerciales.

Así pues, abordar un tema corno el discurso significa adentrarse en el entramado de las relaciones sociales, de las identidades y de los conflictos, intentar entender cómo se expresan los diferentes grupos culturales en un momento histórico, con unas características socioculturales determinadas. Entender, en fin, esa conversación que arranca desde los inicios de la humanidad y que va desarrollándose a través de los tiempos, dejando huellas de dialogicidad en todas las manifestaciones discursivas, desde las más espontáneas y menos elaboradas hasta las formas monologales, mono gestionadas y más elaboradas.

Disciplinas implicadas en el análisis del discurso

El hecho lingüístico se ha convertido en un tema de gran interés para muchas disciplinas que se sitúan dentro del ámbito de las llamadas ciencias humanas y sociales. Crystal (1987: 412), por ejemplo, ofrece una lista de quince «campos interdisciplinares» en los que los saberes lingüísticos se articulan con los de otras disciplinas.

En las páginas que siguen presentaremos de forma breve aquellas perspectivas que, de forma más clara, orientan los enfoques adoptados en esta obra (para una presentación más detallada, véase Tusón, 1996b). Desde principios del siglo XX, la antropología lingüística (Duranti, 1997) se ha interesado muy especialmente por la relación entre lengua, pensamiento y cultura. Lo que desde esta posición se plantea es que existe una estrecha interdependencia entre las lenguas y los miembros de los grupos culturales que las hablan.

El discurso como fenómeno

Así, por ejemplo, lo demuestran los recientes estudios sobre las estrategias discursivas de cortesía utilizadas, al parecer, en todas las culturas pero de manera específica en cada una. Podríamos decir que la antropología pone el acento en la diferencia, en la diversidad, mientras que hay otras disciplinas que ponen el acento en lo común y universal. La etnografía de la comunicación corriente antropológica que empieza a desarrollarse a mediados de los años sesenta (Gumperz y Hymes, 1964, 1972) plantea que la competencia lingüística se ha de entender como una parte del conjunto de conocimientos y habilidades que componen la competencia comunicativa, a su vez parte de la competencia cultural.

El discurso oral

En una de las disertaciones de K'ung Fu-tzu, el maestro chino K'ung, que vivió entre los siglos vi y v antes de Cristo y que en Europa desde el Renacimiento se conoce con el nombre de Confucio, se lee lo siguiente: «Quisiera no hablar. [...] ¿Habla acaso el cielo alguna vez? Las cuatro estaciones siguen su curso y cien seres nacen. ¿Habla acaso el cielo alguna vez?» Podemos quedar extasiados ante la profundidad de este pensamiento. Pero sólo lo conocemos porque alguien lo ha escrito. Y el sabio K'ung lo ha podido formular porque tenía las palabras a su disposición. Sin palabras nadie es nada; ni sabio, ni poeta, ni proverbio alguno podría elogiar el silencio (De Mauro, 1980 : 16).

Ese complejo sistema de comunicación y de representación del mundo que es el lenguaje humano se materializa a través de dos medios, el medio oral y el medio escrito que dan lugar a dos modalidades de realización: la oralidad y la escritura. En este capítulo y en el siguiente abordaremos las características específicas de ambas modalidades. Con ello pretendemos plantear los rasgos más sobresalientes de esas dos realizaciones en, que se manifiesta el lenguaje humano poniendo quizá más el acento en las diferencias aunque sin olvidar su estrecha relación.

La modalidad oral es natural, consustancial al ser humano y constitutiva de la persona como miembro de una especie. Se produce en y con el cuerpo, aprovechando órganos del sistema respiratorio y de diferentes partes de la cabeza: labios, lengua, fosas nasales (observemos que el nombre de una de esas partes la lengua s e utiliza en muchos idiomas, como en español, para denominar la materialización de ese instrumento de representación del mundo y de comunicación que es el lenguaje humano). También los movimientos de los ojos, diferentes expresiones faciales y otros movimientos corporales forman parte importante de la oralidad, así como las 28 LAS COSAS DEL DECIR «vocalizaciones» (sonidos bucales aunque no lingüísticos) y otros «ruidos», tal como veremos más adelante.

La modalidad escrita no es universal, es un invento del ser humano, se aprende como un artificio que utiliza como soporte elementos materiales como la piedra, el bronce, la arcilla, el papel o la pantalla del ordenador. Los órganos del habla se sustituyen aquí por instrumentos como el punzón, la caña, la pluma o el teclado guiados por la mano. Corno señala Ong (1982), supone una tecnología de la que derivan otras.

Estilos de estudio del discurso

  • Analítico lingüístico: Tiene su inspiración principal de la lingüística, y es más explícita, sistemática y de escritura en general más accesible que el enfoque filosófico.
  • Análisis de conversación: Enfoca sobre el discurso como interacción, primero en el análisis detallado de las estructuras y estrategias de la conversación cotidiana, y después también las interacciones verbales en las instituciones y organizaciones.
  • Psicología cognitiva: El estudio del discurso es en general experimental (de laboratorio) y enfoca sobre las estrategias y representaciones mentales de la producción, la comprensión, la memorización y la recuperación del discurso o de su información.
  • Análisis crítico del discurso: Se ubica en cualquier otra aproximación mencionada, pero lo hace desde una perspectiva social, política y crítica, enfocando sobre la manera que el discurso se usa y abusa para establecer, legitimar o ejercer -- y resistir -- el poder y la dominación.

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Fuentes