Apoplejía

¿Qué es un ataque de apoplejía?
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Concepto:La expresión apoplejía tiene connotaciones amenazadoras para la mayoría de las personas. Una apoplejía puede ser mortal, pero también puede ser completamente leve. La apoplejía o ataque cerebral ocurre cuando se suspende la entrada de sangre al cerebro o alguna porción de este.

Resumen

La expresión apoplejía tiene connotaciones amenazadoras para la mayoría de las personas. Una apoplejía puede ser mortal, pero también puede ser completamente leve. La apoplejía o ataque cerebral ocurre cuando se suspende la entrada de sangre al cerebro o alguna porción de este.

¿Qué es un ataque de apoplejía?

La apoplejía o ataque cerebral ocurre cuando se suspende la entrada de sangre al <a href="Cerebro">cerebro</a> o alguna porción de este. Para desempeñar sus funciones vitales el cerebro necesita una enorme cantidad de <a href="Oxígeno">oxígeno</a> (el 20% de la cantidad total consumida por el <a href="Organismo">organismo</a>) que obtiene directamente de la <a href="Corriente sanguínea">corriente sanguínea</a>. Cada minuto deben circular por el <a href="Encéfalo">encéfalo</a> unos tres cuartos de litros de <a href="Sangre">sangre</a>. Las <a href="Células cerebrales">células cerebrales</a> mueren si se les priva de su cuota de oxígeno cinco minutos. La zona afectada puede ser grande o pequeña, de modo que aunque la <a href="Lesión">lesión</a> es irreparable en sí, frecuentemente se recupera la capacidad del cerebro para efectuar todas sus funciones.
Generalmente el ataque tiene lugar en el cerebro propiamente dicho, la parte del encéfalo donde están localizados los <a href="Centros nerviosos">centros nerviosos</a> que gobiernan la <a href="Vista">vista</a>, el <a href="Oído">oído</a>, el habla y los movimientos corporales. Estas zonas de <a href="Células nerviosas">células nerviosas</a> están en la superficie del cerebro, y de ellas salen las <a href="Fibras nerviosas">fibras nerviosas</a> para introducirse profundamente en encéfalo y bajar a la médula espinal, llevando impulsos que parten de esas zonas hasta las partes del organismo sobre las que influyen. Si una obstrucción suspende la <a href="Circulación sanguínea">circulación sanguínea</a> en una de estas zonas de gobierno, o entre las fibras nerviosas que parten de las zonas, entonces se trastorna la actividad regulada por la zona. Por ejemplo, si se lesiónale centro nervioso que gobierna el habla, se afecta la capacidad para coordinar ideas y palabras y para enviar señales, por medio de los nervios, a <a href="La lengua">la lengua</a> y <a href="Las cuerdas vocales">las cuerdas vocales</a>. La víctima no podrá hablar bien.

Un ataque cerebral puede efectuarse en cuatro formas por lo menos

<a href="Coagulación">Coagulación</a>: en la <a href="Arteriosclerosis">arteriosclerosis</a>, las sustancias grasosas, como el <a href="Colesterol">colesterol</a>, se acumulan en las paredes de los <a href="Vasos sanguíneos">vasos sanguíneos</a> y estrechan el espacio por el cual debe pasar la sangre. Conforme se retarda la circulación de la sangre, esta puede comenzar a estancarse. Pequeñas <a href="Plaquetas">plaquetas</a> (partículas de polvo químico en la corriente sanguínea) pueden comenzar a aglomerarse en puntos ásperos producidos por la arteriosclerosis. De este modo, por la coagulación, puede formarse el núcleo de un <a href="Grumo">grumo</a> o <a href="Trombo">trombo</a>, que obstruye la corriente sanguínea y produce una afección llamada <a href="Trombosis">trombosis</a>. Otra forma de ataque por coagulación se llama <a href="Embolia">embolia</a> y se produce cuando un pequeño coágulo, o émbolo, parte desde cualquier parte desde cualquier sitio del organismo, por ejemplo, de un corazón enfermo, y se aloja en una <a href="Arteria">arteria</a> vital, obstruyendo la circulación sanguínea.
<a href="Hemorragia">Hemorragia</a>: si se rompe una arteria cerebral, se escapa la sangre y se lesiona el tejido circunvecino. Como el cerebro está bañado en <a href="Líquido cefalorraquídeo">líquido cefalorraquídeo</a> y engastado en hueso inflexible, una hemorragia intensa puede oprimir también gravemente el órgano. La hemorragia cerebral (que habitualmente se descubre por la presencia de sangre en el líquido cefalorraquídeo) es más difícil de curar que cualquier otro tipo de ataque.
<a href="Compresión">Compresión:</a> un tumor, un tejido cerebral hinchado o un gran coágulo de sangre procedente de un vaso sanguíneo cerebral puede oprimir un vaso sanguíneo adyacente con fuerza suficiente para obstruir le conducto.
<a href="Espasmo">Espasmo</a>: una arteria del cerebro sufre una constricción que reduce o cierra el pasote la sangre, el daño resultante depende del tiempo que tarde la arteria afectada en volver a relajarse. Los médicos no han llegado a un común acuerdo sobre el carácter preciso de los espasmos de los vasos cerebrales ni han determinado si realmente se presentan o no en los ataques cerebrales.

Gravedad de una apoplejía

La gravedad de una apoplejía depende del vaso sanguíneo afectado, del tipo de obstrucción, del tiempo que quedan sin oxígeno las zonas atacadas, y de muchos otros factores. En muchos casos, especialmente entre los enfermos más jóvenes, otros vasos sanguíneos pueden asumir las funciones del que está obstruido. A veces, aún cuando ciertos centros cerebrales hayan muerto, otras zonas del cerebro son capaces de asumir poco a poco sus funciones.
En raros casos la víctima de un ataque cerebral puede ser una persona joven, incluso un niño, generalmente a consecuencia de alguna enfermedad como la fiebre reumática o la <a href="Hipertensión arterial">hipertensión arterial</a>. Puede también ser el resultado de un aneurisma (bolsa de sangre que se forma en un vaso sanguíneo) con que haya nacido el niño. El cirujano puede a menudo corregir esa anomalía y, si el resto del aparato circulatorio está sano, el niño puede esperar una vida de duración normal.
Por término medio la edad de las víctimas de apoplejía es de 64 años. Los hombres parecen sucumbir a ella más fácilmente que las mujeres.
No hay estadísticas fehacientes acerca de la frecuencia de las recaídas en los ataques cerebrales, pero generalmente se considera que, en la mayoría de los casos, la víctima de un ataque tarde o temprano vuelve a sufrirlo.
Si la víctima de un ataque no muere (y generalmente se salva) puede tener diversas reacciones: cansancio, debilidad, entumecimiento, torpeza o confusión de ideas; puede presentar cambios emocionales o de la personalidad; tener jaquecas y sufrir trastornos de la visión, del habla o de la memoria; perder la sensibilidad en ciertas partes del cuerpo; verse impedida de andar; sufrir una parálisis y tener que yacer en cama durante años. Muchas personas incapacitadas o impedidas por una apoplejía podrían ser rehabilitadas por lo menos parcialmente mediante la asistencia debidamente vigilada en una enfermería, dieta adecuada, masajes y ejercicios.
Ningún médico puede estar seguro de prevenir un ataque cerebral, ni de corregir sus resultados, excepto mediante la dieta, el masaje y los ejercicios. Afortunadamente, el organismo es capaz con frecuencia de hacer sus propias reparaciones. Algunos médicos preconizan los anticoagulantes como medida preventiva, aunque, no hay unanimidad de opiniones acerca del valor de este tratamiento; es más, no hay pruebas ciertas de que en algunos casos no pueda ser nocivo. Una alimentación escasa de grasas, con el propósito de prevenir un ataque cerebral, es inútil una vez que la arteriosclerosis ha emprendido sus incursiones subversivas.


Cómo debemos sentirnos ante un ataque cerebral

Evidentemente, no debe tomarse a la ligera un ataque cerebral, pero tampoco debe uno sentir pánico cuando ocurra. Un ataque ligero acaso no tenga otra consecuencia que la de hacer sentirse un poco enferma a la víctima y causar alguna perturbación, limitada y momentánea, de sus facultades. Aún un ataque más grave rara vez lo es tanto como lo parece al principio. Con la conmoción del choque inicial la víctima y su familia pueden creer que aquella está paralizada irremediablemente o que ha perdido la razón, lo cual rara vez ocurre. Y no hace ningún bien, menos aún a la víctima que a los demás, el que todo el mundo actúe como si ya se hubiera publicado la noticia de los funerales. Hasta en los casos más graves el paciente puede recuperarse con rapidez asombrosa.

Fuentes

  • Asesora de salud de Educación Municipal de Educación.