Aretes

Arete
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Objeto que sirve de adorno para el cuerpo que suele llevarse en las orejas


Pendiente, zarcillo, arete, aro término utilizado para referirse a un objeto que sirve de adorno para el cuerpo que suele llevarse en las orejas; siendo un objeto bastante significativo a través de la historia pues en un principio era llevado solamente por hombres e indicaba la posición social de los mismos. El uso de los pendientes es solamente ornamental y se utiliza no sólo en las orejas, sino por todo el cuerpo.

Historia

Es un hecho conocido que en todo el mundo la gente considera a la oreja -además de su función de alojar el órgano auditivo- de suma importancia, y por lo tanto se siente movida a adornarla. Y el modo de hacerlo es tanto nacional como internacional.

No es exagerado afirmar que desde tiempos inmemoriales los aros han desempeñado un papel importante entre las naciones, independientemente del nivel cultural o la prosperidad de éstas. En algunos países los hombres hasta compiten con las mujeres en este sentido, adornando sus orejas según la costumbre de los marineros de antaño.

Con la forma de simple arete el pendiente se ha encontrado en sepulturas de la Edad de bronce y consta que se usaba entre algunos pueblos antiguos como adorno de la nariz, perforando el cartílago central.

Con el nombre de arracadas se distinguen los pendientes completos, y más especialmente los de grandes dimensiones. Los llevaron de este tipo y de forma circular muchos pueblos antiguos como los egipcios, asirios, fenicios, etruscos, celtas e iberos. De estos últimos, son buena prueba algunas estatuas como la famosa de la Dama de Elche y quizás tuvieran el mismo destino muchas de las placas en forma de disco de bronce repujado halladas en sepulturas celtíberas.

De labor fenicia con reminiscencias asirias son las magníficas arracadas de oro halladas en el Tesoro de Aliseda. Los árabes en España usaron también grandes pendientes con multitud de colgante a imitación de los cuales los llevaron las damas de varias regiones incluso en la Edad Moderna.

En la antigüedad, tanto en las culturas griegas como romanas, los aretes eran usados sólo por mujeres, y el arete utilizado por hombres fue desde siempre un símbolo de que era oriental, en especial árabe. En Roma, los aretes eran más complicados, pues incluían perlas y otras piedras siendo su uso propio de las mujeres, como en los demás países de Occidente.

Sin embargo, solían llevar pendientes también los niños de Atenas y Roma aunque sólo en una oreja. En el Oriente, los aretes han sido utilizados por ambos sexos, en cambio en Occidente (incluyendo a Egipto e Israel) han sido considerados tradicionalmente adornos de uso exclusivamente femenino.

La costumbre de utilizar aretes ha sido tan generalizada y universal, que en la mayoría de las excavaciones de arqueólogos, tanto en Egipto, Roma, Grecia, Europa, Asia y América, se han encontrado aretes de todas clases. Los indígenas latinoamericanos usaban bastantes aretes de oro en el caso de los Incas y en el caso de los Aztecas, más bien de jade y otras piedras.

Durante los períodos del Renacimiento y del Barroco la moda de usar un sólo arete se extendió por toda Europa. Además los piratas se caracterizaban por usar dos aretes. Pero en el siglo XVII y XVIII, aparentemente casi desapareció su utilización, debido a la moda de usar pelucas, y peinados, pues las orejas se oscurecieron y perdieron importancia.

Para el siglo XIX, el uso del arete siguió discontinuado tanto en Europa como en América, hasta que en el siglo XX, la moda se retomó. A principios de siglo lo que más se utilizó fue el estilo prensa que no necesitaba agujerear la piel. Hoy los métodos para perforar se han mejorado tanto, que la mayoría de la gente se lo hace. El proceso es barato y además indoloro.

En la actualidad también se extiende la posibilidad de ponerse pendientes por todo el cuerpo: en varios lugares de las orejas, en el ombligo, en las cejas, en la nariz, en la lengua, en el labio, etc. Esta técnica se denomina piercing.

Curiosidades

  • Hace cuatro siglos, las mujeres de Java Central, ricas o pobres, perforaban el lóbulo de sus orejas de tal modo que podía pasarse un dedo por el orificio. La gente pudiente usaba aros de oro ricamente engarzados con piedras preciosas, pero no bien los hijos comenzaban a contraer matrimonio los aros también comenzaban a desaparecer, posiblemente para ser entregados como dote o regalo de hija o nuera. Eran reemplazados por aros chatos, hechos con cuernos de búfalo, a veces adornados con piedras. Y cuando llegaban los nietos, estos ornamentos desaparecían igualmente porque se consideraba impropio que una abuela usara todavía alhajas.Pero aparte de esto era notable que en contraste con el sistema feudal y la mentalidad de aquellos días, especialmente en Java Central, el aro gozaba de una posición democrática. Porque aunque las diversas clases sociales se distinguían unas de otras por el uso de diseños especiales de "batik" o diferencias en el calzado, no había reglas en absoluto para el uso de aros, exceptuando las consideraciones de la edad de quien los llevaba. Cualquiera podía usarlos o comprarlos según sus medios económicos.Es interesante hacer referencia a los antecedentes rituales y místicos del aro. Como se mencionó antes, en ciertos distritos de indonesia muchas personas no usan ningún tipo de aros, pero sí tienen practicados orificios en los lóbulos, como es el caso de los hombres balineses o de los habitantes de Madura. De lo cual se deduce que lo esencial no es el aro ni el valor de la alhaja sino simplemente el orificio lobular. Según investigaciones realizadas, el rito de perforar el lóbulo tiene un antecedente religioso o místico que se remonta a siglos y siglos atrás.
  • Cruzar a vela el cabo de Hornos era, en tiempos remotos, una aventura que distinguía a los nautas que lograban darle la vuelta. Los naufragios estaban a la orden del día. Por ello, se convirtió en signo de suerte y pericia entre la marinería cruzarlo y salir con vida.

Para que la hazaña quedara reflejada de por vida, los marineros, comerciantes, piratas, corsarios y todos los que de una forma u otra pasaran esa difícil prueba, se colgaban de una de las orejas un arete en forma de aro, que bien podía ser de lata, hierro, cobre o plata. A este distintivo se podrían unir otros dos, que simbolizaban el paso por el cabo de Buena Esperanza, al sur de Africa, y del de York, en Oceanía. La costumbre, que se extendió con rapidez como símbolo de valor y temeridad, fue también adoptada por los piratas que asolaron las costas del Caribe.

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Fuentes