Bernardo Jaramillo

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Asesinato de Bernardo Jaramillo
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Fecha:22 de marzo de 1990
Lugar:Aeropuerto internacional “El Dorado”Bogotá
Descripción:
Asesinato del candidato presidencial de la Unión Patriótica en una de las salas de espera del aeropuerto internacional “El Dorado” de Bogotá
País(es) involucrado(s)
Colombia
Ejecutores o responsables del hecho:
Andrés Arturo Gutiérrez Maya por órden de Carlos Castaño Gil


Bernardo Jaramillo Ossa. Candidato presidencial de la Unión Patriótica (UP), ultimado en 1990 en una de las salas de espera del aeropuerto internacional “El Dorado” de Bogotá, Colombia, cuando se disponía a abordar un avión con destino a Santa Marta. Fue el segundo candidato presidencial caído en la oscura campaña electoral colombiana que dejó a otros dos aspirantes muertos.

Síntesis biográfica

Bernardo Jaramillo

Político colombiano, de familia humilde, nacido en Manizales, Colombia en 1956. En su juventud comprendió los problemas de pobreza en que vivían varias personas a su alrededor y funda un restaurante popular cuando estaba en secundaria, más tarde se graduó en Derecho y Ciencias Políticas.

Se integró a la Unión Patriótica (UP) una vez que fue fundada en 1985 y más tarde en las elecciones de 1988 ocupó el escaño de Senador de la Republica. Tras el asesinato de Jaime Pardo Leal asume la presidencia de la organización.

Bernardo Jaramillo Ossa hizo esfuerzos por vincular dicho movimiento a la Internacional Socialista, lo que le valió el sobrenombre de "perestroiko". Criticó duramente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) sobre todo por su política de "todas las formas de lucha" aunque a la vez mantenía el apoyo de conseguir la paz con la guerrilla para lo que exigía el fin de los grupos paramilitares quienes ya habían asesinado para esa época a más de 300 militantes del movimiento, asunto denunciado a todos los medios.

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Tras la muerte de Luis Carlos Galán, del partido liberal, es elegido candidato presidencial para el periodo 1990 -1994 y obtiene una popularidad casi igual de grande que la del asesinado caudillo liberal. Posteriormente Jaramillo planeaba una alianza con Carlos Pizarro Leongómez, desmovilizado líder del M-19 y también candidato a la Presidencia.

A Bernardo Jaramillo lo llamaban cariñosamente Garfield por los bigotes similares al gato, también era cariñosamente llamado "el bizcocho" (hombre apuesto).

Bernardo, candidato presidencial de la Unión Patriótica, poco a poco fue llenando auditorios, desmoronando prejuicios de una sociedad amalgamada por las opiniones mediáticas. El pensamiento colectivo se llenó de creatividad, de nuevas posibilidades, afirmando la verdad del paramilitarismo como el peligro más grave de la democracia. “Venga esa mano país”, era el slogan de la campaña, manos juntas construyendo un nuevo país.

Cada vez que le preguntaban a Bernardo Jaramillo Ossa, cómo era capaz de sonreír si siempre decía que iba a ser asesinado, el líder de izquierda respondía: “Porque la alegría es la divisa de quienes defendemos la vida”.

Siendo candidato presidencial por la UP fue asesinado en Bogotá el 22 de marzo de 1990.

Después del asesinato de Jaramillo y muchos otros cuadros, la dirigencia de la Unión Patriótica pasó a la social-democracia-cristiana y junto con otras tendencias hizo parte del Frente Social y Patriótico que luego se uniría al Polo Democrático

Desarrollo de los hechos

Bernardo Jaramillo se encaminaba junto a su esposa Mariela Barragán y once escoltas Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), organismo de inteligencia de Colombia, dos de la Policía y dos de la Unión Patriótica (UP) al Terminal Puente Aéreo de la ciudad de Bogotá. Una vez en la terminal aérea esperarían su vuelo con destino a Santa Marta donde tomaría vacaciones.

En todas las entrevistas dijo con una mezcla de frialdad y humor negro, “sé que me van a matar”, predicción no resultaba difícil que se hiciera realidad después del asesinato de centenares de militantes de ese movimiento de izquierda que surgía con un gran respaldo popular que no se veía en Colombia desde la época de Jorge Eliécer Gaitán, y su presentimiento se cumplió el jueves 22 de marzo de 1990.

Sucesos en el puente aéreo

Una hora antes de la llegada de Jaramillo al puente aéreo, un joven de 17 años, vestido de corbata, luciendo un reloj de marca en su pulsera y un maletín en su mano, llegó a la terminal aérea y confirmó un pasaje de “Avianca” en el mismo vuelo a Santa Marta que más tarde iba abordar Bernardo.

Las autoridades lo identificaron después como Andrés Arturo Gutiérrez, el menor de cuatro hijos de una familia que vivía en el barrio Enciso de Medellín.

Minutos después, tres hombres se acercaron al joven y le entregaron una subametralladora Miningram, calibre nueve milímetros, y una fotografía del líder de la Unión Patriótica. Luego se alejaron. Andrés Arturo cogió el arma, la escondió en su saco y esperó sentado en los pasillos del terminal, fingiendo leer un periódico y esperando el momento preciso para actuar. Su misión era asesinar a ese hombre.

Quienes lo contrataron no sólo conocían al detalle el itinerario de Bernardo. Lo habían pre¬visto todo para que muriera ese día. Sin que lo supieran, Gerardo Gutiérrez Uribe, otro joven de Medellín, abordaría junto con Andrés Arturo Gutiérrez Maya el vuelo de “Avianca” a Santa Marta, para asesinarlo dentro del avión si fallaba el primer intento en el Puente Aéreo. Y en un caso extremo, otro grupo de cuatro sicarios lo esperaba en el aeropuerto de la capital del Magdalena.

La llegada de Jaramillo

Jaramillo llegó al puente aéreo, Terminal alterna del aeropuerto "El Dorado" de Bogotá, a las siete y media de la mañana de ese jueves. La pareja abordaría un vuelo de “Avianca”, rumbo a Santa Marta, para gozar de la luna de miel que no habían podido hacer por las múltiples ocupaciones del dirigente político.

A pesar de ser el hombre más amenazado del país en ese momento, no llevaba puesto el chaleco antibala que siempre usó. Una afección lumbar que sufría le dificultaba mantenerlo por mucho tiempo. Tampoco portaba el revólver calibre 38 que solía llevar en el cinto, y con el cual estaba dispuesto hacer frente a sus enemigos.

“A mi no me matan como a un perro, como lo han hecho con mis compañeros”, les decía a sus amigos para justificar el porte del arma a pesar de que nunca había disparado.

El acto de magnicidio

A las 8:05 de la mañana, en el momento en que el dirigente político se acercaba al pasillo de ingreso para abordar el avión, luego que dos de sus escoltas confirmaran los pasajes en ventanilla, Andrés Arturo disparó a Bernardo.

El sicario desenfundó la ametralladora y la accionó escondiéndola con el periódico. En menos de un minuto descargó las 33 balas del proveedor, lo cual provocó la histeria general en el Puente Aéreo.

Sepelio de Bernardo Jaramillo

Bernardo cayó herido, tenía cuatro impactos: dos en el pecho y dos en el abdomen. Un escolta empujo a la esposa para evitar que recibiera los impactos. Mariela, confundida, se tiró a su lado para protegerlo. Sus escoltas reaccionaron y mientras unos recogían a la víctima y lo trasladaban a la Clínica de la Policía, donde falleció dos horas después, los demás se lanzaron en persecución del sicario, quien intentó disparar contra sus perseguidores, pero su arma se trabó y terminó capturado.

Jaramillo herido, en brazos de su esposa, pronunció sólo tres frases: “Mi amor no siento las piernas. Estos “hijuep....” me mataron, me voy a morir. Abrázame y protégeme”.

Allí quedaron sus sueños, repetidos en varias entrevistas, de tener la posibilidad de caminar por las calles sin escoltas, de ir tranquilo a una heladería, sentarse en una banca de un parque para darle de comer a las palomas, leer un periódico o entrar a un cine.

Dentro ya del automóvil perdió el conocimiento y fue llevado a la clínica de Cajanal (Caja Nacional de Previsión) y poco antes de ser llevado al quirófano murió tras una demora en el ascensor de la clínica. Cuatro balas acabaron con su proyecto de una izquierda moderna y democrática.

El exterminio de la Unión Patriótica dejó como saldo el asesinato de dos candidatos presidenciales, nueve congresistas, 70 concejales y decenas de diputados, alcaldes y líderes políticos.

Jaramillo Ossa fue el mártir 1.357 de los tres mil miembros de la Unión Patriótica asesinados, en lo que se constituye como uno de los exterminios políticos más grandes de Colombia, y segundo candidato presidencial caído en la oscura campaña electoral que dejó a otros dos aspirantes muertos: Luis Carlos Galán y Carlos Pizarro Leongómez.

¿Quién lo asesinó?

Su crimen aún no está completamente esclarecido aunque inicialmente se culpó a Pablo Escobar de ser el autor intelectual, esto fue desmentido por el capo quien en un comunicado declaraba sentir respeto por Jaramillo Ossa pues era enemigo de la extradición.

Después fueron condenados por el hecho Carlos Castaño Gil y su hermano Fidel. Fue uno de los miles de asesinatos y desapariciones que sufrieron los integrantes de la Unión Patriótica.

Carlos Castaño

Gutiérrez Maya, el sicario que había asesinado a Jaramillo, por ser menor de edad, jamás fue implicado de manera formal al caso, pero fue asesinado días más tarde. Nunca supo quiénes lo contrataron. El día anterior al magnicidio arribó a Bogotá por tierra, con 300 mil pesos que recibió de anticipo por el trabajo. Compró un pasaje de avión y se hospedó en unas residencias del centro de la ciudad.

Las autoridades encontraron dentro de su maletín un manual de regulación aérea de la Academia Antioqueña de Aviación y el libro “Leyenda y verdad del Mexicano”, de Fabio Rincón, con una señal en la página 61, junto a la foto del general de la Policía Alfredo Maza Márquez, en ese momento, director del DAS.

Esta evidencia le sirvió de base al oficial para sindicar al Cartel de Medellín del magnicidio, sin embargo lo que no puede explicarse es que precisamente a la hora del crimen, la máquina encargada de detectar metales instalada a la entrada de la terminal aérea, no estaba funcionando. Por esto, la miniametralladora que segó la vida de Jaramillo entró sin problemas.

El autor intelectual

Un año después, los jueces a cargo de la investigación aseguraron que el asesinato recaía sobre el narcotráfico, pero no habían aún vinculado a otra persona aparte del joven sicario

En ese momento, Castaño Gil actuaba como el segundo al mando del grupo paramilitar que comandaba su hermano Fidel Castaño Gil en Urabá. Después de reclutar a los jóvenes los llevó a una finca cerca de Belmira, Antioquia, donde los adiestró en el manejo de armas y tácticas de escape.

Más tarde, en una casa del barrio Bostón de Medellín, completó el adiestramiento con revólveres calibre 22 hasta “graduarlos como sicarios.

En el 2001 Carlos Castaño admitió su participación en ese crimen en el libro “Mi Confesión”, del periodista Mauricio Aranguren poco después que un juez especializado los condenara a él y a su hermano Fidel, a 22 años de cárcel, como autores intelectuales del asesinato de Jaramillo.

El último adiós

Sepelio de Bernardo Jaramillo

El asesinato de Bernardo Jaramillo Ossa, esa mañana bogotana, del 22 de marzo de 1990, se sumó a la lista de centenares de hombres y de mujeres de la Unión Patriótica, que a lo largo del país, iban siendo asesinados por estructuras armadas nacidas en la institucionalidad de tipo paramilitar.

Durante su sepelio en Manizales, la multitud lloró, aplaudió y cantó exigiendo justicia. Al paso del ataúd de Bernardo Jaramillo; parlantes a todo volumen recordaban el tango de Carlos Gardel y Alfredo LePera, «Volver, Volver» que era la melodía preferida de Bernardo Jaramillo.

Delito de lesa humanidad

La Fiscalía elevó el crimen del candidato presidencial de la Unión Patriótica (UP) Bernardo Jaramillo Ossa, a delito de lesa humanidad, justo cuando estaba a punto de prescribir el caso. La finalidad de esta medida, además de frenar su prescripción, es evitar la impunidad del hecho y continuar con la práctica de pruebas hasta agotarlas.

La petición de elevarlo a crimen de lesa humanidad estuvo impulsada por el procurador delegado para asuntos penales, Gabriel Jaime, quien reactivó el caso de muchos de los magnicidios ocurridos hace 20 años, con la práctica de nuevas pruebas.

Son delitos de lesa humanidad los exterminios de comunidades enteras, desaparición, esclavitud, privación ilegal de la libertad, tortura, delitos sexuales, persecución discriminatoria de grupos raciales, religiosos, políticos, entre otros, y deben ser investigados hasta encontrar la verdad

Visión política

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Bernardo Jaramillo Ossa

Bernardo Jaramillo Ossa coqueteó en la política de la misma forma como lo hizo con las mujeres: de frente. Y en ambos casos tuvo éxito por su franqueza. Quienes lo conocieron, lo catalogaron como un social demócrata del siglo XXI.

Así como en la certeza de morir, este abogado de bigote poblado, pelo crespo y sonrisa amplia, pareció acertar, en lo que sería la degradación del conflicto armado en el país, el fortalecimiento del paramilitarismo en Colombia y el giro equivocado de unas FARC sin rumbo ni horizonte político.

Frases como “Estamos en una guerra que no va a ganar nadie”, “ni el secuestro ni la extorsión son un mecanismo de lucha política, ni aquí ni en ningún país de América Latina, la UP no necesita de las FARC” y otras similares, se convirtieron en una condena directa a esa lucha armada que consideraba inútil, pues estaba seguro de que “la paz se hacía con democracia".

Al tiempo que hacía estas afirmaciones, denunciaba el crecimiento alarmante de grupos paramilitares, financiados con dinero del narcotráfico y que no dudaba en calificar como “delincuentes comunes”.

En una entrevista citada por María Jimena Dussán, en su libro “Crónicas que matan” señaló: “El Gobierno debe hacer caer todo el peso de la justicia no sólo sobre quienes operan las armas, sino sobre quienes los apadrinan y protegen. La sociedad, va a encontrar, hilando, que en la cúspide del paramilitarismo hay grandes empresarios y personajes de la vida nacional”.

Bernardo Jaramillo Ossa tenía 35 años y la fuerza y el futuro de un gran líder político, una de las cualidades, que lo identificó en su corta vida política, fue la sinceridad y la energía al decir verdades. Si alguna vez hubiera llegado a la presidencia, su bandera hubiera sido, quizá, luchar por una sociedad más civilista. Pero él sabía que una condena a muerte pesaba sobre su cabeza.

La muerte de Jaramillo cierra la esperanza de un futuro mejor para Colombia. Lo único claro de este crimen es que en esta oportunidad no se puede culpar al narcotráfico. Entre otras cosas Jaramillo fue desde siempre un enemigo de la extradición, por convicción política.

Jaramillo fue uno de los colombianos que más se alegró por el apoyo que obtuvo el M- 19 en las urnas. Uno de sus sueños era construir un gran bloque que se la jugara por el socialismo democrático y le hiciera frente al monopolio del bipartidismo en Colombia.

Véase también

Enlaces externos

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