Cáncer de cuello de útero

Cáncer de cuello de útero
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Clasificación:No Transmisible
Región de origen:Cuello de útero

El cáncer de cuello de útero es el segundo más común en mujeres entre 15 y 44 años, y se ha observado que afecta a mujeres cada vez más jóvenes. La citología permite detectar la enfermedad en estadios iniciales.

El cáncer consiste en una proliferación anómala de células, y en este caso dicha proliferación ocurre en el cérvix o cuello uterino. Aunque puede extenderse principalmente a la vagina, los sistemas de sujeción del útero, los ganglios linfáticos y el recto.

El de cuello de útero es el segundo cáncer más común en las mujeres de entre 15 y 44 años. Lo más normal es que aparezca en mayores de 54 años, pero se ha observado que en los últimos años afecta a mujeres cada vez más jóvenes.

Factores de riesgo

  • Edad: las mujeres mayores son más vulnerables a padecerlo.
  • Genética: es común que aparezca en mujeres cuyas madres también tuvieron cáncer de cuello uterino.
  • Tabaco y alcohol.
  • Su incidencia es mayor en entornos de bajo nivel socioeconómico.
  • Edad precoz de la primera relación sexual.
  • Elevado número de parejas sexuales (importante factor en prostitutas).
  • Padecer o haber padecido alguna enfermedad de transmisión sexual. En este grupo de riesgo es especialmente importante la infección por el virus del papiloma humano.
  • Se cree que también pueden jugar un papel importante los anticonceptivos hormonales.
  • Es más común también en mujeres que han parido alguna vez que en aquellas que no han tenido hijos.
  • Inmunodepresión: SIDA, mujeres que han sufrido algún trasplante.

Síntomas

El cáncer de cuello de útero suele ser asintomático en los primeros momentos de la enfermedad. Una vez que comienza a manifestarse, aparecen sangrados vaginales acíclicos (este rasgo los diferencia de una menstruación), indoloros y, con frecuencia, después del coito. Al comienzo se trata de pequeñas pérdidas que se van haciendo más abundantes de forma progresiva.

Por otro lado, el flujo vaginal se torna de un color rosáceo como “agua de lavar carne”. Además, aparece dolor pélvico que se irradia hacia las piernas. Otros de los síntomas del cáncer de cuello de útero son: dolor al orinar, sangre en heces y en orina, estreñimiento y tenesmo (deseo continuo, doloroso e ineficaz de defecar u orinar).

En todo momento las manifestaciones principales de la enfermedad se acompañan de una serie de síntomas comunes a muchas otras enfermedades como: pérdida de apetito, pérdida de peso, cansancio y malestar general.

En estadios muy avanzados aparecen fístulas vesicales o rectales. Las fístulas son comunicaciones anormales entre órganos vecinos que no deberían estar presentes.

Diagnóstico

En mujeres sexualmente activas y en edad fértil, se realiza una citología rutinaria en la consulta ginecológica. De este modo se puede evaluar a una gran mayoría de la población de riesgo, y es posible detectar el cáncer de útero en estadíos muy iniciales, lo que mejora el pronóstico de la enfermedad. Esta prueba se conoce como Papanicolau, y se emplea para estudiar las células cervicales y detectar la posible presencia de células anormales. Se toman muestras de al menos tres zonas distintas del cuello uterino para que no quede ninguna zona sin estudiar.

También se recurre a otras pruebas para dilucidar el diagnóstico de este cáncer:

Colposcopia

Se realiza cuando la citología ha sido positiva, o cuando se observa a simple vista alguna anomalía cervical. Esta prueba es una exploración meramente visual en la que se emplea un instrumento provisto de luz y un sistema de bases de aumento.

Test de Schiller

Consiste en embadurnar todo el cuello uterino con una solución específica y comprobar si se tiñe de marrón oscuro. Las células malignas no se tiñen.

Biopsia

Se toma un pedazo de la lesión para su estudio en el laboratorio. Con ello se determina el tipo específico de célula que compone el tumor; de este modo se podrá ofrecer el mejor tratamiento posible.

Técnicas de imagen

Mediante técnicas de imagen como el TAC puede valorarse la afectación de ganglios linfáticos pélvicos y riñones.

Clasificación

Antes de instaurar el tratamiento de un cáncer es preciso saber en qué estadio se encuentra. Cuanto mayor sea el estadio, peor es el pronóstico y más agresivo deberá ser el modo de combatirlo.

0: carcinoma in situ. Las células malignas se limitan al epitelio uterino.

I: carcinoma limitado al cuello del útero. En este estadio la paciente es aún asintomática y solo se puede diagnosticar la enfermedad mediante biopsia o citología.

II: el tumor invade la parte superior de la vagina y los ligamentos de sujeción del útero, pero sin llegar a la pared pelviana.

III: se encuentra afectada toda la vagina y la pared pélvica. Debido al tamaño del tumor puede haber insuficiencia renal e hidronefrosis (distensión de un uréter por alguna obstrucción).

IV: extensión a vejiga o recto.

Pronóstico del cáncer de cuello de útero

Depende de varios factores:

  • El estadio en el que se encuentra el cáncer al ser diagnosticado.
  • Características de la paciente: peor pronóstico en pacientes obesas y de mayor edad.
  • El tratamiento que se instaure y cuándo se inicie. Cuanto antes se comience a tratar, mayores probabilidades de sobrevivir.

Tratamiento

En función del grado de cáncer de útero del paciente se recurrirá a un tipo de tratamiento o a otro:

Quimioterapia

Tiene distintas indicaciones según el tipo y la extensión del carcinoma. Normalmente se emplea en estadios avanzados, o bien antes de la cirugía para intentar reducir al máximo el tamaño del tumor y facilitar así la operación. En los últimos años se utiliza asociada a radioterapia en casos de mal pronóstico. Ver más sobre la quimioterapia

Radioterapia

En el cáncer de útero se usa en dos formas: externa y de contacto (también llamada curieterapia o braquiterapia). La braquiterapia tiene por objeto la destrucción del tumor primario, y se emplea principalmente cuando el cáncer no se ha diseminado hacia otros órganos o hacia los ganglios linfáticos. Consiste en colocar unos aplicadores dentro del útero, que se conectan a un recipiente blindado que contiene cesio-137. Este tipo de radiación localizada permite un tratamiento más individualizado y, por ello, más útil, al mismo tiempo que protege a los órganos no afectados por el cáncer frente a la radiación.

La radioterapia externa va dirigida a la afectación ganglionar. Consiste en la aplicación terapéutica de rayos X. Puede tener algunas complicaciones como la formación de fístulas rectales y vesicales, y alteraciones digestivas.

Cirugía

Puede ser conservadora (conización, criocoagulación, electrodiatermia, o láser de CO2) o radical (histerectomía). A continuación detallamos en qué consiste cada una de estas técnicas:

Electrodiatermia

Mediante la aplicación de corrientes de alta frecuencia se destruye la zona afectada. Este método precisa anestesia. Puede destruir hasta una profundidad de 10 mm.

Criocoagulación

Se destruye la lesión mediante el frío. Puede llevarse a cabo sin anestesia. La profundidad de acción es de 4 mm. Las ventajas de este método son la rapidez, que es indoloro y que no deja secuelas.

Láser de CO2

Si se realiza adecuadamente el daño a los tejidos adyacentes es mínimo y no presenta efectos secundarios.

Conización

Se extirpa un pedazo de cerviz en forma de cono. La base del mismo corresponde a la zona tumoral completa.

Histerectomía

Es la extirpación del útero completo. En la mayoría de los casos se acompaña de la extracción de los ganglios. En casos muy avanzados puede ser necesario incluir los ovarios. Esta técnica se usa solo para casos en los que el cáncer está muy extendido o en mujeres mayores.

Prevención

Lo más importante para prevenir el cáncer de cuello de útero es evitar los factores de riesgo anteriormente citados, especialmente la modificación del estilo de vida y del comportamiento sexual. El uso de preservativos es una buena medida profiláctica contra las enfermedades de transmisión sexual y, por tanto, para prevenir la aparición de cáncer de cuello uterino.

En los últimos años se ha desarrollado una vacuna contra el virus del papiloma humano. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la administración sistemática de esta vacuna protege ya a las niñas de más de 55 países en todo el mundo. Es importante vacunar a las niñas entre los nueve y los 14 años para prevenir la infección antes de que comiencen a tener vida sexual, y cada vez hay más países de ingresos medios y bajos, señala la OMS, que están introduciendo la vacuna contra los papilomavirus humanos en el calendario de vacunación.

La citología rutinaria en la consulta del ginecólogo es muy importante para el diagnóstico precoz, especialmente en casos de posible herencia familiar. De esta forma, se puede comenzar con el tratamiento adecuado cuanto antes para evitar posibles complicaciones.

En la nueva versión de la guía Control integral del cáncer cervicouterino - Guía de prácticas esenciales que presentó la OMS en diciembre de 2014, este organismo recomendaba usar las pruebas de deteccción de papilomavirus humanos (PVH) como método de cribado para prevenir el cáncer cervicouterino. De esta forma se reducirá la frecuencia del cribado porque si el resultado es negativo, no es necesario repetir la prueba en un mínimo de cinco años, pero sí antes de que transcurran diez.


Fuente

http://www.webconsultas.com/cancer-de-cuello-de-utero/cancer-de-cuello-de-utero-2338