Canción de los números

Canción de los números
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Portada del libro Canción de los números.
Autor(a)(es)(as)Emilio Ballagas
Editorial:Gente Nueva, 2008
GéneroPoesía
ImprentaFederico Engels
Diseño de cubiertaIliana Fernández Alfonso
IlustracionesJavier Dueñas Rodríguez
ISBN959-08-0670-8
PremiosPremio La Rosa Blanca de Ilustración y de Edición (2006)

Canción de los números. Libro de poesía donde su autor, Emilio Ballagas, describe la importancia que tiene los números a través de este género literario.

Sinopsis

Canción de los números: muestra una manera más de cómo enseñar a los niños los números y la importancia que tienen. El autor a través de la poesía enseña a los niňos a contar los números de una forma más amena.

Aquí se traducen los discursos literarios desde la óptica que el propio creador quiere para sí. Son vistos desde esa mirada del niño de campo, ejemplo que ilustra el significado visual de los elementos del texto. El uno, por ejemplo, es el faro del Morro de La Habana. Sin embargo, la propia ciudad es un remedo de pueblo de campo, algo que he visto en otras de las obras del artista. La traducción casi metafórica de su entorno de vida como ciudad además complejiza las propuestas llevadas a un uno en el faro del Morro habanero. De esas representaciones numéricas es en realidad el número ocho (8) aquel que mejor se realiza desde una óptica hasta humorística. Se trata de una suerte de materialización de la metáfora del cordero trabajado en el mismo poema de Ballagas:
El ocho
Cuatro corderos arriba,
cuatro corderos abajo.
Ocho corderitos blancos,
los ocho muy sonrientes.
¡Adivina! Que lo canto.
¿Quien no lo sabe?
Los dientes.

El ocho aquí es un cuerpo con la boca abierta. Es una posible representación de un cordero que a su vez tiene la boca abierta para que observemos los ocho dientes. Los rasgos visuales, las relaciones de representatividad y traslación, los elementos de un disfrute plástico, dan un toque verdaderamente logrado. Se establece el diálogo diáfano en esa suerte de espectáculo del imaginario, de traslación que soporta sus modelos mentales de construcción del cordero a partir del texto literario.

Sin embargo, la ilustración total es aquella ubicada como cubierta del libro. Cada número es casi consecuencia de la representación mental que de sus compañeros hace el uno. El uno es él mismo, el dos un delfín. Para el tres usa la imagen del caballo, animal recurrente en las representaciones de Dueñas. El cuatro es un monociclo, mientras la imagen del cinco es un monstruo deforme. El seis es una serpiente que se enrosca y el siete un señor de bigotes. Vuelve la imagen humorística del ocho, esta vez siendo un poco más triste. Ya el nueve es una lupa mientras el diez una niña que es arrastrada por un conejo muy grande.

Esas son representaciones que dan una pluralidad de miradas a cada una de las cifras. Pero también esos números están vistos a partir de los objetos, como los ocho dientes, o los antropomorfos dedos de la mano.

El texto 2 está signado por el árbol, un árbol retorcido. El poema 7 se ilustra con una casa rodeada de fantasmas. El 8 es un bote con un hombre dentro. El poema 2 es una décima en la que las informaciones del texto implican ese árbol. El texto 8 implica una mirada marinera. La barca con el remero encima ilustra esa conformación de imaginarios, de duermevelas. Si en Canción de los números fue algo más simpático, y hasta tierno, aquí es un poco más rudo el trabajo del hombre. A diferencia del libro anterior el imaginario de invención del creador reubica esta construcción mental hacia el mar, hacia nuevas maneras de reformulación del número como elemento plástico.

En los números compuestos es donde quizás esa observancia de las capitulares adquiere una suerte de gozo. El mismo texto 11 implica la construcción visual de la torres de un palacio árabe franqueado por dos torres, todo de estilo mudéjar. Scherezada, o quien creemos que sea ese el personaje que el ilustrador visualiza, está recostada a una de las torres. Al fondo una silueta del palacio del sultán complementa la representación del conjunto. Esas sombras implican las elucubraciones de un creador a través de los imaginarios universales del arte del Medio Oriente, y aunque su visión es occidental, sus registros de lo que sería un palacio mudéjar se matizan en una representación personal.

Autor

Emilio Ballagas (Cuba) (1908-1954)

Premios

Premios La Rosa Blanca 2006

Fuentes