Carlos Socarrás

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Carlos Socarrás Acosta, natural de Las Pozas, Bahía Honda, Pinar del Río, de origen campesino, nacido en una zona rural de muy poco desarrollo económico y rebelde desde la raíz, le estaba predestinada una vida llena de matices, un andar lleno de contradicciones y un final que llenaría de envidia a los grandes héroes del Olimpo.

Era alto, trigueño de ojos pardos, piel blanca, de constitución física fuerte, carácter enérgico y de un valor a toda prueba. Desde muy joven se convirtió en un excelente jinete, a lo que se suma su habilidad en el manejo de las armas de fuego; era respetado por todos los que lo conocían.

Su indoblegable espíritu lo hace entrar en contradicciones con algunos agentes del poder colonial español; situación ésta que se fue agudizando, hasta convertirse en insostenible. Algo que caracterizaba a Socarrás era su sentido de la justicia y su arraigo dentro del campesinado, lo que lo convertía en un caudillo natural. Esta notoriedad alcanzada, lo llevó a tener gran número de amigos y enemigos en la zona.

Se inicia un expediente

Para su segunda y última expedición anexionista, Narciso López, escoge la costa norte de Pinar del Río, por la amplia floresta que ésta presenta, por su baja densidad poblacional, la presencia de un macizo montañoso que garantiza el escenario para las acciones bélicas previstas en sus planes, así como por la presencia de ricos hacendados en la región occidental que veían en la anexión la forma de mantener la esclavitud.


El 11 de agosto de 1851, el barco El Pampero, con alrededor de 600 hombres en su mayoría americanos,- sólo 49 de ellos eran cubanos- arriba a la playa El Morrillo, en Bahía Honda. Desde su llegada a la costa, los expedicionarios contaron con el apoyo de algunos campesinos de la zona, destacándose dentro de ellos, los miembros de la familia de Carlos Socarrás.


Las tropas españolas sostienen combate con los expedicionarios y sus seguidores. Pronto sus fuerzas son divididas y exterminadas. Narciso López es capturado y sentenciado a morir en el garrote vil, sentencia que se ejecutó a las 7 a.m. del día primero de septiembre de ese año. La carnicería continuó y en la explanada de la Punta, 50 expedicionarios fueron fusilados. Miguel Socarrás, padre de Carlos y otros miembros de la familia, fueron hechos prisioneros en acción de guerra y conducidos a la Habana, donde posteriormente fueron amnistiados, comenzando así el expediente subversivo de esta familia.

Su ingreso al Ejército Libertador

Su ingreso oficial al Ejército libertador lo realizó el 6 de enero de 1896, a la edad de 50 años, aproximadamente.Cuatro días después, al conocer que la Columna Invasora, dirigida por Antonio Maceo, había tomado el poblado de San Diego de Núñez sin hallar resistencia por parte de los destacamentos de voluntarios que allí se encontraban, Carlos decide tomar el poblado de Bahía Honda, creando así las condiciones necesarias para que ese mismo día, 10 de enero, en horas de la tarde la tropa de Maceo entrara en este pueblo sin novedad, donde además, se recogió un botín de guerra compuesto por 150 armas de fuego y 6000 tiros. El cuartel general y la columna acamparon en este poblado, donde en horas de la noche el alcalde municipal, por orden de Maceo, distribuyó víveres y ropas entre las familias pobres que pidieron ayuda a los libertadores.


Carlos fue de los primeros pinareños que se unió incondicionalmente a Maceo cuando éste entró en Vuelta Abajo, lo que le sirvió de gran utilidad por los conocimientos que éste tenía de la región, es por ello que lo asciende al grado de comandante y lo designa Jefe de operaciones en el territorio Oriental de Bahía Honda. Con la colaboración del teniente Indalecio Sobrado Lago, hijo de este pueblo, organiza el Regimiento Cacarajícara, entre cuyas filas se encuentran su esposa Antonia Socarrás Barrios y sus hijos: Miguel, que alcanzó el grado de teniente, Antonio, que llegó a ser comandante; Regla,- quien con sólo 15 años era enfermera en el hospital de sangre -, y su otra hija menor, Olaya ;además de sus hombres que desde la época del palenque estaban bien armados y preparados, prestando sus servicios en la Brigada Norte de Pinar del Río que comandaba el entonces Coronel chileno Pedro Vargas Sotomayor.

La Batalla de Cacarajícara

En la mañana del 30 de abril,- Según nos aclara el Coronel Juan Ducasse- cuando los expedicionarios llegábamos al campamento de Cacarajícara, empezó el combate (...). Ese día no entramos en fuego, retirándonos por orden del General Maceo a Rancho Lucas. Antes de hacerlo, las fuerzas combatientes se proveyeron de parque del que nosotros habíamos salvado, pudiendo asegurar, sin temor a exagerar, que nuestra llegada decidió el triunfo a favor de los cubanos, pues éstos estaban muy escasos de municiones.

A las nueve de la mañana Maceo se adelantó con 20 hombres hasta el retén de vanguardia constituido por soldados de la zona, y a poco de encontrarse en aquel sitio divisó el primer grupo enemigo, que avanzaba sigilosamente, siendo ésta la primera emboscada, de igual forma se fue repitiendo la acción hasta llegar a la cuarta emboscada. Una vez agotado el parque de municiones se oyó el temible grito ¡ AL MACHETE¡, pero en ese preciso instante, llegó al sitio de las emboscadas el Coronel Ducasse, con refuerzo de 150 hombres de infantería y algunos centenares de cartuchos de la expedición de la “Competitor”, refuerzo tan oportuno que posibilitó al “Titán” librar victoriosamente la Batalla de Cacarajícara, en la cual exclamó: “¡Qué Cáscara de Jícara¡” lleno de satisfacción.

En esta acción Maceo destrozó la columna al mando de Suárez Inclán, compuesta por los batallones “San Fernando”, “Baleares” y “Artillería”. Las piezas estaban situadas, según su parte a 400 metros de distancia, disparaban sin cesar sobre los núcleos del Ejército Libertador, que valientemente sostuvieron los combates sin cejar. La entrada de Cacarajícara estaba defendida por las tropas al mando del General Quintín Banderas, quienes lo hicieron bravamente, pero las fuerzas que decidieron la batalla, fueron las dirigidas por el propio Maceo, que llevaba de práctico a Carlos Socarrás.

Estirpe de Héroes

Las columnas españolas siguieron cometiendo toda clase de excesos y asesinatos de personas inocentes por donde quiera que pasanban. Así los españoles toman las represalias y las victimas de su crueldad aparecen en los partes que dan a la prensa, como muertos vistos, hechos en acción de guerra.


El 14 de julio de 1896, desde el campamento El Roble, Bahía Honda, aún sin reponerse de la sensible pérdida de tan fiel colaborador, en emotiva carta escrita a Federico Pérez Carbó ,el general expresó con profunda admiración: ···”Aquí no hay un sólo palmo de tierra que no esté bañada con sangre cubana o española”...


El 18 de octubre de 1897, las fuerzas revolucionarias sufrieron un duro revés al ser sorprendido un campamento provisional en las cercanías de Bahía Honda por los guerrilleros de San Diego de Núñez y Carenero. La imprevisión, sobre todo cuando se acampa en territorio enemigo, por donde merodeaban guerrillas montadas que no se atrevían a penetrar en la serranía, fue la causante de la pérdida en esta ocasión del Comandante Antonio Socarrás Socarrás, el Capitán Vicente López y el Teniente Miguel Socarrás Socarrás, hijos el primero y el último del Teniente Coronel Carlos Socarrás Acosta, miembros todos ellos de una de las familias más insignes de Bahía Honda.


Estas son páginas gloriosas de nuestras raíces históricas de las cuales estamos profundamente orgullosos y que nos permiten conocer que somos hojas de un gran árbol. “Los flojos, respeten; los grandes, adelante. Esta es tarea de grandes”...