Catalina de Lancáster

Catalina de Lancáster
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Reina consorte de Castilla y León
13931406
Predecesor Beatriz de Portugal
Sucesor María de Aragón
Nacimiento 31 de marzo de 1373
castillo de Hertford,
condado de Hertfordshire,
país de Inglaterra Bandera de Inglaterra
Fallecimiento 2 de junio de 1418 (45 años) 
ciudad de Valladolid,
Reino de Castilla
Entierro Capilla de los Reyes Nuevos de la Catedral de Toledo
Consorte Enrique III de Castilla
Casa Real Casa de Lancáster
Padre Juan de Gante
Madre Constanza de Castilla

Catalina de Lancáster. Reina consorte de Castilla 1390-1406. Se casó con el rey Enrique III de Trastámara en 1388, en virtud del tratado de Bayona, que ponía fin a las luchas entre los Trastámaras y los descendientes de Pedro I de Castilla llamado el Cruel. A la muerte de su esposo fue corregente del reino 1407-1416 con Fernando de Antequera y, muerto éste, única regente.

Síntesis biográfica

Historia familiar

Catalina de Lancáster, hija de Juan de Gante, primer duque de Lancaster, y su segunda esposa, Constanza de Castilla, la hija y heredera del rey don Pedro I de Castilla, que murió a manos de su hermanastro Enrique II de Castilla. Ella nació en el Castillo de Hertford en 1373, en la ciudad de Bayona, donde sus padres se habían refugiado tras el regicidio de Montiel en 1369. Catalina se convirtió en reina de Castilla por su matrimonio con Enrique III de Castilla.

La vida de Catalina de Lancáster comienza con un drama, el asesinato de su abuelo el rey Pedro I de Castilla en Montiel, apuñalado por su hermano ilegítimo, el conde Enrique de Trastámara, con la ayuda del militar francés Beltrán Du Guesclin. Era el mes de marzo del año 1369. Y una nueva dinastía se asentaba en el trono castellano, al usurpar la corona el conde de Trastámara con el nombre de Enrique II de Castilla, conocido como “el de las Mercedes”, por las concedidas a favor de cuantos le habían apoyado durante la guerra civil contra su hermano el rey legítimo.

Las hijas del monarca asesinado habían huido de Castilla y se encontraban refugiadas en Bayona. Su único recurso era volverse hacia Inglaterra para evitar correr la misma suerte que sus hermanos, apresados por el nuevo rey Enrique II. Era la ocasión que Juan de Gante, hijo menor de Eduardo III de Inglaterra, estaba esperando. Si podía casarse con una de las dos infantas, podría reclamar el trono de Castilla para sí mismo, en vez de las ciudades que correspondían a Inglaterra por los tratados firmados con Pedro I.

De los numerosos hijos del rey inglés, siempre habían sido Eduardo, el Príncipe Negro, y Juan de Gante, duque de Lancaster, los de más clara vocación europea. Sus estancias en Francia eran casi más largas que las que pasaban en Inglaterra y estaban listos para hacer la guerra en la Europa continental siempre que eran solicitados. Juan de Gante había estado casado, y aparentemente muy enamorado, de su esposa Blanca de Lancáster, de quien había heredado el ducado de este nombre y con la que había tenido siete hijos, de los cuales vivían solamente tres: Felipa, Isabel y Enrique.

La propuesta de un matrimonio real con el viudo duque de Lancáster equivalía a un salvoconducto para que las jóvenes infantas de Castilla viajaran a Inglaterra. El 21 de septiembre de 1371, Constanza de Castilla se casaba con Juan de Gante en Roquefort, cerca de Mont-de-Marsan, e inmediatamente se trasladaron a sus dominios. La corte ducal sirvió de refugio a numerosos partidarios del rey Pedro que habían tenido que huir de Castilla después de la derrota de Montiel. En Bayona, los petristas organizaron una verdadera corte castellana. Estos refugiados marcaron la línea de la política castellana de Juan de Gante durante esos años y fueron los principales abogados del matrimonio con Constanza.

El 6 de junio de 1372 venía al mundo Catalina de Lancáster. Su padre había mandado buscar precipitadamente a la comadrona Ilote, que ya había ayudado en los partos de su anterior esposa. Constanza debió dar a luz de acuerdo con las disposiciones vigentes entre la realeza inglesa. Tras recibir la comunión, por si moría durante el parto, la futura madre regresaba a su habitación y salían todos los hombres de la casa, mientras ella daba a luz en una cama con dosel ricamente adornada con los colores de la Casa y abundantes colgaduras en paredes y ventanas, para poder quitar luz si se quería.

Siguiendo la tradición, Catalina debía ser bautizada a los pocos días de nacer, por miedo a una muerte prematura. De acuerdo con el ritual, se introducía sal en la boca de la niña, se le mojaban la nariz y las orejas con saliva, se le imponían los óleos en el pecho y la espalda, y se la sumergía completamente en la fuente bautismal tres veces, del lado derecho, del izquierdo y boca abajo. Los padrinos debían ser dos mujeres y un hombre elegidos por su padre. Con apenas seis años, la pequeña Catalina fue puesta a cargo de Lady Mohun, una influyente dama de la corte inglesa.

Educación

Se Supone que la princesa aprendería castellano con su madre y las damas españolas de su entorno, especialmente teniendo en cuenta que era la heredera de este trono por las aspiraciones de su padre, y por supuesto el latín. La princesa debía levantarse entre las seis y las siete de la mañana para rezar maitines, ir a misa, desayunar y después estudiar hasta la hora de comer. Antes de los cuatro años empezaría a aprender el abecedario con sus propios libros. Por la tarde, otro rato de estudio, recreo, luego oraciones, cena y otro rato más de asueto antes de irse a la cama. En esos momentos se podía aprovechar para enseñar a la pequeña algo de música y a bailar, sobre todo a partir de los diez o doce años. Catalina aprendió también a escribir, al menos rudimentariamente, privilegio reservado sólo a las mujeres más encumbradas.

Catalina era de tez muy blanca, ojos azules, y tenía un color de pelo que estaba entre rubio rojizo y castaño rojizo, estas apariciones se encuentran en sus hijas y sus descendientes.

Matrimonio y descendientes

Después que el rey Juan I de Portugal derrotó al rey Juan I de Castilla en la batalla de Aljubarrota, sur de Leiria, en 1385, estableciendo plenamente la independencia de Portugal, los padres de Catalina, el duque y la duquesa de Lancáster, se alentó a la prensa su pretensión al trono castellano. En 1386, Catalina se unió a sus padres en una expedición a Castilla para reclamar el trono de Inglaterra y Portugal entrando en una alianza contra Castilla en 1386 y consolidando sus lazos a través del matrimonio del rey Juan I y Catalina la media hermana de Felipa.

Juan de Gante se había pronunciado en Santiago de Compostela, Vigo, Pontevedra y con facilidad, pero tuvo que retirarse a Portugal en 1387 a causa de una fracasada invasión de León. Fue entonces cuando aceptó la propuesta del rey Juan I de Castilla, para casarse con Catalina a su hijo, el futuro Enrique III de Castilla, y que Constanza de Lancaster, debía renunciar a toda reclamación al trono de Castilla. Un acuerdo final en cuanto a esta propuesta fue ratificada en Bayona en la Gascuña el 8 de julio de 1388. El matrimonio ayudó a restablecer una apariencia de legitimidad a la línea de Trastámara. Además, junto con la tregua de Leulingham y la realizada en Monção, los esponsales ayudaron a terminar el período español de la Guerra de los Cien Años.

El 5 de agosto de 1388, Catalina anunció que entró en la unión libre y que estaba plenamente aceptado el tratado. El tratado incluía una dote de las ciudades de Soria, Almazán, Atienza, Deza, y Molina.

El 17 de septiembre de 1388, Catalina se casó con el Enrique de nueve años de edad, en la Catedral de Palencia. Su marido se apoderó del trono tras la muerte de su padre en 1390, pero sólo en 1393 fue declarado mayor de edad y empezó a gobernar. La única contribución de Catalina al reinado de Enrique era el rumbo de sus tres hijos y su dedicación al mecenazgo religioso de la Orden Dominica. En septiembre de 1390, Catalina aceptado la autoridad del papado de Avignon, en el antipapa Clemente VII y se convirtió en un acérrimo defensor.

Catalina y Enrique, tras su boda en la iglesia Catedral de San Antolín de Palencia, en septiembre de 1388, fueron jurados como Príncipes de Asturias, los primeros, título que desde entonces llevarían los destinados a reinar en Castilla. Ambos eran Príncipes de Asturias por derecho propio. La suerte de ambos quedaba sellada de manera indisoluble, Enrique no podría acceder al trono si no le acompañaba Catalina y ésta no podría ser considerada heredera en solitario.

Durante el reinado de su esposo, Catalina de Lancaster no tuvo ningún tipo de participación política, aunque a su alrededor giraron todo tipo de favoritismos. La prematura muerte de Enrique III, a los 27 años, la convirtió en corregente del reino junto con su cuñado el infante Fernando de Trastámara.

La pareja tuvo tres hijos:

María de Castilla 14011458, que se casó con Alfonso V de Aragón "el Magnánimo", Rey de Aragón y Nápoles. Catalina de Castilla 1403 / 1406-1439, que se casó como su primera esposa en 1420 Enrique de Aragón, conde cuarto de Alburquerque, Conde de Ampurias Juan II de Castilla 1405-1454, quien sucedió a su padre como rey de Castilla.

La viudez

La regencia con Fernando

Enrique III de Castilla murió en 1406, y conforme a su voluntad, su viuda, Catalina, y su hermano, Fernando I de Aragón iban a ser regentes en conjunto durante la minoría de edad de Juan II de Castilla, compartiendo su poder con un consejo real. De los tres partidos, Fernando iba a ser el que tiene mayor cuota de poder. Sin embargo, la custodia de Juan II se le dio a dos nobles, Diego López de Zúñiga y Juan Fernández de Velasco. Catalina preparada para defenderse a sí misma y su familia en un famoso castillo español, el Alcázar de Segovia, ya que no estaba dispuesta a renunciar a su hijo de un año. Fernando finalmente fue capaz de llegar a un acuerdo que permitía a Catalina para mantener la custodia de su hijo.

Fernando ordenó mudéjares, musulmanes que viven en la España cristiana para llevar un símbolo, una luna azul en su ropa. No se les permitía salir de sus casas, ni se les permite trabajar o comerciar con los cristianos. Los judíos, también, no se les permite trabajar o comerciar con los cristianos. Este fue un intento de Juan II de suprimir a las minorías religiosas, que fue apoyado por Catalina y sólo duró hasta su muerte. Además, las tensiones entre los regentes condujeron a una división de la regla. El Consejo Real otorgó a Catalina control sobre la parte norte de los Reinos de Castilla y León.

Como Catalina se involucraba cada vez más en las guerras de Fernando contra Granada en el sur, la alianza de Castilla con Francia sufrió y fue capaz de fortalecer sus relaciones con Portugal, donde su media hermana Felipa era la reina, y con Inglaterra, donde su medio hermano Enrique IV de Inglaterra, gobernaba desde 1399.

Catalina y su medio hermano habían fomentado el comercio entre Castilla e Inglaterra. Su política internacional se beneficio de las comunidades castellanas, pero sus co-regentes no siempre actuaban en su propio interés. Debido a la oposición de Fernando, Catalina, apoyó la posición del antipapa Benedicto XIII y en un principio tomó la palabra en contra del Concilio de Constanza entre 1414-1418.

Sola en la regencia

Cuando Fernando murió en 1416, la autoridad de Catalina se redujo, ya que sus rivales ya no la apoyaban. El gobierno hizo muy conciliar. Catalina, enferma debido a un derrame cerebral, renunció a la custodia de su hijo.

No es un vívido relato de Catalina hacia el final de su vida registrada por Fernán Pérez de Guzmán. Se alude al hecho de que probablemente heredó las características físicas de su padre, y que ella era una mujer enferma. Él la describe como muy alto y gordo, de color rosa con blanco en su piel y justas. Afirma que ella se movía como si estuviera un hombre. También dice que ella era virtuosa y reservada, tanto en su persona y su reputación. Ella se dijo que era generoso y magnífico en sus maneras, a pesar de que jugó "favoritos" y fue muy influido por ellos. A pesar de su "favoritismo", fue el doble de posibilidades de desterrar a las mujeres de su familia.

Muerte y entierro

La reina Catalina murió en Valladolid el 2 de junio de 1418, de un derrame cerebral, dejando a sus trece años de edad, a su hijo a merced de sus propios intereses cortesanos. Está enterrada junto a su esposo en la Capilla de los Reyes Nuevos de la Catedral de Toledo. Su efigie monumental la muestra con una cara larga y una frente muy arqueada.

Véase también

Enlaces externos

Fuentes