Chicomecóatl

Chicomecóatl
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Religión o MitologíaMitología Azteca
Chicomecóatl palabra náhuatl que se traduce como "siete serpientes" era la diosa del maíz, las cosechas y la fertilidad de la tierra.

Iconografía

La pintaban con una corona de papel en la cabeza, y en una mano un manojo de mazorcas y en la otra una rodela con una flor de sol, su falda y blusón adornados con flores acuáticas”. La diosa Chicomecóatl, de la que sobresalen su cara y pies, lleva en la cabeza un tocado de plumas, atado por una placa frontal con la representación fantástica de un ave, y del que penden las características borlas que flanquean su rostro, policromadas en rojo y blanco. Sostiene mazorcas entre las manos.

En el lado opuesto se encuentra pintado Tláloc, con sus característicos rasgos. La vasija contenía en su interior más de tres mil cuentas de piedra verde, figurillas y sobre todas ellas una máscara estilo Mezcala. Mide 34 cm. de alto y proviene de la zona de la mixteca poblana.

Mitología

De acuerdo a un canto dedicado a su reverenciada presencia, se sabe que vivía en el celestial y paradisiaco jardín Tlalocan, y que cuando culminaba la fructificación del maíz, retornaba a su plácido hogar. Diosa de los mantenimienos, del sustento, por lo tanto era la patrona más importante de la vegetación, presidiendo el culto al maíz de manera preponderante.

Esta olla efigie, con influencia de la cerámica tipo "códice" de Cholula, Puebla, muestra dos dioses íntimamente relacionados con la fertilidad; Chicomecóatl, la diosa de los mantenimientos y el dios de la lluvia Tláloc, uno en cada lado, y éste último pintado también en la tapa.

Ceremonias, cultos, ritos y festejos

Su culto es muy antiguo. Las ceremonias dedicadas a esta diosa se celebraban en el mes Huei Tozoztli, que quiere decir "ayuno prolongado", durante las cuales los altares de las casas se adornaban con plantas de maíz y en los templos se bendecían sus semillas. A su templo se le conocía como Chicometeótl iteopan y se le celebraban ritos principalmente en el mes de huey tzoztli o “la gran vigilia”. Los aztecas le dedicaban muchas ofrendas, consistentes más que nada en alimentos, que colocaban a los pies de los dioses particulares de las casas y de los templos. A la postre todo era llevado al templo propio de Chicomecoátl, en donde los alimentos eran degustados por los asistentes. Luego, en otra jornada, (en el mes de esta divinidad, el Ochpaniztli) los sacerdotes designados para llevar a cabo el ceremonial de la diosa Chicomecoátl, se disfrazaban con las pieles de los prisioneros cautivos, sacrificados un día antes y se situaban en las alturas de un templete desde donde lanzaban a la gente del pueblo, los fieles allí congregados, semillas de maíz y calabaza, de colores variopintos.

Las hermosas doncellas que cuidaban del templo de la diosa, lucían brazos y piernas ornamentados con plumas, y sus núbiles rostros con marmaja. Ellas llevaban en la espalda siete mazorcas de maíz untadas de hule y protegidas con papel. Precisamente a partir de estas mazorcas se conseguían las semillas para el sagrado ritual del año venidero. Completando este ceremonial se ungía a una mujer joven que tenía el cometido de encarnar a la diosa Chicomecoátl.

Portaba además, en la frente, una pluma verde, simbolizando una espiga de maíz; luego, al anochecer le cortaban la pluma junto a la cabellera y los ofrecían a la imagen de la diosa. Por la mañana, en el punto culminante de los festejos para Chimecoátl, se sacrificaba a esta joven y a varios cautivos sobre las mazorcas, en aras de la fertilidad y la prosperidad continua de las cosechas y del gran pueblo mexica.

Fuentes