Corteza insular

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Corteza insular
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Concepto:La corteza insular o simplemente ínsula, es una estructura del cerebro humano. Se encuentra ubicada profundamente en la superficie lateral del cerebro, dentro del surco lateral (cisura de Silvio), que separa las cortezas temporal y parietal inferior. Estas regiones corticales superpuestas se conocen como opércula; parte de los lóbulos frontal, parietal y temporal forman una opércula sobre la ínsula, por ello la ínsula no es visible en la cara externa del cerebro y queda cubierto por las estructuras citadas.


La corteza insular, o ínsula, es una estructura cortical que se encuentra en lo profundo de la cisura de Silvio, entre el lóbulo temporal y la parte inferior del lóbulo parietal. La ínsula no es visible a simple vista, ya que esta cubierta por dos áreas corticales que pertenecen al lobulo temporal y al lóbulo parietal y se conoce como opérculos. La corteza insular está dividida en dos partes: la ínsula anterior mayor, y la ínsula posterior menor.

Función

La corteza insular desempeña un papel importante en varias funciones relacionada con las emociones y la regulación de la homeostasis del cuerpo. La ínsula se está convirtiendo en el foco de atención por su función en la experiencia subjetiva emocional y su representación en el cuerpo. Antonio Damasio ha propuesto que esta región empareja estados viscerales emocionales que están asociados con experiencia emocional, dando cabida a los sentimientos de consciencia. En esencia ésta es una formulación neurobiológica de las ideas de William James, que primero propuso que la experiencia subjetiva emocional emergen desde la interpretación de los estados corporales que son elicitados por sucesos emocionales. Éste es un ejemplo de pensamiento formado.

Se cree que la corteza insular procesa la información convergente para producir un contexto emocionalmente relevante para la experiencia sensorial. Más específicamente, la ínsula anterior está más relacionada al olfato, gusto, sistema nervioso autonómico y función límbica, mientras la ínsula posterior está más relacionada a funciones somáticas motoras. Experimentalmente se ha demostrado que la ínsula juega un importante papel en la experiencia del dolor y la experiencia de un gran número de emociones básicas, incluyendo odio, miedo, disgusto, felicidad y tristeza.

Papel en las emociones y sentimientos

La corteza insular, especialmente su porción más anterior, está relacionada con el sistema límbico. La ínsula se está convirtiendo en el foco de atención por su función en la experiencia subjetiva emocional y su representación en el cuerpo. Antonio Damasio ha propuesto que esta región empareja estados viscerales emocionales que están asociados con experiencia emocional, dando cabida a los sentimientos de consciencia. En esencia ésta es una formulación neurobiológica de las ideas de William James, que primero propuso que la experiencia subjetiva emocional (sentimientos) emergen desde la interpretación de los estados corporales que son elicitados por sucesos emocionales. Éste es un ejemplo de pensamiento formado.

Funcionalmente hablando, se piensa que la ínsula procesa la información convergente para producir un contexto emocionalmente relevante para la experiencia sensorial. Más específicamente, la ínsula anterior está más relacionada al olfato, gusto, sistema nervioso autonómico y función límbica, mientras la ínsula posterior está más relacionada a funciones somáticas motoras. Experimentalmente se ha demostrado que la ínsula juega un importante papel en la experiencia del dolor y la experiencia de un gran número de emociones básicas, incluyendo odio, miedo, disgusto, felicidad y tristeza.

Estudios funcionales con imágenes han demostrado también que la ínsula está implicada en deseos conscientes como la necesidad de comida o la necesidad de droga. Lo que es común con todos estos estados emocionales es que cada cambio en el cuerpo es asociado con cambios cualitativos en la experiencia subjetiva. La ínsula está bien situada para la integración de información relacionando estados corporales en procesos emocionales y cognitivos de orden superior. La ínsula recibe información de aferencias hemostáticas a través de vías sensoriales por la vía del tálamo y envía información o estímulos a otro gran número de estructuras relacionadas con el sistema límbico, tales como la amígdala, el estriado ventral y el córtex orbitofrontal.

La zona anterior derecha de la ínsula se ha demostrado que es el área del cerebro más significativamente implicada en el proceso de la mediación. Estudios recientes llevados por Nasyr Naqvy en la Universidad de Iowa han demostrado que fumadores de tabaco tras sufrir un daño en la corteza insular, por ejemplo por un golpe, ven desaparecida su adicción al tabaco. Esto sugiere un importante papel de la ínsula en los mecanismos neurobiológicos de la adicción a la nicotina y otras drogas y convierte esta área en objetivo para el desarrollo de investigación de nuevos fármacos antiadictivos o incluso de los posibles beneficios de la estimulación magnética transcraneal.

El daño a la corteza insular causado por un accidente cerebrovascular

Las personas fumadoras que sufren un ictus que les causa una lesión en la corteza insular, muestran una probabilidad mayor, de hasta cinco veces, de poder dejar de fumar, frente a aquellos fumadores que no han sufrido un ictus, según un nuevo estudio publicado en la revista Stroke.

El análisis incluyó a 110 fumadores que habían sido ingresados tras sufrir un accidente cerebrovascular agudo. Se registraron las variables sociodemográficas, el número de cigarrillos fumados por día y el nivel de dependencia a la nicotina. A partir de imágenes de resonancia magnética o de tomografía computarizada, los investigadores clasificaron las lesiones que afectan la corteza insular por el hemisferio afectado (lado derecho o izquierdo) y el subtipo (isquémico o hemorrágico) y se midió el volumen del infarto cerebral o hemorragia.

Los pacientes, que fumaban un promedio de 27,6 cigarrillos al día y que habían empezado a fumar a una edad media de 17,1 años, tenían una puntuación media de 6,1 puntos en el Test de Fagerström de dependencia de la nicotina. De la muestra, el 85,5% no estaba considerando dejar de fumar previamente al ictus.

En el 24,5% de los pacientes, la lesión por infarto afectó la corteza insular. En el momento del alta, el 69,1% de los pacientes indicaron que habían dejado de fumar durante la hospitalización, incluyendo 88,9% de los pacientes con una lesión de la corteza insular y el 62,7% de los que no.

Fuente

  • Rosell Puig W, Dovale Borjas C, Álvarez Torres I. Morfología Humana II. Editorial Ciencias Médicas. La Habana 2002. ISBN 959-7132-73-7